martes, 25 de noviembre de 2014

EL PARASITISMO HISTÓRICO DE LOS GRUPOS ECONÓMICOS VENEZOLANOS

Por:
Ángel Custodio Velásquez

            Los grupos económicos que hoy existen  en Venezuela son la  reminiscencia de una oligarquía que fue dueña de la tierra y otra que controló el comercio exterior durante la colonia, y parte de la República, la cual fue golpeada por la Guerra Federal de Zamora; y que  a partir de 1920, con el Estado populista y la explotación petrolera por parte de los grandes consorcios extranjeros, participó como socio menor del gran capital externo y  acumuló  capital proveniente de prácticas  delictuales contra el Estado rentista. Ello permitió se construyera un imaginario social  signado por el apatridismo, el peculado y la dependencia del capital extranjero a lo largo del proceso histórico venezolano. Esto explica que hoy no tengamos una burguesía con pensamiento nacionalista y sin  contradicciones sustantivas con las empresas transnacionales. Sino que  existan grupos económicos subalternizados y parasitarios que viven del negocio fácil, de la comisión, de la especulación, la usura y el contrabando, y pegados a las axilas del gran capital transnacional, reciben la parte más pequeña del negocio.

El Coloniaje Mental de la Oligarquía Criolla se Inició con España
            A partir de 1498, Europa invadió a nuestro territorio y hubo una colonización del ser, el saber y el poder. Se conformó una  aristocracia territorial criolla que nació ligada  a la tierra pero dependiente políticamente de la monarquía española, como uno de sus primeros lazos de sujeción al dominio extranjero. El Estado monárquico español legalizó la encomienda como  empresa colonizadora en la cual participaron españoles, blancos y  la iglesia católica. Estos sectores  domesticaron a la población nativa,  la despojaron de sus tierras y la esclavizaron. La encomienda permitió a los encomenderos, reservarse la propiedad de la tierra arrancada a los nativos.
Hacia 1810, cuando se produce la ruptura política con el Estado monárquico español, las élites dominantes estaban compuestas mayormente  por hacendados y comerciantes. Después de formalizada jurídica y políticamente la ruptura con la monarquía española el 5 de julio de 1811,  la élite que se había constituido, concentró el poder económico pero también el político.
La reconquista de la colonia venezolana reiniciada por España, hizo que Bolívar ejecutara el Decreto de Haberes Militares en 1817, el cual consistía en otorgar la tierra como bien nacional a todos cuanto participaran en el proceso por la independencia de Venezuela, condicionando su entrega a la jerarquía militar que se obstentara para el momento de producirse la independencia.
La Oligarquía Colonizada se apropia de los haberes militares de las tropas, a partir de 1821 en adelante.
Es por ello  que algunos  Generales acumularon grandes extensiones de tierras y se volvieran  verdaderos latifundistas. Es el caso del General José Antonio Páez quien entre 1824 y 1830  acumuló tierras y poder que le sirvió para enfrentar a Bolívar y, junto con Santander y la oligarquía colombiana, contribuyó al fracaso del proyecto de Unidad de la República de Colombia. Páez había sido comprado, además, por los representantes del alto comercio, por lo cual  en 1826 lideró el movimiento militar separatista conocido como la Cosiata. Ellos representaban un proyecto de élites no de igualdad social como proyectaba Bolívar  para enfrentar al gran imperio del Norte que  desde aquellos tiempos amenazaba con apropiarse de las colonias de España en el continente.
Como parte del desarrollo del capitalismo en Europa y la lucha por nuevos territorios y mercados, a partir de 1821 el comercio europeo tuvo una  presencia significativa en nuestro territorio a través de alemanes, ingleses, franceses y holandeses. Es poco conocido que los europeos y, particularmente,  ingleses y holandeses financiaron parte del proyecto de independencia por cuanto estaban interesados en anexarse las ex colonias de España para convertirlas en nuevos mercados de consumidores de las mercancías que producía su pujante industria y para sustraer materia prima, especialmente la comercialización del café como el principal rubro de exportación para el momento, que equivalía a lo que hoy es el petróleo para Venezuela en el mercado mundial.
A raíz de la muerte de Bolívar  y la conformación de la llamada República independiente  de Venezuela en 1830, con la orientación del alto comercio: representantes de capitales ingleses, holandeses, alemanes, franceses e italianos, entre otros,  que venía actuando desde mucho antes de 1830 a través de prácticas ilícitas,  el Estado liberal-burgués-iluminista, bajo la presidencia de Páez, creó un sistema jurídico-político para legalizar la usura en Venezuela; entre ellas: la Ley de Libertad de Contratos del 10 de Abril de 1834  y  la Ley de Espera y Quita, en 1941 con la que se  apropiaron de  parte de las  tierras  de los latifundistas y campesinos. Para 1835 los comerciantes los habían  desplazado de algunas esferas del poder.  Esta práctica de usura desarrollada por el alto comercio, con anuencia del Estado paecista, generó una gran contradicción con los terratenientes  y los campesinos medios y pobres que atravesó casi todo el siglo XIX venezolano y contribuyó a que se produjera  la Guerra Federal.
El Coloniaje Mental de la Oligarquía Criolla Continuó con Inglaterra
Esta oligarquía, con toda la concentración del poder,  amarra, por segunda vez, sus nuevos lazos de dependencia a Inglaterra. Ya para finales de la primera mitad del siglo XIX esta aristocracia incorpora a Venezuela al mercado mundial en el  llamado Modelo Primario Exportador en el cual Venezuela envía a Inglaterra materia prima y de allá venían productos elaborados, como parte de una nueva División Internacional del Trabajo. En esta nueva sujeción al capital internacional, la aristocracia territorial criolla  terminó por entregarse al liberalismo económico dominante en Inglaterra desde la segunda mitad del siglo XVIII, y profundiza el modelo de Estado liberal-burgués-iluminista dominante en Francia desde los tiempos de la Revolución Democrático-burguesa iniciada en 1789.
La Guerra Federal, 1859-1963, inicialmente con Zamora al frente y su consigna ¡Tierra y hombres libres!, acabó con los grupos oligárquicos en ascenso y tuvo su culminación, después de su asesinado en 1860, con el Tratado de Coche de 1863. Este  representa el primer pacto entreguista de la aristocracia territorial criolla con el capital extranjero en la historia venezolana, que significó la entrega de la lucha emancipadora de los sectores populares. Fruto de este Pacto, de allí en adelante, el poder fue turnado entre liberales y conservadores. Ambos gobernaron con políticas liberales.
A partir  de la constitución de la República y a lo largo de lo que resta del siglo XIX, los altos comerciantes prestamistas y dueños de tierras,  profundizaron la lucha  por el control de la tierra y el poder político, contradicción que  también involucró un sector de comerciantes  que se subalternizaron  al alto comercio; lucha que  atravesó todo el siglo XIX hasta inicios del siglo XX, largo período de guerras civiles. Resaltan: las insurrecciones campesinas de 1846 y 1848 en la lucha por la tierra,  la Guerra Federal (1859-1863) la cual contribuyó, entre otras cosas, a romper algunas distancias entre esa aristocracia y el pueblo excluido, oprimido y de relaciones de trabajo de servidumbre; pero también a la proliferación de caudillos regionales y locales.
La Doctrina Monroe profundizó el Coloniaje Mental de la Oligarquía Criolla con la Dependencia de los Estados Unidos
Si bien fue claro  la participación de los Estados Unidos en el sabotaje para la separación del Proyecto Confederado  de la República de Colombia con la aplicación de  la Doctrina  Monroe alertadas por Bolívar desde 1821, hacia el siglo XX, con la explotación petrolera fruto de las concesiones otorgadas por el General Juan Vicente Gómez a Estados Unidos, seguida por López Contreras, y el tránsito de la economía agrícola a una economía fundada en la renta petrolera, los nuevos grupos económicos que surgieron amparados en dicha renta, se confrontaron a lo interno a través de dos proyectos políticos: uno democratizador impulsado desde el Estado por Isaías Medina Angarita (1941-1945) y otro que aspiraba seguir usufructuando las riquezas del país a la vieja usanza pero aliados con el gran capital norteamericano.  A partir del momento en que Medina es derrocado con un golpe de Estado dirigido desde los Estados Unidos y ejecutado por Acción Democrática (1945),  los grupos económicos y sectores políticos que dirigieron el país, establecieron las bases de una tercera sujeción al gran capital, esta vez norteamericano, como siempre, en calidad de socio menor.  Esta nueva dependencia del capital extranjero que se inicia con el trienio adeco, continúa con la dictadura de Pérez Jiménez y los gobiernos de la llamada democracia representativa, con diferencias de matices, se va a remontar hasta 1998 que con el triunfo del Presidente Hugo Chávez y la promulgación de  la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 1999, se produce una ruptura política con esta élite dirigencial apátrida, sujeta a los grandes centros de poder, y se abre un nuevo horizonte político orientado a romper los lazos de dependencia del imperialismo norteamericano y de los grandes centros de poder mundial, la defensa de la soberanía y la construcción del socialismo bolivariano.
En síntesis,  con estos antecedentes concluimos que Venezuela jamás ha tenido grupos económicos identificados con los intereses del país, ni con su historia y su cultura, sino sujetos a los designios del capital foráneo; pero también hubo otros que vivieron de los negocios del gran capital en Venezuela en calidad de socios menores. Igualmente, otros han vivido del capital usurario, especulativo, el contrabando y del capital delictivo proveniente de la renta petrolera a través del Estado complaciente a los intereses del gran capital. Por tanto, debemos afirmar que en Venezuela jamás hemos tenido eso que algunos llaman burguesía nacional y tampoco la necesitamos. Además, esta desnacionalización mental e histórica es la génesis del sentimiento apátrida hoy campante en Venezuela, en momentos en que el Estado Social de Derecho y de Justicia, por primera vez en 516 años, pone los intereses del pueblo por encima de los intereses de estas élites de poder entreguistas y ahistóricas. Estos grupos económicos están imposibilitados estructural y mentalmente para dirigir a Venezuela hacia una sociedad al servicio de todos. Los grupos económicos que hoy aspiran dirigir el país, al igual que los de ayer,  siempre estarán dispuestos a entregarse al capital transnacional a cualquier costo. De eso no hay dudas.  


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