domingo, 10 de diciembre de 2017

DESARROLLO,  ECOLOGÍA Y ECOSVIDA:
Una mirada contra-hegemónica

Ángel Custodio Velásquez
INTRODUCCIÓN

La ideología del progreso[1]  está en apuros. Las promesas que ofreció a la humanidad desde  que fue concebida hasta hoy, han dado  resultados  contrarios a lo ofrecido: la naturaleza devastada por la irracionalidad del capital;  seres humanos sobre-alienados, un ambiente altamente contaminado y una civilización sobre-individualizada y con patologías diversas, que hacen presagiar un futuro no muy optimista a la humanidad. El progreso y su  desarrollismo han generado tensiones estructurales con la naturaleza al utilizarla como recurso, ilimitadamente, las cuales no pueden superarse con  las teorías que nacieron en la modernidad progresista. Unas por sus enfoques logicistas; otras –aunque complejas- redujeron sus estudios al análisis de la producción de valor por  los trabajadores y la  apropiación del plus-trabajo por  los patronos para acumular riqueza privada, sin tomar en cuenta el  ambiente como parte constitutiva de una teoría de la producción.
En este  trabajo se  analiza, grosso modo, la ideología del progreso, como sinónimo del desarrollo[2],  que  tomó, en el tiempo,  la forma de  industrialización y de crecimiento económico ilimitado a partir del uso de los recursos finitos de la naturaleza. Igualmente, se indagan los límites de la teoría marxista clásica  y su imposibilidad de proponer una teoría que supere las lógicas del desarrollo. Sin embargo, se analiza el ecomarxismo como una  teoría que, integrando al ambiente en una nueva teoría de la producción, pueda posibilitar la construcción del ecosocialismo como alternativa societal. Se finaliza con una propuesta: la ECOSVIDA como una nueva forma de vida para los humanos, complementaria con nuevas formas de producir la vida material y espiritual en la ECOSVIDA. En ese mismo orden está estructurado el trabajo.
Del “progreso” celestial al progreso moderno
La idea de progreso es una de las bases teóricas de la modernidad. Históricamente, esta idea se formuló aproximadamente en 1680, en el marco de la discusión que oponía a los antiguos y los modernos. Se enriquece más tarde por iniciativa de una segunda generación, que incluye principalmente a Turgot, Condorcet  y Louis Sebastián Mercier. Sin embargo, hay que  decir que la idea de desarrollo no es nueva. Estaba presente en la antigüedad con Aristóteles;  y en el judaísmo y el cristianismo con un sentido de trascendencia. Para los fines de este trabajo,  se  resume el devenir histórico del progreso en los  siguientes términos:
·      Los teóricos del progreso se adhieren a tres ideas-claves: 1) un concepto lineal del tiempo y la idea de que la historia tiene un sentido, orientado hacia el futuro; 2) la idea de la unidad fundamental de la humanidad, como un todo destinado a evolucionar en la misma dirección y 3) la idea que el mundo puede y debe ser transformado, lo que implica que el hombre se afirma como amo soberano de la naturaleza. Estas tres ideas proceden originariamente del cristianismo. A partir del siglo XVII, el desarrollo de las ciencias y la técnica,  fueron  reformuladas en una óptica secularizada.
·      Con los preceptos de la Biblia, la historia se convierte en un fenómeno objetivable, una dinámica de progreso que espera, en una perspectiva mesiánica, la llegada de un mundo mejor. El Génesis asigna al hombre la misión "de dominar la tierra". La temporalidad es el vector por medio del cual el mundo debe dirigirse progresivamente en dirección a lo mejor. Dios se revela históricamente. La teoría del progreso seculariza esta concepción lineal de la historia, de allí derivan todos los historicismos modernos.
·      Francis Bacón, es el primero en utilizar la palabra "progreso" en un sentido temporal y no espacial, afirma que el papel del hombre es controlar la naturaleza conociendo sus leyes. Descartes propone a los hombres volverse  amos y dueños de la naturaleza. El Cosmos no es ya portador de un sentido en sí mismo. A partir de ahora no es más que un ente mecánico que es necesario desmontar para conocerlo e instrumentalizarlo.
·      Se aplica el modelo mecánico de comprensión: el del reloj. El  tiempo se vuelve homogéneo, mesurable: es el "tiempo de los comerciantes" que sustituye al "tiempo de los campesinos". La mentalidad técnica surge de este nuevo espíritu científico. La técnica tiene por objeto principal, producir y acumular  cosas útiles.
·      En el siglo XVIII los economistas clásicos (Adam Smith, Bernard Mandeville, David Hume), promovieron el deseo insaciable: las necesidades del hombre; en su opinión, pueden ser aumentadas siempre y constantemente. Esta es la naturaleza del hombre –según ellos- querer cada vez más y maximizar sus intereses. Se destaca el carácter acumulable del conocimiento científico, por tanto, en el necesario  progreso se sabrá cada vez más por ello todo irá siempre hacia mejor.
La concepción del progreso en la época moderna: razón, ciencia y producción.
·      En el siglo XVII, el concepto de progreso implicó la idolatría de lo nuevo: toda novedad es mejor a priori por el hecho de que es nueva. Paralelamente se consideró al hombre como un ser indefinidamente perfectible. Se cree que el hombre para realizar su humanidad debe oponerse a una naturaleza "para civilizarse"; la humanidad debe liberarse de todo lo que podría obstaculizar la irresistible marcha del progreso.
·      A nivel político, el carácter asignado al Estado por los teóricos del progreso es ambiguo. Por un lado, el Estado reduce la autonomía de la economía, observada como la esfera de la "libertad" y de la acción racional por excelencia. Del otro, permite al hombre, en la tradición contractualista inaugurada por Hobbes, escapar a las dificultades consustanciales del anárquico "Estado de naturaleza". La idea  es que la  política debe hacerse racional. La acción política debe volverse una ciencia, controlada por el principio de la razón.
·      En el siglo XIX  la teoría del progreso conoce en Occidente su apogeo. Se reformula en un entorno diferente, caracterizado por la modernización industrial, el positivismo cientificista, el evolucionismo y la aparición de las grandes teorías historicistas. Se hace hincapié en la ciencia más que en la razón en sentido filosófico del término. La esperanza se generaliza en una organización "científica" de la humanidad y en un control por la ciencia de todos los fenómenos sociales.
La idea de progreso sirvió de legitimación a la colonización
Los términos "progreso" y "civilización" tienden a convertirse en sinónimos. La idea de progreso sirvió de legitimación a la colonización, cuyo objetivo  consistió en difundir por todos los rincones del mundo los beneficios de la "civilización". El mecanicismo del Siglo de las Luces se combinará a partir de ahora con el organicismo biológico, mientras que su pacifismo cede el lugar a la apología de la "lucha por la vida". El progreso resultará, en adelante, un producto de la selección de los "más aptos" (los "mejores"), en una visión competitiva generalizada, propio del pensamiento liberal. Esta reinterpretación consolida el imperialismo occidental: la civilización técnica del Occidente es considerada como la "más evolucionada" y en consecuencia, la mejor y apta para gobernar.
Partiendo de estas premisas, se generalizó la esperanza en una organización científica de la humanidad y de un control por la ciencia de todos los fenómenos sociales. Conjugada con el positivismo cientificista, esta teoría dio nacimiento al supremacismo  societal que percibe las civilizaciones tradicionales como inferiores o  temporalmente “atrasadas”. En este orden, la "misión civilizadora" de las potencias coloniales consistió en hacerles superar ese retraso. Además,  postula que existe  un paradigma, como criterio universal, que permite jerarquizar las culturas y los pueblos según cuan próximas estén al ideal del progreso. El racismo aparece así directamente vinculado al universalismo del progreso, en tanto que cubre un etnocentrismo inconsciente o encubierto.
Se devela la estafa del progreso
La teoría del progreso está hoy seriamente debilitada, pero aún sobrevive bajo distintas formas. Veamos algunos resultados del progreso:
§  La vida social transcurre cada vez más bajo el horizonte de la fatalidad. El futuro, que parece en adelante imprevisible, inspira más pesimismo que esperanza. La agravación de la crisis estructural-civilizatoria que se vive parece más probable que los "días esplendorosos" ofrecidos por el progreso.
§  La idea de un progreso universal sigue vigente. Se cree  que el progreso material vuelve al hombre mejor, o que los progresos registrados en un ámbito se reflejan automáticamente en otros. El  progreso material aparece como ambivalente. Se admite que junto a las ventajas que confiere, tiene también un coste. Se observa que la modernización industrial se tradujo en una degradación sin precedentes del marco natural de vida. La destrucción masiva del  ambiente dio nacimiento a los movimientos ecologistas, que estuvieron entre los primeros en denunciar las "ilusiones del progreso". Se distingue entre tener y ser, entre la felicidad material y la felicidad a corto plazo. El individualismo que reina, combinado con un etnocentrismo occidental legitimado por la ideología de los derechos humanos, se traduce en la destructuración de la familia, la disolución del vínculo social y el descrédito de las sociedades tradicionales. Aun así, la teoría del progreso sigue estando ampliamente presente en su versión productivista. Se alimenta la idea de que un crecimiento económico indefinido es, a la vez,  normal y deseable, y  un mejor futuro pasa necesariamente por el aumento constante del volumen de bienes producidos y por la universalización de los intercambios. En suma, la teoría del desarrollo quedó como una creencia en el imaginario social. Mientras no se abandone esta creencia, no se habrá terminado con la ideología del progreso.
Fundamentos filosóficos en que se apoya la cultura Occidental
La episteme Occidental como construcción intelectual histórica, si bien es el resultado complejo de una diversidad de aportes que vienen desde los griegos, pasando por el renacentismo hasta la modernidad, es con el movimiento intelectual del  denominado iluminismo que nació y se desplegó durante los  siglos XVI, XVII y XVIII, fundamentalmente,  que se hizo dominante esa concepción del mundo, y que se proyectó hasta nuestros días; siendo hoy objeto de crítica desde otros referentes teóricos-filosóficos, a propósito del análisis que se hace sobre la crisis del Modo de producción capitalista.
Reconociendo que esta episteme ha sido el producto de diversas corrientes filosóficas en diversas épocas, tuvo un peso fundamental los aportes hechos por René Descartes (1596-1650), con la visión  mecanicista  del universo al  cual entendía como una suerte de gran reloj contentivo de piezas que con el tiempo se dañaban y bastaba con cambiarlas para garantizar su funcionamiento. Así mismo, concibió la existencia de las cosas  de manera fragmentaria; una suerte de sumatoria de islas separadas.
Esta concepción del mundo condujo a priorizar lo funcional de la materia por encima de la subjetividad humana y los fenómenos intangibles; lo cual sirvió de soporte  teórico y filosófico a la racionalidad técnico-instrumental; pero también contribuyó a modelar una visión fragmentaria de la vida que se expresa en los paradigmas científicos que estudian los objetos de investigación como separaciones estancos en la que una cosa no tiene inter-relación con la (s) otra(s); y, de la misma manera,   se expresa en la vida cotidiana cuando la gente tiende a explicar los procesos socio-históricos a partir de una lectura de la calle y sus actores.
Por su parte,  Francis Bacón (1561-1626), con una concepción antropocéntrica del ser humano en el sentido que éste era algo distinto y superior a la naturaleza y trazando una frontera separable entre ambos, llegó a plantear que el ser humano tenía que dominar a  la naturaleza, estrujarla, someterla y hacer uso de ella y de lo que en su interior se encontrara. Esto condujo a que los seres humanos, entendiéndose como algo distinto y superior a la naturaleza,  hicieran uso irracional de los recursos de  la misma, hoy en  rápido proceso de agotamiento.
Ha sido el Modo de producción capitalista que ha hecho uso extremo e irracional de la naturaleza; pero es justo reconocer que todos los Modos de Producción fundados en el productivismo, el desarrollismo, la industrialización -modernización,  como partes de la ideología del progreso, han estado preñados de esta impronta destructiva del planeta tierra, incluyendo al “socialismo realmente existente”.
Igualmente, Isaac Newton(1642-1727), privilegiando el estudio de  la materia a partir del descubrimiento de la caída de los cuerpos por efecto de la fuerza de gravedad;  derivó  tres leyes de existencia de la materia (todo cuerpo en situación de reposo tiende a mantenerse en reposo, todo cuerpo en movimiento tiende a mantenerse  en movimiento y la ley de acción y reacción; esto es, todo cuerpo al que se le aplique una fuerza tiende a alcanzar una aceleración en correspondencia con la magnitud de la fuerza aplicada, que se resumen en la relación causa - efecto).
A partir de la relación causa - efecto de los cuerpos, se introyectó en el campo de la ciencia una visión unicausal  y determinista de los “hechos dados”, que vino a ser un fuerte ingrediente para la construcción del paradigma positivista en el siglo XIX,  de fuerte raigambre –aún hoy-  en muchas  universidades del mundo incluyendo a las venezolanas. Desde esta visión se empezó a producir conocimiento priorizando el estudio cuantitativo de la materia, desde donde se logran producir medias verdades. Este modelo fue abandonado por sus creadores en 1969 en Nebraska, y muchos de sus miembros migraron a otros modelos; sin embargo, en la mayoría de nuestras universidades se sigue enseñando esta manera de investigar y producir conocimiento.
Del mismo modo, David Hume (1711-1776), buscando una explicación ontológica de las  necesidades del ser, sostuvo que los humanos por naturaleza están animados por necesidades  insaciables.  Esta caracterización del ser,  se hizo dominante en el proceso de conformación del sistema-mundo capitalista pero, particularmente, justificó el proceso de auge y  acumulación insaciable de capital con la llamada Revolución Industrial en Inglaterra en el período 1750-1760. Por ello esta  premisa ha servido para la acumulación incesante de capital, con diferencias de forma,  desde aquellos tiempos hasta nuestros días (Wallerstein, 1992; Mészáros, 2013).
De la misma manera, Charles Darwin (1809-1882), en su estudio sobre el Origen de las Especies, en el que concluye que los animales compiten entre ellos,  generando una supremacía de los más aptos sobre el resto de las especies, hizo un traslado mecánico de  este descubrimiento  a la sociedad, para derivar que la existencia de los seres humanos es una atmósfera de competencia en la que los más capaces y aptos son los que acumulan las riquezas mientras los demás sucumben por carencia de esa capacidad. Esto es lo que  se ha llamado el “darwinismo social”. En esta teoría se apoyó Adam Smith para sostener que la competencia económica es la razón de ser de las sociedades humanas. Esta teoría es la que sostiene el liberalismo económico clásico hoy remozado como neo-liberalismo, que son las tesis que predominan en el plano económico y político en el mundo actual.
Sobre las teorías que explican el mundo como procesos mecánicos, de priorizar la materia por sobre otras dimensiones de la vida; sobre las explicaciones unicausales, deterministas y unilaterales de la existencia de la materia,  sobre la separación ser humano-naturaleza y el dominio del primero sobre  la segunda;  y sobre la competencia como forma de existencia única de los seres humanos,   está montado la episteme Occidental hoy dominante; la cual tiene expresiones concretas en la forma de entender y explicar el mundo, en la ciencia y en la existencia del dominio del capital sobre el trabajo y del ser humano sobre la naturaleza. Esta amalgama de teorías, como modelo para conocer, se impuso al mundo a través de los procesos de colonización de Europa a otras regiones  del mundo; pero también modeló una concepción de la ciencia que se hizo dominante desde el poder (Foucault, 1985), se reprodujo en la Academia y en la educación de todos los países sometidos a esta episteme. Pero también, dicha episteme modeló el discurso ideológico dominante que justifica la existencia  naturalizada del capital con toda su carga enajenante y depredadora.
Apoyada en estas concepciones -muchas heredadas de otros continentes y pueblos- , Europa elaboró constructos teóricos expresado en diversos paradigmas, la mayoría estructurados para estudiar la materia y, en general, construyó una producción intelectual que impuso a otros continentes incluyendo a América. Estos paradigmas sirvieron de elemento de reflexión –en algunos casos con remozamientos y acoples-  para orientar los estudios de las realidades latinoamericanas. Por ello,  no debe sorprender los resultados obtenidos con la aplicación  de los proyectos políticos-civilizador-modernizador y las políticas públicas en nuestro continente desde 1492 hasta la actualidad. De allí los resultados del capitalismo; o los proyectos elaborados y aplicados en claves modernas en nuestro continente.
El sistema-mundo capitalista, América Latina y crisis civilizatoria
En efecto, valdría la pena hacer un balance histórico de la construcción del sistema-mundo capitalista desde el inicio de su construcción en el siglo XVI hasta hoy, aproximadamente 515 años de existencia y 227 años que duró para imponerse y expandirse como sistema mundial a partir de 1789; balance para poner de relieve lo que se sostiene,  pero ello des-centraría el eje vertebral en torno al cual gira el presente trabajo. No obstante, se intenta en un apretado resumen, exponer en grandes trazos, algunas de las expresiones que muestran la decadencia de un sistema en apuros que lleva en su interior una contradicción estructural  como es la producción social,  aprovechando irracionalmente los recursos de la naturaleza, y la apropiación privada del producto de ese trabajo humano; contradicción que es la madre de todas las desigualdades y la depredación  de la naturaleza, que en la medida de su agudización, marca una tendencia -no espontánea- hacia el fin del capitalismo como modo de producción histórico.  No se puede olvidar que la promesa del capitalismo, en su forma de modernización liberal, a la humanidad fue la de construir un mundo de felicidad a partir de las iniciativas individuales, el gobierno de personajes ilustrados, el respeto a la propiedad y la formación de un hombre moral, pero hoy nos encontramos con un cuadro general en el cual la humanidad vive todo lo contrario a la  promesa ofrecida. En esta sucinta exposición si bien se abordan algunos resultados que expresan buena parte de la situación general de la humanidad,  se hace énfasis  en América Latina. En ese orden de ideas se expone lo siguiente:
El hecho mayor de nuestro tiempo es que, según la ONU,  cuatro de cada cinco seres humanos están excluidos de una vida que sea realmente humana. En América Latina esta inquietante realidad es algo menor: dos de cada cuatro se quedan fuera del juego.  Durante la década de los 90, y  a finales del siglo XX y del milenio, la mayoría de los latinoamericanos vivieron momentos difíciles y no ven claro el horizonte de mañana. Una economía deshumanizada que empuja a la sobrevivencia y a la corrupción[3] y una cultura de masas que promueve el consumo ha  enraizado en nuestros países una visión cortoplacista. Los cambios que requiere el continente necesitan de una  mirada estratégica  y a largo plazo y una perspectiva ética-política a corto plazo.
Según María López Vigil (1994),  el capitalismo vive una profunda reorganización en todo el mundo por causa de una acelerada convergencia  tecnológica que no ha tocado fondo. Esta situación encuentra a América Latina con muchos problemas por resolver. Están pendientes aún en nuestros países la reforma agraria, la desmilitarización de algunos países, la justicia fiscal, la alfabetización, la erradicación  de decenas de enfermedades curables. América latina mantiene todavía relaciones de subordinación con los países poderosos y con intereses  transnacionales que hoy dominan el mundo.
Los procesos de integración entre algunos de nuestros países están muy teñidos de esta subordinación y  muy influidos por los intereses de la economía en crisis de EEUU. Así, con la inserción en la economía mundializada sólo ganan los que ya estaban situados más altos en la cúspide. América Latina es la zona del planeta tierra donde son más abismales las diferencias en la distribución de la riqueza, y  donde está más concentrada la propiedad de la tierra en pocas manos.
El trago es amargo, pero necesario. <<Estamos mal, pero vamos bien>>: con variantes, ésta es la consigna estereotipada que repiten insistentemente desde hace unos años, algunos  gobernantes latinoamericanos. No pueden dejar de reconocer que las recetas neoliberales que vienen aplicando por imposición del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional han provocado que las mayorías de cada uno de nuestros países «estén mal».
En los años 80, uno de cada cuatro latinoamericanos vivían, según estadísticas de  la ONU, en estado de «pobreza crítica». En los años 90 ya son dos de cada cuatro. La tendencia va claramente en esta dirección. Cada día hay más cantidad de latinoamericanos pobres. Y cada día esos pobres están cualitativamente más empobrecidos: las tasas de desempleo crecen y son ya parte de una situación «fatal», los escasos salarios se van en comer y alguien de la familia, en algunos países,  emigran para sostener al resto con remesas familiares. Los sectores medios han bajado su status de vida. Los campesinos se empobrecen y migran a las ciudades, donde terminan como mendigos; mientras, no todos los ricos -sólo algunos- se hacen millonarios. América Latina es la zona del planeta que ha producido más multimillonarios en estos últimos diez años López (1994). El abismo entre nuestros  sistemas educativos y los avanzados medios tecnológicos de las sociedades informatizadas en buena parte de los países de Europa, ahondarán a largo plazo todas las brechas existentes.
No «estamos bien». Tampoco «vamos bien». Para sustentar que el modelo económico neoliberal es el correcto, la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos esgrimen cifras macroeconómicas. Fundamentalmente, hablan del control de la inflación y del crecimiento del PIB con el aumento de las exportaciones. El truco se oculta. La inflación se está controlando con base a  reducir el crédito a pequeños y medianos propietarios, y de recortar la demanda (menos empleos, menos salarios, menos poder de compra, menos de todo). Por otra parte, el crecimiento del PIB o el de las exportaciones no significan necesariamente crecimiento nacional. Crecen sólo algunos sectores de la nación, y en estos tiempos crecen especialmente quienes controlan capitales nacionales subordinados a las grandes corporaciones transnacionales. No se puede olvidar que de acuerdo a la lógica del capital, la sociedad se empobrece en casi la misma proporción en que se enriquecen los dueños del capital (Marx, 1980).
«Estamos mal». Todos los indicadores sociales -salud, empleo, educación, vivienda, mortalidad infantil y materna, nutrición, entre otros,  han caído en todos los países. Pero también «vamos mal». El modelo económico vigente está diseñado para que sigamos pagando volúmenes exorbitantes de una impagable deuda externa, concentra la riqueza en cada vez menos manos, está «feminizando» la pobreza a grados extremos,  arruinando la seguridad alimentaria de nuestros países, está causando devastaciones aceleradas en nuestra Madre Tierra y  poniendo en riesgo -por falta de pan para el cuerpo y para la mente- a las próximas generaciones de latinoamericanos.
El  esquema económico en el que nos movemos encuentra una de sus más importantes válvulas de escape en la emigración, especialmente a EEUU. En varios de nuestros países la entrada de dólares a través de las remesas familiares es la más importante fuente de ingreso de divisas, por encima del café, de los bananos o del azúcar. El modelo económico que padecemos -«vendido» con éxito por la hegemónica cultura estadounidense- no sólo empobrece sino que desnacionaliza a los seres humanos.
Otra válvula de escape en este cerrado esquema económico está en la droga. Dinero rápido y futuro arriesgado, pero futuro. Prácticamente en todo el Continente, en unos países más que en otros,  el narcotráfico ha ido creando «otro» Estado dentro de cada Estado, y  alterando en todas partes economías y conciencias. Y ha contribuido a crear una peligrosa crisis ética-política en nuestros países. El negocio del narcotráfico va aparejado al paramilitarismo, suerte de ejército de mercenarios que ayudan a sostener el negocio,  pero también es mercancía de exportación a los continentes en los cuales las grandes potencias necesitan derrocar a  gobiernos no adeptos a sus intereses estratégicos, se apropia de sus recursos naturales y reservas internacionales. Estamos en presencia de un capitalismo delincuencial[4] que ha tomado la forma de imperialismo colectivo (Wallerstein, 1992)
La crisis de tantas caras, del agro,  la producción nacional, alimentaria,  en la balanza externa, crisis política, ética, entre otras,  hace extremadamente difícil que se consoliden los procesos de democracia  que se han venido sucediendo en gran parte del Continente, después de guerras civiles o de dictaduras militares. En estas «democracias» crece la ingobernabilidad; no ya por «conspiraciones subversivas» o por «insurrecciones» sino por la descomposición social. La democracia representativa se reduce a las votaciones en los procesos electorales, muy amañadas y mercantilizadas a través de los medios de comunicación.
Una de las fuertes contradicciones de América Latina en esta hora,  se da entre democracias políticas nacionales que quieren madurar y una dictadura económica internacional que las debilita. Los signos de estos tiempos indican que, tarde o temprano, a las fuerzas políticas de avanzadas y a los sectores honestos de las sociedades  de nuestros países,  les tocará enfrentar con sabiduría y tesón al BM y al FMI, las dos poderosas expresiones de esta dictadura económica, que es también una dictadura ideológica y mediática (Ramonet) que busca no sólo destruir cualquier alternativa,  sino hasta impedir que la pensemos.
Desde 1994, Chiapas y la lucha zapatista han encendido importantes destellos de dignidad y de rebeldía en un cielo que parecía ya cerrado. Chiapas exige no sólo solidaridad sino reflexión. Es una experiencia que ha puesto de primeros a los últimos: los herederos de quienes sobreviven al genocidio de hace 504 años.
Cuba y Venezuela, que siguen aún siendo  referentes  en América Latina, especialmente en este último año. Cuba se propone hoy construir una economía con el máximo de eficiencia y  de equidad social. La revolución emprende este reto con dos ventajas: su arraigado nacionalismo y su enorme capital humano. Si Cuba y Venezuela  lo logran,  toda América Latina ganará. Particularmente Venezuela, hoy está asediada por el gran capital transnacional con miras a derrocar la Revolución Bolivariana, apropiarse de su petróleo y los 15 minerales estratégicos que tiene el país de los 17 que ellos necesitan para sus exploraciones espaciales, lo cual le resolverían al imperialismo colectivo[5] explorar otros planetas en búsqueda de vida para tenerlo como alternativa ante la destrucción de la tierra por nuestra propia civilización. Hacia allá pereciera avanzamos.
Este  panorama de América Latina está asociado y, en gran medida, forma parte de la expansión planetaria de la economía-mundo capitalista que lleva aparejado una mayor privatización de la propiedad  y los recursos  de la tierra; una mayor concentración y centralización de la propiedad en posesión de las grandes corporaciones transnacionales, con todas sus secuelas,  las cuales han acumulado más poder que las mayorías que viven en los países del llamado Tercer Mundo. Veamos los siguientes datos:
                  “1) La relación entre el ingreso per cápita del 20 % de la población que vivía en los países más ricos y el 20 % que vivía en los países más pobres, era de 30 a 1 en el año 1960, se incrementó a una relación de 60 a 1 en el año 1990, y a una relación de 74 a 1 en el año de 1997; 2)La quinta parte de la población que vive en los países más ricos cuenta con 86 % del producto territorial bruto del planeta, mientras el 20 % que vive en los países más pobres cuenta con el 1 % del producto; 3) Más de 80 países tienen en la actualidad ingresos per cápita menores, que los que tenían hace una década o más; 4) Las 200 personas más ricas del planeta duplicaron su riqueza total entre 1994 y 1998, a más de 1 billón de dólares. Los bienes de las tres personas más ricas del mundo son mayores que el producto territorial bruto de todos los países menos desarrollados y de sus 600 millones de habitantes” (...) (Lander; 2000:51).
 Este es parte del resultado en cuanto a la distribución de la riqueza se refiere, del sistema-mundo capitalista desde sus inicios en el siglo XVI.
Esta situación se ve empeorada con la nueva industria que se monta a partir de las Tecnologías de Información Comunicación (TIC), se juntan dos poderes que antes operaban separados: el poder económico y el poder de los medios de comunicación de masas (¿sociedad de la comunicación?, Vattimo), funcionando como verdaderas maquinarias monopólicas en el ámbito planetario y modelando la industria simbólica. Ya la información, empieza a responder más a la racionalidad mercantil de la reproducción del capital que como servicio social,  no es sólo una mercancía sino que, más bien,  modela  discursos,  actitudes y gustos que empiezan a reconfigurar, de manera desigual,  una nueva cultura.  ¿Dictadura mass mediática?. La difusión de estos discursos por los medios de comunicación, esto es, los contenidos mensajísticos, construidos por la industria de la publicidad, han contribuido a la formación de un ser humano, junto a los antivalores del capitalismo, des-humanizado, altamente individualista y enajenado. Nos acercamos a la formación del “soldado-masa” con la guerra de IV y V Generación el cual vendría a ser una especie de zombi social que sólo consumiría y obedecería las órdenes dictadas desde un centro de operación y que circularían por las redes sociales; órdenes que irían al hemisferio reptil del cerebro para que reaccione con violencia sobre quienes se les ha indicado son sus enemigos (guarimbas,  en Venezuela).
Estas prácticas sociales individualistas potencian el individualismo que dimana de  la competencia propia de la dinámica del capitalismo; el cual se ve sobredimensionado por las tesis neoliberales que no sólo sirven de soporte ideológico y justificadoras de la  apropiación de la propiedad y los recursos del planeta por parte de las corporaciones transnacionales, sino que propugna la libertad individual,  lo privado, el hedonismo, una vida de placer, vivir el hoy y aquí sin importarle ni el pasado ni el futuro y la competencia, suerte de darwinismo social en la que “sobrevive el más apto”,  como forma de ascender socialmente; tesis neoliberales que difunden el desprecio por la vida mayormente en las nuevas generaciones, y han permeado sobremanera la academia y a muchos intelectuales, reproducidas por éstos y difundidos por las instituciones políticas y  financieras internacionales  como un nuevo paradigma de vida, expresado a través de la democracia liberal-iluminista en su forma concreta de democracia representativa.
Este proceso de individualización de los seres humanos[6] (Lipovesky) ha llevado a prácticas  individualistas y grupales que, por un lado,  dificultan la cristalización de proyectos colectivos y, por el otro,  a una fragmentación de la sociedad en base a grupos unidos por identidades parciales, por intereses grupales e  inmediatos.
De lo señalado se deriva que la nueva situación de la cultura, denominada ”estado de la cultura” o nueva sensibilidad en la cultura por Lyotard[7], desde la cual éste desprende la “condición posmoderna” que vendría a ser el estado de la cultura después de las transformaciones que afectaron las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XX,  se deriva el discurso sobre la condición del saber y los juegos de lenguaje a propósito de su crítica al saber los cuales eran legitimados por los grandes relatos de la modernidad “que se han revelado fábulas e incumplieron sus promesas de emancipación” (Lyotard). Esta afirmación viene a ser  un nuevo relato ideológico construido desde Europa y que se ha revestido con el ropaje de post-modernidad, copiado en el continente latinoamericano, con algunos matices en unos países más que en otros; pero que por sus debilidades teóricas, según Michel Maffesoli, no tienen estatuto epistemológico.
Pero la decadencia  del sistema-mundo capitalista no sólo se remite a lo económico, político y lo social. También –y quizás es lo peor- es extensivo al uso indiscriminado del ambiente, la contaminación y los efectos invernaderos que hacen más difícil la situación en tanto pone en peligro la vida en el planeta.
En efecto,  para nadie es un secreto el daño hecho a la naturaleza por la producción irracional del capitalismo en el uso de los recursos naturales para la acumulación privada de riqueza. Tal como lo plantea Tudela (1990):
            “Muchos de los problemas ambientales hicieron su aparición antes de que la población manifestara la nueva dinámica expansiva. Entre 1965 y 1990, la magnitud de la población rural regional [América Latina] parece haberse estabilizado en 120-130 millones; los problemas ambientales del espacio rural regional se han agravado considerablemente en el  mismo periodo. Es te agravamiento no puede pues atribuirse a la simple ”presión poblacional” (57)
Asimismo, sostiene Tudela, (1990) refiriéndose a la deforestación  en los últimos treinta años, se han deforestado unos dos millones de kilómetros cuadrados, superficie equivalente a la de México. La deforestación regional de bosques cerrados representa el 60% de la destrucción mundial de esos recursos forestales. Aunque la atención mundial se centra en la Amazonia, el problema de pérdida de cobertura forestal es mayor en otras subregiones, como la centroamericana.
Prosigue Tudela señalando que para 1990 y como consecuencia en parte de la deforestación, la pobreza afectaba a 200 millones de pobladores de la Región. Más de un tercio de este contingente de pobres vive en condiciones de indigencia. Sí la cifra global es impresionante, lo es más la tendencia que refleja: en el primer lustro de la década de la crisis (1980-1985) el número absoluto de pobres creció un 25% en América Latina y el Caribe[8].
Esta lógica productivista –que no está orientada a resolver necesidades humanas sino a depredar para reproducir capital-, forma parte de la idea del progreso como  la resultante de una concepción lineal de la historia según la cual las sociedades marchan de estadios inferiores a superiores siempre en la búsqueda de “algo mejor”. La  idea de progreso tomó la forma de desarrollo y éste,  a su vez, la de industrialización y crecimiento económico ilimitado, como se ha señalado anteriormente. Sobre  la  idea del progreso  es necesario resaltar que en la sociedad contemporánea el progreso es  la idea-fuerza más potente que existe y es esgrimida como discurso tanto por la derecha como por la izquierda; pero es evidente su inviabilidad a corto plazo. Sobre el particular, Lander (1995) señala que:
          “(…) La destrucción de la capa de ozono, el efecto invernadero, la devastación de bosques, el empobrecimiento de los suelos fértiles, la creciente escasez de agua tanto para la agricultura como para el consumo humano, la acelerada reducción de la diversidad genética, la contaminación del aire y del agua, son las principales señales de alarma que nos indican que la humanidad está llegando a sus límites (¿o ya los habrá soprepasado?) de una degradación de los sistemas ecológicos más allá de los cuales podría llegarse a alteraciones irreversibles que harían imposible la vida” (8)
Si bien Lander  habla de los límites de la era industrial que nos pone en una suerte de disyuntiva: o se toma conciencia que nos dirigimos a un despeñadero y rectificamos, o corremos el riesgo de fenecer como civilización. Hace falta una conciencia ecológica  que detenga esta carrera suicida del desarrollismo. Precisamente refiriéndose a las diversas teorías existentes en el continente sobre el desarrollo y su concepción economicista que deja de lado el problema ecológico, Becker (1999) señala que:
          “(…) la vieja contemplación economicista de los problemas del desarrollo tuvo una doble limitación: por una parte, dejaba de lado los sistemas de importancia cultural y, por otra, el contexto ecológico. Por esa razón, los problemas del desarrollo aparecían como anomalías en la organización institucional. Sólo en un marco cultural y ecológico, conceptualmente ampliado, pueden ser reelaborados y redefinidos” (283).

 Este desarrollismo que ha sido vendido al mundo como la posibilidad de resolver los problemas de la humanidad, ha provocado daños irreparables al ambiente. En el régimen del capital pareciera se ha disipado el sentido de humanidad porque “(…) la sociedad ha perdido contacto con lo que tal vez sea la sensibilidad singular decisiva para nuestra supervivencia como especie (…)”[9] (Goleman, 2009:50). Especialmente con los dueños de las grandes corporaciones transnacionales del capital que lo que le interesa es acumular riqueza sin reparar los daños causados al ambiente y a los seres humanos. Esos daños parecieran ir en aumento en lo que queda de la era industrial:
              “La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha venido subiendo a lo largo de la era industrial; el nivel actual es 30 % más alto que el de 1850. Este nivel sigue subiendo rápidamente debido a que la cantidad de dióxido de carbono emitida por combustibles fósiles en nuestras plantas eléctricas, edificios, automóviles, camiones, aviones y fábricas cada año –equivalente a 8000 millones de toneladas anuales de carbón en todo el mundo- es más del doble de lo que puede ser removida de la atmósfera y absorbida por la biomasa natural (árboles, plantas y plankton marítimo) y disuelta en los océanos” (Senge,  2009: 30)
La falta de una teoría integradora que contenga lo ecológico y dé cuenta  de la realidad socio-cultural-cósmica, no ha permitido el abordaje de la grave situación descrita. Pero esta teoría no debe ser para ponerle apellido al desarrollo; sino para superar la ideología del desarrollo como parte de la ideología del progreso. Esta carencia plantea la necesidad de una segunda crítica a la economía política de estos tiempos a los fines de producir una teoría ecosocial. Desde algunos referentes filosóficos y metódicos en Marx, no de todos, y superando el economicismo productivista, esa teoría es posible. Se trata de crear una economía política del ambiente. Para ello el marxismo debe reelaborar categorías como naturaleza y cultura situándolas en el centro del proceso productivo. En otras palabras, se trata de construir una nueva teoría de la producción que incorpore el ambiente como potencial al proceso productivo y la dimensión cósmica. Esto daría cuerpo a una teoría eco-marxista-cósmica. Sobre la teoría ecomarxista,  Leff (1998) sostiene que:
           “(…) Una teoría ecomarxista daría una nueva orientación y fundamentos al desarrollo de las fuerzas que integren los procesos ecológicos, tecnológicos y culturales en procesos productivos equitativos, sustentables y sostenibles. Así, el ecomarxismo se plantea como un campo de articulación de la economía ecológica y de la ecología política, capaz de integrar las condiciones ecológicas de la producción, el potencial ambiental del desarrollo sustentable y el poder político del movimiento ecologista, para construir una racionalidad ambiental” (335)
Lo planteado por Leff permite darle direccionalidad y viabilidad política a la propuesta ecologista, en términos inmediatos y mediatos; pero no toma en cuenta que formamos parte de una dimensión más amplia a la de la tierra, como lo es el cosmos; Leff no considera la posibilidad de producir nuevas formas de conocer. Es necesario, por tanto,  dejar claro que mientras no se resuelva la contradicción existente entre el desarrollismo y el uso irracional  de la naturaleza como recurso finito, así como también no se amplíe la mirada más allá de la tierra,  seguiremos atados a la lógica del desarrollo, del industrialismo, de la fragmentación, del mecanicismo y su ideología del progreso. Hay que someter a crítica al capitalismo para superarlo como modo de vida histórico y transitorio. Igualmente, si no se rompe con las formas tradicionales de conocer, seguiremos anclados a la episteme occidental. En consecuencia, hay que atreverse a construir unos nuevos referentes teórico-filosóficos que apunten a la construcción de una nueva episteme.
La herencia productivista del socialismo, la ideología del progreso y los límites históricos de la teoría de Marx
El pensamiento de Carlos Marx no escapó a la idea del progreso pensado desde la modernidad que se convirtió en desarrollo; y éste asumió la forma de crecimiento económico ilimitado. Sobre estas bases está soportado el capitalismo. Ello ha encontrado insuperables limitaciones en su capacidad de crítica a la sociedad capitalista, no solo como forma de organización de la propiedad o de ejercicio del poder, sino como modelo civilizatorio. A pesar de su profundidad y radicalidad, la crítica marxista al mundo del capital, no fue capaz de romper totalmente con la cosmovisión representada por Occidente y por el capitalismo. Asumió a la sociedad capitalista como una inevitabilidad histórica y como un paso histórico progresista en la dirección de la liberación y la felicidad humana. Esta ausencia de ruptura crítica en relación a dimensiones y a aspectos constitutivos básicos de la sociedad capitalista, llevó al “marxismo realmente existente” a la imposibilidad de pensar otro mundo alterno a la sociedad tecnológica altamente centralizada y unidimensionalmente productivista, desarrollada históricamente por el régimen del capital. A la lógica reductora del capital, se opone la lógica igualmente reductora de la revolución para industrializar[10]; y la racionalización progresista y universalizante de todas las dimensiones de la vida que está identificada como los valores proletarios.
Pareciera que las promesas de la  ciencia, el progreso, el desarrollo de las fuerzas productivas, el bienestar material, la expansión del Estado para satisfacer necesidades, son insuficientes para garantizar la felicidad humana. Los otros valores  de la tradición marxista como la libertad, igualdad, desarrollo multifacético de las potencialidades del hombre, no son compatibles con las ideas y posturas que han llegado a ser dominantes en el “marxismo realmente existente”.
Por ello, el marxismo, de origen eurocéntrico, si bien tiene un componente libertario, no superó  el cientificismo de la ilustración ni la carga positivizante implícita. La corriente positivista como parte de la razón moderna junto con el pensamiento liberal-burgués-iluminista, sirvió de soporte teórico-filosófico del capitalismo y contribuyeron para la construcción de una sociedad liberal. El marxismo se fundamentó en el pensamiento que Marx y Engels conceptualizaron de la sociedad industrial; en la que puso el acento en la producción de valores de cambio por los trabajadores, apropiado por los burgueses y con las cuales acumulaban riquezas y  reproducían el capital. Marx construyó  una teoría  fundamentada en un sobre-dimensionamiento de lo económico  que lo  convirtió  en un determinante indeterminado. Esta sobredeterminación de lo económico  deja de lado lo socio-cultural-cósmico[11] . Además, Marx no integró en su teoría  a la naturaleza  y los procesos  socio-ambientales en las condiciones generales de la producción, a pesar de que ya en su tiempo la depredación de la naturaleza estaba en su apogeo. En efecto, cuando Marx escribió los Manuscritos  económico-filosóficos de 1844, tenía una visión naturalista del hombre. No se percibe  un discurso que considerara al hombre y a la naturaleza como una sola unidad  inseparable. Veamos lo que dice: "(…) la vida (…) del hombre está (…) ligada a la naturaleza no significa otra cosa que la naturaleza está ligada indisolublemente a ella misma, porque el hombre es parte de la naturaleza”. Decir que el hombre “(…) es parte de la naturaleza (…)” no es igual a decir que el hombre es naturaleza. Predomina igualmente un antropocentrismo en esa visión.
Para 1876, este mismo  naturalismo siguió presente, esta vez, en Engels: "No debemos presumir demasiado nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. (…)” . Si se habla de victorias sobre la naturaleza, se supone que luchas contra ella ¿para subordinarla?. Se mantiene la concepción baconiana de someter a la naturaleza hasta dominarla.
Más adelante señala que “La gente que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor (…), destruyeron los bosques para conseguir tierras cultivables, nunca imaginó que (…) acababan con los centros de colección y depósitos de humedad (…).Refiriéndose a la naturaleza añade: “(…)  nosotros pertenecemos a ella (…) y todo nuestro dominio en ella reside en la ventaja que tenemos sobre el conjunto de las otras criaturas de conocer sus leyes y poder servirnos de ellas juiciosamente."   La preocupación está centrada en los beneficios que perdían destruyendo los bosques, no en el daño que se acumulaba sobre la naturaleza como recurso finito. Además, se ratifica la idea de dominio sobre la naturaleza. En consecuencia, no se percibe en la obra de  Marx y Engels un discurso ecológico.  He aquí el límite de esta teoría.
Refiriéndose a los límites del marxismo, Enrique Leff (1998) sostiene que:
                “ (…) la deslegitimación de la teoría marxista de la historia y de la economía política no tan solo se debe al triunfo del neoliberalismo, sino al <vacío ecológico> del materialismo histórico de una teoría que si bien ha producido un análisis crítico sobre las causas de destrucción de la base de recursos naturales y la degradación ambiental generadas por las crisis inherentes a la acumulación ampliada del capital, no ha integrado a la naturaleza (los procesos ecológicos y socioambientales) en las condiciones generales de la producción” (62) .
Más adelante el mismo autor afirma que: “El marxismo no ha elaborado una teoría de la producción que incorpore las bases ecológicas y el potencial ambiental en el desarrollo de las fuerzas productivas y que las articule con relaciones sociales de producción fundadas en los principios de una gestión participativa de los recursos naturales (…)  (ibídem). Es evidente la gran debilidad que en materia de ambientalismo tiene la teoría de Marx. Sin embargo, la teoría de Marx, por ser un sistema abierto y en constante reconstrucción y recreación, aporta una epistemología para actualizar su teoría, que encuentra un terreno abonado en el ecomarxismo como posibilidad real para construir el ecosocialismo.
Por ello el marxismo, como corriente histórica, para ser una alternativa real al agotado sistema capitalista,  tiene la tarea de actualizar la teoría sobre la forma histórico-concreta que éste asume hoy y los daños que le ha causado a la naturaleza. En esto Meszaros  ha hecho un esfuerzo interesante pero sin hacer hincapié en  el ambiente como parte inseparable del ser humano. Por eso la actualización de la teoría marxista tiene que superar el discurso de la sociedad industrial y alimentarlo con las conceptualizaciones que deriven de la sociedad del capital financiero, del ambiente, la comunicación y la industria simbólica. Pareciera que hay que hacer “una segunda crítica a la economía ecológica”, como señala Fernando Mires. En Marx existe el método y el enfoque filosófico; lo que complementado con las cosmovisiones de nuestros ancestros en un proceso de síntesis y superación,  y considerando propuestas como la de la ECOSVIDA  se pueda construir una nueva teoría.  La nueva teoría que surja, debe servir de base para construir otra sociedad que supere al capitalismo pero también los límites también productivistas del socialismo “Realmente Existente”; debe tomar en cuenta los daños que nuestra civilización le ha hecho al ambiente, que integre armoniosamente la relación ser humano-naturaleza-cosmos. Ese es parte del reto.  
La Ecosvida como alternativa
Por ECOSVIDA se entiende a una forma de vivir fundada en una cosmovisión y una cosmogonía que concibe a los seres humanos, la naturaleza y el cosmos, y todo lo que está dentro de ello, como una sola cosa; como  un todo orgánico inseparable, complementario y en movimiento, con existencia en  equilibrio relativo.
La ECOSVIDA plantea la convivencia de  colectivos humanos de esta civilización y las que vienen, construyendo vida, respetándose unos a otros,  a partir de respetar la tierra y, en general, la naturaleza porque somos lo mismo y no tres (3) cosas diferentes. Construir la vida significa romper las divisiones  actuales hechas sobre  modelos,  ideologías,  partidos políticos, colores; en nacionalidades y Estados; en superar  las diferencias de género y  las diferencias étnicas, entre otras.
El paradigma cartesiano dominante  proveniente de la cosmovisión Occidental, a partir de la fragmentación del ser humano en cuerpo y alma[12],  modeló una forma muy particular de producir conocimiento: cuando se estudia el alma (cualitativismo) no se estudia el cuerpo y cuando se estudia el cuerpo, la materia (cuantitativismo), no se estudia el alma. Este último ha sido el paradigma hegemónico que se ha limitado a estudiar la materia a través de aquello que se puede pesar, medir o contar. Ello contribuyó a exacerbar el sentido de la vista pero a atrofiar los demás sentidos. Modeló una forma fragmentaria de ver el mundo y de construir la vida cotidiana donde tendemos a ser uno en la casa, otro en el trabajo y otro distinto cuando estamos con los amigos (fragmentación personal), que lleva a veces a una existencia esquizofrénica; mirada  que mediatizó la capacidad perceptiva del sujeto. Toda esta híper-fragmentación condujo a una crisis de percepción de la que hoy vivimos sus consecuencias. Por ello, se trata de recomponer la visión  del mundo fragmentado en el que vivimos y producir un nuevo constructo teórico que facilite integrarlo en uno solo; en un todo inter-relacionado.
Como consecuencia de esta cosmovisión, el sistema-mundo capitalista actual, desde los inicios de su construcción hasta hoy,  ha estado atravesado por una contradicción fundamental expresada en el desarrollismo,  soportado en la filosofía iluminista, el liberalismo de nuevo cuño (neo-liberalismo) y la razón moderna, dirigido por los magnates del capital muchos de ellos organizados en el Club Bilderberg[13] y las grandes élites que le sirven; que tensiona con la depredación del planeta  con  sus empresas transnacionales que no sólo han hecho  uso irracional  del ambiente, sino también se han apropiado de los bienes de la tierra. Esta contradicción ha dividido al mundo en dos: los que depredan y usan a los seres humanos y a la naturaleza como recurso, que son una  minoría pero con una gran concentración de poder;  y quienes sufrimos los embates de esa depredación con el efecto invernadero, el recalentamiento del planeta, que ha llevado a  los deshielos de los polos, las grandes inundaciones, que somos mayorías y tenemos un poder en potencia pero que lo hemos mediatizado por la sobre-ideologización de los seres humanos (Lipovetsky,1992) y la simulación que los mismos hacen en la vida cotidiana (Baudrillart, 1998).
A las mayorías  de esta civilización nos une un elemento común: la destrucción de la base en la que estamos parados todos y todas: la tierra. Si no  se hace nada, estamos condenados a fenecer como civilización,  el avance de la destrucción tiene que llevarnos a un hacer consciente  para detenerla. Esta es una tarea de los seres humanos, a pesar que cualquier país, bloque de países, continente, personalidad, otro,  puede tomar la iniciativa. La alarma debe ser mundial para, en consecuencia, constituir un movimiento humano mundial contra esta catástrofe en incubación.
La ECOSVIDA, por tanto,  no es sólo una nueva forma de producir, nuevas expresiones culturales, diversidad de formas políticas, nuevas organizaciones sociales. No, no es sólo eso, pero las contiene. La ECOSVIDA plantea una superación tanto  de la diversidad de modelos en que se expresa el sistema-mundo capitalista hoy, como de los diversos modelos en que se han manifestado las experiencias del denominado Socialismo Real. Ambos modelos son desarrollistas. El primero, está fundado en el economicismo y la industrialización y el segundo se soporta en “el desarrollo de las fuerzas productivas” (Marx) que conduce, por diversas vías también al desarrollismo en tanto  aboga por la industrialización. Dicho de otra manera, no tenemos por qué vivir en una permanente dicotomía nacida en 1917 en adelante, entre capitalismo y Socialismo. El capitalismo porque lleva en su seno el germen de la depredación de los seres humanos y la naturaleza; y el socialismo conocido,  porque  tiene muchos elementos coincidentes con el capitalismo; por ejemplo, el “desarrollo de las fuerzas productivas” de la que hablaba Marx, que supone entrar en una carrera inusitada por sofisticar el aparato productivo a través de revolucionar la técnica y el uso de nuevas tecnologías que plantea utilizar los recursos finitos de la naturaleza como la fuente de la materia prima  que,  llegado un momento,  se agotarían; y usar al ser humano como productor de las mercancías para la relación compra-venta en el mercado, a los fines de alcanzar la máxima ganancia, como fin último del capital. Si  algún sistema  ha desarrollado las fuerzas productivas ha sido  el capitalismo con la obtención de  los resultados que se han registrado,  de manera sucinta,  en este trabajo. Si algo tiene lo social es que es impredecible y,  por ello,  los seres humanos no tenemos por qué condenarnos a vivir en esta dicotomía señalada.
No se han agotado totalmente los límites de lo social. Lo que está agotado es la mirada, es el constructo teórico con el cual hemos percibido al mundo en que vivimos. Otro mundo es posible, como dice la consigna del Foro de Sao Pablo, pero mirando más allá de la filosofía iluminista. O inventamos o erramos, como sostenía Simón Rodríguez. ¡Debemos atrevernos!. Por ello se debe apostar a crear (inventar) nuevas formas de vida que sean la anti-tesis de los modos de producción señalados y vividos por nosotros, sometiéndonos a esta tragedia en la que vivimos. En este reto las culturas ancestrales tienen mucho que decir.
Fundamentos en que se  soporta  la ECOSVIDA
Las construcciones epistémicas refieren a cosmovisiones y cosmogonías; a  culturas complejas e históricamente determinadas y a formas de producir la vida material y espiritual de los seres humanos. Sugieren, además,  diversidad  de relacionamiento de los seres humanos consigo mismo y con la naturaleza y; a formas de hacer y construir la vida, a entramados sociales y organizaciones humanas diversas cambiantes en el tiempo y en los territorios de experiencias[14].
En cada uno de esos territorios de experiencias los seres humanos viven con expectaciones[15] a las que tienden a buscar como parte de su realización. Por ello, superar una episteme no basta con concebirla. Requiere de un hacer consciente[16] teórico-práctico en un proceso más o menos largo, que guie la acción con sentido en la dirección referenciada[17]. Para ello es necesario  situarse al margen de dicha episteme y asumir la nueva como transición a través de un proceso de síntesis y superación en el que  se toman elementos de los viejos paradigmas y enfoques teórico-filosóficos con vigencia  y se integran en una nueva unidad  con las nuevas categorizaciones,   conceptualizaciones y teorías que contribuyan a explicar  lo real[18] existente. Esta nueva síntesis, deja de lado las teorías y categorizaciones, algunas caducas y otras insuficientes para explicar lo real actual, para hacer una nueva construcción teórica que supera a la pre-existente. Es decir, una episteme no se supera ni por decreto, ni con cambios de formas –aunque las contiene-  ni con voluntarismos de ningún signo.
Esto es así en tanto y en cuanto el imaginario colectivo construido en las prácticas sociales cotidianas e históricas de la episteme Occidental a superar, siguen persistiendo con la fuerza de las costumbres, por un tiempo relativamente largo, en el proceso de construcción de la nueva forma de vida[19]. Cabe destacar que en el hoy están presentes construcciones materiales, culturales e institucionales del ayer que se niegan a morir y que le ofrecen resistencia a las nuevas construcciones humanas, por aquello de la cultura occidental en la que los seres humanos buscan siempre vivir en procesos de certidumbre; mientras que las incertidumbres lo de-centran y le generan temor, miedo y hasta, algunas veces, terror, elementos estos muy bien trabajados y manipulados por la religión en cualquiera de sus formas.  Además, en el proceso de cosmocer[20] para producir cosmocimiento[21] al servicio de los seres humanos y no para reproducir incesantemente capital bajo la lógica de la máxima ganancia, ni para las élites que se han apropiado de los bienes de la tierra,  no se llega inmediatamente sino a través de aproximaciones, búsquedas, intuiciones  y reflexiones sucesivas en un proceso siempre abierto y harto complejo. Este proceso debe ser abordado desde una cosmociencia[22].
Este razonamiento planteado, guiará el atrevimiento que busca  hacer una ruptura epistémica o, por lo menos, golpear hasta donde sea posible, a la episteme Occidental y la  filosofía iluminista que la soporta  con la cual se construyó la modernidad, el progreso, el desarrollismo en sus expresiones como industrialización,  modernización y el crecimiento económico fundado en el producto Interno Bruto (PIB), utilizando ilimitadamente  al ambiente y al ser humano   como  recursos, lo que ha generado acumular los males que hoy vive la humanidad que amenazan con hacer desaparecer la actual civilización no por el advenimiento de un mesías sino por nuestras propias creaciones que van en contra de nosotros mismos. Cuando se asume esta posición, se está claro que “(…) ser un revolucionario en la ciencia actual es coquetear con el suicidio profesional (…)” (Mctaggart, 2007: 43), por cuanto nos enfrentamos al poder que existe detrás de la ciencia el cual pugna por mantener el statu quo: unos por intereses de élites y otros –quizás la mayoría- por ignorancia en la materia; porque después de alcanzar sus títulos universitarios, no estudiaron más ni menos se autoformaron; entonces quedan reproduciendo un mundo naturalizado. Por tanto, quien atente contra este poder, desafía los intereses del gran capital y de sus reproductores. De ello estamos conscientes; pero en la vida hay que asumir riesgos. 
Dicho esto, veamos entonces  cuáles son los fundamentos de lo que hemos llamado ECOSVIDA.
Fundamentos ontológicos
Somos parte de una formación socio-cultural-cósmica[23] que trasciende la visión biopsico-social del ser y se proyecta hacia el cosmos el cual mantiene una influencia con sus ondas y campos magnéticos  en todos los seres vivos y no vivos que pueblan la tierra. Ejemplo de ello es  la influencia que tiene el campo magnético de la luna  sobre las mareas de los océanos;  la intensidad con que circula  la sangre  por nuestras venas al alcanzar la luna determinadas posiciones  con respecto a la tierra; sobre la sabia que circula por el tallo de las plantas,  como lo sostuviera el Cacique Seattle cuando contestaba una oferta del presidente de EE.UU., Franklin Pierce, en 1854, de comprarle a la etnia suwamish los territorios del noroeste (los que hoy forman el estado de Washington). A cambio, prometía crearles una "reserva”, lo que hoy es ”bantustán”. Sostuvo, además,  el Cacique Seattle en esa comunicación,  lo siguiente:
                “Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja. Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se alejan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el cuerpo sudoroso del potro y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia”[24].
Esto que describe el Cacique Seattle hay que retomarlo como parte de una nueva concepción del mundo no occidental, no eurocéntrico. Una concepción del mundo por construir por nosotros a partir de nuestra cultura y la herencia ancestral. Es cierto que los campos magnéticos señalados  no se ven pero existen como la fuerza de gravedad. De manera que,  producir cosmocimiento supone construir nuevas formas de cosmocer que tomen en cuenta esta relación que tenemos con el cosmos y la visión del mundo y de educar para la vida  de nuestros pueblos  ancestrales, rota y tapizada por la alfombra de la historia por la invasión y colonización europea por más de 300 años a partir de 1492. Supone, además, el rescate de la concepción de comunidad practicada por nuestros pueblos originarios.
Los campos magnéticos, al tener un impacto sobre la gente, las aguas de los mares y ríos  y las plantas, tiene una importancia capital para los estudios en las áreas de medicina, Psicología, la Geología, las ciencias del agro y del mar y en la Biología,  entre otras.  Igualmente, si los campos magnéticos o procesos energéticos tienen incidencia en la psique humana, entonces ello tiene una afectación en las relaciones  y los conflictos sociales, explicados éstos desde una visión de totalidad-ampliada[25]. Hasta el momento, la fragmentación que tiene la estructura del constructo teórico hegemónico en  la ciencia Occidental, con el que modela lo real, no contempla la dimensión de lo cósmico para producir cosmocimiento. A lo sumo,  se estudia lo cósmico como otra dimensión separada y, en el peor de los casos, una visión de este tipo,  es descalificada o calificada con epítetos peyorativos como expediente esgrimido para su rechazo; entre otras, es calificada de metafísica para desentenderse de manera olímpica de un problema tan complejo como el que se está tratando.
·         La formación socio-cultural-cósmica así como todas las cosas del universo, existen en  movimiento permanente en el cual “hasta lo sólido se desvanece” (Marx). Este movimiento no es progresivo siguiendo un proceso lineal de ir de menos a más; de  estadios inferiores a superiores en el caso de las sociedades, de procesos de decrecimiento a crecimiento. Es sencillamente un proceso contradictorio y complementario a la vez en una trayectoria parecida  a la de un espiral que inicia en  un punto el cual es,  a la vez,  la culminación de otro algo anterior. En este trayecto hay procesos que parecieran se repiten pero tienen naturalezas distintas en términos de sujetos, factores intervinientes, tiempos y espacios distintos. En este proceso,  se producen avances, retrocesos, estancamientos, procesos combinados y en donde todo punto de culminación es un nuevo comienzo. El movimiento en espiral le da una naturaleza expansiva al mismo de tipo multidireccional; es hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo, pero también hacia los lados, en un proceso interminable.
·         En esa formación socio-cultural-cósmica todo tiene que ver con todo en un movimiento -no lineal sino en espiral-complejo-  de orden, desorden y reordenamiento en un proceso contradictorio pero al mismo tiempo complementario que es y no es casi al mismo tiempo. Es decir, hay que generar la posibilidad y la capacidad de buscar las relaciones, las articulaciones, los ordenamientos y reordenamientos; los puntos de ruptura y de continuidad de lo socio-cultural y político no sólo de lo que se ve sino también, y fundamentalmente,  lo que existe oculto a la mirada y al constructo teórico. Hay que identificar dónde hay cambios;  transformaciones; dónde hay puntos regresivos o de estancamiento. Hay que relacionar – y no fragmentar- en el hacer consciente, la producción del cosmocimiento desde la relación materia-subjetividad-cosmos.
·         Los seres humanos somos seres sociales, que nos debemos a los otros y nos reconocemos en el otro; desechando de esta manera la supuesta naturaleza individual de los humanos. Se entiende que el conocimiento es una construcción social en el marco de la episteme Occidental y el Modo de Producción capitalista hegemónico en el que vivimos. Como seres humanos sociales construimos sociedades diversas y edificamos la vida de manera diferenciada. De esta manera, todos aprendemos porque disponemos de un aparato analítico diferente, una psique y un acervo informacional por las prácticas sociales también diversas construidas a lo largo del proceso histórico de vida. Por ello, podemos tener historias particulares interdependientes.
·         En consecuencia, estamos en capacidad de crear, producir nuestra vida material y espiritual  y socializar. Por tanto, el cosmocimiento se puede construir, además de lo ya dicho,   con los aportes de todos y transferir a otros dependiendo de las condiciones socio-históricas de los sujetos de aprendizajes. De lo dicho se desprende que la historia es un proceso de relaciones sociales, continuo, algunas veces, y discontinuo, otras en el que se debe privilegiar el estudio de los colectivos y su territorio de experiencia en su totalidad-cósmica, dejando claro el papel de la individualidad en la historia; los intereses y pasiones que mueven a dichos colectivos, las organizaciones que construyen, las contradicciones y complementariedades entre ellos, los juegos de poderes y relaciones de fuerzas, proyectos políticos que asumen y su comportamiento en el tiempo. No se debe competir; tenemos que complementarnos. En la competencia hay ganadores y perdedores. Unos excluyen a otros. En la complementariedad y la cooperación todos ganan y no hay perdedores ni excluidos.
Fundamentos Epistemológicos
·         El cosmocimiento es una construcción social y se produce en un momento histórico-concreto-cósmico. Ello no  niega el papel que juega el individuo en esa construcción a través del conjunto de ideas e iniciativas que aporta al colectivo; quien la asume, la modifica o la rechaza. Si estas ideas son asumidas el colectivo las multiplica,  potencia y  proyecta más allá de su ámbito y se convierte en las ideas de todos.
·         En la cultura Occidental se padece una profunda crisis de percepción, expresada en los siguientes casos: 1) sólo se ve lo aparente, lo que está ante nuestros ojos; 2) la percepción de lo aparente la hacemos de manera fragmentaria en el sentido que  vemos lo real como una sumatoria de uno;  3) producimos cosmocimiento y  aprendemos sólo desde la teoría,  4) tomamos como realidad sólo aquello más cercano a nuestra mirada que percibimos con nuestros sentidos, las pre-nociones, los valores y principios de vida y la información que tenemos sobre el mundo y las cosas.
·         En el primero de los casos, la percepción se queda sólo en lo  fenomenológico que sólo nos obliga a describir y no a explicar los procesos sociales. Hay cosas que no se ven en un determinado proceso socio-político pero existen con incidencia sobre dicho proceso que ayuda a explicarlo. La cultura, las técnicas,  épocas y la historia implícitas en algunos procesos no se pueden captar fácilmente. Es sólo desde la reflexión teórica, la crítica y el ejercicio práctico que se puede lograr un acercamiento a las  interioridades de algunos procesos socio-políticos.
·         En el segundo de los casos, cuando fragmentamos lo real para explicarlo a partir de estudiar alguna de sus partes desarticuladas del todo, a lo sumo se pueden producir medias verdades, porque una parte aislada del todo socialmente hablando, da cuenta sólo de esa parte la cual no puede ser extensiva al todo y, por tanto, no puede explicar el todo articulado. Esto es fatal cuando se produce cosmocimiento para darle fundamento a las políticas públicas a cualquier nivel de gobierno; porque se está partiendo de premisas cuasi-falsas que conducirían a políticas públicas cuasi-equivocadas.
·         En el tercer caso, la producción de cosmocimiento debe ser un proceso teórico-práctico que se cristaliza en el “aprender - haciendo” robinsoniano. El cosmocimiento sólo producido desde la teoría puede llevar a hacer un asalto a lo real con la teoría.
·         En el caso número 4,  se confunde lo real con la realidad. Lo real viene a ser  el mundo y sus cosas, los procesos socio-políticos que se experimentan al margen de nosotros con sus subjetividades. Lo real existe aparentemente desordenado; mientras que la realidad es aquella que construimos desde las nociones previas, los valores y principios; es decir desde el constructo teórico que tenemos. Cuando se investiga, lo que se hace es darle un determinado orden a lo real antes aparentemente desordenado y, a partir de allí,  levantamos un cosmocimiento del mismo, el cual va a ser distinto en correspondencia con el número de investigadores,  por la diversidad de subjetividades que actúan. Por ello, cuando se realiza ejercicio político se debe  generar consensos entre los sujetos intervinientes. Igualmente sucede cuando se construyen políticas públicas.
·         Cuando se investiga, hay que ver el problema  dentro del contexto temporal-relativo y espacial–cósmico en el que se indaga. Si la vida es movimiento, lo que cosmocemos es y no es al mismo tiempo; por tanto,  capturamos su sustantividad solo en  un momento dependiendo de la intensidad en que se produce el cambio. Ya para otro momento, su existencia ha variado o cambiado y, por ello, el problema no es el mismo; es otro. Sólo desde el pensamiento y en el discurso, a través del lenguaje, se le puede devolver al problema la sustantividad del momento en que ésta fue capturada. La existencia del problema, se aprehende en sus inter-relaciones y funciones de sus partes constitutivas, cambios y transformaciones que se producen en su dinámica en un plano pluridimensional, en el que los factores que intervienen en esas inter-relaciones, en sus ordenamientos y reordenamientos, dan lugar a nuevas situaciones, relaciones y funciones. Es decir, construyen una nueva trama de relaciones sociales complejas. Se trata de analizar el problema en sus interconexiones más significativas, como un sistema abierto, en movimiento y transformación permanente. Las cosas por si solas tienen poco sentido. Una nota de cualquier instrumento dice poco; ahora bien varias notas articuladas pueden producir una melodía. Hay que buscar vivir en un mundo de certezas relativas y transitorias y abrazar la duda como instrumento de búsqueda.
·         Para el estudio de nuestra historia, hay que erradicar la errónea y perniciosa regla impuesta desde la visión positivista, desde la cual se  descalifican los hallazgos arqueológicos (cerámica, vasija, utensilios, esculturas. Jeroglíficos entre otros) como expresiones de la existencia y convivencia organizada de nuestros antepasados borrados de un plumazo por la historia eurocéntrica levantada  desde la mirada del supuesto vencedor. Para ello conviene saber que la riqueza de nuestra historia se ubica en el manejo de otros tipos de fuentes no solo documentales sino: Iconográficas, testimoniales, hemerográficas, electrónicas, bibliográficas, antropológicas, arqueológicas, por solo mencionar algunas. Hay que  sumar los mitos, leyendas, cuentos, fábulas, crónicas tratadas con la rigurosidad y la ética necesaria que no pueda tergiversar el conocimiento histórico que se obtenga. En tal sentido, hay que retomar los aprendizajes de José Carlos Mariátegui, quien supo conciliar el enfoque materialista de Marx con la magia, el mito y la fábula de los nativos ancestrales del Perú en los años veinte del siglo XX. Algo parecido habría que hacer con las enseñanzas de Paulo Freire para superar la educación bancaria y construir una educación liberadora, sacudiendo, además, la categorización de  “lo popular” de sus remanentes de dominación en tanto componente del pensamiento liberal- burgués-iluminista.
·         No se puede dejar de lado, las estrategias de enseñanzas de nuestros campesinos que viven, siembran y se orientan con la posición de algunos astros y constelaciones; pero, fundamentalmente, con la posición de la luna. Igualmente valorar e integrar lo que se ha denominado en Venezuela El Maestro Pueblo[26] para recuperar esos saberes que, en buena parte, son continuidad de los saberes de nuestros nativos ancestrales.
Fundamentos teleológicos
Esta propuesta persigue contribuir a formar personas y comunidades con una mentalidad abierta, que rompa los dogmas; con una mirada integral de la vida que no se agote en la materia ni en el entorno más cercano, pero tampoco se limite a lo meramente subjetivo; sino que vaya más lejos: que vea lo que no se ve; que sienta lo que no se siente; que olfatee lo insípido; que descifre los campos energéticos y que sienta y viva que somos una partícula diminuta llamada tierra dentro de un campo más amplio llamado galaxias, las cuales  forman el cosmos. Hay que pensarse de otra manera. Seguir pensando como lo hacemos es reproducir las lógicas perversas de nuestra civilización y por esa vía, a la larga, nos espera el precipicio. Se trata de formar   ciudadanos  amantes de la paz, con un gran sentimiento de amor  por los demás y protector de los recursos de la naturaleza y el respeto por la tierra. Todo ello debe verse en una construcción como transición hasta lograr un ciudadano que proteja la naturaleza, es decir, la prolongación suya.
Fundamentos axiológicos
Desde esta perspectiva, el nuevo ciudadano debe formarse con valores que eleven su espíritu, entre los que destacan: la solidaridad, la cooperación, la identidad nacional con nuestra historia, la dignidad, la cultura y el territorio social; el respeto y reconocimiento del otro, la tolerancia, la paz, el amor y ser profundamente crítico y problematizador. Muchos de estos valores fueron practicados por nuestros pueblos originarios; pero se ha omitido  más de 14.000 años de historia que tenían nuestros pobladores nativos antes de la llegada del invasor europeo a nuestro territorio. La omisión que ha hecho la historia hegemónica y conservadora en cuanto al estudio  de pueblos que hubo en el actual territorio de Venezuela,  se orienta, entre otras cosas, a desconocer el carácter de rebeldía y valentía que tuvieron nuestros primeros pobladores existentes antes de la invasión española de 1492.
La puesta en práctica permanente de la solidaridad, equidad, dignidad, justicia, cooperación, moral, ética nos da espacio para reflexionar acerca de la sobrevivencia con el honor que tuvo la población nativa en su subsistencia colectivamente. Esto pasa por entender que el capitalismo como sistema de vida ha sido naturalizado como la única forma de vida válida y posible en el mundo. Hay que pensar la posibilidad de vivir   con otros modos o formas de organización social que no atente contra la especie humana y/o destruyan la naturaleza.
Fundamentos pedagógicos
Hay que formar a nuevos ciudadanos con pedagogías que se apoyen en un ejercicio teórico-práctico permanente: el aprender-haciendo de Simón Rodríguez. Recomponer el hecho educativo en el sentido que se estudia para construir la vida y se hace vida estudiando. Hay que formar desde los procesos naturales de vida. La Escuela debe ser una expresión de lo que hacen los participantes del proceso educativo. Para ello conviene saber que la riqueza de nuestra historia se ubica en el manejo de otros tipos de fuentes no solo documentales sino: Iconográficas, testimoniales, hemerográficas, electrónicas, bibliográficas por mencionar algunas sumando los mitos, leyendas, cuentos, fábulas, crónicas tratadas con la rigurosidad y la ética necesaria que impida tergiversar el conocimiento histórico que se obtenga.
Formas de producir la vida material y espiritual en la ECOSVIDA
Antes de entrar a exponer algunos criterios de cómo producir la vida material y espiritual en la ECOSVIDA, es necesario develar algunas particularidades implícitas -no visibles a simple vista- en la contradicción fundamental del  capitalismo; como es  la producción social y la apropiación privada del producto del trabajo humano,  sin abordar  el origen de la materia prima con la que se producen las mercancías, las cuales vienen de la naturaleza; y los desperdicios del uso de combustibles como formas de energía que dañan al ambiente y a la larga,  han puesto en peligro la vida en el planeta.
Como se ha señalado, esta contradicción es la madre de todas las desigualdades registradas en el sistema-mundo capitalista. Las críticas más severas a esta contradicción y a las derivaciones que de ella se desprenden, se han hecho desde Marx y buena parte de la corriente marxista, pero se han quedado, a lo sumo, en develar la explotación del cual son objetos los seres humanos en este Modo de Producción y la necesidad de su superación, proponiendo como contraparte el socialismo; pero en lo concerniente a los daños causados al ambiente el mismo Marx y Engels, se quedan en un enfoque naturalista (Michel Lowi) de ver el problema. 
Del análisis de la contradicción: la producción social y la apropiación privada del producto del trabajo humano, se infiere lo siguiente: la sociedad produce pero la élite dueña de los medios de producción se apropia de las mercancías producidas, las intercambia en el mercado por la mercancía- dinero a un valor por encima del salario que le cancela al trabajador y se apropia del excedente que queda entre el valor de venta y el salario. Con la acumulación de los excedentes de todos los trabajadores, los patronos reúnen la plusvalía colectiva y con la acumulación de esta apropiación en el tiempo, recuperan el capital invertido en la empresa y acopian riquezas desmesuradamente. Con el despojo al trabajador (a) del producto de su trabajo que no es otra cosa que la capacidad manual e intelectual y su sudor, el trabajo se vuelve una carga pesada para  el trabajador y éste lo empieza a ver no como una necesidad, sino como una obligación.
En ese mismo orden de ideas, el trabajador ve en la mercancía que el mismo produce, algo ajeno a su persona cuando la mira en las vidrieras o cualquier otro sitio de exhibición y no la puede obtener porque ya no es suya ni su salario  le alcanza para obtenerla. Es muy ilustrativo el caso de Juan Albañil en la canción de Rubén Blades que después que fabricó una casa, no podía entrar en ella porque no le pertenecía. Aquí se va produciendo una nueva enajenación del trabajador con respecto al producto de su trabajo. Pero una nueva forma de enajenación también se expresa en el trabajador a partir del momento en el que se da cuenta que mientras más trabaja, más se empobrece y, en sentido contrario, el empresario más se enriquece en la misma proporción en el que se empobrece el trabajador (Marx).
Si se proyecta lo hasta ahora señalado a todos los trabajadores  manuales e intelectuales que componen una  sociedad determinada, sucede algo similar: mientras los empresarios o patronos se enriquecen en esa misma proporción se empobrece la sociedad porque su salario le alcanza para sobrevivir y no para llevar una vida digna. Este empobrecimiento o despojo de su fuerza de trabajo, sangre, sudor y lágrimas en el aparato productivo, le va imposibilitando en el tiempo tener acceso a los servicios públicos fundamentales: salud, vivienda, educación, recreación, alimentación y,  si lo hace, la tendencia en el tiempo, es a que sea  en condiciones de precariedad. De esta manera, la sociedad se polariza entre empresarios y pobres o entre poseedores y desposeídos. Los primeros se enriquecen con el trabajo de los segundos. Sin embargo, entre estos dos extremos, se va a encontrar una franja importante de la población que desde la sociología funcionalista y el positivismo se le ha denominado clase media. Hay que señalar que no existe tal clase media. Este sector social es muy fluctuante,  inestable y no tiene una ideología propia; además es muy diverso y heterogéneo para definirlo como una clase en tanto que, dentro de ese sector, algunos pocos ascienden a ser prósperos o pequeños o medianos propietarios, mientras que la mayoría la tendencia histórica dice  que se mueven hacia el sector de los pobres. Esto genera un grave problema de esquizofrenia social por el dualismo de vida de estos sectores: simulan vivir como adinerados (Baudrillard) en tanto que este es parte de su proyecto de vida; pero en realidad viven como pobres por la desvalorización progresiva de su salario real. Esta posibilidad de sentirse cerca de ser pobre los asusta y generan odio hacia los desposeídos de bienes materiales.
Este proceso se produce en el plano fundamentalmente de la base  material de la sociedad en la que predomina una lógica parecida a la de  la producción: competencia, individualismo, cortoplacismo, pragmatismo, conservadurismo, entre otras cosas; que contribuyen a modelar unas determinadas relaciones sociales,  donde se construyen  formas y principios de vida, hábitos, valores, costumbres, referencias éticas y morales, formas religiosas y espiritualidades diversas  que, en su conjunto,  van conformando una diversidad cultural. Esta cultura es reforzada desde el plano de la educación y, en general, desde la academia, la vida cotidiana y el Estado que, en forma de teorías explicativas de lo social, refuerzan las relaciones sociales  concretas de la sociedad históricamente determinada, en una relación biunívoca entre ambas. Esta sociedad es regulada con un sistema jurídico que al igual que la teoría, le da legalidad y legitima el estado de cosas existentes. Llegado a este punto –como lo sostiene Gramsci- los ciudadanos se apropian, repiten y defienden a través del sentido común,  el discurso hegemónico en la sociedad.
Como quiera que las relaciones sociales son diversas así como también son diversas las teorías que explican a una sociedad determinada, la tendencia es que los ciudadanos reproduzcan el discurso hegemónico dominante  subyacente porque ha sido socializado como la única forma de vida posible y a la que puedan acceder los seres humanos.
Obviamente, pretender transformar una sociedad construida sobre estas bases y enarbolar un proyecto  emancipador, pasa necesariamente por develar las claves ocultas de este tipo de sociedad; lo que supone investigar esa sociedad y asumir un constructo teórico que contribuya a develar dicha sociedad y no a producir medias verdades o verdades parciales que, a lo sumo, se convierten en un esfuerzo estéril para la transformación y construcción de una nueva sociedad. En estos términos se plantea una vieja dicotomía en el debate filosófico llevado en adelante en Europa desde la segunda mitad del siglo XIX entre materialistas e idealistas: o superamos el modelo dominante o reproducimos el modelo a nombre de la revolución. Aquí no hay espacios para puntos medios. En el continente no habrá cambios sustantivos mientras no superemos la filosofía iluminista la cual ha servido históricamente, y a través de diferentes medios, para la supremacía del capitalismo como Modo de producción, sobre las demás formas de producir la vida material y espiritual.
Develada la lógica interna de la sociedad del capital,  señalado en los párrafos anteriores,  se afirma que la condición sine qua non  para superar el capitalismo es  resolver su contradicción estructural: la producción social y la apropiación privada del producto del trabajo humano. Si la producción es social la apropiación también debe ser social; pero no quedarse sólo en  la distribución de la riqueza social como hasta ahora lo ha hecho el “socialismo realmente existente”, hay que trabajar porque los seres humanos se autodeterminen  y se hagan autosuficientes;  se autoliberen ayudando a liberar a los demás. No sustituirlo ni por el Estado ni por una élite preclara, ni por un partido. Esto genera un paternalismo de nuevo tipo en el cual el ser humano es mirado y   se asume  como minusválido para realizar las cosas y para hacerse dueño de su propia existencia, para lo cual tiene que generar organización. Se debe evitar tutorarlo. Hay que tener la suficiente confianza en el pueblo para que desarrolle todas sus potencialidades. Son los pueblos quienes  hacen las grandes transformaciones sociales, no las élites en cualquier tipo y signos. Es imposible que esto se logre en el marco del denominado desarrollo, aun cuando se le ponga  apellido al desarrollo. A menos que en su contexto, sea utilizado como propuestas pedagógicas para concienciar, acumular fuerzas, construir el poder popular y hacer praxis, construir organizaciones sociales desde lo local, con el criterio de glocalidad[27], para cambiar la correlación de fuerzas en el continente y el mundo. Ese es un reto que aún está crudo. Hay que incorporar al debate, lo filosófico como única posibilidad de aproximarnos a pensar y construir nuevas formas de  vida en un mundo muy complejo como el que vivimos.
Algunos criterios para producir vida material y espiritual en la ECOSVIDA
Por lo antes señalado, se proponen un conjunto de criterios para producir la vida material y espiritual que a continuación se exponen:
§  El concepto sobre el proceso productivo debe ampliarse de manera de incorporar a la naturaleza y a las incidencias del cosmos en ese ciclo. De tal manera que el ciclo productivo ampliado se puede resumir en lo siguiente: naturaleza-cosmos, producción, distribución y consumo; considerando que el ciclo productivo dominante estaba reducido a: producción, distribución y consumo. Ello debe ser así porque hay que proteger la naturaleza en tanto que es ella la fuente de toda nuestra existencia y de donde viene la mayoría de la materia prima utilizada para producir las  mercancías; y el cosmos por la incidencia que este tiene sobre todo lo existente a través de los campos magnéticos que se expresan a través de ondas energéticas vibratorias  a las cuales tenemos acceso a través de la conciencia. Así es porque el universo está lleno de energía e información,  como lo sostiene el Dr. Ángel García (2016) en entrevista:
            “El universo está hecho de energía y de información. Esa energía  y esa información contenida en el átomo, provienen de las partículas sub-atómicas que tienen una doble propiedad, son partículas y, a su vez,  son ondas y quien define su propiedad densificada es la conciencia. Las ondas que están contenidas en el campo cuántico, que no es otra cosa que el campo del todo y la nada; y digo el todo porque es donde reposan todas las ondas. El universo es ondas por todos lados: tu recibes una llamada,  ves un televisor, escuchas la radio, toda esa comunicación e información es a través de ondas; luego ¿de dónde vienen esas ondas?. Vienen de un campo de donde ellas habitan…Todo lo que emerge a la superficie densificada y material viene de allí, de lo no- material. Quien define la densificación de esas ondas es la conciencia que es la que tiene la posibilidad de colapsar esas ondas en partículas; y las partículas son  las que justamente a través del átomo se hace moléculas, se hace tejido, se hace materia, se hace onda, se hace órgano, se hace vida(…)”( p.1)[28].
Esa energía contenida en el universo, aunque el ojo humano no está en capacidad de percibirla porque vibra a la velocidad de la luz, existe e incide sobre todo porque el universo es un sistema de inter-relación abierto y en movimiento constante.
§  En cuanto a la naturaleza-cosmo, como la primera parte del ciclo productivo, tenemos que ser a fin a la naturaleza para guardar armonía con ella. Una afinidad en la que nuestros actos se complementen con ella. En ese sentido,  hay que tomar en cuenta la inter-relación cosmo-tierra, así como también los ciclos de la luna para los efectos de la siembra. Según los saberes ancestrales heredados por nuestros campesinos, buena parte de las plantas frutales y las productoras de alimentos, deben sembrarse en menguante para que puedan producir; porque en creciente las plantas crecen muy altas debido a que la influencia del campo magnético de la luna sobre la sabia de las plantas es mayor y  tienden a no producir (Dan, 2016). Nuestros Agrónomos desconocen esta relación porque las universidades desprecian este tipo de saber y lo califican de “saber empírico”. Quizás poco válido para la academia medieval que todavía pervive en nuestras universidades; pero muy útil para la vida porque con ello es que la mayoría de la humanidad resuelve sus problemas de la vida cotidiana. Hay que establecer un diálogo de saberes entre el nuevo  saber científico construido desde una nueva construcción epistemológica, tal como se ha señalado anteriormente y el saber popular emancipador  para resolver problemas de la vida.
§  En ese mismo orden de ideas, hay que reponer, de manera permanente, lo que se usa de la naturaleza; porque la naturaleza es finita pero la ambición del ser humano occidental es insaciable, como lo señala Hume. Asimismo, hay que proteger las fuentes de agua de la avaricia de la élite que dirige el mundo.

§  Del mismo modo, se debe hacer obligatoria la educación ambiental en todos los niveles educativos. Diseñar programas especiales de manera permanente para los niños, por ejemplo, un programa que se denomine: “Un Niño, un Árbol” para educar en lo ambiental.

§  Hay que concienciar sobre el respeto que se debe tener por la naturaleza, por la tierra, los animales y multiplicar los bosques para garantizar condiciones mínimas de vida a las generaciones venideras.

§  Debemos educar en el sentido de hacer descansar  los bosques que sea necesario utilizar, tal como lo hacían nuestros ancestros y hoy lo continúan parte de nuestros campesinos, con los sembradíos en círculos. A ello debe sumarse la eliminación de pesticidas en las prácticas agrícolas y utilizar insecticidas ecológicos como lo hacen en el pueblo de Sanare, estado Lara.

§  En cuanto a la producción, se debe propender a producir para resolver necesidades humanas y no para competir. La competencia del capitalismo ha llevado a un uso irracional de los recursos naturales con todos los males que de ello se derivan. Y no hay competencia buena porque siempre hay un ganador y un perdedor. El ganador alcanza la gloria y el perdedor lo alcanza la frustración. La tendencia histórica debe ser producir más valores de uso[29] que valores de cambio[30]. Por ello la producción debe priorizar resolver el consumo interno acompañado con una política del ahorro y luego para cubrir las necesidades de otros pueblos hermanos.

§  En ese sentido, hay que priorizar la producción colectiva local a través de las cosmo-aldeas[31]; pero trabajando con la concepción de glocalidad[32], es decir, tener una visión global desde lo local de manera que se puedan identificar los elementos universales presentes en la localidad y los otros elementos propios de la localidad. Ambos son válidos para conocer lo real de la localidad. Esa producción local debe abordarse a través de los procesos de encadenamientos socio-productivos.

§  La producción con lo nacional y para intercambio con el exterior, debe realizarse a través de la complementariedad; incentivar las relaciones de trueque, el intercambio a través de monedas únicas para evitar depender del dólar y la relación debe ser integral de manera que propenda a unir lazos culturales entre países, a partir de identificar las historias comunes, entre otras cosas.

§  En cuanto a la distribución, debe eliminarse los intermediarios entre el productor y el consumidor, para evitar labores de usura,  especulación y encarecimiento del producto. Para tal fin se pueden construir redes de productores para distribuir los alimentos  y redes de  consumidores en cada estado; en sitios estratégicos de la ciudad en los cuales los productos se pueden vender a un precio con un margen de ganancia razonable por encima del costo de producción. Eso ayudaría mucho a abaratar el costo de los alimentos y las medicinas y a mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores manuales e intelectuales y el resto de la población.

§  En lo referente al consumo, hay que hacer un gran esfuerzo comunicacional, educativo y práctico para cambiar los patrones de consumo que impone la industria de la publicidad, las cuales responden a los intereses del empresariado nacional y/o internacional que rompen los patrones culturales e históricos de las poblaciones. Sobre el particular, hay que sensibilizar-motivar a un consumo sano como parte de la promoción de la salud y la vida. En ese orden, se debe educar en una dieta que contenga los cuatro tipos de alimentos para tener una alimentación balanceada. Todo ello pasa por diseñar asignaturas obligatorias a todos los niveles de la educación que tenga como objetivo formar a la gente a tener una alimentación sana. Esto debe estar acompañado a una formación para el uso en la vida cotidiana de las bondades de las plantas medicinales, a los fines de disminuir el consumo, a veces exagerado, de fármacos y otros medicamentos nocivos para la salud.
Asistimos a un cambio de época en el continente en el que se abren nuevos caminos conducentes – con dificultades - hacia la emancipación de nuestros pueblos. Hay que aportar esfuerzos materiales, investigativos, de construcción teórica y de un nuevo hacer consciente, de todos y con todos y todas, todos los días para que un nuevo sol brille en nuestros cielos. De eso estamos seguros.
NOTAS:



[1] La palabra progreso viene del nombre latino progressus ‘avance´ , sacado del verbo progredior, progressus, ‘ avanzar, ir adelante’; verbo formado con el prefijo pro-(hacia adelante) y el verbo gradior, gressus, ‘ ir a marchar’. La raíz es gradus ‘paso, peldaño’ y también ‘grado, grada’. La palabra progreso se registro desde el siglo XV con el significado de ‘avance, continuación’. Sería en el siglo XVII, en el marco del llamado siglo de las luces y de la razón, cuando la palabra progreso cobra el significado actual de avance permanente de la ciencia y de la técnica, por una parte; y, por la otra, llevando la palabra progreso al plano humano. A partir de ese momento llega a adquirir el sentido de “desarrollo continuo y general de la civilización y la cultura”. Diccionario CLAVE. Disponible en: http://etimologias.dechile.net/?progreso2

[2] La palabra desarrollo está compuesta por el prefijo des-(inversión de una acción) y arrollo, de envolver o enrollar. Desarrollo viene a ser una derivación de desenrollar. Ampliar en: http://etimologias.dechile.net/?desarrollo Según la Real Academia Española (RAE), el desarrollo está vinculado a la acción de desarrollar o a las consecuencias de este accionar. Desarrollar: se trata de incrementar, agrandar, extender, ampliar o aumentar alguna característica de algo físico (concreto) o intelectual(abstracto). El desarrollo económico es entendido como un proceso donde las condiciones de bienes y servicios se encuentran en estado creciente y al alcance de todos los grupos sociales que conforman la comunidad. Una sociedad donde existe un buen desarrollo económico presenta características de integración económica y social y tendría menos personas viviendo en condiciones depauperadas. Ver más en :http://definicion.de/desarrollo/#ixzz45g29zvpL

[3] Esto ha quedado al descubierto con la develación de los llamados “papeles de Panamá” (#panamapapers) en donde la firma consultora Mossack-Fonseca, con sede en Panamá y con sucursales en distintos países del mundo, ha filtrado 11,5 millones de registros, que muestran cómo la compañía ha ayudado a poderosos clientes a lavar dinero, eludir sanciones y evadir impuestos en sus países. A una economía global le corresponde una corrupción global. Para ampliar sobre el tema ver: rebelión.org/noticias.php?id=21

[4]  Se hace referencia a capitalismo delincuencial para dar cuenta de un nuevo proceder de los imperialismos, en el sentido de que si bien antes lograban imponer sus intereses con la mediación del diálogo (sin descartar las presiones), hoy a perder esta capacidad con el resto del mundo, recurre a la intervención militar abierta sin que exista organización internacional alguna de las nacidas después de la II guerra mundial, que se lo impida.

[5] Se entiende por imperialismo colectivo, al grupo de países con avanzados procesos tecnológicos organizados en la OTAN, los cuales vienen actuando al unísono en varias partes del mundo, sobre todo, en el medio oriente, en donde después de invadirlos, se apropian de su petróleo, reservas financieras internacionales y minerales estratégicos y se lo reparten como botín de guerra, a los fines de alargar su dominio como imperialismos.

[6]  En algunos casos como los de aquellas personas que dedican buena parte de su tiempo al chateo o al envío de e’ mail y uso indiscriminado de la redes sociales, logran conocer virtualmente a muchas personas, en todo el mundo inclusive, pero desconocen a su vecino, produce un alejamiento del hombre real, y ello conlleva a la soledad del ser.

[7] En algunos casos como los de aquellas personas que dedican buena parte de su tiempo al chateo o al envío de e’ mail y uso indiscriminado de la redes sociales, logran conocer virtualmente a muchas personas, en todo el mundo inclusive, pero desconocen a su vecino, produce un alejamiento del hombre real, y ello conlleva a la soledad del ser.
[8] Para ampliar sobre el tema, ver: LYOTARD Jean Francois. La Condición Posmoderna, Ediciones Cátedra, Madrid, 2000.

[9]  GOLEMAN, Daniel (2009). Inteligencia Ecológica, Vergara Grupo Zeta, México D.F., 271págs.

[10] Para mayor información sobre este tema, leer las teorías de la CEPAL como ente rectora del desarrollo de América Latina en, Velásquez Ángel. El desarrollo en América latina. Fundamentos, crisis y propuesta para la ALBA, Tesis de grado para optar al título de Doctor, Universidad Bolivariana de Venezuela, Barquisimeto, Lara.
[11] Los seres humanos debemos superar el enfoque unidimensional del ser fundado absolutamente  en el paradigma materialista que hasta el momento ha logrado que veamos solo la materia expresada en lo que se puede medir, pesar o contar,  despreciando las cualidades del ser; todo ello percibido con una mirada que se agota en lo visual y se limita a lo social. Si bien somos seres vivos que venimos de una célula que está formada por moléculas  que, a su vez, están constituidos por   átomos, estas células forman los órganos, los cuales pasan a constituir los  seres vivos. Las especies vivientes forman el hábitat, éstas constituyen la población. La población y su entorno pueblan la tierra y este planeta forma parte de un espectro más amplio que es el cosmos. De tal manera que, lo que construimos en nuestros territorios de experiencias en la búsqueda de las expectaciones, estamos influidos energéticamente por los campos magnéticos del cosmos los cuales inciden en todos los seres vivos y no vivos en la tierra.

[12] Un referente cercano sobre lo que se  señala, es observado en las universidades venezolanas en las que las investigaciones se dividen en investigaciones cuantitativas e investigaciones cualitativas. Quien ose cruzar datos cualitativos con cuantitativos es fuertemente criticado desde el poder,  Foucault, no desde el conocimiento. Esta fragmentación de la investigación nos retrotrae al debate entre materialistas e idealistas. Es una franca fragmentación cartesiana  del ser en cuerpo y alma.
[13] Para ampliar el cosmocimiento sobre el tema ver: La verdadera Historia del Club Bilderbert de Daniel   Estulin, Editorial Planeta, mejicana.
[14] Por territorios de experiencias se entiende en este trabajo a los espacios en los cuales los seres humanos diversos y en convivencia, a través de procesos contradictorios y/o complementarios,  construyen su vida o parte de ella, construyen  saberes que pasan a formar parte  de su acervo cultural y cósmico. Pueden ser espacios micros, medianos o macros dependiendo de su movilidad.
[15] Expectaciones viene a ser la esperanza que se hacen los seres humanos en sus territorios de experiencias en arreglo a su cosmovisión.
[16] Se entiende por hacer consciente a toda acción fundamentada en una teoría construida en el marco de  una cosmovisión. El hacer consciente contiene en sí mismo o va acompañado de la intuición.
[17] Dirección referente viene a ser el referencial de búsqueda que puede ser inmediato, mediato o a largo  plazo.
[18]  Diferenciamos lo real de la realidad. Entendemos que lo real vienen a ser todas las expresiones materiales y espirituales existentes  que tienen un determinado orden de existencia. La realidad vendría a ser el orden que el pensamiento le dá a lo real, percibiéndolo desde un determinado aparato analítico. A partir de aquí, la realidad será una construcción social e histórico del sujeto porque ordena desde el pensamiento lo aparentemente desordenado.

 [19] Por una forma de vida se entiende a las construcciones  societales que se dan los seres humanos en sus territorios de experiencias.
[20]  Se asume la noción de cosmocer en vez de conocer, toda vez que la posibilidad de apropiarse de lo real pasa necesariamente por considerar que somos parte del cosmo ( el cual tiene una incidencia sobre todos los seres vivos existentes en la tierra ) en una relación vinculante y de mutua determinación. Dicho de otra manera, nada existe aislado del todo como totalidad finita. Esta noción establece un punto de ruptura con la visión  materializante - cuantitativista del paradigma positivista y los enfoques subjetivistas  cualitativos de la ciencia moderna que fragmenta la investigación en cuantitativa y cualitativa; que viene a ser, a su vez, una escisión del ser en cuerpo y alma, en materia y espíritu que reedita, por un lado,  la concepción descarteana  y, por otro, la visión neo-kantiana de Max Weber sobre el ser. Esta visión de la ciencia nos retrotrae al debate filosófico del siglo XIX entre materialistas e idealistas. Se trata de reivindicar una visión de totalidad-integralidad dinámica y cambiante.
 [21] Esta categoría de cosmocimiento la tomo prestada del Dr. Reinaldo Velasco utilizada en su Tesis Doctoral titulada: “La visibilización de la racionalidad originaria indígena y la revitalización de sus ciencias ancestrales”, para sustituir a conocimiento. Cosmocimiento supone cosmocer tomando en cuenta las incidencias que tiene el cosmos en el hacer consciente colectivo en nuestros territorios de experiencias.
[22]   La cosmociencia sustituiría a la ciencia pero pudiera contener elementos de ésta y sería una nueva forma de producir cosmocimiento que tiene como base una relación más amplia fundada  en el ser-naturaleza-cosmos.
[23]  Los seres humanos debemos superar el enfoque unidimensional del ser fundado absolutamente  en el paradigma materialista que hasta el momento ha logrado que veamos solo la materia expresada en lo que se puede medir, pesar o contar,  despreciando las cualidades del ser; todo ello percibido con una mirada que se agota en lo visual y se limita a lo social. Si bien somos seres vivos que venimos de una célula que está formada por moléculas  que, a su vez, están constituidos por   átomos, estas células forman los órganos, los cuales pasan a constituir los  seres vivos. Las especies vivientes forman el hábitat, éstas constituyen la población. La población y su entorno pueblan la tierra y este planeta forma parte de un espectro más amplio que es el cosmos. De tal manera que, lo que construimos en nuestros territorios de experiencias en la búsqueda de las expectaciones, estamos influidos energéticamente por los campos magnéticos del cosmos los cuales inciden en todos los seres vivos y no vivos en la tierra.
[24] Carta completa del Cacique Seattle al Presidente de los Estados Unidos,  Franklin Pierce, en 1854, se puede encontrar en: http://www.ciudadseva.com/textos/otros/carta_del_jefe_seattle_al_presidente_de_los_estados_unidos.htm
[25] Se entiende en este trabajo por totalidad-ampliada a la construcción de una visión u objeto de estudio que rebasa el ámbito de la concepción biopsicosocial y la tierra; y se extiende hasta alcanzar dimensiones del cosmos. Es una contrucción teórica para su estudio que no es indeterminada ni tampoco busca estudiar el todo.
[26] Sempiternamente subestimado,  negado y excluido por razones ideológicas,  políticas y racistas dentro de los recintos formales de aprendizajes, por parte de la opresión burguesa-imperialista;  que ratifica sus saberes ancestrales a través de su sistema de valores, cosmovisiones, formas organizativas, tecnológicas, patrimonio cultural y sabiduría de las más diversas índoles. Un pueblo que, según su propia confesión, “sabe la o por lo redondo”. Este pueblo es un maestro inagotable e inigualable en eso de ubicar, domesticar animales, producir, conservar y sazonar alimentos, conocimientos, aprendizajes, arte y cultura (p. 60).  Ver más en el texto: El Maestro Pueblo de Juan J. Escalona Betancourt y Juan R. Escalona Betancourt (Los morochos), editorial Luces para América, Caracas, 2013.
[27] Se utiliza el término glocalidad para significar que se trata de una mirada global desde lo local; para evitar el aislamiento y no perder de vista las expresiones de lo universal en la localidad.
[28] El Dr. Ángel García Montero es un médico falconiano graduado en la medicina alopática, pero su formación y desempeño profesional ha sido en medicina de la conciencia la cual es una síntesis de medicina cuántica, elementos de la neurociencia, Psicoanálisis Jungiano, medicina ancestral indígena y medicina asiática. Actualmente dirige una Fundación en la ciudad de Coro-Venezuela, denominada Creando Esperanzas. Presta servicios a una organización creada por él de pacientes para curar el cáncer y tiene muchos testimonios sobre cómo la gente se puede autocurar controlando su conciencia, sin consumir fármacos de ninguna naturaleza. En los últimos tiempos, la eficiencia de su trabajo ha sido conocido en Europa, los Estados Unidos y en América Latina. Hoy es un conferencista internacional llevando su punto de vista sobre la sanación por varios países latinoamericanos y europeos. Para una mayor información sobre este científico, visitar su página Web: angelcuantico.com
[29]Son todos aquellos productos elaborados para el disfrute de quien lo elabora o produce y no está sujeto a la relación oferta-demanda y/o la relación compra-venta y, por ello, no es una mercancía que se intercambia por el equivalente universal de todas las mercancías como lo es el dinero. La única relación que se pudiera establecer es la del trueque sin intermediación del dinero.
[30]Son todos aquellos productos elaborados para la venta; es decir  que se intercambian en el mercado por el dinero, como mercancía.
[31] La cosmo-aldea se puede entender el territorio social local donde se emprenden proyectos colectivos bajo la concepción de la ECOSVIDA, tendiente a garantizar la autosuficiencia local con visión integral, pero actuando en forma de Red con otras cosmo-aldeas, complementándose y construyendo de manera colectiva. Estas Red o Redes de cosmo-aldeas deben obedecer a un proyecto nacional, garantizando la participación protagónica de los sujetos en todos los puntos del proceso: desde la concepción, pasando por la planificación, ejecución, evaluación y control, la sistematización y la teorización de esas experiencias.
[32]  Refiere a tener una mirada global desde lo local, sin perder lo universal ni las particularidades de lo local.


REFERENCIAS DE FUENTES CONSULTADAS

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