Por:
Ángel Custodio
Velásquez
Los grupos económicos que hoy
existen en Venezuela son la reminiscencia de una oligarquía que fue dueña
de la tierra y otra que controló el comercio exterior durante la colonia, y
parte de la República, la cual fue golpeada por la Guerra Federal de Zamora; y
que a partir de 1920, con el Estado
populista y la explotación petrolera por parte de los grandes consorcios
extranjeros, participó como socio menor del gran capital externo y acumuló
capital proveniente de prácticas delictuales contra el Estado rentista. Ello
permitió se construyera un imaginario social signado por el apatridismo, el peculado y la
dependencia del capital extranjero a lo largo del proceso histórico venezolano.
Esto explica que hoy no tengamos una burguesía con pensamiento nacionalista y sin
contradicciones sustantivas con las
empresas transnacionales. Sino que existan
grupos económicos subalternizados y parasitarios que viven del negocio fácil,
de la comisión, de la especulación, la usura y el contrabando, y pegados a las
axilas del gran capital transnacional, reciben la parte más pequeña del
negocio.
El
Coloniaje Mental de la Oligarquía Criolla se Inició con España
A partir de 1498, Europa invadió a nuestro territorio y
hubo una colonización del ser, el saber y el poder. Se conformó una aristocracia territorial criolla que nació
ligada a la tierra pero dependiente
políticamente de la monarquía española, como uno de sus primeros lazos de
sujeción al dominio extranjero. El Estado monárquico español legalizó la
encomienda como empresa colonizadora en
la cual participaron españoles, blancos y la iglesia católica. Estos sectores domesticaron a la población nativa, la despojaron de sus tierras y la
esclavizaron. La encomienda permitió a los encomenderos, reservarse la
propiedad de la tierra arrancada a los nativos.
Hacia
1810, cuando se produce la ruptura política con el Estado monárquico español, las
élites dominantes estaban compuestas mayormente
por hacendados y comerciantes. Después de formalizada jurídica y
políticamente la ruptura con la monarquía española el 5 de julio de 1811, la élite que se había constituido, concentró
el poder económico pero también el político.
La
reconquista de la colonia venezolana reiniciada por España, hizo que Bolívar
ejecutara el Decreto de Haberes Militares en 1817, el cual consistía en otorgar
la tierra como bien nacional a todos cuanto participaran en el proceso por la
independencia de Venezuela, condicionando su entrega a la jerarquía militar que
se obstentara para el momento de producirse la independencia.
La
Oligarquía Colonizada se apropia de los haberes militares de las tropas, a
partir de 1821 en adelante.
Es
por ello que algunos Generales acumularon grandes extensiones de
tierras y se volvieran verdaderos
latifundistas. Es el caso del General José Antonio Páez quien entre 1824 y 1830
acumuló tierras y poder que le sirvió
para enfrentar a Bolívar y, junto con Santander y la oligarquía colombiana,
contribuyó al fracaso del proyecto de Unidad de la República de Colombia. Páez
había sido comprado, además, por los representantes del alto comercio, por lo
cual en 1826 lideró el movimiento militar
separatista conocido como la Cosiata. Ellos representaban un proyecto de élites
no de igualdad social como proyectaba Bolívar para enfrentar al gran imperio del Norte
que desde aquellos tiempos amenazaba con
apropiarse de las colonias de España en el continente.
Como
parte del desarrollo del capitalismo en Europa y la lucha por nuevos
territorios y mercados, a partir de 1821 el comercio europeo tuvo una presencia significativa en nuestro territorio a
través de alemanes, ingleses, franceses y holandeses. Es poco conocido que los
europeos y, particularmente, ingleses y
holandeses financiaron parte del proyecto de independencia por cuanto estaban
interesados en anexarse las ex colonias de España para convertirlas en nuevos
mercados de consumidores de las mercancías que producía su pujante industria y
para sustraer materia prima, especialmente la comercialización del café como el
principal rubro de exportación para el momento, que equivalía a lo que hoy es
el petróleo para Venezuela en el mercado mundial.
A
raíz de la muerte de Bolívar y la conformación
de la llamada República independiente de
Venezuela en 1830, con la orientación del alto comercio: representantes de capitales
ingleses, holandeses, alemanes, franceses e italianos, entre otros, que venía actuando desde mucho antes de 1830 a
través de prácticas ilícitas, el Estado
liberal-burgués-iluminista, bajo la presidencia de Páez, creó un sistema
jurídico-político para legalizar la usura en Venezuela; entre ellas: la Ley de
Libertad de Contratos del 10 de Abril de 1834 y la
Ley de Espera y Quita, en 1941 con la que se
apropiaron de parte de las tierras de los latifundistas y campesinos. Para 1835 los
comerciantes los habían desplazado de
algunas esferas del poder. Esta práctica
de usura desarrollada por el alto comercio, con anuencia del Estado paecista, generó
una gran contradicción con los terratenientes y los campesinos medios y pobres que atravesó casi
todo el siglo XIX venezolano y contribuyó a que se produjera la Guerra Federal.
El
Coloniaje Mental de la Oligarquía Criolla Continuó con Inglaterra
Esta
oligarquía, con toda la concentración del poder, amarra, por segunda vez, sus nuevos lazos de
dependencia a Inglaterra. Ya para finales de la primera mitad del siglo XIX
esta aristocracia incorpora a Venezuela al mercado mundial en el llamado Modelo Primario Exportador en el cual
Venezuela envía a Inglaterra materia prima y de allá venían productos
elaborados, como parte de una nueva División Internacional del Trabajo. En esta
nueva sujeción al capital internacional, la aristocracia territorial
criolla terminó por entregarse al
liberalismo económico dominante en Inglaterra desde la segunda mitad del siglo
XVIII, y profundiza el modelo de Estado liberal-burgués-iluminista dominante en
Francia desde los tiempos de la Revolución Democrático-burguesa iniciada en
1789.
La
Guerra Federal, 1859-1963, inicialmente con Zamora al frente y su consigna
¡Tierra y hombres libres!, acabó con los grupos oligárquicos en ascenso y tuvo
su culminación, después de su asesinado en 1860, con el Tratado de Coche de 1863.
Este representa el primer pacto
entreguista de la aristocracia territorial criolla con el capital extranjero en
la historia venezolana, que significó la entrega de la lucha emancipadora de
los sectores populares. Fruto de este Pacto, de allí en adelante, el poder fue
turnado entre liberales y conservadores. Ambos gobernaron con políticas
liberales.
A
partir de la constitución de la
República y a lo largo de lo que resta del siglo XIX, los altos comerciantes
prestamistas y dueños de tierras, profundizaron
la lucha por el control de la tierra y
el poder político, contradicción que también involucró un sector de comerciantes que se subalternizaron al alto comercio; lucha que atravesó todo el siglo XIX hasta inicios del
siglo XX, largo período de guerras civiles. Resaltan: las insurrecciones
campesinas de 1846 y 1848 en la lucha por la tierra, la Guerra Federal (1859-1863) la cual
contribuyó, entre otras cosas, a romper algunas distancias entre esa
aristocracia y el pueblo excluido, oprimido y de relaciones de trabajo de
servidumbre; pero también a la proliferación de caudillos regionales y locales.
La
Doctrina Monroe profundizó el Coloniaje Mental de la Oligarquía Criolla con la
Dependencia de los Estados Unidos
Si
bien fue claro la participación de los
Estados Unidos en el sabotaje para la separación del Proyecto Confederado de la República de Colombia con la aplicación
de la Doctrina Monroe alertadas por Bolívar desde 1821, hacia
el siglo XX, con la explotación petrolera fruto de las concesiones otorgadas
por el General Juan Vicente Gómez a Estados Unidos, seguida por López
Contreras, y el tránsito de la economía agrícola a una economía fundada en la
renta petrolera, los nuevos grupos económicos que surgieron amparados en dicha
renta, se confrontaron a lo interno a través de dos proyectos políticos: uno
democratizador impulsado desde el Estado por Isaías Medina Angarita (1941-1945)
y otro que aspiraba seguir usufructuando las riquezas del país a la vieja
usanza pero aliados con el gran capital norteamericano. A partir del momento en que Medina es
derrocado con un golpe de Estado dirigido desde los Estados Unidos y ejecutado
por Acción Democrática (1945), los grupos económicos y sectores políticos que
dirigieron el país, establecieron las bases de una tercera sujeción al gran
capital, esta vez norteamericano, como siempre, en calidad de socio menor. Esta nueva dependencia del capital
extranjero que se inicia con el trienio adeco, continúa con la dictadura de
Pérez Jiménez y los gobiernos de la llamada democracia representativa, con
diferencias de matices, se va a remontar hasta 1998 que con el triunfo del
Presidente Hugo Chávez y la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela en 1999, se produce una ruptura política con esta élite dirigencial
apátrida, sujeta a los grandes centros de poder, y se abre un nuevo horizonte
político orientado a romper los lazos de dependencia del imperialismo
norteamericano y de los grandes centros de poder mundial, la defensa de la
soberanía y la construcción del socialismo bolivariano.
En
síntesis, con estos antecedentes
concluimos que Venezuela jamás ha tenido grupos económicos identificados con
los intereses del país, ni con su historia y su cultura, sino sujetos a los
designios del capital foráneo; pero también hubo otros que vivieron de los
negocios del gran capital en Venezuela en calidad de socios menores. Igualmente,
otros han vivido del capital usurario, especulativo, el contrabando y del
capital delictivo proveniente de la renta petrolera a través del Estado
complaciente a los intereses del gran capital. Por tanto, debemos afirmar que
en Venezuela jamás hemos tenido eso que algunos llaman burguesía nacional y
tampoco la necesitamos. Además, esta desnacionalización mental e histórica es
la génesis del sentimiento apátrida hoy campante en Venezuela, en momentos en
que el Estado Social de Derecho y de Justicia, por primera vez en 516 años, pone
los intereses del pueblo por encima de los intereses de estas élites de poder entreguistas
y ahistóricas. Estos grupos económicos están imposibilitados estructural y
mentalmente para dirigir a Venezuela hacia una sociedad al servicio de todos.
Los grupos económicos que hoy aspiran dirigir el país, al igual que los de
ayer, siempre estarán dispuestos a
entregarse al capital transnacional a cualquier costo. De eso no hay dudas.
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