domingo, 23 de septiembre de 2012


ALGUNAS “PERLAS” DEL PROGRAMA NEOLIBERAL DE RADONSKI
Por
Ángel Custodio Velásquez

Este trabajo analiza  algunos puntos claves del Programa  denominado Lineamientos del Programa de Gobierno de Unidad Nacional (documento en revisión). Diciembre 2011, como contribución a la discusión que lleva adelante el pueblo venezolano en torno a los proyectos políticos presentados por los candidatos a las elecciones del 7 de octubre de 2012. Para los comentarios, las citas textuales del Programa se exponen en letras cursivas. Espero se le saque provecho.
¿CÓMO NACE  EL PROGRAMA DE RADONSKI?

Este Programa que había sido ocultado por su contenido anti-popular, tiene su historia. Veamos:  “En marzo de 2010, luego de un proceso en el que se recogieron, discutieron, consultaron y aprobaron las propuestas presentadas por los diferentes partidos, surgen las 100 Soluciones para la Gente, documento base de los Lineamientos que a continuación se MUD. Lineamientos del Programa de Gobierno de Unidad Nacional (documento en revisión). Diciembre 2011” (pág.9).

No fue nada improvisado. Resultó de un proceso de reflexión y discusión en el que participaron los partidos políticos y personalidades que lo suscribieron: “Estos Lineamientos son producto de un trabajo sistemático que se viene realizando desde 2009, cuando se conforma la Comisión de Políticas Públicas de la Unidad Democrática, integrada por representantes de los diferentes partidos políticos, quienes se plantearon como objetivo elaborar propuestas programáticas consistentes con los objetivos políticos y estratégicos de la Mesa de Unidad Democrática (...).La elaboración del documento ha sido precedida de un gran esfuerzo de encuentro político y técnico”. (pág.9).  Es así como los partidos de la alianza lo ratifican: “La Unidad Nacional tiene un programa para los venezolanos. Su elaboración ha sido un compromiso central de esta alianza” (pág.9). Como es notable, no se trata de un documento secundario y sin importancia. Quienes lo firmaron sostienen categóricamente que: “los Lineamientos del Programa de Gobierno de Unidad Nacional que, basados en las 100 Soluciones para la Gente, contienen las políticas que impulsará nuestro gobierno a partir de enero de 2013” (pág.9). No hay dudas, este Programa sería la brújula que orientaría las políticas del nuevo gobierno en caso de triunfar el próximo 7 de octubre. Siendo las cosas así ¿por qué tenían oculto este programa? mientras el candidato en sus presentaciones públicas se limitaba a balbucear un discurso colmado de falacias, demagogia, populismo y propuestas fantasiosas.

Bases normativas para el nuevo gobierno

Igualmente,  es una sorpresa la base jurídica en que se apoya el Programa de la MUD. “La base normativa fundamental para el nuevo gobierno es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual calificamos como una Constitución democrática, respetuosa del Estado de Derecho y de los derechos humanos” (pág. 14). Esta fue la misma Constitución  defenestrada por la derecha venezolana desde 1999 en que fue promulgada hasta hace algunos meses. Esta Carta Magna fue calificada de antidemocrática, dictatorial; incluso fue quemada en la Asamblea Nacional  por uno de los diputados más furibundos enemigos de la Constitución. Ahora es “(…) una Constitución democrática, respetuosa del Estado de Derecho y de los derechos humanos (…)”. Esta es,  la doble moral con que han actuado los líderes de la derecha venezolana. Hay en ellos un caradurismo exacerbado sin límites que contrasta con el alto espíritu ético-moral del pueblo venezolano. ¿Quién les cree?

En este ámbito jurídico, el Programa lanza una ofensiva orientada a desmontar “Las leyes o decretos-leyes inconstitucionales [que] deben ser impugnados judicialmente, si aún no lo han sido. Adicionalmente, debe ejercerse la iniciativa legislativa del Presidente de la República para presentar proyectos de ley que desmonten las regulaciones contrarias a la Constitución dictadas en los últimos años, incluyendo las que responden al modelo del Estado socialista comunal” (pág. 14). Estas leyes o decretos-leyes, que no mencionan explícitamente, se pueden deducir cuáles son por la oposición que ellos le hicieron en su momento a la Ley Habilitante y, particularmente, la Ley de Hidrocarburos, Ley de Tierras y Ley de Pesca, entre otras. La eliminación de estas leyes de alto contenido popular y soberano, implicaría regresar al pasado: entregar el petróleo y nuestras reservas probadas a las empresas transnacionales con todas las implicaciones que ello tendría en los ingresos nacionales. La inversión social se reduciría a grados mínimos y las Misiones sociales serían eliminadas. Asimismo, el pueblo sería despojado de las tierras otorgadas por el Estado y vueltas a sus antiguos dueños; y la pesca de arrastre acabaría con los ecosistemas marinos.

Cabe resaltar que en las leyes que se eliminarían, deben estar incluidas “(…)  las que responden al modelo del Estado socialista comunal”. Por supuesto, tanto los logros alcanzados en estos 12 años que  benefician al pueblo y  garantizan el ejercicio directo y protagónico de su participación política, también serían eliminados. Obviamente las Comunas tendrían el mismo destino, porque el Estado Comunal promovido por la Revolución Bolivariana, es contrario al Estado Federal y Descentralizado que promueve la derecha venezolana y mundial, como se verá más adelante. Ellos son sumamente claros: “Habrá que revisar también las cinco leyes que soportan jurídicamente el llamado Estado Comunal (…)” (PÁG. 22). Sin estas leyes, el Estado Comunal queda sin legalidad.

Rescatar el federalismo previsto en la Constitución

La misma concepción federalista con respecto al Estado, es extensiva al tipo de gobierno que aspira instaurar Radonski. Veamos: “El nuevo gobierno ha de ser profundamente federal y descentralizado. No solamente porque ha de promover la descentralización y ha de respetar las competencias de los Estados y Municipios, sino también en el sentido de que la concepción y gestión del gobierno deberá sustentarse de manera permanente en la discusión y articulación de políticas con los Gobernadores y Alcaldes. Ello en relación no sólo con los temas directamente relacionados con la descentralización, sino también respecto de los grandes asuntos del desarrollo nacional y de la inclusión e integración político-social (…)” (Pág. 15). La descentralización planteada en este Programa, no es la misma que contempla la Constitución. Nuestra Carta Magna sostiene una descentralización desconcentrada y centralizada; es decir, a los Estados y Municipios se les transfieren poderes, funciones y competencias en el marco de un gobierno centralizado para garantizar la unidad del Estado-nación y en la cual los estados deben garantizar la integridad del territorio, tal como lo dice la Constitución en el Artículo 159: Los Estados (…) quedan obligados a mantener la independencia, soberanía e integridad nacional, y a cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República; mientras que el federalismo descentralizado planteado por la doctrina neoliberal y, por tanto, por el programa de Radonski, es un federalismo en el cual el territorio nacional quedaría convertido en una sumatoria de parcelas (los estados), que rompe la unidad del Estado-nación. Es lo mismo que se planteó en los años ochenta con la Comisión Para la Reforma del Estado (COPRE). Esta descentralización permitiría que los Gobernadores y Alcaldes puedan negociar el territorio venezolano y sus riquezas naturales con las empresas transnacionales. Los estados y Municipios serían gobernados como haciendas particulares de cada jefe político de estas instancias, las cuales explotarían en su beneficio y el de los suyos. Venezuela se pondría en venta al gran capital y abundarían tierras, parques y playas privadas, como en los tiempos de CAP. Es por ello que son tajantes cuando afirman: “Es preciso adoptar las medidas necesarias para restituir a los Estados el ejercicio de las competencias exclusivas de las que inconstitucionalmente fueron despojados”. (Pág. 15). Las “competencias exclusivas (…) de las que fueron despojados”, son aquellas que garantizan la autonomía de los estados con respecto al gobierno central. Esto facilitaría a los autonomistas de ayer y de hoy, en momento de crisis política,  fragmentar a Venezuela y hacer con partes de ella otro país, tal como está previsto en el denominado “Plan Erizo”. Los estados con petróleo y los fronterizos, se cuentan en este Plan.

Los Consejos Comunales

Estas instancias de participación popular protagónica, está contemplado se mantengan pero con competencias no muy claras porque“(…) deben (…) ser deslastrados de todo sesgo ideológico-partidista así como de toda confusión que los configure como instancias híbridas que terminen asumiendo funciones públicas que le son ajenas” (pág. 18). Está por conocerse cuáles son esas funciones públicas que le son ajenas. Conociendo que en los gobiernos liberales, mandan las élites, seguramente el pueblo quedará para levantar la mano ante sus propuestas. Desde esta perspectiva estaríamos regresando al sistema de la representatividad.

La tenencia de la tierra

Los avances alcanzados en materia de tierras, también serán severamente afectados porque “Se adelantará una evaluación de las ocupaciones o expropiaciones de tierras o industrias efectuadas por el actual gobierno, con miras a resolver estas situaciones con apego a la Constitución. Se revisará el otorgamiento de títulos precarios de pseudo-propiedad a agricultores o a los habitantes de zonas populares, para reconocer a los beneficiarios la propiedad plena (pura y simple). (Pág. 86). La idea es regresar al latifundio devolviéndoles las tierras a los grandes terratenientes y latifundistas. No lo dicen claramente; pero eso es lo que se espera de un gobierno de élites “(…) reconocer a los beneficiarios la propiedad plena”.

La Fuerza Armada Nacional

El ejército venezolano regresaría a ser una institución profesionalizada. En efecto, habría que “Reorganizar y reformular la institución castrense para que responda a amenazas multidimensionales, con componentes profesionales, altamente entrenados, dinámicos y con capacidades operativas para responder eficazmente” (pág. 19). El ejército volvería a ser lo que era antes: una institución profesionalizada para matar gente. Ya el ejército dejaría de participar en el desarrollo integral del país, como lo viene haciendo hasta ahora, y se dedicaría sólo a operaciones estricta y absolutamente militares bajo la doctrina y al servicio de los planes recolonizadores de la OTAN.

También plantea el Programa: “Eliminar la Milicia Bolivariana, como componente militar dependiente del Presidente de la República (…) e insiste en  “profesionalizar la tropa. Eliminar gradualmente al soldado no profesional”. (pág. 19). Desmontarían este complemento del ejército.

“Democratización de las comunicaciones”

Esta es una “democratización” muy particular. Probablemente orientada a beneficiar a las élites porque inicia con una revisión del marco legal que  soporta la política que en materia de comunicaciones ha llevado adelante el Estado venezolano: “Entre la legislación que debe revisarse está la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos; la Ley Orgánica de Telecomunicaciones; el Código Penal; la Ley de Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios. Debe procederse a la recomposición del Directorio de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos. (PÁG. 22). Pero aquí también aprovechan y  lanzan otro plomo contra el Estado Comunal: “Habrá que revisar también las cinco leyes que soportan jurídicamente el llamado Estado Comunal”. (PÁG. 22). Igualmente, señalan que: “Procederemos a anular los procedimientos administrativos abiertos contra medios y/o profesionales de la comunicación (…). Derogaremos el decreto de creación del Sistema Integrado de Comunicación e Información (…) Se restituirá a RCTV una concesión para la transmisión de su programación en señal abierta, realizando las gestiones conducentes a la devolución de sus equipos de radiodifusión. Decisiones similares se adoptarían en relación con emisoras de radio írritamente tomadas por el Estado”. (PÁG. 22). En este apartado resaltan tres cosas: 1) pareciera que no importa el tipo de delito o infracción cometida por los medios y profesionales de la información. Lo importante es que ellos decretan desde ya que anularan esos procedimientos. ¿Cómo queda la impunidad?. Que se sepa, los procedimientos seguidos a los medios han sido por violar decretos y leyes del Estado venezolano vigentes. Y los procedimientos seguidos a comunicadores han sido por delitos tipificados en el código civil como delitos comunes. No han sido por restricción a la de libertad de expresión; 2) desmontarían el Sistema Integrado de Comunicación e Información para que los medios privados monopolicen la comunicación e información y 3)RCTV y emisoras de radio volverían a seguir envenenando la mente de los venezolanos con sus programas, violentos, consumistas, idiotizantes y falseando la realidad para contrainformar al pueblo venezolano. Sería un regreso a la dictadura mediática antes existente. TELESUR y Radio del Sur también serían revisadas y “Devolver de inmediato a sus concesionarios el uso de las frecuencias y los bienes e infraestructuras que les fueran sustraídos. Se promoverá la independencia en la asignación de frecuencias” (PÁG. 22). Se trata de desmontar todo lo estructurado por el Estado venezolano en estos 12 años.

Buen Gobierno

Se plantean ”Analizar las leyes vigentes a la luz de su coherencia con el texto constitucional y entre ellas, para proponer las reformas necesarias a fin de facilitar la buena marcha de la administración y sus relaciones con la ciudadanía. Reformar de manera progresiva la administración central para ajustarla a la estrategia de gobierno de la nueva administración .(pág. 40).  Se trata de reformar todo para ajustar el andamiaje jurídico-político que rige el ejercicio de la administración pública al credo neoliberal, sobre todo de achicamiento del Estado. Esto prevé despidos masivos a todos los niveles de la administración pública y quizás una gran conflictividad social.

Hacia el Estado Federal Descentralizado


Tal como se ha venido señalando: ”Dentro del marco de la Constitución de 1999 vigente, el nuevo gobierno se compromete con la instauración del modelo de Estado Democrático, Federal y Descentralizado previsto . Ese debe ser el punto de partida para el rescate de la noción de Federalismo Cooperativo que fomente y vigorice los espacios de concertación entre los niveles de gobierno y con la sociedad organizada. En ese marco, se entiende la descentralización, más que como un fin en sí mismo, como un vehículo para una mayor democracia, para la eficacia del Estado, el impulso de la diversidad y la vida local y para la minimización de los vicios del centralismo”. (pág. 40). El Estado Democrático, Federal y Descentralizado no está contemplado en la Constitución de 1999 como “modelo de Estado”. La Carta Magna define el Estado actual, en su Artículo 2, como “(…)  un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. Estos dos modelos de Estado en esencia son contradictorios, aunque la descentralización desconcentrada y centralizada como política pueda complementar al Estado democrático y social de Derecho y de Justicia.

En este mismo orden de ideas, prosiguen en que hay que “Desarrollar y aprobar los decretos para devolver las competencias exclusivas a los estados, especialmente la administración de la vialidad, los puertos, aeropuertos y puentes”. Iniciar las negociaciones para la elaboración de una nueva Ley Orgánica de Descentralización, coherente con el modelo de Estado que se propone”. (pág. 40  -41). Esta nueva Ley Orgánica terminaría por establecer el piso legal que contribuiría a materializar el Estado Federal Descentralizado, es decir, el Estado liberal que ellos proponen. Estas “competencias exclusivas a los estados” se prestarían para toda clase de negocios en estas entidades y con el control de los puertos y aeropuertos se pudiera facilitar el negocio del narcotráfico.

 Participación comunitaria y desarrollo municipal

“(…) será necesario plantearse reformas a las leyes del Poder Popular, de Consejos Comunales y de Comunas.(pág. 42). La idea es desmontar estas instancias de participación popular y de ejercicio de la política porque para los neoliberales, la política está reservada para las élites ilustradas y no el pueblo. El pueblo aprueba levantando la mano lo que las élites proponen.

Pero seguidamente plantea el programa que  después de alcanzar en el siglo XXI un Estado altamente descentralizado, como contraparte, “el Gobierno Central se deberá racionalizar para disminuir su tamaño, habiéndose reducido la nómina de los servicios”.(pág. 43). Aquí está la clave para entender al neoliberalismo con respecto al papel del Estado. Para ellos el Estado debe minimizarse (Robert Nocit), no ser propietario porque la propiedad debe ser privada, garantizar la competitividad, reducir el gasto social y descansar en el pueblo porque el gasto no tiene retorno de capital, construir la infraestructura necesaria para que la actividad económica se lleve a feliz término y montar un sistema jurídico confiable, es decir, que beneficie al capital. Esta es la receta que se ha aplicado en Europa y otros continentes con las consecuencias que ya conocemos. La principal implicación de esta receta en Venezuela sería la eliminación de las Misiones Sociales y la privatización de los servicios como salud, vivienda, educación, entre otras. Sería un retroceso.

Política económica

Un aspecto de la política económica señalan que: “(…) También se considerará de manera prioritaria la capacitación técnica para el desarrollo de nuevas áreas económicas relacionadas con la tecnología, para lo cual se debe restructurar instituciones como el INCES”.(pág.55). Es claro: los planes del capital nacional e internacional requieren de restructurar las instituciones educativas y todos los niveles de la educación para que responda al nuevo modelo de Estado y de acumulación de capital. El INCES volvería a ser lo que fue en su origen en 1959 y su papel sería producir mano de obra barata para los empresarios. Esto sería volver a la vieja política de obrerizar la mano de obra de los venezolanos. El personal gerencial los producirían las universidades elitescas del país en las cuales los cupos estarían reservados a los hijos y familiares de los empresarios. Los pensum de estudios serían adaptados a estas nuevas necesidades del capital.

Asimismo plantean que “Venezuela solicitará su reingreso a la Comunidad Andina para fortalecer el mecanismo de integración y coordinar las acciones que permitan la negociación bloque a bloque con MERCOSUR.”(pág.55).  Se incorporarían a la Comunidad Andina, un bloque con una orientación económica predominantemente neoliberal por las políticas de los países que lo lideran y no mantenerse en MERCOSUR al cual ya Venezuela pertenece. La idea expresa es hacer causa común con sus pares neoliberales en el continente. De eso no queda dudas. Asimismo, suponemos que cuando señalan más adelante que: ”También se revisarán los acuerdos de cooperación y complementación económica firmados por la República, con base en la evaluación de las garantías de reciprocidad y beneficio mutuo e impacto sobre el crecimiento y el empleo en el país, en un momento crítico para la economía mundial”.(pág.55). Es romper los acuerdos que Venezuela ha establecido con países como China, Rusia, Irán, entre otros.

Proteger a los trabajadores y mejorar la seguridad social.

Asimismo, buscan desmontar el Estado Socialista cuando plantean que “El conjunto de leyes aprobado por ley Habilitante y por la Asamblea Nacional para conformar un Estado socialista debe ser revisado en profundidad, tanto en sus alcances como en sus consecuencias, para determinar en cuánto se distancia del mandato constitucional e inducir los cambios necesarios (...)(Pág. 57). Pero también privatizar la producción de bienes y servicios. Son categóricos cuando dicen: “No corresponde al Estado ser el único proveedor de bienes y servicios, ni fijar los precios (...)”(Pág. 57). El mercado sustituiría al Estado en la fijación de los precios. Contrario a lo que propugnan, el neoliberalismo no garantiza  la protección de los trabajadores ni mejora la seguridad social. En los hombros de los trabajadores manuales e intelectuales, asalariados todos, recaerá financiar los servicios sociales que antes subvencionaba el Estado. Sino que los digan los chilenos o los españoles.

Ya expuestos algunas bondades del Estado Federal y Descentralizado que proponen, se lanzan a desmontar el socialismo. Veamos:”(…) La creación de un Estado socialista en los términos establecidos en estas leyes es contraria al interés de los individuos y de la sociedad, a pesar de las ventajas temporales que pueda generar para algunos sectores. Entendiendo que ningún Estado puede darle entera satisfacción material ni cultural a la sociedad, le corresponde mantener un ambiente propicio para que la sociedad trabaje en su propia satisfacción y en la provisión de recursos para el Estado(…)”. (Pág. 58). Claro, no pueden decir lo contrario. El Socialismo es malo para el capital y bueno para los trabajadores porque rompe la contradicción entre la producción social y la apropiación privada del producto del trabajo humano. Y hace que la producción social sea apropiada por la sociedad, no por manos privadas. La apropiación privada del producto del trabajo humano es la madre de todas las desigualdades del capitalismo y ese problema es lo que no permite que en el seno del capitalismo se resuelvan las necesidades de los trabajadores y del pueblo.

Incentivar la participación privada

Un gobierno de transición no descarta la participación privada en la economía ni el emprendimiento de proyectos conjuntos con el Estado. Eso es una cosa y otra es pretender privatizar todo y regresar a manos privadas propiedades que fueron declaradas de interés público por el Estado. El espíritu de este Programa es privatizar la propiedad: bien por empresarios nacionales o internacionales. Por ello insisten:  “Es necesario lograr que el sector privado participe en la producción de  bienes y servicios, por medio de la contratación, la asociación y otros mecanismos que incorporen a los inversionistas privados, nacionales o extranjeros, velando en todo momento por el cumplimiento de las obligaciones laborales legalmente contraídas. Para ello debe determinarse en cada caso si fue reconocida o no la indemnización a los propietarios originales, si estos conservan interés en recuperar lo expropiado o si otros inversionistas podrían adquirir tales activos sin pérdidas significativas en su valor”.(Pág. 428). ¡Más claro no canta un gallo!.

Restructurar PDVSA como parte de la industria

Se plantean restructurar PDVSA sobre la base del siguiente diagnóstico: “La evaluación de la situación técnica y financiera de la estatal venezolana es particularmente difícil, debido a la insuficiencia y escasa confiabilidad de la información oficial. Por ello debe confiársele a un grupo de profesionales con experiencia y credibilidad, que tenga como primer objetivo adelantar difíciles negociaciones para garantizar la operatividad de la empresa y la cooperación de su personal con un nuevo gobierno” (pág.73). Si es cierto quela situación técnica y financiera de la estatal venezolana es particularmente difícil, debido a la insuficiencia y escasa confiabilidad de la información oficial”, ¿cómo se explica que PDVSA no sólo fue arrancada por parte del personal técnico actual, sino que ha operado con una alta producción durante 12 años?. Para ellos PDVSA no está operativa.

Ellos dudan de las cifras oficiales; pero entregaron el manejo de la información del negocio petrolero a INTESA, una empresa norteamericana creada en el año 1996, bajo la presidencia de Luis Giusti. En ese momento, PDVSA se asoció con SAIC (Science Aplications Internacional Corporation), corporación que entre sus múltiples actividades está el manejo de información, desarrollo de armas y sistemas de destrucción masiva, entre otros menesteres. De esta manera, “(…) aunque la participación accionaria fue de 40% PDVSA y 60% SAIC, el aporte de capital lo realizó PDVSA. Así pues, quedaba instalada una empresa de nombre INTESA (Informática, Negocios y Tecnología, S.A.), cuyo presidente era Roger Brown, quien a la vez era director de la Global Oil & Gas Initiatives, un departamento de SAIC”.(www.soberania.info). Pero esta información levantó muchos comentarios en medios nacionales e internacionales: “Durante los primeros días de enero del 2003, el semanario Brecha de Montevideo publica en su primera edición del año un artículo en el que vinculan a varios ex directores de la CIA con PDVSA, a través de su socia SAIC, cuya alta dirección, desde su creación estuvo integrada por varios miembros de la CIA, Departamento de Estado, Departamento de Defensa y Fuerzas Especiales norteamericanas. Pero tal vinculación no es un descubrimiento muy reciente, ya para el 11 de agosto del año pasado [2002]El Universal publicaba algo al respecto, “...detrás de esa decisión se hallan una serie de denuncias sobre supuesto espionaje que SAIC estaría haciendo en Venezuela, debido a sus contactos con la CIA en Estados Unidos. No obstante, cuando se consulta a representantes de Pdvsa rechazan los argumentos del espionaje...” (www.soberania.info). ¿Cuál es la confiabilidad que estos truanes le reclaman al Estado venezolano?. Después de conocer  los vínculos de INTESA con supuestos ex - agentes de la CIA, no es difícil pensar que cuando dicen que la información  debe confiársele a un grupo de profesionales con experiencia y credibilidad”, es porque probablemente estén preparando las condiciones para entregar nuevamente esta parte tan sensible del negocio petrolero a la policía política de los Estados Unidos.  Con estos antecedentes, ¿en quién en verdad no se debe confiar?.

Pero las cosas van más lejos de lo que se suponía “PDVSA debe ser orientada hacia el desarrollo de capacidades tecnológicas, administrativas y comerciales. Ello requiere (…): Separar el cargo político del Ministro con competencias en hidrocarburos de la Presidencia de PDVSA y ampliar la composición de su Asamblea de Accionistas para garantizar a la empresa autonomía gerencial, financiera y operacional, Transferir a los Ministerios competentes los programas sociales actualmente a cargo de PDVSA y hacer de las filiales no petroleras empresas independientes de la estatal. Cumplir con los compromisos laborales legalmente adquiridos por la empresa hasta la fecha, incluyendo los derechos violados de los trabajadores despedidos entre 2002 y 2003. .(pág. 74). Con esto se busca: independizar a PDVSA del Estado con una supuesta autonomía gerencial. Esta medida está orientada a que el Estado no dirija parte de los ingresos por venta de petróleo a la inversión social. Esto es regresar a la vieja PDVSA; también se busca quitar el financiamiento que PDVSA otorga, en tanto empresa de todos los venezolanos, a las Misiones sociales. Esto pudiera generar una situación de conflictividad social  de magnitudes impredecibles. A esto se refiere el Presidente cuando señala que la aplicación de este programa en Venezuela, pudiera conducir a una guerra civil. Ya existe la experiencia del 27 y 28 de febrero de 1989 con el “paquete” de Carlos A. Pérez. Igualmente, se busca fragmentar en empresas independientes, el actual sistema de empresas que conforman a PDVSA y lograr  un mejor reparto del negocio y el capital queda conforme con su “pedazo de torta”. También contemplan el reintegro de los meritócratas que abandonaron sus puestos de trabajo en el 2002 y 2003. Esto lo ratifican cuando solapadamente plantean que hay que “Identificar cuáles son las áreas críticas que actualmente o en el futuro requerirán de personal especializado y crear incentivos para atraer a Venezuela un talento humano potencialmente escaso, teniendo en cuenta a los venezolanos que fueron retirados de la empresa desde 2002 y que actualmente trabajan en empresas petroleras de otros países, así como a algunos jubilados”.(pág. 74). Este personal no fue retirado. Ellos abandonaron sus puestos de trabajo y el Estado le formalizó su salida definitiva.

Asimismo, se busca incrementar la participación privada en la explotación del negocio petrolero; para lo cual es necesario flexibilizar el marco legal vigente. En ese sentido sostienen que: ”Venezuela podría perder la oportunidad de lograr una buena parte de las inversiones por hacerse en el planeta si el Estado no flexibiliza el marco legal vigente y amplía las disposiciones contenidas en la Ley de Hidrocarburos de 2001 y la Ley de Hidrocarburos Gaseosos de 1999 a favor de la competencia y la participación privada en la industria.”(pág. 75). Lo que se quiere en definitiva es volver a la vieja Apertura Petrolera con lo que se garantizaba que el capital privado se apropiara de la industria. Y para ello se requiere de “(…) la reforma de los artículos del decreto 5.200 que fijan en 60% la participación accionaria de PDVSA en empresas mixtas; el diseño de un nuevo impuesto a las ganancias súbitas progresivo y no discrecional en lugar del establecido en la Ley de Contribuciones Especiales de 2011 y la derogación de las leyes de expropiación de los bienes y servicios de actividades conexas y las que pudiesen colocar la industria de hidrocarburos al servicio del socialismo. (pág. 75). También se eliminarían las expropiaciones y evitar poner la industria a la construcción del socialismo.

En contraste, el Estado, tal como se ha venido señalando “(…) debe cumplir sus responsabilidades en el negocio medular, en la construcción de infraestructura y en el manejo de la Tesorería, reconociendo las necesidades de capital y financiamiento de los socios y el impacto de sus propias decisiones en la economía de los proyectos”. (pág. 75). Estas son parte de las funciones que el credo neoliberal le otorga al Estado poniéndolo en una situación de subalterno y al servicio del capital.

Pero además incrementarían gradualmente los precios de los hidrocarburos. “Se debe determinar una regla de incremento gradual en los precios de los hidrocarburos consumidos en el mercado interno, de modo que PDVSA y todas las empresas en la industria cubran sus costos de producción y la medida sea políticamente viable, haciendo evidente su conveniencia para la población. Todo esto con el propósito de aumentar la productividad, competitividad y capacidad del sector petrolero (público y privado), ni incrementarse el valor para la Nación”.(pág. 76). Esta medida hace suponer que también la gasolina se aumentaría. ¿El aumento de la gasolina que llevó a un aumento del costo del pasaje, no fue el detonante del 27 de febrero del ’89?.¿Es que esta gente no aprende de sus propias torpezas?; ¿ o es que necesitan de un detonante social para justificar una intervención militar foránea?. Esta posibilidad también está contemplada en el Plan multilateral que vienen aplicando en Venezuela.

En este mismo orden de ideas, le quitan el control al Estado de los yacimientos y su función reguladora y lo otorgan a un ente autónomo “(…) la función reguladora del Estado y la protección de los yacimientos corresponderían a un nuevo ente, dotado de personalidad jurídica, patrimonio propio e independiente del Fisco Nacional, con autonomía técnica, financiera, organizativa, normativa y administrativa”.(pág. 76). Este sería otro paso trascendente para desmarcarse del Estado y hacer negocios redondos con nuestras riquezas petroleras, con las empresas  transnacionales.

Ese nuevo ente cumpliría casi todas las funciones del Estado. Por eso plantean que “Conviene considerar las consecuencias de confiar al ente las funciones de evaluar técnicamente las reservas naturales de petróleo y gas; otorgar licencias y permisos para realizar todas las actividades (exploración, explotación, refinación, procesamiento, transporte, comercialización, importación y exportación); inspeccionar, auditar y fiscalizar empresas; imponer las penalidades administrativas y monetarias reglamentarias; establecer las metodologías para fijar los precios de los hidrocarburos en el mercado interno; organizar, mantener y publicar bancos de datos relacionados con la industria de los hidrocarburos; organizar un sistema nacional de investigación y desarrollo en hidrocarburos y cooperar con otros entes regulatorios en el sector energético en asuntos de interés común”.(pág. 76). Sería un Estado dentro del Estado.

Política energética.

Su prioridad es el sector privado; por ello plantean que “La primera acción debe ser la emisión de un nítido y coherente mensaje dirigido al sector privado productor y a los consumidores para restablecer la confianza. El gobierno de Unidad Nacional deberá realizar reformas legales y aplicar políticas destinadas a garantizar los derechos de propiedad y las libertades económicas consagradas en la Constitución. Procederá a revisar y corregir las medidas ilegales y los abusos administrativos que determinaron la adquisición ilícita de empresas, tierras y otros bienes en la última década”. (pág. 80). Con estos enunciados queda lo suficientemente claro que se trata de un programa de alta factura neoliberal. Por ello es necesario “Resaltar la condición de la propiedad privada como derecho humano insustituible y como clave del progreso”. (pág. 84). He aquí plasmado otro principio neoliberal. Concebir la propiedad como derecho humano insustituible y como clave del progreso”, es lo que los lleva a desmontar la Ley Habilitante aprobada por el Presidente y a abrirse en contra de todas las leyes contenidas en ésta, que benefician al pueblo. Por eso hay que: “Accionar legalmente en contra de los artículos inconstitucionales que presenta cada uno de los instrumentos normativos que menoscaban el derecho a la propiedad, o que impiden su cabal ejercicio, especialmente: Ley de Tierras y Desarrollo Agrario; Ley de Tierras Urbanas; Ley de Emergencia para Terrenos y Vivienda; Ley para la Defensa de las Personas en el Acceso de Bienes y Servicios; Ley de Ilícitos Cambiarios; Ley de Propiedad Familiar y Multifamiliar; Ley de Arrendamientos y Ley de Costos y Precios Justos”. (pág. 86). Todas estas leyes han sido defendidas por el pueblo venezolano en distintas jornadas de luchas.

Finalizan esta parte con otra “perla”: “Desarrollar marco normativo para que el diseño de las políticas públicas conlleven hacia la democratización de la propiedad estatal”.(pág. 87). Esto quiere decir que los bienes del Estado sean privatizados como en los viejos tiempos que había que pagar para entrar a algunos clubes y bañarse en algunas playas.

Política de turismo

Aquí también le asignan una función al Estado. “El Gobierno de Unidad Nacional realizará acciones para estimular el crecimiento de la actividad turística en general, tales como atracción de inversiones en infraestructura turística y en aquellas que tienen por objetivo dar a conocer a Venezuela como un multidestino de calidad internacional y estimular la demanda. El Estado debe evitar ser el proveedor directo y dedicarse a generar condiciones atractivas”. (pág. 90). Claro, esas funciones serán cumplidas por las empresas privadas. Es decir, el Estado embellece para que  los empresarios ganen. Y por eso sostienen que “Se promoverá la inversión privada, el desarrollo de la calidad de atención y la recuperación de imagen con proyección internacional. El gobierno en un rol promotor, asesor, supervisor, pero cada vez menos prestador de servicios hoteleros y turísticos. MUD. .(pág. 90). Insisten: ”El Estado deberá asumir la función de contribuir proactivamente a mejorar la competitividad del sector turístico frente a la competitividad de otros países que ya ofrecen calidad de servicios a toda prueba, infraestructura y servicios turísticos adecuados a las exigencias del turista internacional, así como unas condiciones de servicios públicos y seguridad jurídica que son básicos para lograr incentivar la inversión mixta”. .(pág. 91). El Estado construye la infraestructura y los servicios públicos para que los empresarios multipliquen su capital.

Educación

En esta materia señalan que “La finalidad del programa educativo de la Unidad es educar para la democracia y la formación ciudadana, producir justicia social y educativa, lograr calidad con equidad en todo el sistema educativo, erradicando el clientelismo en educación e imponiendo la transparencia y la eficiencia en el manejo del presupuesto y de la información”.(pág. 112). Educar para la democracia en el léxico neoliberal es una formación orientada con las tesis liberales las cuales, a su vez, reproducen los valores individualistas, egoístas, utilitaristas, facilistas, darwinismo social y los principios de vida del capitalismo; es regresar al reino de las élites ilustradas y la economía del mercado; es volver al modelo político de democracia representativa donde el pueblo existe en situación de subalternizados con respecto a esos grupos elitescos. Es formar un ciudadano bajo los perfiles europeos y no sobre la latinidad y, particularmente, la venezolanidad que exhibimos como pueblo históricamente construido.

Propuestas para la Educación no Formal

Asimismo, aspiran Relanzar programa “Cada empresa una escuela”, vinculando las necesidades formativas de los trabajadores, los programas de capacitación del INCES y la educación media profesional, para formar personal técnico especializado en el área de trabajo”.(pág. 115). Es volver a 1959 cuando nació el INCE con la orientación de formar mano de obra barata para resolver las necesidades de los empresarios en el marco del Modelo económico de Sustitución de Importaciones. Esto rompería con la formación integral de los participantes INCES actualmente que está dirigida   formar técnica, política y humanistamente.

Salud

Del mismo modo plantean que “Se evaluará la actividad desempeñada en los establecimientos de atención médica por los egresados de la primera y segunda cohorte del programa de Medicina Integral Comunitaria”(pág. 119 ). Por la predisposición que existe con respecto a los egresados en la medicina integral comunitaria, se trata de eliminar este concepto en la medicina para volver a la medicalización de la vida guiada por la filosofía positivista.

Política exterior

En esta materia “Ratificaremos nuestra confianza en la OEA como instrumento de diálogo y cooperación de las Américas. Apoyaremos la creación de una Comisión Interamericana de Protección a la Democracia, que reciba relatorías e informes sobre el estado de la democracia en cada uno de los Estados miembros, y respaldaremos la participación de las organizaciones de la sociedad civil reconocidas por la OEA en las reuniones de dicha organización”. (pág. 157). Es volver al viejo modelo entreguista, dócil y servil a los intereses de las grandes potencias, que se ejercitó en la IV República; modelo con el cual Venezuela perdió buena parte de su territorio en los litigios con otros países. Igualmente, ratifican su confianza en un organismo tan desprestigiado como la Organización de Estados Americanos (OEA), que quedó para condenar a los gobiernos y Estados del continente en los que sus pueblos  han escogido caminos distintos a la democracia representativa; y defender casi incondicionalmente los intereses de los Estados Unidos en la región.  No es casual que “Con los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, se normalizarán las relaciones sobre la base del respeto mutuo y el reconocimiento de la igualdad y la soberanía”. (pág. 158). Esto es pura fraseología hueca porque estas relaciones siempre han sido asimétricas a favor de los Estados unidos.

Finaliza este documento con algunas exhortaciones a los venezolanos y venezolanas y ratificando, con otras palabras, cosas ya expuestas: “La refundación del Estado democrático y social de derecho y de justicia. Nuestra democracia ha sido confiscada, y el Estado de Derecho ha desaparecido de tal manera que se viola en masa el derecho fundamental por excelencia: el derecho a la vida. Vamos a llenar de vida y de derecho nuestra democracia. En el lanzamiento vigoroso de la descentralización, promoveremos y respetaremos la separación de poderes, daremos a las formas de participación y de organización popular su verdadera autonomía y las articularemos con las gobernaciones y alcaldías, sin distinguir el signo político de quien haya sido elegido por el pueblo para ejercerlas.(pág. 163).

A manera de conclusión se puede señalar que: este programa está guiado por el pensamiento liberal; intenta cambiar el Estado social de Derecho y de Justicia contemplado en la Constitución de 1999, por un Estado Federal Descentralizado que fragmenta la nación; privilegia la propiedad privada por sobre la propiedad  social y otras formas de propiedad; impone el gobierno de las élites por sobre el poder popular; convierte al ejército en su brazo armado al servicio del capital donde quiera éste lo necesite; elimina la gratuidad de algunos servicios públicos como la educación y la salud privatizándolos; entrega las riquezas del país a la burguesía internacional y empobrece al pueblo. Síntesis: es un nuevo “paquete” neoliberal al estilo de España, Francia y Grecia con todas las calamidades sociales que han generado.  

 

martes, 4 de septiembre de 2012

CHAVEZ, RADONSKI: DOS PROYECTOS CONTRAPUESTOS


Por

Ángel Custodio Velásquez

 

En Venezuela se vive una coyuntura particular como parte de un proceso global en el que  las élites de poder que dirigen el gobierno planetario, convirtieron la ONU en  un Estado supranacional y demás instituciones transnacionales: FMI, UNESCO, OTAN, BID, BM;  y las transnacionales de la información, como instrumentos políticos  a su servicio,   para someter a la población mundial e imponer la concepción liberal de vida y su modelo político de Democracia Representativa. En efecto, Para ampliar y consolidar su poder y a los fines  de superar la crisis estructural y civilizatoria que vive el sistema capitalista mundial creado por ellos, buscan apropiarse de los territorios del mundo con grandes reservas de petróleo,  de agua y las zonas verdes productoras de oxígeno. Para ello, ejecutan  una guerra no convencional denominada Guerra de IV Generación con la que vienen recolonizando a países del medio Oriente y amenazan con extenderse a América latina.

Conjugado con lo anterior,  la Revolución Bolivariana se ha convertido en una referencia política alternativa de los pueblos de la región; pero también de otros pueblos del mundo ante el fracasado neoliberalismo en América y Europa. Eso ha hecho más agresivas a las élites de poder que dirigen el mundo y han desarrollado un plan de múltiples facetas y de aplicación permanente y simultánea, dirigido a acabar con la Revolución Bolivariana. Dicho plan contempla, entre otras cosas, el desprestigio y aislamiento de Venezuela en el plano internacional, el desgaste y la desestabilización del gobierno;  la utilización del parlamentarismo; el uso masivo y abusivo de los medios para manipular la conciencia y Psique de la población convirtiendo verdades en mentiras y construyendo realidades virtuales para su beneficio; acciones militares de corto alcance algunas encubiertas con móviles delincuenciales,  y el magnicidio del Presidente Hugo Chávez Frías. Como es notable, la conjugación de todos estos elementos configura en Venezuela una dinámica política muy compleja en la que  se combinan velozmente y en un mismo tiempo, múltiples acciones que afectan negativamente al país.

El cuadro descrito, se ha intensificado en la coyuntura electoral más cuando el candidato de la ultraderecha internacional se encuentra en desventaja sustancial con respecto al candidato de la patria, lo que  hace prever que antes, durante y después de las elecciones del 7 de octubre, las élites de poder nacionales e internacionales, emprendan acciones que configuren escenarios peligrosos y de alta complejidad a los cuales haya que darle respuestas rápidas,  oportunas y de contundencia para garantizar el triunfo del pueblo. En algunos estados fronterizos, esto pudiera tomar connotaciones peculiares  por la presencia  en ellos del narcotráfico  y el paramilitarismo.   

Por lo antes dicho, las del 7 de octubre, son unas elecciones muy especiales porque confronta dos proyectos políticos  contrapuestos por los intereses que representa cada uno: el representado por Hugo Chávez, que implica la continuidad de la Revolución Bolivariana,  garantiza consolidar los logros alcanzados por nuestro pueblo a lo largo de estos 12 años como las misiones, la soberanía nacional, la soberanía petrolera y el poder popular; los logros en salud, vivienda, educación, cultura, deporte, recreación e infraestructura. Proyecto que significa alcanzar la irreversibilidad del camino al socialismo y el punto del “no retorno”, como lo plantea el Programa de Gobierno 2013-2019 de nuestro candidato. Y el proyecto político del candidato de la burguesía internacional, Enríquez Capriles Radonski, que representa el programa neoliberal recién aplicado en España, Francia y Grecia con toda la secuela de hambre y miseria a que fueron sometidos los pueblos de esos países considerados del primer mundo; es el mismo “paquete” impuesto por Carlos A. Pérez a los venezolanos en  1989 y que condujeron a los hechos  del 27 y 28 de febrero de ese mismo año. El programa de Radonski, aunque lo disimule, desmembraría el proyecto nacional de Estado-nación con su fulana descentralización garantizando que los alcaldes y gobernadores negocien las riquezas de los estados con las transnacionales para su beneficio personal y/o grupal y los territorios locales sirvan de asiento de proyectos invasores de los países imperialistas. Venezuela se transformaría en una sumatoria de parcelas propiedad de las élites políticas y económicas. Se perdería el sentido de arraigo, pertenencia e identidad. Volveríamos al caudillismo local del siglo XIX: ¿será ese su progresismo?. Reduciría la inversión social porque para los neoliberales ésta representa un gasto social que no tiene retorno en términos de reproducción de capital: eliminaría las misiones sociales, las inversiones en salud, deporte, cultura, recreación  y educación. Se perdería la gratuidad de esos servicios porque todos  serían privatizados al mejor estilo de Chile y Colombia; aplicaría despidos masivos en la administración pública para hacer realidad la  tesis liberal del Estado Mínimo (Robert Nocik) y gobernaría con técnicos meritócratas para quienes quedaría reservado el conocimiento, las universidades y los centros de investigación. El pueblo quedaría solo para formarse en oficios de  mano de obra barata como en los tiempos del INCE del período 1959-1998; eliminaría la seguridad social, alargaría el tiempo para las jubilaciones; entregaría nuestro petróleo a las transnacionales como en los años 80 y 90 del siglo pasado: ¿ese es su progresismo?; privatizaría PDVSA y volvería Gente del Petróleo a dirigir la industria con el estafador Giusti a la cabeza; nuestro ejército volvería a ser la institución especializada y mata gente de la IV República, dejaría de participar en el desarrollo del país y se subordinaría a los planes recolonizadores de Estados Unidos y la OTAN; los medios de comunicación con sus mensajes alienantes profundizarían la cultura  consumista y hedonista de nuestro pueblo para atrofiarle el cerebro a nuestros hijos; como país   nos subordinaría nuevamente a los Estados Unidos y a los grandes centros de poder de Occidente; y las élites meritocráticas gobernarían a nombre de todos mientras que el pueblo volvería a ser el invitado de palo de la IV República. El programa de Radonski forma parte del proyecto recolonizador que adelanta el Club Bilderberg para dominar  el mundo, seguir utilizando la naturaleza como recurso que ha llevado a la destrucción acelerada del planeta tierra poniendo en peligro la existencia de la vida humana. Radonski es el Rajoy de Nuestramérica.

El cuadro descrito plantea a los revolucionarios y revolucionarias de este país elevar el  compromiso  con la Revolución; obrar para garantizar el triunfo electoral del 7 de octubre del presidente Hugo Chávez Frías como garantía de darle continuidad al proyecto socialista; no son tiempos para abstenerse. La abstención en estas elecciones beneficia a la ultraderecha internacional y nacional. Se trata de sumar conciencias, voluntades y votos. Los revolucionarios debemos mantenernos activados las 24 horas del día,  si es necesario,  contribuyendo al debate con el pueblo sobre los contenidos de los dos proyectos en juego; contribuir en su organización,  traslado a los centros de votación y en la  logística para que ejerzan su derecho al voto. Asimismo, hay que preparar la defensa del voto en las mesas de votación y la defensa del triunfo de Chávez en las calles con el pueblo movilizado. Igualmente, hay que entender que la contienda electoral es un momento particular de un proceso general. Por ello debemos hacer los preparativos para profundizar la Revolución Bolivariana y avanzar hacia los objetivos estratégicos que contempla el Plan de Desarrollo 2013-2019 que apuntan a  la construcción del socialismo. Los próximos 6 años del gobierno de Chávez serán muy duros por la ofensiva que arreciará la burguesía internacional y nacional, que impone a los revolucionarios y revolucionarias mayor compromiso con su pueblo, estudiar en profundidad para comprender este proceso complejo y  accionar con creatividad, diligencia e ingenio. No debemos olvidar que el protagonista es el pueblo y a ello nos debemos. Seguro que el triunfo será nuestro; pero habremos ganado cuando la voluntad del pueblo se exprese en las urnas y el poder de sus fuerzas se imponga en las calles.

domingo, 22 de abril de 2012

EPISTEMOLOGÍA DEL DESARROLLO, AMÉRICA LATINA Y LAS TEORIAS DE LA CEPAL, 1970-2010

Por:
Ángel Custodio Velásquez


 
RESUMEN

La crisis del Feudalismo, a finales del siglo XV, facilitó la configuración del sistema-mundo capitalista apuntalado por los avances del comercio, el enciclopedismo, los descubrimientos en la mecánica, hidráulica y la física, el debilitamiento del Estado Absolutista y el auge del liberalismo económico. En este marco, se fue configurando la razón moderna que concibe la historia como un proceso de avance de la sociedad de estadios inferiores a superiores, de allí se derivó la idea de progreso en el que la humanidad alcanzaría el bienestar y la felicidad a partir de la aplicación de la ciencia, la técnica y utilizando la naturaleza como recurso con lo cual se alcanzaría la industrialización. Con la expansión del sistema-mundo capitalista por Europa y otros continentes, esta cosmovisión fue trasladada e impuesta a Nuestra América a través de los procesos de colonización y sometimiento de la población nativa, extensiva al ser, el saber y el poder y duró más de 300 años en el cual el continente se insertó en este sistema –mundo en el modelo primario exportador a mediados del siglo XIX; en el modelo de industrialización sustitutiva después de la segunda guerra mundial guiado por la CEPAL para desarrollar América Latina, que arrojó resultados contrarios a los propuestos.

 
PALABRAS CLAVES: Modernidad, sistema-mundo, desarrollo, América Latina, CEPAL

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se inscribe en el área de Multipolaridad e Integración de Nuestra América, en el sub-área: ALBA, Comunidad Suramericana de Naciones y ubicado estratégicamente en la Nueva Geopolítica Internacional del Plan Nacional “Simón Bolívar”, y forma parte de una investigación más amplia que lleva por título: Crisis de los enfoques del desarrollo en nuestra américa, con énfasis en Bolivia, Ecuador y Venezuela. 1990 – 2010, que adelanta el autor en el marco del Doctorado: Ciencias para el Desarrollo Estratégico que ejecuta la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).
A finales del siglo XV y principios del XVI, a consecuencia de la crisis del Modo de producción feudal, se empezó a configurar en Europa el sistema-mundo capitalista, sustentado en una concepción lineal de la historia según la cual las sociedades marchan de estadios inferiores a superiores que dio lugar a la idea de progreso en el que los seres humanos alcanzarían el bienestar general de la sociedad a través de la aplicación de los conocimientos alcanzados por la Ciencia, como máxima expresión de la razón moderna, el hombre moral y la industrialización de las sociedades para alcanzar el desarrollo. La nueva episteme en construcción, ayudada por los avances técnicos y el liberalismo económico, se extendió por Europa. Pero también se expandió al resto de los continentes a través de los procesos de invasión y colonización de los territorios. Esta colonización fue extensiva al ser, el poder y el saber. Con esa impronta, América Latina se articuló al mercado mundial a mediados del siglo XIX en el marco de una División internacional del trabajo en la cual el continente enviaba a los países centros materia prima y recibía, a cambio, productos elaborados.
Este modelo de acumulación de capital, conocido como primario exportador, se va a extender en el continente hasta finales de la primera década del siglo XX.
Después de la II guerra mundial, que las potencias emergentes se distribuyeron el mundo, América se reinserta en el nuevo cuadro geopolítico en el modelo de sustitución de importaciones. En este nuevo orden mundial bipolar que marcó el inicio de la “guerra fría”, el desarrollo latinoamericano fue dirigido por la CEPAL, institución nacida en el seno de la ONU, con los mismos paradigmas construidos en Europa bajo la lógica del pensamiento moderno, que alejaron al continente del bienestar social prometido por el desarrollo y se exacerbaron serios problemas económicos, políticos y sociales aún presentes.
Este trabajo, en aras de aportar a las reflexiones que se vienen haciendo en el continente sobre el desarrollo, analiza el surgimiento de la llamada modernidad, el modernismo y la modernización que se configura en Europa a partir del inicios del siglo XVI, la expansión del sistema-mundo por los demás continentes a partir de los procesos de colonización de los territorios, la inserción de América a dicho sistema-mundo en expansión con su carga desarrollista y se hace una revisión panorámica de las teorías que se conformaron al interior de la CEPAL como institución rectora del desarrollo en este continente.
Esta reflexión es casi obligada para los colectivos políticos e intelectuales latinoamericanos en esta coyuntura histórica, a propósito del proceso de cambios en que vive el continente en los que los pueblos buscan sacudirse del yugo del capital y exploran nuevas formas de vida humanizadoras que logren una armonía plena con la naturaleza y promueva nuevas formas de relacionamiento que reconozca las diferencias, lo diverso y la pluriculturalidad de nuestros pueblos. O encontramos y construimos nuevos modelos societales en los cuales sea posible construir vida, o corremos el riesgo de sucumbir ante la avalancha desarrollista. He allí el reto.
1. La modernidad se incubó en el corazón del régimen feudal
Los seres humanos en todas las épocas de la historia, han cumplido con dos grandes tareas inevitables para sobrevivir: han producido sus bienes materiales de subsistencia de donde han derivado diversas formas de intercambio y relaciones sociales; y han garantizado la procreación para darle continuidad a la especie humana; pero en torno a estas dos grandes tareas, han construido sociedades diversas y edificado múltiples formas de concebir el mundo, de relacionarse con la naturaleza y entre ellos mismos; de producir sus bienes materiales y espirituales de vida; de organizarse para tomar decisiones; creencias, mitos y costumbres y una variedad de expresiones subjetivas y materiales en un tiempo y un espacio determinado que, en conjunto, forman parte de una formación económico-social compleja, articulada en un todo abierto en movimiento y transformación permanente.

Debido e ese movimiento societal, en Europa, a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, se produjo un cambió de época: el auge del comercio debilitó significativamente las relaciones sociales de servidumbre sustentadas en la propiedad de la tierra: el capital invertido en actividades comerciales, formó parte importante del modelo de acumulación originaria de capital. La expansión del comercio impulsó la creación de espacios políticos y económicos que trascendieron los feudos y apuntaron a la formación de lo que serían después las naciones burguesas; el trabajo servil se hizo improductivo y el hambre invadió las regiones rurales de Europa; el crecimiento de las ciudades debilitó la posición privilegiada que tenía el campo.
Asimismo, con los descubrimientos en la hidráulica, la mecánica y la Física aunados al pensamiento enciclopedista, la ciencia logró desplazamientos importantes del pensamiento teológico del Modo de Producción Feudal, la manufactura arruinó los talleres artesanales, la acumulación de dinero en manos de mercaderes y banqueros entró en contradicción con el fraccionamiento feudal. Este complejo proceso llevó a que desde mediados del siglo XV, se advierten claramente en la vida del europeo, una etapa diferenciada y clave para el inicio de otro período histórico que algunos autores definieron como la modernidad.
2. La modernidad: significado y expansión.
Sobre la modernidad, no existe un criterio único sobre su inicio y su culminación; sin embargo muchos autores coinciden en señalar que los albores de la modernidad tienen sus raíces en el siglo XVI y que se extienden hacia el siglo XX. En ese sentido,” Hay una forma de experiencia vital –la experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los peligros de la vida- que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el mundo de hoy. Llamaré a este conjunto de experiencias la (Berman; 1988: 1). No obstante, ello está precedido por un primer momento que se denominaría premoderno en el cual se encuadraría “(...) tanto al modo de pensar mítico, al pensamiento griego y al mismo cristianismo, ya que su concepción del tiempo, al igual que su concepción del sujeto (o su falta de tal concepción), hacen que la solución a los problemas de aquí abajo sea buscada fuera del propio mundo. Las salidas propuestas irán enlazadas con las ideas de origen y de magia o divinidad” (Urdanibia, 1990: 51).
Rousseau es el primero en utilizar la palabra moderniste en el sentido que fue usada durante los siglos XVIII y XIX; y es, a su vez, la fuente de algunas de nuestras tradiciones modernas más vitales, desde la ensoñación nostálgica hasta la introspección psicoanalítica y la democracia participativa.
Berman divide lo que el llama “la historia de la modernidad” en tres grandes fases: en la primera fase, que comienza en el siglo XVI y se extiende hasta finales del siglo XVIII, las personas comienzan a tener las primeras experiencias de la vida moderna; apenas si saben con qué han tropezado, buscan un vocabulario adecuado para representar los nuevos fenómenos sociales que empiezan a surgir, tienen poca sensación de pertenecer a un público o comunidad moderna en la cual pudieran compartir sus esfuerzos y esperanzas.
La segunda fase comienza con la gran ola revolucionaria de la década de 1790, dando lugar a la Revolución Democrático burguesa con todas sus repercusiones. Surge un público moderno que comparte la sensación de estar viviendo una época revolucionaria que genera insurrecciones explosivas en todas las dimensiones de la vida personal, social y política. Pero al mismo tiempo el público moderno del siglo XIX pudo recordar lo que es vivir material y espiritualmente, en mundos que no son en absolutos modernos. “De esta dicotomía interna, de esta sensación de vivir simultáneamente en dos mundos, emergen y se despliegan las ideas de modernización y modernismo” (Berman; 1988:3).
En la tercera fase, en el siglo XX, el proceso de modernización se expande para abarcar prácticamente todo el mundo y la cultura del modernismo en el mundo con mayores avances tecnológicos se logran triunfos espectaculares en el arte y en el pensamiento. “Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos prometen aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias modernas atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en este sentido la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos a una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser modernos es formar parte de un universo en el que, como dijo Marx, ” (Berman; 1988: 1). En ese mismo orden de ideas, los procesos sociales que dan origen a esta vorágine en el siglo XX, manteniéndola en un constante devenir, han recibido el nombre de modernización, los cuales nutrieron, en la historia mundial, una variedad de ideas y visiones que pretenden hacer de los hombres y mujeres los sujetos y objetos de la modernización, darles el poder de cambiar el mundo que está cambiándoles, abrirse paso a través de la vorágine y hacerla suya.
Los pensadores del siglo XIX eran, al mismo tiempo, enemigos y entusiastas de la vida moderna en incansable lucha con sus contradicciones y ambigüedades. La fuente principal de su capacidad creativa radicaba en las tensiones internas y en su ironía hacia sí mismos. Sus sucesores en el siglo XX, se orientaron mucho hacia las polarizaciones rígidas y las totalizaciones burdas. (...)”La modernidad es aceptada con un entusiasmo ciego y acrítico, o condenada con un distanciamiento y un desprecio neo-olímpico; en ambos casos es concebida como un monolito cerrado, incapaz de ser configurado o cambiado por los hombres modernos. Las visiones abiertas de la vida moderna han sido suplantadas por visiones cerradas; el esto y aquello por el esto o aquello (...)” (Berman; 1988: 11). Esta aceptación o condena de la modernidad en sus diversos matices, por entender sus paradojas, se reflejó también en el pensamiento que en el seno de la vida moderna se fue construyendo. Por ello, (...)” El pensamiento moderno, desde Marx y Nietzsche, ha crecido y se ha desarrollado en muchos aspectos; no obstante nuestro pensamiento acerca de la modernidad parece haber llegado a un punto de estancamiento y regresión” (Berman;1988: 11)
Pero la modernidad en su forma más ambiciosa “(...) fue la afirmación de que el hombre es lo que hace y que, por lo tanto, debe existir una correspondencia cada vez más estrecha entre la producción – cada vez más eficaz por la ciencia, la tecnología o la administración -, la organización de la sociedad mediante la ley y la vida personal, animada por el interés, pero también por la voluntad de liberarse de todas las coacciones (...)” (Touraine; 1998: 9).
Lo señalado no podía ser alcanzado sino mediante el triunfo de la razón. Sólo ésta podía establecer una correspondencia entre una cultura científica, una sociedad ordenada e individuos libres. Es la razón la que anima a las ciencias y sus aplicaciones porque es también la que “(...) dispone la adaptación de la vida social a las necesidades individuales o colectivas; y es la razón, finalmente, la que remplaza la arbitrariedad y la violencia por el estado de derecho y por el mercado. La humanidad al obrar según las leyes de la razón, avanza a la vez hacia la abundancia, la libertad y la felicidad” (Touraine; 1998:9).
La modernidad no es tan sólo cambios; es también difusión de los productos creados a través de la actividad racional, científica, tecnológica y administrativa. Lo que implica una creciente diferenciación de los diferentes sectores de la vida social: la economía, la política, la cultura, la vida familiar, el arte, la religión y excluye la posibilidad que estos elementos estén organizado desde la perspectiva de su integración en una visión general. La modernidad excluye todo finalismo, implica secularización y desencanto y no excluye la idea del fin de la historia, como lo atestiguan pensadores como Comte, Hegel, Marx. Pero el fin de la historia, según esta visión, es más bien una suerte de “fin de una prehistoria” y comienzo de un desarrollo impulsado por el progreso técnico, la liberación de las necesidades y el triunfo del espíritu. En ese mismo orden “la idea de modernidad remplaza, en el centro de la sociedad, a Dios por la ciencia y, en el mejor de los casos, deja las creencias religiosas para el seno de la vida privada. No basta con que estén presentes las aplicaciones tecnológicas de la ciencia para poder hablar de sociedad moderna. Es necesario, además, que la actividad intelectual se encuentre protegida de las propagandas políticas o de las creencias religiosas; que la impersonalidad de las leyes proteja contra el nepotismo, el clientelismo y la corrupción; que las administraciones públicas y privadas no sean los instrumentos de un poder personal; que vida pública y vida privada estén separadas, como deben estarlo las formas privadas y el presupuesto del Estado o de las empresas” (Touraine; 1998: 17). La modernidad “(...) surgirá con la idea de sujeto autónomo, con la fuerza de la razón y con la idea de progreso histórico hacia un brillante final de la tierra (...)” (Urdinibia, 1990:51) y está casi absolutamente consustanciada con la racionalización.
Pero la particularidad del pensamiento occidental, en el momento de su mayor identificación con la modernidad, consistió en que ésta quiso pasar del esencial papel adjudicado a la racionalización, a la idea más amplia de una sociedad racional, en la que la razón no rige tan solo la actividad científica y tecnológica, sino también el gobierno de los humanos y la administración de las cosas; se trata de una sociedad fundada en el cálculo mediante el cual los seres humanos, en un proceso complejo y a través de sus creaciones, alcanzarían la felicidad. Pero la racionalización en tanto componente de la modernidad, se convierte en indispensable para alcanzar la modernización; la cual “(...) no es el producto de un déspota ilustrado, de una revolución popular o de la voluntad de un grupo dirigente, sino la obra de la razón misma y, por lo tanto, sobre todo de la ciencia, la tecnología y la educación, de suerte que las medidas sociales de modernización no deben tener otro fin que el de despejar el camino de la razón al suprimir las reglamentaciones, las defensas corporativistas o las barreras aduaneras, al crear la seguridad y la previsión de que tiene necesidad el empresario y al formar agentes de gestión y operadores competentes y concienzudos (...)” (Touraine; 1998: 18).
Empero, paradójicamente, las diferentes formas de modernizaciones en el mundo han sido llevadas adelante más por la acción de actores políticos, sociales y culturales reales, que por la racionalización misma, en cierta forma paralizada por la resistencia de las tradiciones y los intereses privados de grupos, sectores y clases sociales. Esta idea de sociedad moderna ni siquiera se corresponde con la experiencia de los países europeos en los que los movimientos religiosos y la gloria del Rey, la defensa de la familia y el espíritu de conquista, la especulación financiera y la crítica social desempeñaron un papel tan importante como los progresos técnicos y la difusión de los conocimientos; pero constituye un modelo de modernización, una ideología cuyos efectos teóricos y prácticos han sido considerables (Touraine; 1998). Por tanto, “La ideología occidental de la modernidad, que se puede llamar modernismo,, remplazó la idea de sujeto y la idea de Dios – a la que aquélla se hallaba unida-, de la misma manera en que fueron remplazadas las meditaciones sobre el alma por la disección de los cadáveres o el estudio de la sinapsis del cerebro. Ni la sociedad ni la historia ni la vida individual, sostienen los modernistas, están sometidos a la voluntad de un ser supremo a la que habría que obedecer o en la cual se podría influir mediante la magia. El individuo sólo está sometido a leyes naturales” (Touraine; 1998:21).
Esta concepción de la vida social corresponde a la filosofía de la ilustración que tuvo como uno de sus máximos exponentes a Jean-Jacques Rousseau, cuya obra, en gran medida, estuvo orientada a la búsqueda de la transparencia y la lucha contra los obstáculos que oscurecen el conocimiento y la comunicación. “(...) El espíritu de la ilustración quiere destruir no sólo el despotismo sino también los cuerpos intermedios, como lo hizo la Revolución Francesa [Revolución Democrático Burguesa]: la sociedad debía ser tan transparente como el pensamiento científico. Y esta es una idea que ha permanecido muy presente en la concepción francesa de república y en la convicción de que ésta debe ser, ante todo, portadora de ideas universalistas: la libertad, la igualdad y la fraternidad. Lo cual abre las puertas tanto al Liberalismo como a un poder que podría ser absoluto, porque podría ser racional y comunitario, poder que anuncia ya el Contrato social. Poder que tratarán de construir los jacobinos y que será el objeto de todos los revolucionarios, constructores de un poder absoluto porque es un poder científico y destinado a proteger la transparencia de la sociedad contra la arbitrariedad, la dependencia y el espíritu reaccionario” (Touraine; 1998: 20).
Los iluministas del siglo XVIII dejaron un espacio abierto a la vida social en tanto consideraban no bastaba con el imperio de la razón para remplazar la arbitrariedad de la moral religiosa por el conocimiento de las leyes de la naturaleza, ya que el sometimiento al orden natural de las cosas, procura placer y corresponde a las reglas del gusto. Había que liberarse de todo pensamiento dualista e imponer una visión naturalista del ser humano no entendida sólo desde el punto de vista materialista, en el sentido del origen del mundo y de las cosas, sino también el origen y fundación de las verdades. Aquí el concepto naturaleza y razón tienen como función principal ”unir el hombre y el mundo”, como lo hacía la idea de creación, casi siempre más opuesta que asociada a la naturaleza, solo que permite al pensamiento y a la acción humana, obrar sobre la naturaleza al conocer y respetar sus leyes, sin recurrir a la revelación ni las enseñanzas de la iglesia.
La referencia a la naturaleza tiene una función crítica y antirreligiosa. Se trata de darle al bien y al mal un fundamento que no sea ni religioso ni psicológico, sino solamente social. En ese sentido, la idea según la cual la sociedad es fuente de valores, de que el bien es útil a la sociedad y el mal es lo que perjudica su integración y su eficacia, es un elemento clásico de la ideología de la modernidad. En ésta, la fe de la comunidad, pasó a ser el interés de la colectividad y se tomó de la antigüedad griega el reconocimiento de la ciudadanía y el estado libre como bien supremo. En ese orden, “La formación de un nuevo pensamiento político y social es el complemento indispensable de la idea clásica de modernidad asociada a la de secularización. La sociedad remplaza a Dios como principio del juicio moral y llega a ser, mucho más que un objeto de estudio, un principio de explicación y de evaluación de la conducta humana” (Touraine; 1998: 23).
En ese orden, Maquiavelo, con su juicio a las acciones de las instituciones políticas sin recurrir a un juicio moral- religioso; y luego la idea común de Hobbes y Rousseau de que el orden social se crea por una decisión de los individuos que se someten al poder del Leviatán o a la voluntad general expresada en el contrato social, no sólo establecen el piso de la ciencia social y política sino también dan un rudo golpe a las ideas religiosas y ya los problemas sociales son explicados a partir del hombre y como producto de los hombres; el principio del bien y el mal no es representación de un orden establecido por Dios o por la naturaleza, es pura acción humana movida por la razón. Este nuevo pensamiento se amplía y sirve de fundamento en la lucha contra el Estado Absolutista, pero ”(...)La Revolución Francesa[Revolución Democrático Burguesa] lleva esta evolución al extremo cuando identifica la nación con la razón y el civismo con la virtud, y todas las revoluciones posteriores imponen a los ciudadanos deberes cada vez más apremiantes que culminarán con ‘el culto a la personalidad’ (…)” (Touraine; 1998: 24). En el contrato social aparecen los actores y sus funciones en la vida social, pero también se manifiesta un soberano que es la sociedad misma que constituye un cuerpo social regida por la razón, con su máxima expresión en la ciencia con todas sus divisiones, clasificaciones y objetos de estudios; a partir de la cual se le daría explicación a los problemas terrenales de los seres humanos, se producirían las grandes verdades, contribuiría a la producción de los bienes materiales, a través del uso de la tecnología, y el hombre ordenaría su intervención de una manera más eficaz sobre la naturaleza, transformándola y poniéndola a su servicio.
Sin embargo, lo que Berman llama modernidad, Inmanuel Wallerstein, le denomina sistema-mundo capitalista, que inicia su conformación a principios del siglo XVI. En este proceso, América se articulaba a la nueva estructura mundial de poder que se expandía por el mundo: ”(...) el capitalismo - un patrón de dominación-explotación-conflicto articulado en torno del eje capital-trabajo mercantizado, pero que integra todas las formas históricamente conocidas de trabajo - se constituyó con América, desde hace 500 años, como una estructura mundial de poder; se “desarrolló” desintegrando todas las configuraciones de poder previas, absorbiendo y redefiniendo aquellos elementos y fragmentos estructurales que le fueran útiles o necesarios, e imponiéndose exitosamente hasta la fecha sobre todos los posibles patrones alternativos.” (Quijano: 2000, 12).

3. La modernidad se hace extensiva a la economía y perfila el capitalismo Simultáneamente, la ideología modernista que corresponde a la forma históricamente particular de la modernización occidental, no triunfó solamente con el dominio de las ideas de la filosofía de la ilustración “(...). Esta ideología dominó también la esfera económica, en la que tomó la forma de capitalismo, que no puede reducirse ni a la economía de mercado ni a la racionalización. La economía de mercado corresponde a una definición negativa de la modernidad, significa la desaparición de todo control holista de la actividad económica, la independencia de ésta respecto de los objetivos propios del poder político o religioso y de los efectos de las tradiciones y de los privilegios. La racionalización, por su parte, es un elemento indispensable de la modernidad (...)” (Touraine; 1998: 31). El modelo dominante de la modernización occidental, redujo al mínimo la acción voluntaria orientada por valores culturales o por objetivos políticos y descarta así, por esta vía, la idea de desarrollo, que se alcanza, por el contrario y fundamentalmente, a partir de la interdependencia de las empresas económicas, los movimientos sociales y las intervenciones del poder político y sus instituciones.
Las sociedades en las que se desarrollaron las prácticas y el espíritu de la modernidad trataban de poner cierto orden más que poner en movimiento las cosas: organización del comercio y de las reglas de intercambio mercantil, creación de una administración pública y del estado de derecho, difusión del libro, crítica de las tradiciones, de las prohibiciones y de los privilegios. La concepción clásica de la modernidad es, ante todo, la construcción de una imagen racionalista del mundo que integra el hombre en la naturaleza, el microcosmo en el macrocosmo y rechaza toda forma dualista del cuerpo y del alma, del mundo humano y del mundo trascendente. O como la concibe Anthony Guiddens “(...)como esfuerzo global de producción y de control cuyas cuatro dimensiones principales son el industrialismo, el capitalismo, la industrialización de la guerra y la vigilancia de todos los aspectos de la vida social (...) la tendencia central del mundo moderno lo impulsa hacia una globalización creciente, que toma la forma de la división internacional del trabajo y de la formación de economías mundiales, pero también la forma de un orden militar mundial y del refuerzo de los Estados nacionales que centralizan los sistemas de control (...)” (Touraine,1998:35).
4. Articulación de Nuestra América al sistema-mundo capitalista Sin embargo, lo que Berman llamó modernidad, Inmanuel Wallerstein, le denominó sistema-mundo capitalista, que inicia su conformación a principios del siglo XVI. Pero este proceso en su desarrollo, si bien tiene sus principales asientos en Inglaterra, avanzó en Europa, sobre América, Asia y África a través de los procesos de invasiones. Las demás regiones de la tierra se articularon con ella como regiones dependientes de la conformación colonial, bajo la égida del pensamiento emanado de la revolución democrático-burguesa en Francia en 1789, (libertad, fraternidad y justicia), las ideas positivistas de orden y progreso, que a mediados del siglo XX, después de la segunda guerra mundial, asume la forma de desarrollo en el continente. América se articulaba a la nueva estructura mundial de poder que se expandía por el mundo: ”(...) el capitalismo - un patrón de dominación-explotación-conflicto articulado en torno del eje capital-trabajo mercantizado, pero que integra todas las formas históricamente conocidas de trabajo - se constituyó con América, desde hace 500 años, como una estructura mundial de poder; se “desarrolló” desintegrando todas las configuraciones de poder previas, absorbiendo y redefiniendo aquellos elementos y fragmentos estructurales que le fueran útiles o necesarios, e imponiéndose exitosamente hasta la fecha sobre todos los posibles patrones alternativos.” (Quijano: 2000, 12).
Esta concepción se materializó en América latina, después de la invasión europea, a través de los grupos militares que tuvieron una gran incidencia en el poder, después de constituidos los Estados liberales subordinados a Europa. “El concepto de ‘sociedad evolutiva’ que parte de la eliminación de lo ‘inferior’ en función de la conquista de lo superior, se convirtió en ‘idea-fuerza’ en América latina a partir de la influencia que alcanzaron en el poder, grupos organizados militarmente en torno al ideario positivista. El positivismo puede ser en ese sentido, considerado como un tipo de ideología endocolonialista que propugna la destrucción de las relaciones ‘no modernas’ de producción” (...) (Mires; 1993: 31). Esta visión permitiría que los seres humanos superaran sus condiciones de vida presente, a través del trabajo y el desarrollo de la ciencia y la técnica.
En efecto, la invasión de los europeos al continente a finales del siglo XV y principios del XVI, y posterior colonización, explotaron y expoliaron las riquezas de América; ejercieron el comercio de la trata negrera para resolver la crisis que vivía el Estado monárquico español para el momento, en nombre del progreso, la modernidad y el cristianismo.
La invasión, no solamente significó el sometimiento de nuestros pueblos en calidad de esclavizados, en donde también los seres humanos traídos de África como animales, fueron convertidos en mercancías sujetos a la relación compra-venta y, al igual que su prole, eran propiedad de su acreedor, sino también impusieron las lenguas europeas, con preminencia del español, en casi todo el continente, suplantando las lenguas nativas.
Igualmente, también hubo una colonización del poder en tanto que sustituyeron las formas de relacionamiento, entre ellos y entre ellos y la naturaleza, de nuestras comunidades nativas e impusieron los principios políticos, filosóficos y la estructura del Estado liberal burgués con su división de poderes reinante en el viejo continente, sobre todo en España.
De la misma manera, la colonización se extendió hasta las creencias, sustituyeron la condición politeísta por el Dios occidental; las formas ancestrales de curar por las formas convencionales reinantes en Europa; y suplantaron las formas de conocer de los nativos por los paradigmas europeos. Es decir, hubo una colonización epistemológica, como dijera Aníbal Quijano, que redujo a lo más mínimo la cultura de nuestros pueblos, suplantada por la de Europa, proceso que también formó parte de la Acumulación Originaria de Capital en nuestro continente, a comienzo de lo que se conoció como la apertura del capitalismo mundial en su fase mercantil.
En resumidas cuentas, se puede decir que el proyecto colonizador de las Américas, se caracterizó, en los primeros 150 años, entre otras cosas, por grandes éxitos económicos para España, la Corona y la minoría que participó directamente en el proceso de invasión y conquista, por la destrucción de buena parte de la población nativa, por el empeoramiento de las condiciones de vida de la población que logró sobrevivir al proceso invasor; y por la vinculación de significativas regiones a polos económicos dinámicos productor de excedente bajo la forma de metales preciosos el cual era transferido a España y tuvo como clase dominante a los hombres ligados directamente a este país, al aparato del Estado y el control que ejercían sobre el sistema de producción.
Este proceso se extendió en todo el continente y, particularmente, en Venezuela, durante la época colonial, la neocolonial y la recolonial a través del mecanismo de la dependencia que se fue acentuando con la incorporación del continente al mercado mundial a mediados del siglo XIX, en el marco del modelo primario-exportador que dejó como herencia histórica modelos económicos monoproductores harto especializados dependiendo de las potencialidades socio-productivas de cada país. Posteriormente, América Latina se articuló a los Estados Unidos con la implantación del modelo de sustitución de importaciones, después de la II Guerra Mundial y al Modelo neo-liberal inaugurado por el gran capital transnacional a partir de los años 80’ del siglo XX, con hegemonía hoy en el mundo.
A lo largo de este proceso, la sujeción del continente a los grandes centros de poder europeos cada día fue mayor. “Hasta el siglo XIX Europa centralizó en su propio espacio las relaciones entre capital y trabajo asalariado, y en torno de ellas se articularon las demás formas de trabajo en el resto del mundo y, en consecuencia, las relaciones entre Europa y los demás pueblos del planeta” (Quijano: 2000, 21). A la profundización de la subalternización de los países del continente a Europa, le correspondió un avance en la dependencia política, cultural y militar de los mismos que se extendió en el campo epistemológico. En este proceso se fue configurando en el continente americano el denominado “sueño europeo” que pervivió aproximadamente hasta después de la segunda guerra mundial. La dificultad de despojarse de una ideología orientada por la idea-fuerza de “ser como Europa”, se sustituyó, hacia la segunda década del siglo XX, por el “sueño americano” con la que aún persistente con la fuerza de los templos en muchos cientistas sociales, instituciones y mandatarios en el continente.
Esta notable expansión de Europa, no sólo permitió la imposición de formas de producción, de relaciones políticas de sujeción de mayorías a minorías –internamente- y relaciones desiguales entre el continente y los centros de poder en Europa, sino también a la acentuación de patrones culturales y de un lenguaje producido desde la razón moderna, que alcanza su máxima expresión en un modelo de ciencia hegemónico, como la forma aceptada para producir conocimientos. Europa se hizo también el eje de la elaboración intelectual de la experiencia colonial /moderna del conjunto del sistema-mundo capitalista. El resultado fue el eurocentrismo, una perspectiva de conocimiento tributaria por igual de las necesidades capitalistas de desmitificación del pensamiento sobre el universo, y de las necesidades del “blanco”, como parte constitutiva del capital, de legitimar y perpetuar su dominación-explotación sobre las demás “razas” como superioridad natural. La élite que logró la hegemonía política y económica también impuso su episteme.
El conocimiento logrado en Europa, principalmente el positivismo, su cuerpo teórico-epistemológico, conceptual y categorial – impuesto desde el poder y difundido como “la verdad” al resto de los continentes- no sólo sirvió de referente para los cambios sino que también se convirtió en el mayor soporte teórico-filosófico de la ciencia en América latina, que terminó profundizando la colonización epistemológica del continente antes señalada.
5. El sueño del desarrollo sigue latente en el continente Con esta herencia epistemológica eurocéntrica, América Latina insiste en la necesidad del desarrollo, el cual toma gran relevancia después de la segunda guerra mundial, cuando Estados Unidos se plantea la recuperación de Europa a través del Plan Marshall y “el desarrollo” de América Latina.

La ideología modernista copó todos los continentes En efecto, llegó al continente en un momento en que “(...) el poder ascendente de la civilización occidental y su apuesta por la modernidad llegó a esta región de una manera brutal. Desde la época de la conquista española, el intento de incorporar pueblos y culturas tradicionales ha sido de interés capital para Occidente. La violencia ocupa una posición central en la evolución hacia –y de- la modernidad (...)” (Hernández; 1995:112).Pero llegó en el continente como en todas partes, suplantando lo tradicional por lo moderno, a nombre del progreso, imponiendo una sola forma de concebir el mundo; a nombre de la libertad pero restringiendo los derechos; ofertando la prosperidad pero reduciendo los pueblos a condiciones precarias de existencia; es decir, la modernidad se enclavó en el cuerpo de América Latina con su irresuelta ambivalencia. Por eso es que la modernidad es “(...) Como la luna, tiene dos caras: la del desarrollo y el optimismo, por la expansión de las oportunidades de crecimiento y de vida mejor. Del otro lado, la del lado oscuro, los peligros de mayor inseguridad, catástrofes ecológicas, desequilibrios internacionales o inter-regionales al interior de un país (Correa Ríos; 1995: 91).
Ese conjunto de contradicciones; de avances y retrocesos, de ir y venir que no encuentra estabilidad y que en la medida que pasa el tiempo, a la población del continente la justicia, libertad, prosperidad, se le pone más lejos, ha sido un factor común e inherente al proyecto modernizador en América Latina. A pesar de ello, la ideología de la modernización sigue presente, con la fuerza de la fe, en los discursos de instituciones regionales e internacionales, en cientistas sociales, en mandatarios de derecha e izquierda de la política latinoamericana. La diferencia, es la forma cómo alcanzar el sueño moderno. Quizás haya sido así porque “En América Latina la modernización fue un proyecto político, no una realidad con la que se encontraron los movimientos reformistas y revolucionarios de los años ’30 en adelante. Aquí había que crearlo todo, o casi todo. El dinamismo societal no era suficiente para generar un producto interno que permitiera sacar a nuestros países del atraso. Dicho en un lenguaje de actualidad, la sociedad civil latinoamericana no tenía la suficiente consistencia para servir de motor interno al proceso de modernización, razón por la cual la sociedad política tuvo que hacerse cargo. Lo que hace crisis en esta época de nuestra historia es el paradigma con el cual se emprendió la tarea de la modernización (...)”(Salamanca; 1995: 144).
En efecto, el ideario moderno se fundamentó en una concepción evolucionista de la sociedad según la cual las sociedades marchan de estadios inferiores a superiores; y, por tanto, las que pudieron industrializarse son consideradas superiores a las que no han alcanzado ese nivel. Esto se alcanzaría con los hallazgos de la ciencia, la aplicación de la técnica y gobernando a la naturaleza para ponerla al servicio de los humanos. De esta manera se alcanzaría el progreso. Este lo apuntalaría la industrialización (modernización) de los países y la formación de ciudadanos morales guiados por la razón y la cultura moderna (modernismo).
En este proceso, jugaron papeles importantes la industrialización de Inglaterra en su primera fase: 1750 – 1760, los principios políticos emanados de la revolución democrático-burguesa en 1789: libertad, fraternidad, igualdad y el pensamiento de la ilustración del siglo XVIII y XIX. Sobre estos fundamentos teóricos - filosóficos, la Europa capitalista tomó las riendas del mundo imponiendo su sistema y su cultura, incluyendo nuestro continente.
Lo señalado plantea un reto como es construir nuestros propios paradigmas para pensarnos y edificar un modelo de sociedad permeada profundamente por las particularidades de nuestra cosmovisión y valores ancestrales.
6. El proyecto de la modernidad en el continente sigue inconcluso A pesar de las explicaciones, pareciera que aún no se ha dado en el blanco; todavía no se han encontrado las claves que permitan explicar el por qué la modernidad en este continente se ha hecho inalcanzable en los términos de referencia como son los países con grandes avances tecnológicos; y por eso es que “América Latina se encuentra una vez más atrapada en su dilema histórico: cómo alcanzar la modernidad económica, social, política y cultural en medio de la pobreza de las grandes mayorías. En los años ’80 el surgimiento de gobiernos electos y las políticas públicas e ideologías de libre mercado (...) contribuyeron a fomentar las expectativas de que la modernidad era posible. Estas expectativas se confrontaron, sin embargo, con la cruda realidad de la crisis económica que ha agobiado a la región desde fines de los años ’70 y con la fragilidad de las instituciones democráticas” (Espinal; 1995: 95). ¿Cómo alcanzar la modernidad?. Es la interrogante que sigue en el aire y el problema aún no ha sido resuelto. Diversas han sido las ideologías que han transitado el continente, cada una llevando consigo una manera de lograr la modernización; pero después de cierto tiempo de su aplicación, cunde el fracaso, vienen las reflexiones; causas se encuentran afuera, causas se encuentran adentro y a pesar de que las condiciones de existencia del continente cada día se dificultan más, la esperanza es retomada, el sueño sigue allí más fuerte que el sol de estos tiempos haciendo que el anuncio sea más contundente y lleno de redobladas esperanzas, pero al mismo tiempo, insistente: ”Nuestras sociedades deben modernizarse económica, social y políticamente. Adecuar las economías al ritmo de los tiempos no es el único reto. Esto debemos hacerlo considerando nuestras propias realidades y nuestros propios proyectos de nación (...)”(Hirezi; 1995: 94). Este cuasi-decreto todavía no resuelve el problema. Más bien nos pone en apuros: “nuestras sociedades deben modernizarse”, ¿ cómo?, ¿quién?, ¿por dónde empezar?, ¿cuáles son los actores?.¿El Estado?, ¿la sociedad civil?, ¿los partidos políticos?, ¿todos?; y ¿por qué tienen que modernizarse?, ¿por qué no buscar nuevos caminos?, o ¿es que estamos condenados a quedarnos entrampados en las lógicas de la modernidad?. Aquí existe otra parte del reto. Pero el apuro toma visos de urgencia porque “(...) Existe un retraso de la modernidad en tanto autorreflexividad y autodeterminación colectivas. Es decir, la sociedad como tal no logra formarse una imagen de sí misma y, por tanto, constituirse deliberadamente como un orden colectivo. Por consiguiente, los procesos de modernización aparecen como dinámicas automáticas que se imponen a espaldas nuestras(...)”(Lechner; 1995: 124).
Si hay un retraso es porque existe un algo que representa un avance. Y hoy ese avance lo representan, según los apologetas de la industrialización, los países que soportan su industria sobre las tecnologías puntas. Sigue subyacente el sueño del desarrollo, de ser como otros y no apoyarnos en lo que somos para potenciar lo que queremos ser. Alcanzar este sueño hoy se hace más dificultoso por todos los cambios operados en la realidad actual que hacen más complejo el mundo de hoy; lo que hace pensar que “(...)El momento latinoamericano está signado por una paradoja: las insinuaciones de una sensibilidad posmoderna deben dar cuenta de un ingreso tardío a la modernidad. Una paradoja no se puede resolver otorgando privilegio a uno de los términos de la misma. Debe tomárselos al unísono, en conjunto y asumiendo la contradicción. De ahí, el reto del momento actual” (Hernández: 1995: 111).
Es decir, los supuestos teóricos de la modernidad permitió construir una episteme que concibe la vida, ya no gobernada por intervención de lo sobrenatural sino, por obra del mismo ser humano a través del uso de la razón; en un proceso histórico unitario y lineal en el que se interconectan el tiempo pasado, con el presente y el futuro como parte del pensamiento moderno.
7. La CEPAL y el desarrollo de América Latina
En 1945, después de los acuerdos de Yalta, nace la Organización de Naciones Unidas con el propósito de garantizar la paz en el mundo. En el seno de este organismo, se creó la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 1948, la cual asumió la rectoría del desarrollo en América Latina. Pero el pensamiento de la CEPAL se construyó, casi al calco, con los paradigmas que se construyeron desde el pensamiento moderno en Europa y reproducidos por las ciencias sociales latinoamericanas en los lazos de dependencia que estableció con el viejo continente; ya que “(...) a partir de Europa se construye un modelo universalista de modernidad y modernización que dio lugar en América Latina a unas ciencias sociales (...) producto de una conciencia histórica particular -la conciencia europea- que se originó y desarrolló en el tiempo y el espacio y de ninguna manera corresponde a la conciencia humana per se(...)”(Lander,1990: 18 y 20).
Esta dependencia epistemológica llevó a que en la CEPAL confluyeran tres paradigmas: el positivismo, expresado en las teorías desarrollistas; el marxismo y su teoría sobre la dependencia y el dependentismo; y las alianzas de clases internas y externas. Sin embargo, la CEPAL hizo algunos aportes a las teorías del desarrollo en América Latina: la teoría de la dependencia se reclama como novedosa y el concepto “heterogeneidad cultural”, entre otras. Pero su pensamiento no pudo superar sustantivamente la lógica interna de las relaciones de sujeción entre los centros de poder y el continente ni las derivadas de la relación capital-trabajo. Su pensamiento quedó anclado en las redes del patrón de dominación del sistema-mundo capitalista en tanto que las corrientes de pensamiento a su interior buscaban un mismo objetivo: la industrialización. Algunas de ellas a través de un capitalismo maduro. Las tres corrientes solo se diferenciaban en las formas de cómo alcanzar dicho objetivo. El marxismo ortodoxo, alumbrado por la teoría del “reflejo” desde la URSS, tampoco pudo superar el dogma desarrollista.
En este marco, la producción teórica de la CEPAL al realizarse dentro del patrón de dominación capitalista a partir del uso del cuerpo teórico y conceptual de éste, reproducía el patrón, sus lógicas internas y, a lo sumo, podía encontrar algunos elementos particulares que se salieran de ese esquema, en tanto que, Europa puso al mundo a hablar un mismo lenguaje. Ello explica lo extraño que resultó para algunos pensadores de la CEPAL el haber encontrado una “heterogeneidad cultural” porque ese concepto no estaba contemplado en el lenguaje - patrón. Lo que hace pensar que, las teorías sobre el desarrollo en latino América nacieron imposibilitadas de producir una teoría distinta a las del desarrollo, contempladas en el acervo teórico de la CEPAL por el sesgo eurocéntrico y la dependencia epistemológica que ya tenía esta organización de las instituciones académicas de Europa y la impronta moderna heredada desde la colonia.
Igualmente, no hubo la oportunidad de considerar las formas de producir conocimientos de nuestros ancestros con tradición y abundancia en el continente ni la de algunos pensadores latinoamericanos. Fueron las teorías de la CEPAL las referencias que tuvo el continente para pensarse, explicar su realidad y, en consecuencia, diseñar los planes y las políticas públicas para transformarse.
Lo antes señalado tiene sentido toda vez que la CEPAL estuvo muy influenciada por la Economía y la Sociología latinoamericana las cuales, a su vez, se habían convertido en ciencias del desarrollo, después de la segunda guerra mundial.
Los paradigmas de la modernidad al pretender ser universalizantes, perdieron de vista la especificidad de la región y se fundaron sobre la base del crecimiento económico, haciendo predominar una concepción evolucionista de la historia y la sociedad. La idea de desarrollo corresponde a un período en el cual, en el proceso de formación de las disciplinas que hoy se conocen como Ciencias Sociales -como consecuencia de la hegemonía de las Ciencias Naturales sobre el saber científico social- predominaba una concepción evolucionista de la misma y de la llamada sociedad, cuya matriz fundamental era el crecimiento económico. Desde esta perspectiva se derivó una denominada Sociología del progreso de acuerdo a la cual, la sociedad avanza de estadios inferiores a superiores superando etapas en su inevitable recorrido.
En efecto, el concepto de ‘Sociedad Evolutiva’ que concibe la eliminación de lo ‘inferior’ en función de la conquista de lo ‘superior’, se convirtió en una ‘idea -fuerza’ en América latina, con la influencia que alcanzaron en el poder, grupos organizados militarmente y altamente influenciados por el pensamiento positivista. Esa ideología desarrollista se encarnó en partidos políticos, instituciones de ayuda y de desarrollo (gubernamentales o no) y en el propio personal burocrático y militar de los diversos Estados nacionales. En ese sentido, los primeros impulsos modernizadores en América latina, provinieron de las oligarquías constituidas y no de las burguesías nacionales permitiendo que tanto el latifundio como todo el sistema de relaciones sociales que de ello se desprendía, pasaran a formar parte del proceso modernizador. La ideología del desarrollo, tomó la forma en América Latina de economía del crecimiento, según la cual para alcanzar el desarrollo y el progreso, era necesario que los países pagaran un costo social.
Asimismo, la lógica del desarrollismo orientó los proyectos políticos de la derecha latinoamericana; pero también se instaló en la izquierda política de este continente. “las izquierdas jamás intentaron romper con el dogma desarrollista sino que lo radicalizaron en una perspectiva anti-imperialista y anti-capitalista de acuerdo con el cual el desarrollo de las fuerzas productivas, desbloqueadas por sus remanentes oligárquicos y pre-capitalistas, desatarían toda una potencialidad si es que se aplicaban las ‘reformas estructurales’ (...)” (Mires: 1993: 25). Es decir, la izquierda no rompió, en términos reales, con lo sustantivo del discurso del Capitalismo sino que fue reproductora del mismo. Esa supuesta ruptura logró alcanzar, quizás, sólo sus programas y declaraciones anticapitalistas. La diferencia entre ambas estaba en las vías para alcanzar la utopía del desarrollo. Mientras la derecha privilegiaba la vía institucional, la izquierda planteaba la revolución.
El desarrollo como ideología, no se quedó en estos niveles sino que llegó más lejos aún, fue a instalarse en las instituciones impulsoras del progreso latinoamericano como la CEPAL, como ya se ha señalado, y en el de los estudiosos de nuestra realidad social. En efecto, “Si en América Latina hay una institución que a la vez es portadora y parte del discurso de la modernización desarrollista, esa es la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) (...). Es más fácil que un sacerdote sea ateo a que un miembro de la institución científica como la CEPAL, ponga en tela de juicio nociones como desarrollo, crecimiento, modernización, industrialización (...)”(Ibidem: 45); nociones que terminaron convirtiéndose en dogmas dentro de esas instituciones, quienes las trasladaron al léxico de la Economía y la Sociología latinoamericana, difundiéndose por todo el continente a través de los llamados Planes de Desarrollo, mandatarios y, principalmente, los planes educativos de las universidades latinoamericanas que, a través de los pensum de estudios, formaban profesionales en las ciencias sociales reproductores e impulsores del dogma del desarrollo.
Otras teorías que fungieron como revolucionarias, caso de la teoría de la dependencia, también estuvieron impregnadas de la lógica desarrollista: “(...) la teoría de la dependencia es la prolongación radicalizada del pensamiento cepalino en las condiciones determinadas por el deterioro de las condiciones sociales que le dieron origen (...)” (Ibidem: 55). La diferencia radicaba en que mientras la teoría de la CEPAL abogaba por una revolución industrial sin ser acompañada de una revolución social, la teoría de la dependencia intentó demostrar que los planes de la CEPAL, por ser impuestos, requerían previamente de una revolución social. En consecuencia, una de las premisas de la teoría de la dependencia era la revolución anti-imperialista la cual debía ser en primera línea anti-capitalista.
Desde este enfoque, la teoría de la dependencia fue, en el mejor de los casos, un ‘cepalismo de izquierda’ que diseñó un discurso en fórmulas recurrentes derivadas de un racionalismo que convierte a la economía ‘en un determinante indeterminado’. Así mismo, sirvió de base para la decadencia de la izquierda en América Latina en los años ‘60 y ‘70, la cual devino radicalismo político que terminó asumiendo posiciones vanguardistas y predeterminando a los actores sociales, y al sujeto histórico de la revolución a partir de supuestas leyes económicas que determinaban el desarrollo de la ‘sociedad’. Las leyes de la Física fueron trasladadas mecánicamente al estudio de las relaciones sociales; lo cual no está sujeto a leyes. Lo más seguro de las relaciones sociales es su impredicibilidad.
Los demás modelos de desarrollo impuestos en América Latina desde los años ‘60, ‘70 y ‘80, léase cepalismo, neo-liberalismo, post-neoliberalismo, tercera revolución industrial, todos están sustentadas sobre la lógica del crecimiento económico o desarrollismo, tampoco escaparon a esta maldición. Esto se refleja en las pretensiones de la teoría de la dependencia y la de la CEPAL, de que el Estado planificara tratando de ajustar la realidad a los planes y no éstos a la dinámica social.
Sobre la base de estas concepciones, se edificó una economía y Sociología, que pretendían “(...) descubrir las supuestas leyes de la evolución de la sociedad (como unidad total), en función de metas que se piensa corresponden a su naturaleza (...)”(Ibidem: 69). Ello llevó a plantear que la liberación respecto a la idea del desarrollo, pasa por indeterminar el pensamiento social respecto a su dominación economicista en tanto desarrollo es y será una noción predominantemente económica.
Traspasada por la lógica del desarrollismo, la Sociología latinoamericana no sólo se transformó en una disciplina ‘subsidiaria’ de la economía, sino también estuvo impregnada por análisis muy parciales o unilaterales de lo real; de allí que encontremos que la Sociología en América Latina, pasa de ser una Sociología del desarrollo a una Sociología de la marginalidad, de la informalidad y, finalmente, a una Sociología de la desintegración pero siempre espoleada por la idea desarrollista.( Ibidem: 70).
Igualmente, el marxismo dogmático latinoamericano, tampoco superó la óptica desarrollista porque “(...)se ha entrelazado con teorías del desarrollo económico. El propio materialismo histórico implicita una teoría del desarrollo cuyo eje es ‘el desarrollo de las fuerzas productivas´(...)”(Ibidem: 73).
Esta visión lleva a concluir que la Sociología y la economía no han podido romper con sus orígenes coloniales y las instituciones científicas “(...) no han hecho más que introducir al interior de las Ciencias Sociales dogmas reguladores que primaban al interior del universo religioso, en el marco de cuya discursividad comenzó a formarse el pensamiento científico moderno” (Ibidem: 161). En consecuencia, pareciera que la Sociología y la economía han revelado en América latina, estar al servicio y reproductoras de las lógicas del desarrollo y al servicio del capital.
Una de las metas de la CEPAL para alcanzar el desarrollo del continente, fue lograr un crecimiento sostenido. Sin embargo, esto se logró parcialmente en algunos casos como Brasil, Argentina y México; pero no fue suficiente porque el crecimiento económico no era destinado a resolver las ingentes necesidades de los pueblos latinoamericanos. El crecimiento alcanzado se lo apropiaban los grupos económicos enquistados en el Estado o la empresa privada.
Pero actualmente pareciera que el mal sigue: “La inestabilidad del crecimiento económico y la frecuencia de las crisis financieras indican que no se han eliminado todas las causas de inestabilidad y que algunas pueden incluso ser hoy más acentuadas” (...) (CEPAL; 2000: 14). Esta realidad ni es nueva ni extensiva sólo a la política de la CEPAL. Hoy pareciera buscarse una excusa que justifique la situación de depauperación de sus pueblos y de crisis económicas que viven los países del continente. En ese sentido, se reconoce que (...)” la inequidad no es una característica exclusiva de la actual etapa; es propia de la mayoría de los diversos modelos de desarrollo que han predominado en América latina y, en menor medida, en el Caribe de habla inglesa” (...) (CEPAL; 2000: 15).
Cierto es que ni desde la idea de desarrollo nuevamente rediscutida en diversos foros internacionales y en el seno del Grupo de los Siete (G-7) ni desde las ciencias sociales latinoamericanas, se ha podido encontrar solución a este problema a propósito de la crisis del modelo de acumulación de capital de la segunda post-guerra, la planetarización, concentración y centralización de la economía, los niveles de depauperación de la población del planeta, la caída del consumo mundial, el decrecimiento económico de los ’80 y ’90 que marcan la crisis del modelo neoliberal como forma particular que asume el sistema–mundo capitalista en la época actual.
Pareciera que no basta con ponerle apellido al desarrollo (desarrollo humano, desarrollo sustentable, ecodesarrollo, desarrollo endógeno, entre otros) porque ninguno de ellos supera lo que pudiera ser la gran contradicción de este tiempo: la razón moderna y su desarrollismo y el uso irracional e indiscriminado que ésta hace de los recursos del planeta; y el carácter finito de dichos recursos que, de seguir así, se correría el riesgo cierto de su destrucción. Se hace necesario pensar en nuevas formas de producir conocimientos, establecer nuevos relacionamientos con la naturaleza y entre los seres humanos. Esto es urgente porque el capitalismo como Modo de producción, sustentado en la episteme moderna así como la socialdemocracia y el socialcristianismo como parte de sus expresiones políticas, no tienen nada que ofrecerles al mundo. Mientras no se resuelva la contradicción principal del capitalismo como es la producción social y la apropiación privada del producto del trabajo humano, no podremos resolver los problemas de la humanidad. Esta contradicción se resuelve con la construcción de un nuevo modelo social en el que la producción social sea distribuida socialmente. Cierto es que el capitalismo está en crisis pero no terminará de sucumbir espontáneamente. Se requiere construir una fuerza socio-política a nivel planetario para garantizar que por primera vez en la historia las mayorías eternamente aplastadas impongan su voluntad a las minorías que siempre han gobernado; pero no para hacerlas desaparecer sino para incluir en un nuevo proyecto social al servicio de todos. A veces las utopías parecen inalcanzables pero hay que construir las formas de cómo viabilizarlas. Ese es parte del reto de estos tiempos. 


FUENTES CONSULTADAS
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