CRISIS DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN AMÉRICA
LATINA EN LOS ’90, SIGLO XX
La razón moderna latinoamericana a debate
Ángel Custodio Velásquez
Los límites del
discurso moderno en América latina.
Los paradigmas de la modernidad, las
tesis de
La discusión sobre la
caracterización de la crisis de las Ciencias Sociales en América Latina, se
lleva a cabo en el marco de un proceso de transición entre el agotamiento del
Régimen de Acumulación fordista y del keynesianismo, como su forma de regulación,
a la asunción y desarrollo del Régimen de Acumulación y forma de regulación
flexibles; que impactan significativamente la cultura, la política, los
valores, los patrones de consumo y, por supuesto, al conocimiento.
Antes de entrar en el debate propiamente tal, es necesario
conocer qué es la modernidad, el modernismo y la modernización de manera que
sirva de referencia para la explicación de la crisis.
Modernidad,
Modernismo y Modernización
Sobre la modernidad, muchos autores coinciden en señalar que los
albores de la modernidad – en su primera fase- tienen sus raíces en el siglo
XVI y que se extienden hasta nuestros días: “Hay una forma de experiencia
vital –la experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de
las posibilidades y los peligros de la vida- que comparten hoy los hombres y
mujeres de todo el mundo de hoy. Llamaré a este conjunto de experiencias la
<modernidad>(Berman; 2000: 1). Las salidas propuestas irán enlazadas con
las ideas de origen y de magia o divinidad” (Urdanibia, 1990: 51).
La segunda fase comienza con la
gran ola revolucionaria de la década de 1790, dando lugar a la Revolución Democrático-burguesa
con todas sus repercusiones. Surge un público moderno que comparte la sensación
de estar viviendo una época revolucionaria que genera insurrecciones explosivas
en todas las dimensiones de la vida personal, social y política. Pero, al mismo
tiempo, el público moderno del siglo XIX
pudo recordar lo que es vivir material y espiritualmente, en mundos que no son
en absolutos modernos. “De esta dicotomía interna, de esta sensación de
vivir simultáneamente en dos mundos, emergen y se despliegan las ideas de
modernización y modernismo”(Berman; 2000:3).
En la tercera fase, en el siglo XX,
el proceso de modernización se expande para abarcar prácticamente todo el mundo
y la cultura del modernismo en el mundo con mayores avances tecnológicos se
logran triunfos espectaculares en el arte y en el pensamiento. “Ser modernos
es formar parte de un universo en el que, como dijo Marx, <todo lo sólido se
desvanece en el aire>”(Berman; 2000: 1). En ese mismo orden, los
procesos sociales que dan origen a esta vorágine en el siglo XX, se mantienen
en un constante devenir, han recibido el nombre de modernización, los cuales nutrieron,
en la historia mundial, una variedad de ideas y visiones que pretenden hacer de
los hombres y mujeres los sujetos y objetos de la modernización, darles el
poder de cambiar el mundo que está cambiándoles, abrirse paso a través de la
vorágine y hacerla suya.
Pero la modernidad en su forma más
ambiciosa
“(...) fue la afirmación de que el hombre es lo que
hace y que, por lo tanto, debe existir una correspondencia cada vez más
estrecha entre la producción – cada vez más eficaz por la ciencia, la
tecnología o la administración -, la organización de la sociedad mediante la
ley y la vida personal, animada por el interés, pero también por la voluntad de
liberarse de todas las coacciones(...)” (Touraine; 1998:
9) .
Esto no podía ser alcanzado sino mediante el
triunfo de la razón. Sólo la razón podía establecer una correspondencia entre
una cultura científica, una sociedad ordenada e individuos libres. Es la razón
la que anima a las ciencias y sus aplicaciones porque es también la que dispone
la adaptación de la vida social a las necesidades individuales o colectivas.
La modernidad es también difusión de los productos creados a través de la
actividad racional, científica,
tecnológica, administrativa. Por ello la modernidad implica una
creciente diferenciación de los diferentes sectores de la vida social: la
economía, la política, la cultura, la
vida familiar, el arte, la religión y excluye la posibilidad que estos
elementos estén organizados desde la perspectiva de su integración en una
visión general. La modernidad “(...) surgirá con la idea de sujeto autónomo,
con la fuerza de la razón y con la idea de progreso histórico hacia un
brillante final de la tierra(...)” (Urdinibia, 1990:51) y está casi
absolutamente consustanciada con la racionalización. Pero la particularidad del
pensamiento occidental, en el momento de su mayor identificación con la
modernidad, consiste en que ésta quiso pasar del esencial papel adjudicado a la
racionalización, a la idea más amplia de una sociedad racional, en la que la
razón no rige tan solo la actividad científica y tecnológica, sino también el
gobierno de los humanos y la administración de las cosas; se trata de una
sociedad fundada en el cálculo mediante el cual los seres humanos, en un
proceso complejo y a través de sus creaciones, alcanzarían la felicidad. Esta
concepción de la vida social corresponde a la filosofía de la ilustración.
Pero la ideología modernista que
corresponde a la forma históricamente particular de la modernización
occidental, no triunfó solamente con el dominio de las ideas de la filosofía de
la ilustración “(...)Esta ideología dominó también la esfera económica, en
la que tomó la forma de capitalismo, que no puede reducirse ni a la economía de
mercado ni a la racionalización. La racionalización, por su parte, es un
elemento indispensable de la modernidad (... )” (Touraine; 1998: 31).
La ideología modernista copó todos
los continentes y América Latina no podía quedar fuera de esa lógica. En
efecto, llegó un momento en que “(...) Desde la época de la conquista
española, el intento de incorporar pueblos y culturas tradicionales ha sido de
interés capital para Occidente. La violencia ocupa una posición central en la
evolución hacia –y de- la modernidad(...)”(Hernández; 1995:112).Pero llegó
en el continente suplantando lo tradicional por lo moderno, a nombre del
progreso, imponiendo una sola forma de
concebir el mundo; a nombre de la libertad pero restringiendo los derechos;
ofertando la prosperidad pero reduciendo los pueblos a condiciones precarias de
existencia; es decir, la modernidad se enclavó en el cuerpo de América Latina
con su irresuelta ambivalencia. Por eso es que la modernidad es “(...) Como
la luna, tiene dos caras: la del desarrollo y el optimismo, por la expansión de
las oportunidades de crecimiento y de vida mejor. Del otro lado, la del lado
oscuro, los peligros de mayor inseguridad, catástrofes ecológicas,
desequilibrios internacionales o inter-regionales al interior de un país(Correa
Ríos; 1995: 91). A pesar de ello, la ideología de la modernización sigue
presente, con la fuerza de la fe, en los discursos de instituciones regionales
e internacionales, en cientistas sociales, en mandatarios de derecha e
izquierda de la política latinoamericana. La diferencia, es la forma cómo
alcanzar el sueño moderno. Quizás haya sido así porque “En América Latina la
modernización fue un proyecto político, no una realidad con la que se
encontraron los movimientos reformistas y revolucionarios de los años ’30 en
adelante. El dinamismo societal no era suficiente para generar un producto
interno que permitiera sacar a nuestros países del atraso. Dicho en un lenguaje
de actualidad, la sociedad civil latinoamericana no tenía la suficiente
consistencia para servir de motor interno al proceso de modernización, razón
por la cual la sociedad política tuvo que hacerse cargo. Lo que hace crisis en
esta época de nuestra historia es el paradigma con el cual se emprendió la
tarea de la modernización (...)”(Salamanca; 1995: 144).¿Cómo alcanzar la modernidad?
La interrogante nos pone en apuros: “nuestras sociedades deben
modernizarse”, ¿cómo?, ¿quién?, ¿por
dónde empezar?, ¿cuáles son los actores?.¿El Estado?, ¿la sociedad civil?, ¿los
partidos políticos?, ¿todos?; y ¿por qué tienen que modernizarse?, ¿por qué no
buscar nuevos caminos?, o ¿es que estamos condenados a quedarnos entrampados en
las lógicas de la modernidad? Aquí existe otra parte del reto.
La
Razón Escruta El Continente.
Sobre la crisis que
exhiben las ciencias sociales en América Latina, el análisis se plantea en los
siguientes términos:
Traspolación
a América Latina de la Ideología del Desarrollismo.
Esa
ideología del desarrollo, tomó la forma en América Latina de economía del
crecimiento, según la cual, para alcanzar el desarrollo y el progreso, era
necesario que los países pagaran un costo social. La lógica del desarrollismo
orientó los proyectos políticos de la derecha latinoamericana; pero también se
instaló en la izquierda política de este continente.
“las
izquierdas jamás intentaron romper con el dogma desarrollista, sino que lo
radicalizaron en una perspectiva anti-imperialista y anti-capitalista de
acuerdo con el cual el desarrollo de las fuerzas productivas, desbloqueadas por
sus remanentes oligárquicos y pre-capitalistas, desatarían toda una
potencialidad si es que se aplicaban las ‘reformas estructurales’ (...)” (Mires: 1993: 25).
Es decir, la izquierda no rompía
con el discurso del Capitalismo, sino que era reproductora del mismo. La
diferencia entre ambas estaba en las vías para alcanzar la utopía del
desarrollo levantada en Europa. Mientras la derecha privilegiaba la vía
institucional, la izquierda planteaba la revolución.
La
ideología del desarrollo no se quedó en estos niveles, sino que llegó más lejos
aún, fue a instalarse en los corazones de las instituciones impulsoras del
progreso latinoamericano como
“ Si en América Latina hay una
institución que a la vez es portadora y parte del discurso de la modernización
desarrollista, esa es la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) (...). Es más fácil que un sacerdote sea ateo a que un miembro de la institución científica
como
nociones que terminaron convirtiéndose en
dogmas dentro de esas instituciones, quienes las trasladaron al léxico de la
Economía y la Sociología latinoamericana, difundiéndose por todo el continente.
Otras
teorías que fungieron como revolucionarias, caso de la teoría de la
dependencia, también estuvieron impregnadas de la lógica desarrollista: “(...) la teoría de la dependencia es la prolongación
radicalizada del pensamiento cepalino en las condiciones determinadas por el
deterioro de las condiciones sociales que le dieron origen (...)” (Ibidem: 55). La diferencia radicaba en que
mientras la teoría de la CEPAL abogaba por una revolución industrial sin ser acompañada
de una revolución social, la teoría de la dependencia intentó demostrar que los
planes de la CEPAL, por ser impuestos, requerían previamente de una revolución
social. Desde este enfoque, la teoría de la dependencia fue, en el mejor de los
casos, un ‘cepalismo de izquierda’ que diseñó un discurso en fórmulas
recurrentes derivadas de un racionalismo que convirtió a la economía ‘en un
determinante indeterminado’.
Sobre
la base de estas concepciones, se edificó una Sociología, que pretendía“(...)
descubrir las supuestas leyes de la evolución
de la sociedad (como unidad total), en función de metas que se piensa
corresponden a su naturaleza(...)”(Ibidem: 69). Ello lleva a plantear que la liberación
respecto a la idea del desarrollo, pasa por indeterminar el pensamiento social
respecto a su dominación economicista.
Traspasada
por la lógica del desarrollismo, la Sociología latinoamericana no sólo se
transformó en una disciplina ‘subsidiaria’ de la economía, sino también estuvo
impregnada por análisis muy parciales o unilaterales de lo real.
Igualmente, el marxismo dogmático latinoamericano, tampoco superó la óptica desarrollista porque
“(...)se ha entrelazado con teorías del
desarrollo económico. El propio materialismo histórico implicita una teoría del
desarrollo cuyo eje es ‘el desarrollo de las fuerzas productivas´(...)”(Ibidem:
73). Por tanto, la Sociología no ha podido romper con sus orígenes coloniales y
las instituciones científicas “(...) no
han hecho más que introducir al interior de las Ciencias Sociales dogmas
reguladores que primaban al interior del universo religioso, en el marco de
cuya discursividad comenzó a formarse el pensamiento científico moderno”(Ibidem:
161). En consecuencia- para Mires- la Sociología de la miseria ha revelado en
América latina, toda la miseria de la Sociología.
La Perspectiva de la Crisis Teórica.
Sobre la crisis teórica:“(...)desde
mediados de los ‘70 las Ciencias Sociales latinoamericanas, especialmente
Los años ‘70 y ‘80,
fueron de profunda crisis en el Norte y profusa creatividad de la epistemología
en general y de las Ciencias sociales(Vergara:
22). Sostiene Vergara:
”(...) No hay consenso sobre la
originalidad de dichas teorías respecto a las internacionales(...). Otros
señalan la especificidad de estos paradigmas justamente en su capacidad de
integrar dichos elementos en una nueva síntesis (Sonntag, 1988). Pero
también, “Hay quienes destacan en América
Latina la existencia de un grupo de cientistas sociales y políticos retadores
del status quo, cuya producción independiente ha tenido efectos localmente y
más allá de las fronteras nacionales ”(Vergara, 1991:22).
En las últimas dos
décadas se ha experimentado una expansión cuantitativa de las Ciencias Sociales
en la región, tanto por la cantidad de graduandos en pregrados y postgrados,
como porque se experimenta un crecimiento significativo en la labor de investigación
promovidas por instituciones privadas, el Estado y organismos internacionales.
El Estado fue, y sigue siendo, la principal institución impulsora de
racionalización y modernización institucional.
Estos señalamientos
grafican la incidencia que tenía el Estado para finales de los años ‘70 en las
políticas de desarrollo que inclusive se hace sentir hasta en la promoción de
la investigación. El keynesianismo permeó la sociedad en su conjunto. En
América latina la influencia del Estado para la década antes señalada fue casi
determinante en tanto llegó a ser el principal agente del desarrollo.
Crisis de los Paradigmas.
”(...)
Si se entiende el concepto de crisis en el sentido que se le ha venido dando,
esto es, como un período prolongado de transformaciones sustanciales de un
sistema, tal caracterización parece correcta; en cambio, si se aplicara un
significado apocalíptico o fatalista, entendiéndose que la crisis marca el
final de los paradigmas, se caería en el error de desconocer su peso y su
importancia en las circunstancias actuales, que están impregnadas por los
procesos reales a nivel del Capitalismo mundial, latinoamericano y caribeño
(...) y que son a veces difíciles de aprehender con los conceptos y las
categorías en la forma en que se han manejado. (…), la crisis parece haber engendrado cambios
relevantes en el quehacer de la comunidad científica social(...)”(Sonntag,
1989: 123 y 124).
Desde otro ángulo de
ver el problema, se habla de una crisis de
inteligibilidad y organicidad. La crisis de inteligibilidad es entendida como
la
“(...)progresiva dificultad de las
ciencias sociales para captar la complejidad creciente de lo real con sus
herramientas cognoscitivas previamente consagradas; y crisis de
organicidad, entendida como la ruptura
de lazo entre la producción de conocimientos y el cambio social estructural;(...)
Hopenhayn, 1992: 137).
“(...)uno de los planos en el que han ocurrido más cambios en el período
examinado, es el de la producción intelectual de las ciencias sociales. Además,
se hizo insuficiente la capacidad explicativa de los modelos teóricos ‘totales’
-como el de la modernización, el de la dependencia y el de la lucha de clases-
que se habían difundido desde los ‘50 hasta aproximadamente los años ‘70”(
Calderón, 1993: 28)
Son apreciables los
matices entre estos autores.
El
Eurocentrismo Latinoamericano
“(...) a partir de Europa se
construye un modelo universalista de modernidad y modernización que dio lugar
en América Latina a unas ciencias sociales(...) producto de una conciencia
histórica particular -la conciencia europea- que se originó y desarrolló en el
tiempo y el espacio y de ninguna manera corresponde a la conciencia humana per
se(...)”(Lander,1990: 18 y 20);
Esta conciencia
europea dio lugar a la ‘Sociología de la modernización’ que estudió la sociedad
con una visión unidimensional de la experiencia de la modernidad en Occidente
haciendo contrastar ‘lo tradicional y lo moderno’. De igual modo se critica al
marxismo latinoamericano en tanto que éste realizó interpretaciones
mecanicistas de la realidad del continente.
“(...)sólo vio clases en realidades que no podían entenderse si no se daba
cuenta de la realidad de las etnias y relaciones sociales que poco tenían que
ver con las categorías europeas con las cuales se pretendían captarlas”(Lander,
1990: 19). Con la misma lógica, “(...)
el estructuralismo y
Esta es
la realidad de las disciplinas sociales actuales, en las cuales se viene
utilizando un eufemismo casi indiscriminado con el cual se disimula la cruda
realidad en que vive la mayor parte de la población del planeta.
Crisis
de inteligibilidad y Crisis de Organicidad.
Este enfoque ubica a
la primera de ellas desde mediados de los años ’70 .La crisis de
inteligibilidad se expresa en “(...) la pérdida de vigencia explicativa y
orientadora de los paradigmas: capalismo (desarrollismo en su acepción matriz),
el marxismo ortodoxo y el dependentismo, resultando entre los factores que
explican esa pérdida, la crisis del estado populista(...) y de sus diversas
funciones como Estado planificador” (Hopenhayn;1992:
137).
La crisis de organicidad, se evidencia en “(...) la derrota política y cultural de la
izquierda y la derrota política y técnica del desarrollismo y sus variantes
nacionales, fracturaron la articulación orgánica entre la producción de
conocimientos y la transformación radical de las estructuras de la
sociedad(...)”(Hopenhayn, 1992:138).
Ambas crisis también
se ubican en los términos de planificación y revolución, por un lado, y crisis
de racionalidades. La planificación
llegó a considerarse el instrumento privilegiado del gran autor propulsor del
cambio que era el Estado planificador.
Por el lado de la
revolución, no se trataba ya de programar sino de
subvertir radicalmente un orden que frenaba la racionalidad de la historia. La
revolución simbolizaba la fusión del cientista social en la lucha por un nuevo
orden. Planificación y revolución
fueron imágenes cargadas de razón ‘moderna’: el utopismo y el iluminismo las
recorrieron enteras.
La crisis de la matriz
iluminista desembocó en el cuestionamiento tanto al desarrollismo capitalista
como al Socialismo estatista que tanto auge tuvo en la región en los ‘70. Ambos
apostaron a la planificación normativa. Las imágenes arquetípicas
de la planificación y la revolución no pueden disociarse tan fácilmente de la
mitificación del progreso, de la vanguardia racional y de la modernización
integradora; es decir,
tanto el planificador como el
revolucionario comparecieron ante el tribunal de la historia como agentes
capaces de conducir la sociedad mediante un proceso de racionalización cuyo
objetivo era la modernización de las estructuras políticas, económicas,
sociales, culturales, vale decir, la incorporación integral de la sociedad en
la dinámica del progreso o de la razón histórica.
Crítica a los Paradigmas de la CEPAL.
Se crítica a los tres
paradigmas que predominaron en la CEPAL durante los años ’70 y ’80. La ‘teoría
de la dependencia’ identificada por contener dos corrientes en su interior: la
‘burguesa nacional’ o dependentista y la marxista (teoría de la
dependencia), conceptualizó la categoría
“dependencia” como un concepto teórico de status propio.
Ha sido la idea del
desarrollo la gran obsesión del pensamiento social latinoamericano. Todos
buscaban un capitalismo maduro teniendo como imagen-objetivo a los países
centrales, pero con diferencias en la forma de lograrlo; formulaciones que en
el tiempo se fueron cambiando. Mientras el cepalismo apuntaba a una mixtura
entre liberalismo y socialismo, el marxismo ortodoxo ponía énfasis en apurar la
revolución. El dependentismo concibe el cambio como un
proceso con contradicciones y características específicas dado e impulsado a
partir de la inserción de América Latina en el sistema capitalista mundial.
El inventario arroja que la crisis ha crecido
de manera desigual, con distintos ritmos dependiendo de los países, las
instituciones y las disciplinas; se ha diversificado y diferenciado ampliando
las distancias en términos de tamaño, recursos, influencias, etc.
“Hoy la actividad de investigación se ha hecho
más compleja y dificultosa. primero, ella
se ha desplazado en varios sentidos, no sólo ha crecido sino que lo ha hecho de
manera desigual, en distintos ritmos e intensidad en los países, en las
instituciones y en las disciplinas; se ha diversificado en cuanto a modelos
institucionales, actividades, orientaciones, temáticas y enfoques teóricos y
metodológicos, pero también se ha diferenciado ampliando las distancias
existentes en términos de tamaño, recursos, influencias y prestigio; y la
inserción de las ciencias sociales en las sociedades nacionales en lo que se
refiere a público, tipo de actividad, resultado de la actividad de la
investigación que se ha hecho más compleja y diversificada”(Calderón: 15).
En ese sentido, los
centros de investigaciones presentan algunas limitaciones entre las cuales se
pueden mencionar: la fragilidad de los mismos, la dificultad del Estado para
encarar políticas científicas que favorezcan la investigación; la crisis del
sistema de educación superior, los ciclos de inestabilidad
político-institucional; las restricciones de recursos estatales, etc.
Las principales
tendencias se pueden clasificar en: a) expresión y desigualdad, en donde
se nota un crecimiento de las ciencias sociales en la región en los años ‘60 y
principalmente en los ‘70 y se incrementa la matrícula universitaria, crecen
los programas de pre y post-grados y las instituciones de investigación. En los
‘70 se institucionaliza la Sociología en América Latina; b) desiguales teorías y
empirismo: Aquí ubica la crisis de los paradigmas y
la necesidad de revisar los modelos teóricos vigentes; insuficiencia del modelo
de la modernización, el de la dependencia y el de la lucha de clases y se abren
aspiraciones a construir nuevos modelos.
Las
Maldiciones de la Sociología
Latinoamericana
Para este autor. el problema de las ciencias sociales está en
que América Latina no participó en la construcción del pensamiento sociológico
del siglo XIX y ello obligó posteriormente a calcar los paradigmas del llamado
primer mundo; por tanto, se considera que no se trata ni de una crisis teórica
ni paradigmática, diferenciándose de
quienes así piensan.
“Pareciera ser que una profecía maldita y
cumplida se cierne sobre el pensamiento social latinoamericano. El pecado
original es haber llegado tarde a la historia. Países sin nación, Estados sin
legitimidad, clases sociales sin proyectos o modernizaciones sin modernidad son
algunas de las paradojas que han ido configurándose alrededor del quehacer
sociológico en nuestra región.(…)”. (Roitman; 1994: 1).
La maldición que recae sobre
los pueblos de América Latina es continuada por la tradición sociológica que la
acompaña.
“(...)se es maldito porque se formó parte del
Capitalismo colonial en la condición de colonias y no de países colonialistas o
imperiales(...) negamos el pasado de las sociedades indígenas y le devolvemos
la vida sólo para corroborar las tesis que recalcan su incapacidad para
impulsar las fuerzas del progreso(...); explicamos el Capitalismo colonial como
un mal menor que fue capaz de poner la primera piedra para la construcción de
un edificio que se asentará sobre los valores de la civilización cristiana y occidental.
(Roitman; 1994: 1).
A
partir de este instante, la función del pensamiento social latinoamericano será
ir recabando información y datos que pongan en evidencia las características
del pecado original de no ser europeos. Esta visión considera que ha existido
una suerte de determinismo europeo en el pensamiento social latinoamericano
toda vez que se mira a América Latina como el resultado casi inevitable de las
lógicas europeas trasladadas al continente y un constante apego a paradigmas a
partir de los cuales se hacen reinterpretaciones de nuestra historia, en ese
sentido, América Latina existe como apéndice de los cambios y transformaciones
que se suceden en el ámbito mundial. Nos recreamos en la subsidiaridad del
pensamiento. Nuestras interpretaciones son explicaciones que se establecen por
una relación comparativa con los padres fundadores de
En la caracterización
del problema, “(...) hoy nos encontramos
en una disyuntiva que no es generacional o de cambio de paradigmas, sino de
educar y formar científicos-sociales con capacidad de razonar y de pensar
abiertamente más allá de nuestros fantasmas interiores”(1994: 21). Además, en los últimos tiempos se ha extendido una tendencia
hacia la ingeniería social en donde lo fundamental es manejar datos, consumir
teorías, recopilar información periodística, leer manuales, hacer resúmenes y
rehuir a la lectura de los clásicos. Ante
el cordón umbilical que ata al pensamiento social latinoamericano a los
paradigmas europeos, propone educar y formar cientistas sociales con capacidad de razonar
y pensar abiertamente.
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