lunes, 10 de agosto de 2015

EL PAPEL DE LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA HISTORIA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD LIBERAL

   “Lo nuevo no puede ser copia de lo viejo.
   Tiene que ser otra cosa”
   Simón Rodríguez               


“El que controla el pasado controla el futuro;
y el que controla el presente controla el pasado”.
George Orwell, 1984



RESUMEN
En el sistema-mundo capitalista en permanente construcción y reproducción, los seres humanos y sus relaciones aparecen invertidos y, por ende, las ideas de la clase y élites dominantes son las ideas hegemónicas en cada época. La clase que ejerce el poder material  en la sociedad lo hace también en el plano subjetivo a través del saber-poder. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los instrumentos para la producción espiritual. Esta ha sido la lógica impuesta en el sistema-mundo capitalista desde el siglo XVI hasta la actualidad, en una combinación complementada en el proceso entre el pensamiento iluminista, las tesis liberales, la filosofía positivista y el Estado liberal, que en conjunto, naturalizaron el capitalismo liberal como la única forma de vida posible y construyeron una sociedad liberal competitiva, elitista, racista, jerárquica y excluyente. Para ello utilizaron, entre otros instrumentos,  la academia, la ciencia y, particularmente, las ciencias sociales y la Historia.
PALABRAS CLAVES: Sistema-mundo, liberalismo, ciencia, ciencias sociales, historia



INTRODUCCIÓN

El presente artículo contiene un conjunto de reflexiones en torno al papel que han jugado las  Ciencias Sociales y la Historia hegemónica en la dominación capitalista sobre los sectores subalternizados  y la necesidad de construir un nuevo paradigma científico que contribuya a la emancipación de  los pueblos. Esto lo decimos porque las construcciones políticas, económicas, sociales, culturales, estéticas y lúdicas nuevas, deben hacerse con ideas nuevas; de lo contrario estaríamos reproduciendo inconscientemente el modelo de dominación existente a nombre de la emancipación. “Descolonizar la memoria” y “descolonizar el pensamiento” supone, entre otras cosas,  develar las ideologías, los supuestos filosóficos, las formas de producir conocimientos, los métodos, el cuerpo teórico, categorial y metodológico subyacente en la ciencia Hegemónica, que formaron parte de la colonización epistemológica de la cual fuimos objeto desde los primeros momentos en que se produjo la invasión europea a nuestra américa y el caribe. Se trata de deconstruir el discurso de las Ciencias Sociales y la  Historia Hegemónica eurocéntrica y colonizadora, para  construir, a través de la investigación, la visibilización de los procesos libertarios de nuestros pueblos y el debate franco y desprejuiciado, una concepción de las Ciencias Sociales y la Historia que contribuya a la emancipación de los pueblos Nuestro americanos y caribeños.

I.- CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO EN QUE SE CONSTRUYÓ  Y         EXPANDIÓ POR EL MUNDO  LA COSMOVISIÓN OCCIDENTAL

Si bien la construcción del sistema-mundo viene desde la antigüedad y el capital ya existía en los regímenes feudales en Europa, el sistema-mundo capitalista tiene sus inicios aproximadamente en el siglo XVI, montado en el impulso que recibió de la acumulación originaria de capital, su expansión por Europa y varios continentes, la industrialización, el triunfo de la burguesía, el desarrollo de la industria de la información y el conocimiento hacia las dos últimas décadas del siglo XX y las tesis filosóficas y políticas; la cultura y el andamiaje jurídico-político que le han servido de base y  lo han justificado. Veamos cómo fue el devenir de este proceso y sus implicaciones en las ciencias sociales y la Historia, expuesto a grandes trazos.

1.1.- Configuración del sistema-mundo capitalista, liberalismo y Positivismo: Construcción de la episteme occidental,  siglo XIX

A finales del siglo XV y principios del XVI en Europa, se empezó a configurar   el sistema-mundo capitalista, sustentado en la razón moderna, con su máxima expresión en la ciencia, que concibió una concepción lineal de la historia y dio lugar a la idea de progreso según la cual las sociedades devendrían de estadios inferiores a estadios superiores,  los seres humanos alcanzarían el bienestar social a través de la aplicación de los conocimientos alcanzados por la ciencia, la praxis de un “hombre moral”, la industrialización de los países y un crecimiento económico sin límites para lograr el desarrollo. Todo ello guiado por el pensamiento iluminista y las tesis liberales, tanto en lo económico como en lo político, del siglo XVIII, que facilitaron las llamadas revoluciones democrático-burguesas de  finales de ese siglo y el XIX.
En efecto,  las tesis liberales se complementaron con el pensamiento positivista del siglo XIX, con antecedentes en el empirismo inglés del siglo XVII y XVIII;  que concibió el conocimiento científico, guiado por un método, demostrable y verificable, como el único conocimiento válido. La producción de conocimiento quedó reservada a una élite vinculada al poder del capital. Esta corriente que nace y tuvo su aplicabilidad en las ciencias físico-naturales (Química, Física, mecánica, Biología, entre otras), fue trasladada con sus teorías, leyes  y cuerpo categorial, conceptual y metodológico a las ciencias sociales.
Mientras esto sucedía en las ciencias sociales, en la disciplina de la Historia, el positivismo hizo primar, fundamentalmente, las pruebas, la objetividad, la neutralidad axiológica y el documento, desvalorando las interpretaciones desde otras perspectivas filosóficas. Con esta impronta,  la expansión del capital y de las revoluciones democrático –burguesas; el fortalecimiento del Estado liberal-burgués-iluminista y los procesos de industrialización en el siglo XIX, se fueron imponiendo unas ciencias sociales que, al hacerse hegemónicas desde el poder, se asumieron portadoras exclusivas de la verdad sobre la realidad histórico-social; esto es, cumplieron, el mismo papel que jugó la teología cristiana en la legitimación del dominio colonial, y mediante la naturalización y cientifización de la cosmovisión liberal individualista y posesiva, incluida la concepción de una naturaleza humana ahistórica y universal, asumieron la sociedad de mercado como el único orden social posible.
Cuando se señala que se impuso un modelo de ciencia, es porque ésta es un producto social e histórico y es expresión de los intereses de la clase social dominante en un tiempo histórico determinado. Ello explica que el pensamiento teológico dominante en los regímenes feudales en Europa, fue suplantado por un conocimiento basado en la razón (racionalismo) moderna, a partir del siglo XVI con la sistematización de la investigación y la aplicación del método, pero con hegemonía de la burguesía como clase social dominante.
 En la ciencia empezó a predominar el cientificismo positivista y su método hipotético-deductivo. A partir de este momento y sobre esas bases inicialmente,  las ciencias sociales, atendiendo a las necesidades históricas de la acumulación de capital, desempeñaron un papel activo en la conformación del modelo de sociedad de mercado por la vía de la academia y las políticas que se derivaban de sus proposiciones normativas. Ello condujo,  en el tiempo,  a que se construyera una conciencia social enmarcada en una lógica ceremonial, operando dentro del marco de referencia recibido, un aparato de regulación prescrito que protege el privilegio de los dueños del capital.
Como parte de ello, la censura metodológica triunfó a nombre del rigor académico y la neutralidad axiológica. Los cambios y la disidencia fueron aceptados  dentro de los límites de ese modelo. Esto llevó a una naturalización del capitalismo liberal como la única forma de vida posible en la que, a lo sumo, se admiten  reformas pero  sin alteraciones sustantivas del modelo; y en la academia por las ciencias sociales. El Funcionalismo, o sociología del orden, es el mejor ejemplo de lo que sostenemos. De aquí se fue construyendo una sociedad orientada por los preceptos, tesis, valores y principios del capitalismo liberal y del positivismo como filosofía de construcción de conocimiento. Esta última, junto a la cultura que se fue derivando de las relaciones sociales histórico-concretas en el tiempo y el andamiaje jurídico-político que regula el orden social,  justifica y  legitima la sociedad de mercado.
En este marco y orientada con la hegemónica filosofía positivista, la disciplina de la historia quedó para describir hechos  desvinculados entre sí; para estudiar Estados, batallas, héroes, instituciones y no procesos sociales en movimiento e integrados en los que se producen continuidades y discontinuidades; en negación-contradicción y complementariedad;  y a lo sumo, comprender, los acontecimientos que se dieron al interior de la conformación del sistema-mundo capitalista liberal, en el ámbito universal en diversas épocas de su construcción. De esta manera, se universalizó una Historia Universal hegemónica, a través de los procesos de invasión y colonización a los continentes como necesidad de expansión del capital: la producida en Europa; caracterizada por ser  una historia cronológica, objetiva, axiológicamente pura y apolítica. Las historias particulares debían estar determinadas por esa Historia Universal, como expresión local de ella. Las historias de los países periféricos, invadidos y sometidos por las fuerzas del capital, fueron subalternizadas e ignoradas. La razón europea fue impuesta a los países invadidos y colonizados a través del Estado liberal que se fue perfilando, su sistema jurídico-político que le dio legalidad y la cultura derivada de las complejas y diversas relaciones sociales que se fueron experimentando en el proceso.
1.2- La invasión europea a América: traslado e imposición de la episteme occidental al continente, 1492

Esta episteme, se le impuso a Nuestra América y, particularmente, a Venezuela, a través de los procesos de invasión y colonización y  fue extensiva al ser, el poder y el saber. Hubo una colonización epistemológica. Esa impronta fue reforzada, a partir del momento en que Nuestra América se articuló al mercado mundial a mediados del siglo XIX en el marco de un nuevo orden mundial y una División Internacional del Trabajo, de donde surgieron nuevas formas de sujeción a los dictados del capital y de las creaciones intelectuales de Europa. De allí que, a lo largo del siglo XX y parte del XXI, el conocimiento histórico producido en Venezuela, se ha caracterizado, mayormente, por ser: fragmentado, cronológico, epopéyico, anecdótico, aséptico, comprensivo pero no explicativo y ha servido para justificar la colonización, el reino del capital, a la sociedad liberal y sus líderes.
Se puede decir que el proyecto colonizador de las Américas, se caracterizó, en los primeros 150 años, entre otras cosas, por grandes éxitos económicos para Europa y, en particular, para España, la Corona española y la minoría que participó directamente en el proceso de invasión y conquista, por la destrucción de buena parte de la población nativa (Galeano 2000), por el empeoramiento de las condiciones de vida de la población que logró sobrevivir al proceso invasor; y por la vinculación de significativas regiones a polos económicos dinámicos productor de excedente bajo la forma de metales preciosos el cual era transferido a España y  tuvo como clase dominante a los hombres ligados directamente a este país, al aparato del Estado y el control que ejercían sobre el sistema de producción. Los capitales ingleses, franceses y portugueses también participaron de la expoliación de las riquezas de Nuestra América.
      
 A lo largo de este proceso, la sujeción del continente a los grandes centros de poder europeos cada día fue mayor. “Hasta el siglo XIX Europa centralizó en su propio espacio las relaciones entre capital y trabajo asalariado, y en torno de ellas se articularon las demás formas de trabajo en el resto del mundo y, en consecuencia, las relaciones entre Europa y los demás pueblos del planeta” (Quijano: 2000, 21).  A la profundización de la subalternización de los países del continente a Europa, le correspondió un avance en la dependencia política, cultural y militar de los mismos que se extendió en el campo epistemológico. En este proceso se fue configurando en el continente americano el denominado “sueño europeo” que  pervivió aproximadamente hasta después de la segunda guerra mundial. La dificultad de despojarse de una ideología orientada por la idea-fuerza de “ser como Europa”, se matizó, hacia la segunda década del siglo XX,  por el “sueño americano” con la que aún persiste con la fuerza de los templos en muchos cientistas sociales, instituciones, sectores sociales y mandatarios en el continente.

Como es  notable, la   expansión de  Europa hacia Nuestra América y Venezuela,  permitió  la acentuación de  patrones culturales y de un lenguaje producido desde la razón moderna que alcanzó su máxima expresión en un modelo de ciencia hegemónico, como la forma aceptada para producir conocimientos. Europa se hizo también el eje de la elaboración intelectual de la experiencia colonial /moderna del conjunto del sistema-mundo capitalista. El resultado de todo ello fue el eurocentrismo, una perspectiva de conocimiento tributaria por igual de las necesidades capitalistas de desmitificación del pensamiento sobre el universo, y de las necesidades del “blanco” propietario, como parte constitutiva del capital, de legitimar y perpetuar su dominación-explotación sobre las demás “razas” como superioridad natural. La élite que logró la hegemonía política y económica también impuso su episteme. En ese orden de ideas, se negó “(…) la coexistencia en el tiempo y el espacio de diferentes formas de producir conocimientos y crea un doble mecanismo ideológico. En primer lugar, al no compartir el mismo tiempo histórico y vivir en diferentes espacios geográficos, el destino de cada región es concebido como no relacionado con ningún otro. En segundo lugar, Europa/ Euro-norteamérica son pensadas como viviendo una etapa de desarrollo (cognitivo, tecnológico y social) más ‘avanzada’ que el resto del mundo, con lo cual surge la idea de superioridad de la forma de vida occidental sobre todas las demás. Así, Europa es el modelo a imitar y la meta desarrollistera (y sigue siendo) ‘alcanzarlos’. (Grosfoguel,  2005: 15)

Hacia el siglo XX,  Nuestra América  se articuló a los Estados Unidos con la implantación  del modelo de sustitución de importaciones, después de la II Guerra Mundial y al Modelo neo-liberal inaugurado por el gran capital transnacional a partir de los años 80’ del siglo XX y la configuración de un gobierno planetario con hegemonía hoy en el mundo.

1.3.- Conformación del gobierno planetario, dos últimas décadas del siglo XX: profundización de la episteme occidental a través de la recolonización o la colonialidad global.

Con la internacionalización, concentración y centralización del capital, más visible hacia los años ochenta del siglo XX, se fue conformando un gobierno planetario dirigido por las élites de poder del mundo: “(…) la división internacional del trabajo entre centros y periferias, así como la jerarquización étnico-racial de las poblaciones, formada durante varios siglos de expansión colonial europea, no se transformó significativamente con el fin del colonialismo y la formación de los Estados-nación en la periferia. Asistimos, más bien, a una transición del colonialismo moderno a la colonialidad global, proceso que ciertamente ha transformado las formas de dominación desplegadas por la modernidad, pero no la estructura de las relaciones centro-periferia a escala mundial. Las nuevas instituciones del capital global, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), así como organizaciones militares como la OTAN, las agencias de inteligencia y el Pentágono, la ONU y la UNESCO, todas conformadas después de la Segunda Guerra Mundial y del supuesto fin del colonialismo, mantienen a la periferia en una posición subordinada. El fin de la guerra fría terminó con el colonialismo de la modernidad, pero dio inicio al proceso de la colonialidad global. (Grosfoguel, 2005: 13). A lo que hoy llamamos recolonización  hacia los años ’80  se viabilizó a través de un gobierno planetario dirigido por unas élites de poder mundial entre las que destaca el Club Bilderberg, que se viene constituyendo desde 1954 y agrupa a aproximadamente 150 magnates del mundo y se plantea dentro de sus planes hasta el 2050,  políticas separatistas (dividir países), Fraccionar fuerzas políticas, sociales y culturales, controlar territorios, extender la dominación y la explotación de los pueblos de todos los continentes, y lograr los siguientes objetivos entre   1989 y 2050:
a)      Establecer un solo gobierno planetario (ONU) con un único mercado globalizado, un solo ejército (OTAN) y una única moneda regulada por un Banco Mundial,  (BM); en proceso avanzado.
b)      Imponer una Iglesia Universal (la iglesia protestante) que canalizará a la gente hacia los deseos del N.O.M (Nuevo Orden Mundial); el resto de las religiones serán destruidas.
c)      Implantar servicios internacionales que destruyan la identidad nacional y la diversidad cultural. Aquí las transnacionales de la información juegan un papel determinante.
d)      Imponer los valores universales por encima de los regionales (locales y nacionales).
e)      Crear medios de manipulación mental (tecnotrónica). Dictadura mediática.
f)        Desaparecer la “clase media”, proyectando solo sirvientes y gobernantes.
g)      Implantar planes genocidas para despoblar al mundo (guerras, hambrunas y enfermedades).
h)      Provocar crisis artificiales para mantener a la población humana en continuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional.
i)        Desmoralizar y confundir a las personas para evitar que tomen decisiones sobre su propio destino, con excesivas posibilidades de elección generando apatía masiva.
j)        Destruir la educación controlando a los niños y jóvenes para que ignoren por completo la historia, el significando de la libertad, para así garantizar dominar a los individuos sin principios éticos y valores, sin pensamiento crítico.
k)      Expandir la Corte Internacional con un único sistema legal. ( Estulin; 2005)
Estas políticas  se ejecutan a través de las instituciones ya mencionadas. Desde aquí los dueños del capital emanan las directrices políticas, económicas, sociales, jurídicas, culturales; patrones de consumo, entre otros, universalizadas por dichas instituciones a través de las grandes corporaciones transnacionales de medios, películas, novelas, comedias, entre otras. Hollywood, como siempre, juega un papel fundamental con sus obras en las que convierte  verdades en mentiras (guerra de Vietnam) y a la inversa. 

Cabe destacar que en el proceso de  implantación de la episteme occidental, expuesta a grandes trazos, las clases dominantes en el capitalismo, la naturalizaron como “lo moderno”; y con este eufemismo lingüístico, se le impuso al resto del mundo.

1.3.1.- La misión de la UNESCO,  como parte del gobierno planetario en la educación, 1945

La UNESCO se fundó el 16 de noviembre de 1945 con el objetivo de contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones. Su constitución entró en vigor el 4 de noviembre de 1946, con el apoyo de veinte países. Cuenta con 193 Estados miembros y 7 Miembros asociados. Se creó con la misión de contribuir a la paz, la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo intercultural, a través de  la educación como uno de los medios primordiales de alcanzarlos. “Los otros ámbitos de actuación de la Organización son las ciencias exactas y naturales, las ciencias sociales y humanas, la cultura, la comunicación y la información”(UNESCO, 2005).

Como se ha señalado, la UNESCO a partir de su creación, se fue perfilando como ese Ministerio de Educación grande del gobierno planetario, para expandir la cultura del Nuevo Orden Mundial. Desde esa posición establece los patrones culturales y educativos, pensados en los grandes centros de poder por los dueños del capital, a seguir por los países en el resto del mundo. A pesar de este papel, el discurso se presenta como neutral, aséptico políticamente, que responde a los intereses de todos y no al del gran capital.

 En este primer Informe Mundial, la UNESCO, sostiene: “las sociedades emergentes no pueden contentarse con ser meros componentes de una sociedad mundial de la información y tendrán que ser sociedades en las que se comparta el conocimiento, a fin de que sigan siendo propicias al desarrollo del ser humano y de la vida” (UNESCO, 2005: 5).  (Koichiro Matsuura Director General de la UNESCO, 2005 pág. 6). Esta aparente benevolencia con las “sociedades emergentes” a compartir el conocimiento, es la manera de incorporarlas a desarrollar las “orientaciones” (léase políticas) de la UNESCO para alcanzar el “desarrollo del ser humano y de la vida”; meta imposible alcanzar dentro de las fronteras del capitalismo por el carácter inhumano en que está sustentado: la producción social pero la apropiación privada del producto del trabajo social.

1.3.2.-  Orientaciones de la UNESCO sobre la educación universitaria

En su condición de bien público y de imperativo estratégico para todos los niveles de la enseñanza, y por ser fundamento de la investigación, la innovación y la creatividad, la educación superior debe ser responsabilidad de todos los gobiernos y recibir su apoyo económico. Como se destaca en la Declaración Universal de Derechos Humanos, “el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos” (UNESCO,  2009; pág. 2, Artículo 26, párrafo 1). No es extraño que la UNESCO ponga el énfasis en la “educación superior”. Se trata de poner todo el potencial investigativo de las universidades a investigar los problemas que le interesan al capital para seguir sobreviviendo; lo que no coincide necesariamente con las necesidades de las sociedades o de los pueblos y sus países.

Hoy el gran capital a través de la UNESCO plantea el desarrollo sostenible como la nueva panacea para resolver los problemas de la humanidad. Hoy como ayer, el problema no radica en ponerle apellido al desarrollo. El epicentro de la reflexión y el debate está en buscar cómo superamos las lógicas implícitas del desarrollo que existen naturalizadas como ideología (falsa conciencia, Marx) en la sociedad; esto es: progreso, crecimiento económico, uso indiscriminado de la naturaleza como recurso, expropiación del trabajo ajeno, entre otras.  Para sostener lo que decimos, solo basta ver estos datos: Las 200 personas más ricas del planeta duplicaron su riqueza total entre 1994 y 1998, a más de 1 billón de dólares. Los bienes de las tres personas más ricas del mundo son mayores que el producto territorial bruto de todos los países menos desarrollados y de sus 600 millones de habitantes”(...)(Lander;2000:51)


1.3.3. La responsabilidad social de la educación universitaria, según la UNESCO.

En el documento antes citado, la UNESCO plantea la responsabilidad que tienen los Estados e instituciones educativas sobre la educación superior, en los siguientes términos:
1.      La educación superior, en tanto que bien público, es responsabilidad de todas las partes interesadas, en particular de los gobiernos.
2.      Ante la complejidad de los desafíos mundiales, presentes y futuros, la educación superior tiene la responsabilidad social de hacer avanzar nuestra comprensión de problemas polifacéticos con dimensiones sociales, económicas, científicas y culturales, así como nuestra capacidad de hacerles frente.
3.      La educación superior debería asumir el liderazgo social en materia de creación de conocimientos de alcance mundial para abordar retos mundiales, entre los que figuran la seguridad alimentaria, el cambio climático, la gestión del agua, el diálogo intercultural, las energías renovables y la salud pública.
4.      Los centros de educación superior, en el desempeño de sus funciones primordiales (investigación, enseñanza y servicio a la comunidad) en un contexto de autonomía institucional y libertad académica, deberían centrarse aún más en los aspectos interdisciplinarios y promover el pensamiento crítico y la ciudadanía activa, contribuyendo así al desarrollo sostenible, la paz y el bienestar, así como a hacer realidad los derechos humanos, entre ellos la igualdad entre los sexos.
5.      La educación superior debe no sólo proporcionar competencias sólidas para el mundo de hoy y de mañana, sino contribuir además a la formación de ciudadanos dotados de principios éticos, comprometidos con la construcción de la paz, la defensa de los derechos humanos y los valores de la democracia.
6.      La autonomía es un requisito indispensable para que los establecimientos de enseñanza los puedan cumplir con su cometido gracias a la calidad, la pertinencia, la eficacia, la transparencia y la responsabilidad social.
Basta con analizar cualquiera de estos ítems, planteados eufemísticamente, como problemas de todos, para develar el papel que juega la UNESCO al servicio del gran capital transnacional.

1.3.4. UNESCO: Acceso a la educación superior, equidad y calidad

Habida cuenta de la necesidad que muchos países tienen de disponer de más financiamiento para la investigación y el desarrollo, los establecimientos deberían buscar nuevas formas de aumentar la investigación y la innovación mediante iniciativas conjuntas de múltiples copartícipes entre el sector público y el privado, que abarquen a las pequeñas y medianas empresas. ( Ibíd., Pág. 5). ¿No tendrá que ver esto con la privatización de la educación que hoy predomina en el mundo y, en particular, en nuestro continente?.

Así se resume el papel de la UNESCO en el gobierno planetario: en otros ámbitos  de actuación, tutorea: las ciencias exactas y naturales, las ciencias sociales y humanas, la cultura, la comunicación y la información. En la actualidad, mantiene su compromiso en el mundo entero (…); de  movilizar el conocimiento científico y las políticas relativas a la ciencia con miras al desarrollo sostenible. Para ello utiliza la transmisión educativanuevas formas de conocimiento en el marco de las  sociedades del conocimiento. Porque las sociedades emergentes no pueden contentarse con ser meros componentes de una sociedad mundial;  la educación debe generar competencias sólidas para el mundo de hoy y de mañana; por lo que es necesario emprender iniciativas conjuntas de múltiples copartícipes entre el sector público y el privado, que abarquen a las pequeñas y medianas empresas. Paro ello, la autonomía es un requisito indispensable para que los establecimientos de enseñanza los puedan cumplir con su cometido gracias a la calidad, la pertinencia, la eficacia, la transparencia y la responsabilidad social.

Toda esta fraseología desplegada sutilmente nos habla, en el fondo,  de las tesis neoliberales como metalenguaje y su imposición vía ciencia, conocimiento y educación superior, de una sociedad mundial liberal para el  desarrollo sostenible. Es decir, orientar la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la cultura, de acuerdo a las necesidades del capital, y particularmente del capital financiero,  en su reordenamiento mundial en la actual coyuntura histórica para su sobreviviencia.

1.4.- Origen de la Historia como disciplina en el marco de la cosmovisión occidental.

La Ilustración vio una revolución con la entonces denominada "filosofía natural", con la cual se modificó el marco básico por el cual se entendía lo que era "científico". En algunos sectores, el avance creciente de los estudios matemáticos presumía una realidad independiente del observador y funcionaba por sus propias normas. Las ciencias sociales provienen de la filosofía moral de la época y estuvieron influenciadas por los procesos de  Revolución industrial y la Revolución democrático burguesa en Francia. Se desarrollaron a partir de las ciencias experimentales y aplicadas o el conocimiento de base sistemático o prácticas prescriptivas; y relaciones con el “progreso social de un grupo de entidades interactuantes. Por ello, la ciencia moderna, como máxima expresión de la razón, nació con la modernidad y la  sistematización de los procesos de búsqueda que desembocó en la aplicación del método en el siglo XVI.

Sin embargo, el avance  de las ciencias sociales como tales se registran en el siglo XVIII, reflejados en la Enciclopedia de Diderot y en otras enciclopedias especializadas, con artículos de Rousseau y otros enciclopedistas.

Igualmente, en el siglo XIX,  fueron influenciadas por el positivismo, centrado en el conocimiento basado en la experiencia real en sentido positivo (orden y progreso) y evitando lo negativo (conflictos y revoluciones); la especulación metafísica fue eliminada. Auguste Comte (1798 - París, 1857)  usó el término "ciencia social" para describir el campo, tomado de las ideas de Charles Fourier. También se refirió a ellas  como la "física social". Es después de la clasificación sobre las ciencias que hace Comte entre “exactas” y “sociales”, que el término "ciencias sociales" comenzó a ser utilizado como un campo conceptual distinto, no sin antes pasar por muchas peripecias y críticas en virtud de que, desde la óptica del positivismo como filosofía dominante, eran consideradas inexactas, indemostrables e inverificables. Otros las consideraron y denominaron “ciencias del espíritu”; especulativas y metafísicas. No se reparaba todavía que eran disciplinas que, por abordar objetos de estudio (la sociedad) distintos a las ciencias “exactas” (objetos, fenómenos físicos, otros), respondían a enfoques teóricos-filosóficos, métodos y cuerpo categorial y metodológico distintos.

Sin embargo, Augusto Comte fue uno de los más notables opositores a reconocer como ciencias a las Ciencias Sociales. Comte pretendió unificar a todas las ciencias trasladando el cuerpo teórico-metodológico y el método de las ciencias “exactas”, a las ciencias   sociales, tratando de que el conocimiento producido por ellas, fuese objetivo, demostrable y verificable, como se hacía en los laboratorios de las ciencias “exactas”.
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Por su parte, la Historia, como disciplina y que tuvo como procesos previos los relatos escribanos y las crónicas, pasó por un proceso difícil en el que inicialmente fue negada como ciencia por las corrientes empiristas y positivistas en tanto que no podía ser comprobable, como las llamadas ciencias “exactas”. Si bien algunos pensadores del siglo XVIII se referían a la historia, es en el siglo XIX que tiene origen la Historia, con sus vicisitudes, y a lo largo del XX que  se consolida como una disciplina científica. Lo confirma el hecho que: aplica  métodos a su búsqueda, cuenta con una filosofía y ha producido teoría; tiene una comunidad de cientistas que la desarrollan, objeto de estudio claro y un amplio campo de acción que se pierde de vista. Leopold von Ranke (positivista) jugó un papel importante en esta primera parte.

A partir de este momento, se empieza a reconocer la Historia como disciplina científica, no exenta de sus críticos,  a raíz del establecimiento  en algunas  universidades, pero desde un nuevo punto de vista, ahora la Historia se empieza a tratar también como una ciencia más. Así  se enseña y  estudia.

Leopold von Ranke es considerado el creador, o representante del historicismo clásico en la Historia, su visión científica se basa en una investigación objetiva que rehúsa todo juicio de valor y especulación, su método es muy crítico y sus afirmaciones se basan en el análisis crítico de testimonios o documentos siempre fiables. Así, Ranke se separa de la historia o filosofía  hegeliana rechazando la idea de un desarrollo causado por el progreso. El positivismo fue opuesto a la revolución. Creyeron en el papel de los adelantos científicos y técnicos. La Historia para ser ciencia debía imitar a las ciencias de la naturaleza, ser precisa, debía experimentar, verificar y hacer una confirmación estricta de los hechos históricos (Santana, 2005). 
Igualmente,  los Annales en Francia  se  convirtieron en una Escuela científica más o menos institucionalizada basado en buscar nuevos métodos y enfoques de investigación. En Francia era una disciplina que situaba el espacio geográfico en un marco histórico-cultural, que vino a añadir el enfoque sociológico de Emile Durkheim, el cual fue transmitido a los historiadores de los Annales a través del economista Simiarnd. Los fundamentos de los Annales fueron establecidos por Bloch y Febvre antes de la fundación de la revista.
En los últimos 20 años, la nueva historiografía significa una ampliación de la racionalidad científica y no una renuncia a ella. Desde Alemania gran parte de la investigación que se movía en nuevas direcciones metodológicas y conceptuales, se dedicaba a la época industrial.

Igualmente, la Historia se ha ampliado. Hoy han surgido otras concepciones entre las que destacan: la microhistoria o historia de la vida cotidiana, la Historia migajas, Historia Inmediata, Historia Regional y Local, entre otras. Estas corrientes de la Historia se han distanciado de las categorías macrohistóricas "mercado" y "Estado", las cuales eran de importancia decisiva para el marxismo y para las diversas formas de ciencia social histórica; pero reconocen  que el poder y la desigualdad social constituyen factores fundamentales de la historia.
 1.5.- Origen de la Historia en Venezuela, siglo XIX: reproducción de la cosmovisión europea

Durante la Colonia el Estado monárquico español hizo muy pocos esfuerzos por promover la educación en las colonias y en particular en aquellas en las que tenía menos interés comercial, como en Venezuela. El país recién tuvo su primera universidad unos doscientos años después de México, Colombia o Perú.
El 22 de diciembre de 1721 se crea la Universidad Real de Caracas. En un principio se impartían clases de teología, medicina, filosofía y derecho exclusivamente en el idioma latín. Fue denominada "Real y Pontificia" por estar bajo la tutela y protección del Monarca español y del Sumo Pontífice. Esta universidad fue la antecesora de la Universidad Central de Venezuela. Para 1810 la universidad cuenta con unos 400 alumnos.
Se puede señalar que la historia en Venezuela tiene sus inicios en las dos últimas décadas del siglo XIX; es así como la Academia Nacional de la Historia,  una de las instituciones culturales más antiguas de Venezuela, fue creada por Decreto Orgánico del Presidente Juan Pablo Rojas Paúl el 28 de octubre de 1888. Asumió como tarea fundamental: el estudio de los diversos períodos de la historia americana y en particular la historia directamente vinculada con Venezuela. Entre sus finalidades está la promoción de la investigación y la orientación de la enseñanza de la Historia, la formación de una biblioteca de carácter histórico y la reunión de documentos originales que sirvan de fundamento y apoyo para la investigación. Además la Academia se ocupa de la edición de obras directamente relacionadas con la Historia venezolana y americana. A ella han pertenecido, como Individuos de Número y Miembros Correspondientes, desde su fundación,  historiadores notables del país y la Institución ha mantenido siempre en más de un siglo de existencia una intensa actividad  sin interrupción. La Academia ha editado hasta el presente más de un millar de libros.  Sin embargo, es en el siglo XX que la Historia se establece como disciplina científica en Venezuela.
Los  que pudiéramos considerar como los primeros historiadores venezolanos estuvieron influenciados por la corriente positivista, dominante en el ámbito internacional. Resaltan, entre otros: Rufino Blanco Fombona, Laureano Vallenilla Lanz, Guillermo Morón, Manuel Caballero, Germán Carrera Damas, José Gil Fortoul, Manuel Vicente Magallanes, Mario Briceño Iragorri, La academia Nacional de la Historia tiene una gran responsabilidad en la concepción que manejamos de nuestra historia y de su enseñanza en todas las instituciones educativas del país. El modelo se ha reproducido geométricamente y hoy en día presenta serias limitaciones para producir conocimiento histórico porque su crisis tocó fondo y reclama una nueva alternativa paradigmática.

FUENTES CONSULTADAS
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BRITO FIGUEROA, Federico. Historia Económica y Social de Venezuela. UCV, Ediciones de la Biblioteca, Caracas.
CARR, Edward. ¿Qué es la Historia?, Ariel Historia, S.A. Barcelona 2003

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