NEUROSIS Y SICOSIS COLECTIVA: ¿A UN PASO DE LA LOCURA GENERALIZADA EN VENEZUELA?
Por:
Ángel
Custodio Velásquez
Tenemos un serio problema de salud pública en Venezuela que compromete a Psiquiatras y Psicólogos. Me refiero a las patologías conocidas en términos científico como neurosis colectiva y disociación sicótica, que sufre una franja importante de nuestra población; a la cual le ha sido trabajado el hemisferio reptil del cerebro triuno para que no piensen ni razonen, sino que reaccionen con odio e intolerancia hacia el otro y, de ser posible, aniquilarlo por el hecho de tener ideas contrarias.
Tenemos
lamentablemente que reconocer que
estamos en presencia de un soldado-masa, tal como se lo ha
planteado el Club Bilderberg o élite mundial en el
plan estratégico recolonizador que
ejecutan desde 1980 hasta el 2050, buscando que la población civil derroque gobiernos legítimos, electos popularmente, que no se alineen a las políticas del capital
transnacional delincuencial.
El soldado-masa lo han construido, controlando el inconsciente colectivo sobre
todo de jóvenes pertenecientes a los sectores medios de la población. Para ello
fragmentan al ser de bajo coeficiente intelectual, le borran su historia de vida
y diluyen su identidad para convertirlo
en “una masa” enajenada con un pensamiento único que atiende a una lógica
universal y altamente permeable a cualquier ideal político, cultural y
religioso, entre otros. A partir de este momento el soldado–masa queda a merced
de un amo que lo puede dirigir, manipular, moldear y, en general, controlar
desde cualquier territorio social del mundo. Esto se posibilita a través de
contenidos mensajísticos construidos
científicamente por no menos de seis millones de profesionales
de la Psicología, Psiquiatría, Sociólogos,
Antropólogos y comunicadores en el planeta; mensajes que viajan por diferentes
medios de comunicación pero, particularmente, por las redes sociales. Como señala Karl Jung: si no controlas tú
inconsciente, éste te controlará a tí.
Los
soldados-masa en Venezuela son aquellas
personas adictas a la redes sociales que permanecen conectadas a internet la mayor parte de las
horas del día y de la noche con teléfonos móviles, table o computadoras; que
consumen una información construida en tiempo real que viaja por los medios y
no es objeto de duda por sus receptores (soldado–masa). Esta información es consumida y repetida insistentemente en frases como:
“estamos en crisis”, “esto no tiene salida”, “el país se está hundiendo”, “aquí
no tendré nada”, “aquí no hay oportunidad”, “el país está cayendo a pedazos”,
“hay que irse de esta mierda de país”, “el país está ardiendo por los cuatro
costados” entre otras frases que se escuchan en muchos estados del territorio nacional y
que generan desesperanza. Los soldados-masa son personas extraviadas que
deambulan por las calles llena de odio maldiciendo y culpando a los demás de sus tragedias con frases como
estas: “mi hijo no tiene trabajo por culpa de este gobierno”, “ya no puedo
viajar a Miami por culpa de ese maldito
presidente”. Son expresiones confusas y con tendencia a generalizar, llenas de
incoherencias y funcionan como mandatos
u órdenes. Cuando estas frases son analizadas, es notable el abismo existente entre
el contenido de la frase y la realidad. Aquí está una de las bases de la
disociación. Estas frases son fabricadas
en laboratorios para generar estados de
permanente tensión y angustia en el
soldado-masa. Objetivo éste contenido en el plan recolonizador del Club
Bilderberg.
Igualmente,
trabajan el cerebro humano generando dilemas entre la verdad y la mentira: Ejemplo,
“han matado a Leopoldo López”, luego, “es falso que mataron a Leopoldo”; posteriormente,
“mataron a Leopoldo”; de nuevo desmienten. Este dilema genera caos,
incertidumbre, ira, miedo, pánico, terror en esta
franja de la población; mientras que otros en actitud iracunda y con espuma en la boca, le embisten a cualquier
persona con cara de pobre o de piel oscura; pero que paradójicamente en su urbanización recogen dinero para
"proteger a los pobres perros y gatos de la calle" y hasta los adoptan; pero
sueltan alaridos como: "mata un chavista y serás feliz" y hasta lo
escriben en las paredes. Con el cuido a los animales o yendo a la iglesia a
confesarse, pretenden expiar sus culpas
por el impulso de quitarle la vida a otra persona. Parte de esa población con
esta doble moral, le ha dado por quemar pre-escolares con niños dentro
(Chacao), quemar hospitales de niños recién-nacidos (El Valle) y quemar
universidades (Táchira) en alianza con la delincuencia organizada, para
"alcanzar la libertad"; no
obstante, se quejan de la inseguridad.
No entiendo en qué filosofía o teoría política se soportan estas prácticas. El
fascismo clásico se quedó corto ante estas acciones irracionales. ¿Será que en
Venezuela estamos ante una nueva patología mental-social dirigida desde los
monopolios de los medios transnacionales de la información-comunicación en el
mundo, que nos pone en el camino hacia
la locura generalizada?
Ante esta
situación, pienso que tenemos una "crisis grave" en esta
franja de la población con grandes desequilibrios mentales en aumento y que, de no resolverse, quizás se transmitan a nuevas generaciones; por lo que es necesario
buscar salidas. En consecuencia,
1)debemos develar y denunciar ante la opinión pública internacional, a las transnacionales de la información y los
monopolios de los medios de comunicación planetaria como los responsables de
promover estas patologías en nuestra población; 2) promover un nuevo marco
jurídico internacional en las organizaciones en las que tenemos presencia, a
los fines de regular los contenidos mensajísticos
subliminales de estos monopolios de la comunicación e
información para evitar situaciones similares a las acontecidas en Ruanda-África,
lugar en el que se promovió una guerra
civil desde los medios de comunicación. Hoy los promotores de esta política
están tras las rejas. Igual medida
habría que tomarla en nuestro país para proteger, sobre todo, a la población
joven víctima de la redesmanía. 3)
También se requiere un nuevo profesional de la salud mental que pueda tratar
esta tragedia y sus desencadenantes en Venezuela a corto y mediano plazo. Para
ello, es necesario revisar los pensum en
materia de salud mental de las
universidades nuestras para proponer nuevos programas de formación que permitan tratar las patologías mentales
que se han generado, en el marco de una guerra no-convencional, en el devenir del siglo XXI. El Estado, como
ente rector de la educación en Venezuela, debería conformar una Comisión
transdisciplinaria con profesionales conocedores de la materia para tal fin. Es
una preocupación que nos incumbe a todos desde nuestros hogares hasta en el
ámbito internacional. O actuamos a tiempo o perdemos a buena parte de nuestros
jóvenes.
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