miércoles, 30 de octubre de 2013

HISTORIACCIÓN Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL


HISTORIACCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN  SOCIAL

…Propuesta para avanzar en la construcción de una Historia Emancipadora


   “Lo nuevo no puede ser copia de lo viejo.

   Tiene que ser otra cosa”

   Simón Rodríguez               
 
“El que controla el pasado controla el futuro;

y el que controla el presente controla el pasado”.

George Orwell, 1984

PRESENTACIÓN

En el sistema-mundo capitalista en permanente construcción y reproducción, los seres humanos y sus relaciones aparecen invertidos y, por ende, las ideas de la clase dominante son las ideas hegemónicas en cada época. La clase que ejerce el poder material  en la sociedad lo hace también en el plano subjetivo. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los instrumentos para la producción espiritual. Esta ha sido la lógica impuesta en el sistema-mundo capitalista desde el siglo XVI hasta la actualidad, en una combinación complementada en el proceso entre el pensamiento iluminista, las tesis liberales, la filosofía positivista y el Estado liberal, que en conjunto, naturalizaron el capitalismo liberal como la única forma de vida posible y construyeron una sociedad liberal competitiva, elitista, racista, jerárquica y excluyente. Para ello utilizaron, entre otros instrumentos,  la academia, la ciencia y, particularmente, las ciencias sociales y la Historia.

El presente documento contiene una propuesta (no acabada) para la discusión en la que se plantean un conjunto de reflexiones en torno al papel que ha jugado la Historia hegemónica en la dominación capitalista sobre nuestro pueblo y la necesidad de construir un nuevo paradigma historiográfico para la emancipación de  los pueblos. Esto lo decimos porque las construcciones políticas, económicas, sociales, culturales, estéticas y lúdicas nuevas, deben hacerse con ideas nuevas; de lo contrario estaríamos reproduciendo inconscientemente el modelo de dominación a nombre de la emancipación. “Descolonizar la memoria” supone, entre otras cosas,  develar las ideologías, los supuestos filosóficos, las formas de producir conocimientos, los métodos, el cuerpo teórico, categorial y metodológico subyacente en la Historia Hegemónica, que formaron parte de la colonización epistemológica de la cual fuimos objeto desde los primeros momentos en que se produjo la invasión europea a nuestra américa y el caribe. Se trata de deconstruir el discurso de la Historia Hegemónica eurocéntrica y colonizadora, para  construir, a través de la investigación, la visibilización de los procesos libertarios de nuestros pueblos y el debate franco y desprejuiciado, una concepción de la Historia que contribuya a la emancipación de los pueblos Nuestro americanos y caribeños.


El documento está estructurado de la siguiente manera: en una primera parte, se expone, a grandes pinceladas, la configuración del sistema-mundo capitalista, la construcción de la episteme occidental y su imposición a los países Nuestroamericanos y caribeños, la construcción del gobierno planetario y los planes de la burguesía internacional hacia nuestros países hasta el 2050, el papel de la UNESCO como instrumento de dominación  en la educación, la ciencia y la producción del conocimiento dentro del gobierno planetario; el origen de la historia en el plano internacional y Venezuela, algunos problemas teóricos y epistemológicos que se presentan hoy en la ciencia de la Historia en nuestro país; algunas reflexiones de historiadores sobre su papel en la sociedad y en torno a la historia; y una segunda parte en la que  se establecen los fundamentos teóricos-filosóficos de lo que denominamos la Historiacción y sus ejes de trabajo.


Esperamos que con este documento, se inicie la discusión en colectivos académicos y no académicos; en el seno de los trabajadores y las comunidades, entre los revolucionarios y revolucionarias, en los movimientos sociales, los Consejos Comunales y las Comunas, de manera que se pueda enriquecer esta propuesta con nuevos aportes y, como parte del proceso, ir construyendo una Red Nacional y unas vías de comunicación que  nos mantenga unidos y en intercambio permanente en esta  hermosa y necesaria construcción colectiva.


PARTE I: CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO EN QUE SE CONSTRUYÓ Y         EXPANDIO POR EL MUNDO  LA COSMOVISIÓN OCCIDENTAL

Si bien la construcción del sistema-mundo viene desde la antigüedad y el capital ya existía en los regímenes feudales en Europa, el sistema-mundo capitalista tiene sus inicios aproximadamente en el siglo XVI, montado en el impulso que recibió de la acumulación originaria de capital, su expansión por Europa y varios continentes, la industrialización, el triunfo de la burguesía, el desarrollo de la industria de la información y el conocimiento hacia las dos últimas décadas del siglo XX y las tesis filosóficas y políticas; la cultura y el andamiaje jurídico-político que le han servido de base y  lo han justificado. Veamos cómo fue el devenir de este proceso y sus implicaciones en las ciencias sociales y la Historia, expuesto a grandes trazos.

1.1.- Configuración del sistema-mundo capitalista, liberalismo y Positivismo: Construcción de la episteme occidental,  siglo XIX

A finales del siglo XV y principios del XVI en Europa, se empezó a configurar   el sistema-mundo capitalista, sustentado en la razón moderna, con su máxima expresión en la ciencia, que concibió una concepción lineal de la historia y dio lugar a la idea de progreso según la cual las sociedades devendrían de estadios inferiores a estadios superiores,  los seres humanos alcanzarían el bienestar social a través de la aplicación de los conocimientos alcanzados por la ciencia, la praxis de un “hombre moral”, la industrialización de los países y un crecimiento económico sin límites para lograr el desarrollo. Todo ello guiado por el pensamiento iluminista y las tesis liberales, tanto en lo económico como en lo político, del siglo XVIII, que facilitaron las llamadas revoluciones democrático-burguesas de  finales de ese siglo y el XIX.

En efecto,  las tesis liberales se complementaron con el pensamiento positivista del siglo XIX, con antecedentes en el empirismo inglés del siglo XVII y XVIII;  que concibió el conocimiento científico, guiado por un método, demostrable y verificable, como el único conocimiento válido. La producción de conocimiento quedó reservada a una élite vinculada al poder del capital. Esta corriente que nace y tuvo su aplicabilidad en las ciencias físico-naturales (Química, Física, mecánica, Biología, entre otras), fue trasladada con sus teorías, leyes  y cuerpo categorial, conceptual y metodológico a las ciencias sociales.

Mientras esto sucedía en las ciencias sociales, en la disciplina de la Historia, el positivismo hizo primar, fundamentalmente, las pruebas, la objetividad, la neutralidad axiológica y el documento, desvalorando las interpretaciones desde otras perspectivas filosóficas. Con esta impronta,  la expansión del capital y de las revoluciones democrático –burguesas; el fortalecimiento del Estado liberal-burgués-iluminista y los procesos de industrialización en el siglo XIX, se fueron imponiendo unas ciencias sociales que, al hacerse hegemónicas desde el poder, se asumieron portadoras exclusivas de la verdad sobre la realidad histórico-social; esto es, cumplieron, el mismo papel que jugó la teología cristiana en la legitimación del dominio colonial, y mediante la naturalización y cientifización de la cosmovisión liberal individualista y posesiva, incluida la concepción de una naturaleza humana ahistórica y universal, asumieron la sociedad de mercado como el único orden social posible.

Cuando se señala que se impuso un modelo de ciencia, es porque ésta es un producto social e histórico y es expresión de los intereses de la clase social dominante en un tiempo histórico determinado. Ello explica que el pensamiento teológico dominante en los regímenes feudales en Europa, fue suplantado por un conocimiento basado en la razón (racionalismo) moderna, a partir del siglo XVI con la sistematización de la investigación y la aplicación del método, pero con hegemonía de la burguesía como clase social dominante.

 En la ciencia empezó a predominar el cientificismo positivista y su método hipotético-deductivo. A partir de este momento y sobre esas bases inicialmente,  las ciencias sociales, atendiendo a las necesidades históricas de la acumulación de capital, desempeñaron un papel activo en la conformación del modelo de sociedad de mercado por la vía de la academia y las políticas que se derivaban de sus proposiciones normativas. Ello condujo,  en el tiempo,  a que se construyera una conciencia social enmarcada en una lógica ceremonial, operando dentro del marco de referencia recibido, un aparato de regulación prescrito que protege el privilegio de los dueños del capital.

Como parte de ello, la censura metodológica triunfó a nombre del rigor académico y la neutralidad axiológica. Los cambios y la disidencia fueron aceptados  dentro de los límites de ese modelo. Esto llevó a una naturalización del capitalismo liberal como la única forma de vida posible en la que, a lo sumo, se admiten  reformas pero  sin alteraciones sustantivas del modelo; y en la academia por las ciencias sociales. El Funcionalismo, o sociología del orden, es el mejor ejemplo de lo que sostenemos. De aquí se fue construyendo una sociedad orientada por los preceptos, tesis, valores y principios del capitalismo liberal y del positivismo como filosofía de construcción de conocimiento. Esta última, junto a la cultura que se fue derivando de las relaciones sociales histórico-concretas en el tiempo y el andamiaje jurídico-político que regula el orden social,  justifica y  legitima la sociedad de mercado.

En este marco y orientada con la hegemónica filosofía positivista, la disciplina de la historia quedó para describir hechos  desvinculados entre sí; para estudiar Estados, batallas, héroes, instituciones y no procesos sociales en movimiento e integrados en los que se producen continuidades y discontinuidades; en negación-contradicción y complementariedad;  y a lo sumo, comprender, los acontecimientos que se dieron al interior de la conformación del sistema-mundo capitalista liberal, en el ámbito universal, en diversas épocas de su construcción. De esta manera, se universalizó una Historia Universal hegemónica, a través de los procesos de invasión y colonización a los continentes como necesidad de expansión del capital: la producida en Europa; caracterizada por ser  una historia cronológica, objetiva, axiológicamente pura y apolítica. Las historias particulares debían estar determinadas por esa Historia Universal, como expresión local de ella. Las historias de los países periféricos, invadidos y sometidos por las fuerzas del capital, fueron subalternizadas e ignoradas. La razón europea fue impuesta a los países invadidos y colonizados a través del Estado liberal que se fue perfilando, su sistema jurídico-político que le dio legalidad y la cultura derivada de las complejas y diversas relaciones sociales que se fueron experimentando en el proceso.

1.2- La invasión europea a América: traslado e imposición de la episteme occidental al continente, 1492

Esta episteme, se le impuso a Nuestra América y, particularmente, a Venezuela, a través de los procesos de invasión y colonización y  fue extensiva al ser, el poder y el saber. Hubo una colonización epistemológica. Esa impronta fue reforzada, a partir del momento en que Nuestra América se articuló al mercado mundial a mediados del siglo XIX en el marco de un nuevo orden mundial y una División Internacional del Trabajo, de donde surgieron nuevas formas de sujeción a los dictados del capital y de las creaciones intelectuales de Europa. De allí que, a lo largo del siglo XX y parte del XXI, el conocimiento histórico producido en Venezuela, se ha caracterizado, mayormente, por ser: fragmentado, cronológico, epopéyico, anecdótico, aséptico, comprensivo pero no explicativo y ha servido para justificar la colonización, el reino del capital, a la sociedad liberal y sus líderes.

Se puede decir que el proyecto colonizador de las Américas, se caracterizó, en los primeros 150 años, entre otras cosas, por grandes éxitos económicos para Europa y, en particular, para España, la Corona española y la minoría que participó directamente en el proceso de invasión y conquista, por la destrucción de buena parte de la población nativa (Galeano 2000), por el empeoramiento de las condiciones de vida de la población que logró sobrevivir al proceso invasor; y por la vinculación de significativas regiones a polos económicos dinámicos productor de excedente bajo la forma de metales preciosos el cual era transferido a España y  tuvo como clase dominante a los hombres ligados directamente a este país, al aparato del Estado y el control que ejercían sobre el sistema de producción. Los capitales ingleses, franceses y portugueses también participaron de la expoliación de las riquezas de Nuestra América.

 A lo largo de este proceso, la sujeción del continente a los grandes centros de poder europeos cada día fue mayor. “Hasta el siglo XIX Europa centralizó en su propio espacio las relaciones entre capital y trabajo asalariado, y en torno de ellas se articularon las demás formas de trabajo en el resto del mundo y, en consecuencia, las relaciones entre Europa y los demás pueblos del planeta” (Quijano: 2000, 21).  A la profundización de la subalternización de los países del continente a Europa, le correspondió un avance en la dependencia política, cultural y militar de los mismos que se extendió en el campo epistemológico. En este proceso se fue configurando en el continente americano el denominado “sueño europeo” que  pervivió aproximadamente hasta después de la segunda guerra mundial. La dificultad de despojarse de una ideología orientada por la idea-fuerza de “ser como Europa”, se matizó, hacia la segunda década del siglo XX,  por el “sueño americano” con la que aún persiste con la fuerza de los templos en muchos cientistas sociales, instituciones, sectores sociales y mandatarios en el continente.

Como es  notable, la   expansión de  Europa hacia Nuestra América y Venezuela,  permitió  la acentuación de  patrones culturales y de un lenguaje producido desde la razón moderna que alcanzó su máxima expresión en un modelo de ciencia hegemónico, como la forma aceptada para producir conocimientos. Europa se hizo también el eje de la elaboración intelectual de la experiencia colonial /moderna del conjunto del sistema-mundo capitalista. El resultado de todo ello fue el eurocentrismo, una perspectiva de conocimiento tributaria por igual de las necesidades capitalistas de desmitificación del pensamiento sobre el universo, y de las necesidades del “blanco” propietario, como parte constitutiva del capital, de legitimar y perpetuar su dominación-explotación sobre las demás “razas” como superioridad natural. La élite que logró la hegemonía política y económica también impuso su episteme. En ese orden de ideas, se negó “(…) la coexistencia en el tiempo y el espacio de diferentes formas de producir conocimientos y crea un doble mecanismo ideológico. En primer lugar, al no compartir el mismo tiempo histórico y vivir en diferentes espacios geográficos, el destino de cada región es concebido como no relacionado con ningún otro. En segundo lugar, Europa/ Euro-norteamérica son pensadas como viviendo una etapa de desarrollo (cognitivo, tecnológico y social) más ‘avanzada’ que el resto del mundo, con lo cual surge la idea de superioridad de la forma de vida occidental sobre todas las demás. Así, Europa es el modelo a imitar y la meta desarrollistera (y sigue siendo) ‘alcanzarlos’. (Grosfoguel,  2005: 15)


Hacia el siglo XX,  Nuestra América  se articuló a los Estados Unidos con la implantación  del modelo de sustitución de importaciones, después de la II Guerra Mundial y al Modelo neo-liberal inaugurado por el gran capital transnacional a partir de los años 80’ del siglo XX y la configuración de un gobierno planetario con hegemonía hoy en el mundo.


1.3.- Conformación del gobierno planetario, dos últimas décadas del siglo XX: profundización de la episteme occidental a través de la recolonización o la colonialidad global.

Con la internacionalización, concentración y centralización del capital, más visible hacia los años ochenta del siglo XX, se fue conformando un gobierno planetario dirigido por las élites de poder del mundo: “(…) la división internacional del trabajo entre centros y periferias, así como la jerarquización étnico-racial de las poblaciones, formada durante varios siglos de expansión colonial europea, no se transformó significativamente con el fin del colonialismo y la formación de los Estados-nación en la periferia. Asistimos, más bien, a una transición del colonialismo moderno a la colonialidad global, proceso que ciertamente ha transformado las formas de dominación desplegadas por la modernidad, pero no la estructura de las relaciones centro-periferia a escala mundial. Las nuevas instituciones del capital global, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), así como organizaciones militares como la OTAN, las agencias de inteligencia y el Pentágono, la ONU y la UNESCO, todas conformadas después de la Segunda Guerra Mundial y del supuesto fin del colonialismo, mantienen a la periferia en una posición subordinada. El fin de la guerra fría terminó con el colonialismo de la modernidad, pero dio inicio al proceso de la colonialidad global. (Grosfoguel, 2005: 13). A lo que hoy llamamos recolonización  hacia los años ’80  se viabilizó a través de un gobierno planetario dirigido por unas élites de poder mundial entre las que destaca el Club Bilderberg, que se viene constituyendo desde 1954 y agrupa a aproximadamente 150 magnates del mundo y se plantea dentro de sus planes hasta el 2050,  políticas separatistas (dividir países), Fraccionar fuerzas políticas, sociales y culturales, controlar territorios, extender la dominación y la explotación de los pueblos de todos los continentes, y lograr los siguientes objetivos entre   1989 y 2050:

a)      Establecer un solo gobierno planetario (ONU) con un único mercado globalizado, un solo ejército (OTAN) y una única moneda regulada por un Banco Mundial,  (BM); en proceso avanzado.

b)      Imponer una Iglesia Universal (la iglesia protestante) que canalizará a la gente hacia los deseos del N.O.M (Nuevo Orden Mundial); el resto de las religiones serán destruidas.

c)      Implantar servicios internacionales que destruyan la identidad nacional y la diversidad cultural. Aquí las transnacionales de la información juegan un papel determinante.

d)      Imponer los valores universales por encima de los regionales (locales y nacionales).

e)      Crear medios de manipulación mental (tecnotrónica). Dictadura mediática.

f)        Desaparecer la “clase media”, proyectando solo sirvientes y gobernantes.

g)      Implantar planes genocidas para despoblar al mundo (guerras, hambrunas y enfermedades).

h)      Provocar crisis artificiales para mantener a la población humana en continuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional.

i)        Desmoralizar y confundir a las personas para evitar que tomen decisiones sobre su propio destino, con excesivas posibilidades de elección generando apatía masiva.

j)        Destruir la educación controlando a los niños y jóvenes para que ignoren por completo la historia, el significando de la libertad, para así garantizar dominar a los individuos sin principios éticos y valores, sin pensamiento crítico.

k)      Expandir la Corte Internacional con un único sistema legal. ( Estulin; 2005

Estas políticas  se ejecutan a través de las instituciones ya mencionadas. Desde aquí los dueños del capital emanan las directrices políticas, económicas, sociales, jurídicas, culturales; patrones de consumo, entre otros, universalizadas por dichas instituciones a través de las grandes corporaciones transnacionales de medios, películas, novelas, comedias, entre otras. Hollywood, como siempre, juega un papel fundamental con sus obras en las que convierte  verdades en mentiras (guerra de Vietnam) y a la inversa. 


Cabe destacar que en el proceso de  implantación de la episteme occidental, expuesta a grandes trazos, las clases dominantes en el capitalismo, la naturalizaron como “lo moderno”; y con este eufemismo lingüístico, se le impuso al resto del mundo.

1.3.1.- La misión de la UNESCO,  como parte del gobierno planetario en la educación, 1945

La UNESCO se fundó el 16 de noviembre de 1945 con el objetivo de contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones. Su constitución entró en vigor el 4 de noviembre de 1946, con el apoyo de veinte países. Cuenta con 193 Estados miembros y 7 Miembros asociados. Se creó con la misión de contribuir a la paz, la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo intercultural, a través de  la educación como uno de los medios primordiales de alcanzarlos. “Los otros ámbitos de actuación de la Organización son las ciencias exactas y naturales, las ciencias sociales y humanas, la cultura, la comunicación y la información”(UNESCO, 2005).


Como se ha señalado, la UNESCO a partir de su creación, se fue perfilando como ese Ministerio de Educación grande del gobierno planetario, para expandir la cultura del Nuevo Orden Mundial. Desde esa posición establece los patrones culturales y educativos, pensados en los grandes centros de poder por los dueños del capital, a seguir por los países en el resto del mundo. A pesar de este papel, el discurso se presenta como neutral, aséptico políticamente, que responde a los intereses de todos y no al del gran capital.

 En este primer Informe Mundial, la UNESCO, sostiene: “las sociedades emergentes no pueden contentarse con ser meros componentes de una sociedad mundial de la información y tendrán que ser sociedades en las que se comparta el conocimiento, a fin de que sigan siendo propicias al desarrollo del ser humano y de la vida” (UNESCO, 2005: 5).  (Koichiro Matsuura Director General de la UNESCO, 2005 pág. 6). Esta aparente benevolencia con las “sociedades emergentes” a compartir el conocimiento, es la manera de incorporarlas a desarrollar las “orientaciones” (léase políticas) de la UNESCO para alcanzar el “desarrollo del ser humano y de la vida”; meta imposible alcanzar dentro de las fronteras del capitalismo por el carácter inhumano en que está sustentado: la producción social pero la apropiación privada del producto del trabajo social.


1.3.2.-  Orientaciones de la UNESCO sobre la educación universitaria

 
En su condición de bien público y de imperativo estratégico para todos los niveles de la enseñanza, y por ser fundamento de la investigación, la innovación y la creatividad, la educación superior debe ser responsabilidad de todos los gobiernos y recibir su apoyo económico. Como se destaca en la Declaración Universal de Derechos Humanos, “el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos” (UNESCO,  2009; pág. 2, Artículo 26, párrafo 1). No es extraño que la UNESCO ponga el énfasis en la “educación superior”. Se trata de poner todo el potencial investigativo de las universidades a investigar los problemas que le interesan al capital para seguir sobreviviendo; lo que no coincide necesariamente con las necesidades de las sociedades o de los pueblos y sus países.

Hoy el gran capital a través de la UNESCO plantea el desarrollo sostenible como la nueva panacea para resolver los problemas de la humanidad. Hoy como ayer, el problema no radica en ponerle apellido al desarrollo. El epicentro de la reflexión y el debate está en buscar cómo superamos las lógicas implícitas del desarrollo que existen naturalizadas como ideología (falsa conciencia, Marx) en la sociedad; esto es: progreso, crecimiento económico, uso indiscriminado de la naturaleza como recurso, expropiación del trabajo ajeno, entre otras.  Para sostener lo que decimos, solo basta ver estos datos: Las 200 personas más ricas del planeta duplicaron su riqueza total entre 1994 y 1998, a más de 1 billón de dólares. Los bienes de las tres personas más ricas del mundo son mayores que el producto territorial bruto de todos los países menos desarrollados y de sus 600 millones de habitantes”(...)(Lander;2000:51)


1.3.3. La responsabilidad social de la educación universitaria, según la UNESCO.

En el documento antes citado, la UNESCO plantea la responsabilidad que tienen los Estados e instituciones educativas sobre la educación superior, en los siguientes términos:

1.      La educación superior, en tanto que bien público, es responsabilidad de todas las partes interesadas, en particular de los gobiernos.

2.      Ante la complejidad de los desafíos mundiales, presentes y futuros, la educación superior tiene la responsabilidad social de hacer avanzar nuestra comprensión de problemas polifacéticos con dimensiones sociales, económicas, científicas y culturales, así como nuestra capacidad de hacerles frente.

3.      La educación superior debería asumir el liderazgo social en materia de creación de conocimientos de alcance mundial para abordar retos mundiales, entre los que figuran la seguridad alimentaria, el cambio climático, la gestión del agua, el diálogo intercultural, las energías renovables y la salud pública.

4.      Los centros de educación superior, en el desempeño de sus funciones primordiales (investigación, enseñanza y servicio a la comunidad) en un contexto de autonomía institucional y libertad académica, deberían centrarse aún más en los aspectos interdisciplinarios y promover el pensamiento crítico y la ciudadanía activa, contribuyendo así al desarrollo sostenible, la paz y el bienestar, así como a hacer realidad los derechos humanos, entre ellos la igualdad entre los sexos.

5.      La educación superior debe no sólo proporcionar competencias sólidas para el mundo de hoy y de mañana, sino contribuir además a la formación de ciudadanos dotados de principios éticos, comprometidos con la construcción de la paz, la defensa de los derechos humanos y los valores de la democracia.

6.      La autonomía es un requisito indispensable para que los establecimientos de enseñanza los puedan cumplir con su cometido gracias a la calidad, la pertinencia, la eficacia, la transparencia y la responsabilidad social.

Basta con analizar cualquiera de estos ítems, planteados eufemísticamente, como problemas de todos, para develar el papel que juega la UNESCO al servicio del gran capital transnacional.

1.3.4. UNESCO: Acceso a la educación superior, equidad y calidad


Habida cuenta de la necesidad que muchos países tienen de disponer de más financiamiento para la investigación y el desarrollo, los establecimientos deberían buscar nuevas formas de aumentar la investigación y la innovación mediante iniciativas conjuntas de múltiples copartícipes entre el sector público y el privado, que abarquen a las pequeñas y medianas empresas. ( Ibíd., Pág. 5). ¿No tendrá que ver esto con la privatización de la educación que hoy predomina en el mundo y, en particular, en nuestro continente?.


Así se resume el papel de la UNESCO en el gobierno planetario: en otros ámbitos  de actuación, tutorea: las ciencias exactas y naturales, las ciencias sociales y humanas, la cultura, la comunicación y la información. En la actualidad, mantiene su compromiso en el mundo entero (…); de  movilizar el conocimiento científico y las políticas relativas a la ciencia con miras al desarrollo sostenible. Para ello utiliza la transmisión educativa y  nuevas formas de conocimiento en el marco de las  sociedades del conocimiento. Porque las sociedades emergentes no pueden contentarse con ser meros componentes de una sociedad mundial;  la educación debe generar competencias sólidas para el mundo de hoy y de mañana; por lo que es necesario emprender iniciativas conjuntas de múltiples copartícipes entre el sector público y el privado, que abarquen a las pequeñas y medianas empresas. Paro ello, la autonomía es un requisito indispensable para que los establecimientos de enseñanza los puedan cumplir con su cometido gracias a la calidad, la pertinencia, la eficacia, la transparencia y la responsabilidad social.


Toda esta fraseología desplegada sutilmente nos habla, en el fondo,  de las tesis neoliberales como metalenguaje y su imposición vía ciencia, conocimiento y educación superior, de una sociedad mundial liberal para el  desarrollo sostenible. Es decir, orientar la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la cultura, de acuerdo a las necesidades del capital, y particularmente del capital financiero,  en su reordenamiento mundial en la actual coyuntura histórica para su sobreviviencia.


1.4.- Origen de la Historia como disciplina en el marco de la cosmovisión occidental.

La Ilustración vio una revolución con la entonces denominada "filosofía natural", con la cual se modificó el marco básico por el cual se entendía lo que era "científico". En algunos sectores, el avance creciente de los estudios matemáticos presumía una realidad independiente del observador y funcionaba por sus propias normas. Las ciencias sociales provienen de la filosofía moral de la época y estuvieron influenciadas por los procesos de  Revolución industrial y la Revolución democrático burguesa en Francia. Se desarrollaron a partir de las ciencias experimentales y aplicadas o el conocimiento de base sistemático o prácticas prescriptivas; y relaciones con el “progreso social de un grupo de entidades interactuantes. Por ello, la ciencia moderna, como máxima expresión de la razón, nació con la modernidad y la  sistematización de los procesos de búsqueda que desembocó en la aplicación del método en el siglo XVI.

Sin embargo, el avance  de las ciencias sociales como tales se registran en el siglo XVIII, reflejados en la Enciclopedia de Diderot y en otras enciclopedias especializadas, con artículos de Rousseau y otros enciclopedistas.


Igualmente, en el siglo XIX,  fueron influenciadas por el positivismo, centrado en el conocimiento basado en la experiencia real en sentido positivo (orden y progreso) y evitando lo negativo (conflictos y revoluciones); la especulación metafísica fue eliminada. Auguste Comte (1798 - París, 1857)  usó el término "ciencia social" para describir el campo, tomado de las ideas de Charles Fourier. También se refirió a ellas  como la "física social". Es después de la clasificación sobre las ciencias que hace Comte entre “exactas” y “sociales”, que el término "ciencias sociales" comenzó a ser utilizado como un campo conceptual distinto, no sin antes pasar por muchas peripecias y críticas en virtud de que, desde la óptica del positivismo como filosofía dominante, eran consideradas inexactas, indemostrables e inverificables. Otros las consideraron y denominaron “ciencias del espíritu”; especulativas y metafísicas. No se reparaba todavía que eran disciplinas que, por abordar objetos de estudio (la sociedad) distintos a las ciencias “exactas” (objetos, fenómenos físicos, otros), respondían a enfoques teóricos-filosóficos, métodos y cuerpo categorial y metodológico distintos.

Sin embargo, Augusto Comte fue uno de los más notables opositores a reconocer como ciencias a las Ciencias Sociales. Comte pretendió unificar a todas las ciencias trasladando el cuerpo teórico-metodológico y el método de las ciencias “exactas”, a las ciencias   sociales, tratando de que el conocimiento producido por ellas, fuese objetivo, demostrable y verificable, como se hacía en los laboratorios de las ciencias “exactas”.

Por su parte, la Historia, como disciplina y que tuvo como procesos previos los relatos escribanos y las crónicas, pasó por un proceso difícil en el que inicialmente fue negada como ciencia por las corrientes empiristas y positivistas en tanto que no podía ser comprobable, como las llamadas ciencias “exactas”. Si bien algunos pensadores del siglo XVIII se referían a la historia, es en el siglo XIX que tiene origen la Historia, con sus vicisitudes, y a lo largo del XX que  se consolida como una disciplina científica. Lo confirma el hecho que: aplica  métodos a su búsqueda, cuenta con una filosofía y ha producido teoría; tiene una comunidad de cientistas que la desarrollan, objeto de estudio claro y un amplio campo de acción que se pierde de vista. Leopold von Ranke (positivista) jugó un papel importante en esta primera parte.
 

A partir de este momento, se empieza a reconocer la Historia como disciplina científica, no exenta de sus críticos,  a raíz del establecimiento  en algunas  universidades, pero desde un nuevo punto de vista, ahora la Historia se empieza a tratar también como una ciencia más. Así  se enseña y  estudia.

Leopold von Ranke es considerado el creador, o representante del historicismo clásico en la Historia, su visión científica se basa en una investigación objetiva que rehúsa todo juicio de valor y especulación, su método es muy crítico y sus afirmaciones se basan en el análisis crítico de testimonios o documentos siempre fiables. Así, Ranke se separa de la historia o filosofía  hegeliana rechazando la idea de un desarrollo causado por el progreso. El positivismo fue opuesto a la revolución. Creyeron en el papel de los adelantos científicos y técnicos. La Historia para ser ciencia debía imitar a las ciencias de la naturaleza, ser precisa, debía experimentar, verificar y hacer una confirmación estricta de los hechos históricos (Santana, 2005).


Igualmente,  los Annales en Francia  se  convirtieron en una Escuela científica más o menos institucionalizada basado en buscar nuevos métodos y enfoques de investigación. En Francia era una disciplina que situaba el espacio geográfico en un marco histórico-cultural, que vino a añadir el enfoque sociológico de Emile Durkheim, el cual fue transmitido a los historiadores de los Annales a través del economista Simiarnd. Los fundamentos de los Annales fueron establecidos por Bloch y Febvre antes de la fundación de la revista.

En los últimos 20 años, la nueva historiografía significa una ampliación de la racionalidad científica y no una renuncia a ella. Desde Alemania gran parte de la investigación que se movía en nuevas direcciones metodológicas y conceptuales, se dedicaba a la época industrial.

Igualmente, la Historia se ha ampliado. Hoy han surgido otras concepciones entre las que destacan: la microhistoria o historia de la vida cotidiana, la Historia migajas, Historia Inmediata, Historia Regional y Local, entre otras. Estas corrientes de la Historia se han distanciado de las categorías macrohistóricas "mercado" y "Estado", las cuales eran de importancia decisiva para el marxismo y para las diversas formas de ciencia social histórica; pero reconocen  que el poder y la desigualdad social constituyen factores fundamentales de la historia.

 1.5.- Origen de la Historia en Venezuela, siglo XIX: reproducción de la cosmovisión europea

Durante la Colonia el Estado monárquico español hizo muy pocos esfuerzos por promover la educación en las colonias y en particular en aquellas en las que tenía menos interés comercial, como en Venezuela. El país recién tuvo su primera universidad unos doscientos años después de México, Colombia o Perú.

El 22 de diciembre de 1721 se crea la Universidad Real de Caracas. En un principio se impartían clases de teología, medicina, filosofía y derecho exclusivamente en el idioma latín. Fue denominada "Real y Pontificia" por estar bajo la tutela y protección del Monarca español y del Sumo Pontífice. Esta universidad fue la antecesora de la Universidad Central de Venezuela. Para 1810 la universidad cuenta con unos 400 alumnos.

Se puede señalar que la historia en Venezuela tiene sus inicios en las dos últimas décadas del siglo XIX; es así como la Academia Nacional de la Historia,  una de las instituciones culturales más antiguas de Venezuela, fue creada por Decreto Orgánico del Presidente Juan Pablo Rojas Paúl el 28 de octubre de 1888. Asumió como tarea fundamental: el estudio de los diversos períodos de la historia americana y en particular la historia directamente vinculada con Venezuela. Entre sus finalidades está la promoción de la investigación y la orientación de la enseñanza de la Historia, la formación de una biblioteca de carácter histórico y la reunión de documentos originales que sirvan de fundamento y apoyo para la investigación. Además la Academia se ocupa de la edición de obras directamente relacionadas con la Historia venezolana y americana. A ella han pertenecido, como Individuos de Número y Miembros Correspondientes, desde su fundación,  historiadores notables del país y la Institución ha mantenido siempre en más de un siglo de existencia una intensa actividad  sin interrupción. La Academia ha editado hasta el presente más de un millar de libros.  Sin embargo, es en el siglo XX que la Historia se establece como disciplina científica en Venezuela.

Los  que pudiéramos considerar como los primeros historiadores venezolanos estuvieron influenciados por la corriente positivista, dominante en el ámbito internacional. Resaltan, entre otros: Rufino Blanco Fombona, Laureano Vallenilla Lanz, Guillermo Morón, Manuel Caballero, Germán Carrera Damas, José Gil Fortoul, Manuel Vicente Magallanes, Mario Briceño Iragorri, La academia Nacional de la Historia tiene una gran responsabilidad en la concepción que manejamos de nuestra historia y de su enseñanza en todas las instituciones educativas. El modelo se ha reproducido geométricamente y hoy en día presenta serias limitaciones para producir conocimiento histórico.

1.6.-  Algunos problemas teóricos y epistemológicos presentes en la ciencia de la Historia actual en Venezuela.

Es bien conocido que la Historia en nuestro país nace orientada y se imparte por el enfoque positivista predominante en Europa para el siglo XIX. Con este pensamiento se hizo interpretación histórico-social de nuestra sociedad y el continente y se produjo un conocimiento historiográfico que hace apología a la invasión y colonización  a nuestros territorios; fragmentado, epopéyico, que rinde culto a los héroes individuales y a las élites oligárquicas y a la democracia liberal y contribuyó a construir una sociedad liberal apologeta del invasor foráneo (europeo y norteamericano) que responde al estereotipo de hombre dominante europeo: varón, blanco y propietario, en detrimento de nuestros nativos ancestrales a los cuales “hay que integrar a la civilización occidental” como necesidad para lograr el progreso. Esta concepción de la historia se desplegó en todos los niveles de nuestra educación y, particularmente, en las universidades venezolanas en las que se imparte la Historia como disciplina científica, a través de los pensum de estudio, con fuerte y determinante carga positivista. De allí, las generaciones de historiadores egresados de esas escuelas, reprodujeron el modelo positivista en su interpretación de nuestra historia. Y así se enseña la Historia en todos los niveles de la enseñanza; y nuestros historiadores producen conocimiento historiográfico fundamentando las investigaciones en ese modelo que, a lo sumo,  produce medias verdades toda vez que no basta con visibilizar a los invisibilizados, realzar el papel de los sectores subalternizados, sino develar las claves que hacen posible la dominación del capital sobre el trabajo, el papel que juega la Historia en ese proceso e identificar aquellos contenidos presentes en la llamada cultura popular que, como parte del sentido común a través del cual el pueblo se ha apropiado del discurso de la burguesía, sirven a la dominación del pueblo venezolano.  

En el momento actual en Venezuela, en el marco de un proceso de cambios significativos en la sociedad en los que las ciencias sociales y la Historia vienen jugando un papel destacado, sobre esta última se ha venido planteando tímidamente un debate sobre la pertinencia de la Historia hegemónica y la Historia insurgente o disidente para potenciar esto cambios. La primera,  con la pretensión de seguir ocultando las formas de dominación del capital sobre el trabajo y la segunda, tratando de develar tímidamente esas formas de dominación,  a los fines de proponer nuevas herramientas teóricas, filosóficas y metódicas para interpretar la historia y relevar al conjunto de actores sociales que por no formar parte de la aristocracia territorial criolla que dirigió a Venezuela durante el siglo XIX y por la  subalternización de la que fue objeto por la dominación europea, fueron invisibilizados y hoy el proyecto político que se lleva adelante, los ha reivindicado como sujeto de transformación. Por ello, hemos registrado un conjunto de problemas teóricos y epistemológicos que son necesarios resolver si queremos seguir adelante con propuestas revolucionarias que contribuyan a “descolonizar la memoria“, a romper con las amarras de la dominación y a la transformación social. Esos problemas los resumimos en los siguientes:

1.6.1.- Determinismo colonial. Algunos enfoques historiográficos  pretenden encontrar   en la historia del continente en el presente, los componentes de la colonia, intactos.

Si bien en la historia hay procesos continuos los cuales permiten que elementos de la colonia permanezcan sin experimentar cambios sustantivos, también se presentan discontinuidades que borraron, en gran medida, algunos de esos fenómenos coloniales transformándolos en otros, acordes con las nuevas formas de dominación. No visualizarlos así, pudiera llevar a errores de percepción y de acción de nuestro proceso histórico.



1.6.2. La Historia objetiva. Ni el documento ni el dato por sí mismos,  bastan para explicar determinados fenómenos. Es el sujeto con su carga de  valores,  prenociones  quien termina por explicar el fenómeno. En la relación sujeto-objeto, el objeto sólo informa de lo que es. El sujeto, en última instancia, dice la última palabra.
En la relación sujeto-sujeto, en la que se establece una relación intersubjetiva, ambos se informan, se influyen y el conocimiento producido se hace sobre la subjetividad de ambos, por supuesto, construida socialmente.

          1.6. 3. El abordaje comprensivo de la historia
. Considera que la historia no se puede explicar; a lo sumo comprender.  Este punto de vista, se queda en la parte superficial de las relaciones sociales que estudian, en sus expresiones fenoménicas y no buscan el origen de las relaciones sociales que estudian en su contexto histórico, su desarrollo y desencadenamiento.


   1.6.4. El abordaje fragmentario de las relaciones sociales.  Explica o describe el fenómeno en sí mismo, sin detenerse a buscar las inter-relaciones que tienen esos fenómenos con otros y si existen determinaciones entre ellos. Esta visión concibe lo real como un todo sin conexión entre sus partes constitutivas.

          1.6. 5. La Historia que se limita a estudiar el pasado sin  incidencia en el presente.
Es una Historia que sólo sirve para acariciarle el ego a los investigadores pero carece de utilidad para ponerla al servicio de  la sociedad; para transformar el presente. Los cientistas sociales sí deben hacer propuestas transformatorias a la sociedad. Sólo el elitismo de la Historia liberal considera que los problemas sociales son competencia únicamente de los gobernantes. Desde esta perspectiva, los historiadores e historiadoras son concebidos como una suerte de dioses del olimpo que están por encima del bien y el mal y que el Estado está obligado a financiarle sus investigaciones estériles. Para ello utilizan  las formalidades universitarias. Estas élites medias megalómanas construyen cofradías de prestigios transnacionales para legitimarse.


1.6.6.- La Historia que no proyecta futuro sino que se queda, a lo sumo, interpretando el presente. Porque considera que proyectar tendencias históricas es un mero ejercicio subjetivo y de futurología. No es objetivo.

           1. 6.7.-Los historiadores que consideran que la Historia como Ciencia tiene vida propia y por tanto se estudia en sí misma.
  Olvidan que la ciencia se aborda desde modelos teóricos pre-establecidos y que en las ciencias sociales y humanísticas la Historia se explica desde las corrientes de pensamiento.

          1. 6. 8. La Supuesta neutralidad axiológica de la Historia.  Basada en una supuesta apolitización de la Historia como ciencia. No se logra entender o se hace ver premeditadamente que los aportes en el campo del conocimiento son productos de aplicaciones de técnicas (liberalismo), las cuales supuestamente están al margen de lo político. Se olvida que existe una relación de coherencia y reciprocidad entre: filosofía (concepción del mundo), epistemología (supuesto desde los cuales se produce conocimiento), teoría (explicaciones sobre determinados procesos socio-históricos), método (orientación de la investigación con su cuerpo teórico y categorial coherente), técnicas (procedimientos para acceder a la información) e instrumentos (herramientas aplicadas para obtener la información). Lo peor es que esta postura se asume desde algunos recintos universitarios en nombre del rigor académico. Se olvidan quienes así piensan, que la educación, en cualquiera de sus niveles, es una política pública y como tal debe tratarse. Las opciones teóricas asumidas para la investigación suponen una posición política.


         1.6.9. Los enfoques unilaterales de la Historia.
Limitan el estudio a lo sumo una o dos variables de las relaciones sociales sin percatarse que lo social es más complejo y comporta un conjunto inter-relacionado de múltiples variables que producen una diversidad y complejas  relaciones y funciones entre ellas.

        1.6.10.La suplantación de problemas  de investigación de monta por estudio de instituciones.  Considera que lo social se explica teniendo como coartada una institución en torno a la cual giran el resto de elementos relacionados con la misma. El estudio de las instituciones es importante pero limitan el horizonte de búsqueda y por tanto la profundización del estudio.



1.6.11. La concepción conservadora de la Historia.
 Alardea discursivamente sobre las transformaciones sociales; asume formalmente ciertas críticas y otros enfoques, pero a la hora de accionar, le teme a los cambios y cuestiona los puntos de vistas disidentes. No admiten nuevos enfoques en la Historia.

Esto no se limita sólo al ámbito de lo político, también se evidencia en la resistencia sobre la teoría, las categorías, los conceptos y los métodos. Se olvidan que si la realidad cambia sustancialmente, también deben cambiar  su cuerpo teórico-conceptual y metodológico de la Historia y las formas de aprehenderla.

1.6. 12.- La Historia que no reflexiona sobre el cuerpo teórico-conceptual y           metodológico sobre el cual trabaja.

Los da como supuestos inamovibles, incuestionables. Se olvidan que con todos los cambios generados en el mundo a partir de los años `80, han puesto en apuro muchos supuestos teóricos y paradigmas epistemológicos que se tenían como ciertos. Para éstos las verdades no han cambiado y la teoría la vuelven transhistórica.


           1. 6. 13.- La Historia que valida su producción de conocimiento a partir de un criterio de autoridad y no basada en investigaciones y argumentos sólidos. 
Siempre alude a historiadores, por lo general desaparecidos, para justificar sus puntos de vistas. En otros casos, la verdad se impone desde el poder que se tiene en la institución  a la que se representa y no en lo que se ha investigado y, sobre todo, el cómo de ello.


1.6. 14. El sectarismo científico. Desde cierta Historia se intenta negar el aporte que se hace a la Historia desde otras disciplinas humanísticas y sociales.
 En un ambiente donde cada día se hacen más necesarios los enfoques  transdisciplinarios, sin descuidar el enfoque metódico.


1.6. 15.- Se insiste en poner hincapié en la macrohistoria y se desprecian los estudios locales y microhistóricos. Se considera que hacer historias de vida y locales se pierde de vista determinaciones exógenas del fenómeno. Esto lo resuelve el cuerpo teórico-conceptual y metodológico que se utilice. La investigación “local” debe asumirse desde una perspectiva de glocalidad.


1.7.- ¿En qué teorías apoyarnos para construir conocimiento histórico subversivo o Historia para la emancipación?

Los problemas de la Historia planteados anteriormente, nos conduce necesariamente a la interrogante: ¿es posible transformar la sociedad en Venezuela desde el conocimiento académico e histórico que se imparte en todos los niveles de la educación actual?. La respuesta es no; porque el conocimiento producido por la academia además de no responder a las necesidades del país,  se hacen dependiendo de los intereses de quien investiga y, a lo sumo, a los intereses de la institución a la que pertenece el investigador; pero además el tipo de conocimiento producido, se queda en lo contemplativo porque sólo describe y/o comprende hechos, fenómenos y no procesos. Se queda en producir medias verdades que orientan  visiones equivocados y el resultado de la investigación no tiene trascendencia práctica. Este modelo de producir conocimiento histórico, a lo sumo, sirve para acariciar el ego del investigador que, a su vez, forma parte de una élite de investigadores. Conocimiento que no solamente es inaccesible por el pueblo sino que justifica y reproduce la sociedad liberal individualista, elitista, racista y su modelo político: la democracia representativa.


Se requiere en el momento actual de un tipo de conocimiento que aborde problemas de investigación  que prioricen las necesidades de la sociedad que estamos construyendo; que investigue procesos, no hechos ni fenómenos; que explique las determinantes de dichos problemas en su inter-relación y  movimiento; que los resultados de esas investigaciones expliquen procesos de nuestra historia; sirvan de base para diseñar algunas  políticas públicas que contribuyan a superar situaciones que obstaculizan el avance de nuestro proceso político. Este tipo de conocimiento rompe con el academicismo contemplativo y se perfila como un conocimiento subversivo porque sirve para la transformación, para develar procesos y no para ocultar verdades como una forma de expresarse la dominación del capital sobre el trabajo.


1.8.- La historia y las contradicciones sociales en las sociedades divididas en clases.

Por todo lo dicho anteriormente, se infiere que el conocimiento no es neutro y sirve para la dominación o para la liberación. El conocimiento y, por tanto la Historia, ha estado al servicio de las clases sociales que han dominado en los últimos siglos, las constantes  divisiones  del trabajo, la profundización de la propiedad privada y el poder como alma de sometimiento. En todas las sociedades divididas en clases, se ha experimentado la dominación de las élites sobre las mayorías. Es en el marco del socialismo donde las mayorías aspiran imponer su voluntad política sobre las minorías (las élites), pero no para aplastarla sino para salvarlas de su propio engendro: las lógicas alienantes y enajenantes del capital. La historia, por tanto, es un proceso incesante de producción de la vida humana que toma diversas formas de acuerdo a  la época, el desarrollo del intelecto, la espiritualidad y los instrumentos de trabajo que han utilizado los seres humanos, como parte constitutiva de la naturaleza, para producir.

La producción de la vida humana también genera determinadas y diversas relaciones sociales de sujeción o de liberación. ¿Qué sociedad ha subsistido, hasta el momento,  sin producir lo que consume y sin reproducirse?. Ninguna. Al respecto Carlos Marx señala que: (…)”la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres [seres humanos] se hallen, para `hacer historia` en condiciones de poder vivir. (…) para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida material, y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una condición fundamental de toda historia que lo mismo hoy que hace miles de años necesita cumplirse todos los días y todas las horas simplemente para asegurar la vida de los hombres [seres humanos](…)” (MARX y Engels , 1966: 27). Y por considerar que en las sociedades con divisiones sociales, siempre han existido unas clases que han dominado a otras, añade tajantemente: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases” (Marx  y Engels: 110). Desde nuestro punto de vista ampliaríamos esta visión señalando que la historia de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de las contradicciones sociales, porque en todas las sociedades no sólo existen clases sino también sectores sociales no categorizadas como tales, incluso entre un mismo campo político; luchas motivadas por las contradicciones derivadas de los intereses encontrados entre ellas. Estas contradicciones hoy siguen vivas y son las que mueven la rueda de la historia en donde los oprimidos aspiran a su redención.


Lo antes señalado es lo que llevó a Walter Benjamín, en su lucha contra el fascismo, a afirmar lo siguiente: “(… )La tradición de los oprimidos nos enseña que ´el estado de excepción´ en que ahora vivimos es en verdad la regla. El concepto de historia al que lleguemos debe resultar coherente con ello. Promover el verdadero estado de excepción se nos presentará entonces como tarea nuestra, lo que mejorará nuestra posición en la lucha contra el fascismo (…) El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma cuando combate (…). La idea de un progreso del género humano en la historia es inseparable de la representación de su movimiento como un avanzar por un tiempo homogéneo y vacío. La crítica de esta representación del movimiento histórico debe constituir el fundamento de la crítica de la idea de progreso en general (…). La historia es objeto de una construcción de cuyo valor no es el tiempo homogéneo y vacío, sino el que está lleno de ´tiempo de ahora´.(…)  (Benjamín, 2005: p.17, 19,20,22, 25 y 27).

Asimismo agrega: “(…) El historicismo levanta la imagen ´eterna´ del pasado, el materialista histórico una experiencia única del mismo, que se mantiene en su singularidad. Deja que los otros se agoten con la puta del ´hubo una vez´, en el burdel del historicismo.(…) ”  (Ibíd., p. 28).

 
1.9.Historia y proyecto político o política histórica

Lo planteado hasta el momento, nos lleva a hacernos algunas interrogantes: ¿ existe una Historia neutra y objetiva?, ¿está la Historia como disciplina social al margen de los proyectos políticos que pugnan por imponerse en la palestra política?. Al respecto señala el historiador Eric Hobsbawm: “(…) El pasado es (…) una dimensión permanente de la conciencia humana, un componente obligado de las instituciones, valores y demás elementos constitutivos de la sociedad humana. A los historiadores se les plantea el problema de cómo analizar la naturaleza de ese “sentido del pasado” en la sociedad y cómo describir sus cambios  y transformaciones (…)  La historia  no es una memoria atávica ni una tradición colectiva. Es lo que la gente aprendió de los curas, los maestros, los autores de libros de historia y los editores de artículos de revista y programas de televisión (…) .Lo que oficialmente se conoce como pasado consiste en un selecto surtido elaborado a partir de un infinito surtido de cosas que se recuerdan o pueden recordarse (…). El  ´pasado social formalizado´ es más rígido porque establece el modelo que deberá aplicarse en el presente y donde se dirimen los conflictos e incertidumbres en la actualidad (…)” ( Hobsbawm, 1998, p.20 y 23)

1.10.- ¿Es la Historia una disciplina neutra y objetiva?

La respuesta a esta interrogante la aporta el historiador Edward Carr al plantear que  “ (…) La historia objetiva no existe (…). Afirmar que los falibles seres humanos están demasiados implicados en las circunstancias temporales y espaciales para alcanzar la verdad absoluta, no es lo mismo que negar la existencia de la verdad; una negativa semejante destruye todo criterio de discernimiento y convierte cualquier enfoque de la historia en algo tan falso o verdadero como los demás (…). Donde es posible sostener que la verdad objetiva existe, ningún historiador o escuela de historiadores puede aspirar a conseguir por sí mismos más que una leve y parcial aproximación a ella (…). Ya no se puede poner en duda que nuestra investigación de los hechos históricos y nuestra identificación de los mismos al detectarlos, están necesariamente determinados por las –quizá inconscientes- ideas que guían la investigación. La profunda convicción de que los ´hechos´ son neutrales y de que el progreso consiste en descubrirlos y aprender de ellos es producto de una concepción racional-liberal del mundo que hoy en día no puede darse por supuesta (…)”   (CARR,  2003, p. 12, 13).


Además, establece una relación entre los tiempos presente y pasado: “Entre el pasado y el presente, hay un camino de dos direcciones, el presente se configura a partir del pasado y, al mismo tiempo, lo recrea constantemente. Si bien es cierto que el historiador hace la historia, no lo es menos que la historia ha hecho al historiador (…)”    (Ibíd., p. 13).


1.      11.- ¿Qué es la Historia?

A esta interrogante responde el historiador Luis Cipriano Rodríguez de la siguiente manera: “… la Historia deviene hoy en una ciencia cada vez más exigente (y útil). Irrenunciable en estos tiempos de redes digitales, conocimientos renovados  e imperativos de integraciones y compensaciones. Tiempos universales (y particulares) en que no es fácil, ni prudente, ni equitativo aislar el macromundo de los micromundos, pero sobre todo,  subordinar éstos a aquél, porque ello sería desentendernos suicidamente de dos ideas nodales: la unidad y la diversidad (capaces de darle un marco conceptual clave a los análisis y a las síntesis sociohistóricas de la realidad concreta, concebida en sus especificidades e identidades individuales, microlocales, locales, regionales, nacionales, internacionales y universales)…” (Rodríguez,   2000: en prólogo a Historia Económica y Social de Venezuela de  Brito Figueroa).


1.12.- La Historia y la  invisibilización de los sujetos subalternizados no propietarios y la mujer

Al respecto sostiene Fontana que “ El mayor de los desafíos que se ha planteado la historia en la segunda mitad del siglo XX, y que sigue vigente a comienzos del XXI, es el de superar el viejo esquema tradicional que explicaba una fábula de progreso universal en términos eurocéntricos (…) y que tenía como protagonistas esenciales a los grupos dominantes, y económicos de las sociedades desarrolladas, que se suponía eran los actores decisivos de este tipo de progreso, dejando al margen de la historia a los grupos subalternos y a la inmensa mayoría de las mujeres (…) La mayor parte de la historia política de los tiempos contemporáneos ha dejado de identificarse con la biografía de los monarcas, pero sólo lo ha hechos para ocuparse de los políticos, los partidos y las instituciones oficiales (…)” (FONTANA,  2002: 163).

 

Pero refiriéndose al eurocentrismo, al papel de la teoría y el método en la historia sostiene que: “El modelo lineal de la historia del progreso tenía, sin embargo, otro ámbito de exclusión: la de todos los pueblos que no pertenecen a la cultura dominante de origen europeo, cuyas sociedades y culturas se solía presentar como dormidas en el tiempo hasta el momento en que la colonización las introdujo en la dinámica de la modernización (…). Teoría y método no son los objetivos de nuestro oficio, sino tan solo las herramientas que empleamos para comprender mejor el mundo en el que vivimos y de ayudar a otros a entenderlo, con el fin de que entre todos hagamos algo para mejorarlo (…) Hemos de renovar nuestro utillaje teórico y metodológico para que nos sirva para volver a entrar en contacto con los problemas reales de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, de los que la historia académica nos ha alejado (…) ”(Ibíd., p. 188).


Por su parte, el historiador venezolano Federico Brito Figueroa hace sus aportes a la necesidad de otro filón de la Historia no menos importante que los ya señalados. Se trata de un enfoque contextualizado, sistémico e integrador del estudio de los procesos históricos. Por ello dice que  “… Ningún Fenómeno puede estudiarse sin conocer su historia completa en una unidad espacio-tiempo, sin considerar las causas que lo originan y los elementos que concurren a producirlo como consecuencia de un proceso de desarrollo interno, de las influencias exógenas y de los fenómenos que con él coexisten. Considerando igualmente su antecedente en fenómenos anteriores y la posibilidad de transformación en nuevos fenómenos. Sólo una investigación (…) concebida y realizada en estos términos, está en condiciones de profundizar en el conocimiento de la realidad histórica seleccionada como área de estudio” (Brito Figueroa, 2000: 10).


1.13.- ¿Cuál debe ser el papel del historiador en la sociedad?


Pero para hacer de la historia un instrumento liberador, no basta solamente con una concepción de la historia que sirva para la liberación, es necesario complementariamente un papel del historiador como sujeto protagónico. Al respecto Walter Benjamín sostiene que: “(…).Articular históricamente el pasado no significa conocerlo ´tal como verdaderamente fue ´. Significa apoderarse de un recuerdo tal cómo éste relumbra en un instante de peligro (…).Encender en el pasado la chispa de la esperanza es un don que sólo se encuentra en aquel historiador que está compenetrado con esto: tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence (…)”  (Benjamín, 2005, p.17, 19,20).


En ese orden de ideas,  Pierre Vilar es categórico sobre el papel del historiador: “El historiador, como juez,  rechaza el testimonio aislado. A sus ojos, sólo la frecuencia en la repetición confiere al documento subjetivo su grado de significación objetiva. La historia espiritual de una sociedad no puede fundarse más que sobre el texto en serie (…) la expansión en el espacio social de un tema intelectual, el éxito que le reserva un público, las facilidades de difusión que le ofrecen, miden la fuerza colectiva de una inquietud, de un interés, de una voluntad. Toda agrupación cronológica de textos-serie, todo hallazgo de afinidades en el caos de publicaciones forma parte, pues, de los buenos instrumentos de la investigación histórica (…). La causalidad histórica no se encuentra entre elementos aislados sino entre unidades globales” (VILAR, 2001: 292). Lo señalado por los dos últimos historiadores sobre el papel del historiador, es cierto porque éste no es un actor situado fuera de la realidad social en la que le ha tocado vivir. Él es un producto social  de esa realidad en su tiempo. Su posición en el entramado de clases sociales en que se divide la sociedad, determina sus representaciones, valores, principios, métodos y acciones porque está inmerso en una episteme a la que puede reproducir o negar. El historiador y, por tanto, el cientista social, pertenece, reflexiona, escribe y actúa –aunque no lo sepa- para una clase en virtud de que no reproduce  la realidad exterior tal como es sino como la representa la clase que domina a través de un sistema de ideas, de una ideología que presenta la realidad falseada para naturalizar su régimen de dominación. Esta es la clase  que decide el curso del conocimiento desde el poder; porque el poder está sustentado en una verdad y la verdad contiene un poder implícito (Foucault, 1977). Ese poder lo ejercen las élites dominantes sobre las mayorías subalternizadas a través de la gubernamentalidad. 

PARTE II: LA HISTORIACCIÓN PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD

 
Expuesto los elementos justificatorios de la propuesta, pasemos ahora a la parte prospectiva; esto es, qué debemos hacer los historiadores e historiadoras ante lo planteado, que requiere de una respuesta  orientada a superar este orden de cosas y  encaminarnos a la construcción de una alternativa de hacer praxis social a partir de la Historia que contribuya a la superación de los paradigmas positivista y neo-positivistas y proponga un paradigma alternativo que sirva para la liberación del pueblo venezolano y la construcción de una sociedad al servicio de las mayorías. Por ello, se propone la Historiacción como propuesta.

2.1.-  ¿Qué es la Historiacción?

Se propone construir colectivamente un constructo teórico que, como negación al positivismo y al neo-positivismo y fundamentado en otro enfoque filosófico que valide y dialogue con el conocimiento popular, sirva para develar las interioridades del sistema-mundo capitalista liberal naturalizado, reinterpretar nuestra historia desde la perspectiva de los vencidos e invisibilizados, a los fines de descolonizar la memoria y el conocimiento y, como parte de una Historia Insurgente, construir una Historiacción que sirva para transformar la sociedad capitalista y construir una sociedad al servicio, no de élites de cualquier signo (sea esta de derecha o de izquierda), sino de las mayorías con conciencia revolucionaria.

En consecuencia, la Historiacción es un movimiento de hombres y mujeres que entendiendo la Historia como herramienta de transformación social, se propone contribuir a la construcción colectiva  y a través de la discusión y del diálogo fraterno, de un nuevo paradigma historiográfico que permita reconstruir, a través de una reinterpretación crítica, la historia de Venezuela y Nuestra Americana, proponer estrategias pedagógicas y andragógicas para  la enseñanza de la Historia, acompañar  al pueblo en la construcción de  su historia  y la de la comunidad, como contribución a la construcción de una sociedad al servicio de las mayorías nacionales en la que se pueda restablecer la unidad inseparable con la naturaleza, relaciones humanas de cooperación y solidaridad, la autogestión y autodeterminación de las comunidades, apoyados en la creatividad, el ingenio y el respeto del otro.

2.2.- Fundamentos teóricos-filosóficos en que se soporta la HistoriAcción.

§  La episteme occidental forma parte de la dominación del capital sobre el trabajo y, por tanto, el modelo de ciencia actual, como parte de esa razón occidental, también sirve al capital. El conocimiento producido en el marco de esa ciencia forma parte de esos instrumentos de dominación de la burguesía como clase sobre los sectores subalternizados.

§   El conocimiento producido, desde un paradigma emergente, debe servir para transformar y no para reproducir la dominación del capital. Por ello, la Historia debe servir para develar  y no reproducir las lógicas del capital.

§   El conocimiento es un derecho del pueblo y, por tanto, el pueblo debe apropiárselo.

§   El conocimiento histórico debe estar al servicio del pueblo quien lo produce y utiliza para fortalecer el poder constituyente, la autogestión y autodeterminación política de los venezolanos y venezolanas y para construir vida.

§   La Historia debe contribuir a la unidad de los pueblos nuestroamericanos y caribeños.

§  Debe superar los enfoques eurocentristas de la historia que han contribuido a la colonización teórica y epistemológica de nuestros países.

§  Debe soportarse en una teoría  emancipadora construida desde el continente nuestroamericano y caribeño, complementándose con teorías libertarias construidas en otros continentes que sirvan para la emancipación de nuestros pueblos.

§  Debe incorporar a  la teoría  emancipadora indoamericana los saberes, valores y principios  de vida de nuestros nativos ancestrales y comunidades autogestionarias del continente.

§  Debe entender lo real como un todo articulado e inter-relacionado; abierto en constante movimiento y transformación; un todo en ordenamiento y reordenamiento permanente de procesos complejos de continuidades y discontinuidades y síntesis.

2.3.- Principales áreas de trabajo de la HistoriAcción:

ÁREA 1: TEÓRICA - EPISTEMOLOGIA

§  Revisión-investigación de los supuestos teóricos y epistemológicos en que está  sustentada la disciplina de la Historia en Venezuela.

§  Construir colectivamente un nuevo paradigma para realizar investigación histórica para la emancipación.

§  Reconstruir críticamente la historia de Venezuela desde la perspectiva de los subalternizados e invisibilizados por las élites de poder.

§  El historiador e historiadora debe ser un sujeto de transformación social comprometido con los intereses del pueblo.

o   ÁREA II: PEDAGOGÍA Y EDUCACIÓN

§  Develar las pedagogías dominantes en la educación reproductoras de las relaciones de poder del capital.


§  Construir nuevas estrategias pedagógicas-andragógicas que orienten la enseñanza de la historia en Venezuela a nivel  de la primaria y de la enseñanza media, universitaria y de postgrado.

o   ÁREA III: HISTORIA, PUEBLO Y SABERES

§  Hacer análisis críticos de la cultura popular a los fines de identificar en ella los elementos reproductores del sistema de dominación y los elementos que sirven a la emancipación.

§  Contribuir al levantamiento de la historia de los pueblos, las comunidades, los movimientos sociales libertarios, realizada por el mismo pueblo.

§  Construir estrategias para formar investigadores populares.

§  Elaborar proyectos para levantar la historia de pueblos, comunidades, municipios, movimientos sociales y líderes históricos.

o   ÁREA IV: HISTORIA Y PROYECTO SOCIO-POLÍTICO

§  Contribuir a la materialización de una nueva sociedad en Venezuela como contribución del conjunto de historiadores e historiadoras, a partir de sus investigaciones y una praxis social comprometida con las transformaciones societales. Estas cuatro (4) áreas de trabajo están transversalizadas por la investigación como factor fundamental de la propuesta; y de estas áreas se pueden desprender diversas líneas de investigación.

                         Esta área contempla, además, el conjunto de iniciativas e instrumentos que se vayan creando en el proceso, y que contribuyan a la emancipación social.


o   ÁREA V: INVESTIGACIÓN

Si bien esta área es transversal a todas las demás, debe abordarse por separado sobre la base de las líneas de investigación que surjan en las demás áreas o aquellas que emanen de las necesidades del trabajo.

2.4.- ¿Quiénes pueden participar de la HistoriAcción?

            Todos aquellos profesionales, estudiantes de Historia de pre y postgrado, cronistas y trabajadores populares interesados en la historia; así como también  profesionales de disciplinas afines y complementarias como la Antropología, Sociología, Etnología, paleontología, entre otras.

     2.5.-  Formas de organización de la HistoriAcción

Red de equipos de trabajo ubicados en diversos territorios sociales  e instituciones nacionales e internacionales,   articulados horizontalmente a través de nodos y el uso de innumerables medios de comunicación y teniendo como base las actividades que se deriven de las áreas de trabajo. Las áreas de trabajo pueden constituir sus propias redes.

            Con lo aquí planteado, esperamos se abra un  debate franco y abierto sobre la necesidad de hacer y escribir una nueva Historia a partir de lo que ha sido nuestra historia, a los fines de hacer aportes que contribuyan a la construcción de una sociedad, que supere el reino del capital, que descolonice la memoria y el conocimiento,  esté al servicio de las mayorías y en la que podamos vivir en armonía con la naturaleza.



FUENTES CONSULTADAS

BENJAMÍN, Walter. Sobre el Concepto de Historia en Tesis sobre la Historia y otros Fragmentos, Contrahistorias, Ciudad de México, 2005.


BRITO FIGUEROA, Federico. Historia Económica y Social de Venezuela. UCV, Ediciones de la Biblioteca, Caracas.

CARR, Edward. ¿Qué es la Historia?, Ariel Historia, S.A. Barcelona 2003


ENGELS Federico, Papel del Trabajo de la Transformación del Mono en Hombre, (Obras Escogidas), tomo III, Moscú, 1970,


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ESTULIN, Daniel. La verdadera historia del Club Bilderberg. Editorial Planeta, S.A.Barcelona, España, 2005.

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FOUCAULT, Michel. La microfísica del poder,  Revista  Actual, n° 14, 1971. 


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