DESARROLLO,
ECOLOGÍA Y ECOSVIDA:
Una mirada
contra-hegemónica
Ángel
Custodio Velásquez
INTRODUCCIÓN
La
ideología del progreso[1] está en apuros. Las promesas que ofreció a la
humanidad desde que fue concebida hasta
hoy, han dado resultados contrarios a lo ofrecido: la naturaleza
devastada por la irracionalidad del capital;
seres humanos sobre-alienados, un ambiente altamente contaminado y una
civilización sobre-individualizada y con patologías diversas, que hacen
presagiar un futuro no muy optimista a la humanidad. El progreso y su desarrollismo han generado tensiones
estructurales con la naturaleza al utilizarla como recurso, ilimitadamente, las
cuales no pueden superarse con las teorías
que nacieron en la modernidad progresista. Unas por sus enfoques logicistas;
otras –aunque complejas- redujeron sus estudios al análisis de la producción de
valor por los trabajadores y la apropiación del plus-trabajo por los patronos para acumular riqueza privada,
sin tomar en cuenta el ambiente como
parte constitutiva de una teoría de la producción.
En
este trabajo se analiza, grosso
modo, la ideología del progreso, como sinónimo del desarrollo[2], que tomó, en el tiempo, la forma de industrialización y de crecimiento económico
ilimitado a partir del uso de los recursos finitos de la naturaleza.
Igualmente, se indagan los límites de la teoría marxista clásica y su imposibilidad de proponer una teoría que
supere las lógicas del desarrollo. Sin embargo, se analiza el ecomarxismo como
una teoría que, integrando al ambiente
en una nueva teoría de la producción, pueda posibilitar la construcción del
ecosocialismo como alternativa societal. Se finaliza con una propuesta: la
ECOSVIDA como una nueva forma de vida para los humanos, complementaria con
nuevas formas de producir la vida material y espiritual en la ECOSVIDA. En ese
mismo orden está estructurado el trabajo.
Del “progreso” celestial al
progreso moderno
La
idea de progreso es una de las bases teóricas de la modernidad. Históricamente,
esta idea se formuló aproximadamente en 1680, en el marco de la discusión que
oponía a los antiguos y los modernos. Se enriquece más tarde por iniciativa de
una segunda generación, que incluye principalmente a Turgot, Condorcet y Louis Sebastián Mercier. Sin embargo, hay
que decir que la idea de desarrollo no
es nueva. Estaba presente en la antigüedad con Aristóteles; y en el judaísmo y el cristianismo con un
sentido de trascendencia. Para los fines de este trabajo, se
resume el devenir histórico del progreso en los siguientes términos:
·
Los teóricos del progreso se
adhieren a tres ideas-claves: 1) un concepto lineal del tiempo y la idea de que
la historia tiene un sentido, orientado hacia el futuro; 2) la idea de la
unidad fundamental de la humanidad, como un todo destinado a evolucionar en la
misma dirección y 3) la idea que el mundo puede y debe ser transformado, lo que
implica que el hombre se afirma como amo soberano de la naturaleza. Estas tres
ideas proceden originariamente del cristianismo. A partir del siglo XVII, el
desarrollo de las ciencias y la técnica, fueron reformuladas en una óptica secularizada.
·
Con los preceptos de la
Biblia, la historia se convierte en un fenómeno objetivable, una dinámica de
progreso que espera, en una perspectiva mesiánica, la llegada de un mundo
mejor. El Génesis asigna al hombre la misión "de dominar la tierra".
La temporalidad es el vector por medio del cual el mundo debe dirigirse
progresivamente en dirección a lo mejor. Dios se revela históricamente. La
teoría del progreso seculariza esta concepción lineal de la historia, de allí
derivan todos los historicismos modernos.
·
Francis Bacón, es el primero
en utilizar la palabra "progreso" en un sentido temporal y no
espacial, afirma que el papel del hombre es controlar la naturaleza conociendo
sus leyes. Descartes propone a los hombres volverse amos y dueños de la naturaleza. El Cosmos no
es ya portador de un sentido en sí mismo. A partir de ahora no es más que un
ente mecánico que es necesario desmontar para conocerlo e instrumentalizarlo.
·
Se aplica el modelo mecánico
de comprensión: el del reloj. El tiempo
se vuelve homogéneo, mesurable: es el "tiempo de los comerciantes"
que sustituye al "tiempo de los campesinos". La mentalidad técnica
surge de este nuevo espíritu científico. La técnica tiene por objeto principal,
producir y acumular cosas útiles.
·
En el siglo XVIII los
economistas clásicos (Adam Smith, Bernard Mandeville, David Hume), promovieron
el deseo insaciable: las necesidades del hombre; en su opinión, pueden ser
aumentadas siempre y constantemente. Esta es la naturaleza del hombre –según
ellos- querer cada vez más y maximizar sus intereses. Se destaca el carácter
acumulable del conocimiento científico, por tanto, en el necesario progreso se sabrá cada vez más por ello todo
irá siempre hacia mejor.
La concepción del
progreso en la época moderna: razón, ciencia y producción.
·
En el siglo XVII, el
concepto de progreso implicó la idolatría de lo nuevo: toda novedad es mejor a priori por el hecho de que es nueva.
Paralelamente se consideró al hombre como un ser indefinidamente perfectible.
Se cree que el hombre para realizar su humanidad debe oponerse a una naturaleza
"para civilizarse"; la humanidad debe liberarse de todo lo que podría
obstaculizar la irresistible marcha del progreso.
·
A nivel político, el
carácter asignado al Estado por los teóricos del progreso es ambiguo. Por un
lado, el Estado reduce la autonomía de la economía, observada como la esfera de
la "libertad" y de la acción racional por excelencia. Del otro, permite
al hombre, en la tradición contractualista inaugurada por Hobbes, escapar a las
dificultades consustanciales del anárquico "Estado de naturaleza". La
idea es que la política debe hacerse racional. La acción
política debe volverse una ciencia, controlada por el principio de la razón.
·
En el siglo XIX la teoría del progreso conoce en Occidente su
apogeo. Se reformula en un entorno diferente, caracterizado por la
modernización industrial, el positivismo cientificista, el evolucionismo y la
aparición de las grandes teorías historicistas. Se hace hincapié en la ciencia
más que en la razón en sentido filosófico del término. La esperanza se
generaliza en una organización "científica" de la humanidad y en un
control por la ciencia de todos los fenómenos sociales.
La
idea de progreso sirvió de legitimación a la colonización
Los
términos "progreso" y "civilización" tienden a convertirse
en sinónimos. La idea de progreso sirvió de legitimación a la colonización,
cuyo objetivo consistió en difundir por
todos los rincones del mundo los beneficios de la "civilización". El
mecanicismo del Siglo de las Luces se combinará a partir de ahora con el
organicismo biológico, mientras que su pacifismo cede el lugar a la apología de
la "lucha por la vida". El progreso resultará, en adelante, un
producto de la selección de los "más aptos" (los
"mejores"), en una visión competitiva generalizada, propio del
pensamiento liberal. Esta reinterpretación consolida el imperialismo
occidental: la civilización técnica del Occidente es considerada como la
"más evolucionada" y en consecuencia, la mejor y apta para gobernar.
Partiendo
de estas premisas, se generalizó la esperanza en una organización científica de
la humanidad y de un control por la ciencia de todos los fenómenos sociales.
Conjugada con el positivismo cientificista, esta teoría dio nacimiento al supremacismo
societal que percibe las civilizaciones
tradicionales como inferiores o
temporalmente “atrasadas”. En este orden, la "misión
civilizadora" de las potencias coloniales consistió en hacerles superar
ese retraso. Además, postula que
existe un paradigma, como criterio
universal, que permite jerarquizar las culturas y los pueblos según cuan
próximas estén al ideal del progreso. El racismo aparece así directamente
vinculado al universalismo del progreso, en tanto que cubre un etnocentrismo
inconsciente o encubierto.
Se
devela la estafa del progreso
La
teoría del progreso está hoy seriamente debilitada, pero aún sobrevive bajo
distintas formas. Veamos algunos resultados del progreso:
§ La
vida social transcurre cada vez más bajo el horizonte de la fatalidad. El
futuro, que parece en adelante imprevisible, inspira más pesimismo que
esperanza. La agravación de la crisis estructural-civilizatoria que se vive
parece más probable que los "días esplendorosos" ofrecidos por el
progreso.
§ La
idea de un progreso universal sigue vigente. Se cree que el progreso material vuelve al hombre
mejor, o que los progresos registrados en un ámbito se reflejan automáticamente
en otros. El progreso material aparece
como ambivalente. Se admite que junto a las ventajas que confiere, tiene
también un coste. Se observa que la modernización industrial se tradujo en una
degradación sin precedentes del marco natural de vida. La destrucción masiva
del ambiente dio nacimiento a los
movimientos ecologistas, que estuvieron entre los primeros en denunciar las
"ilusiones del progreso". Se distingue entre tener y ser, entre la
felicidad material y la felicidad a corto plazo. El individualismo que reina,
combinado con un etnocentrismo occidental legitimado por la ideología de los
derechos humanos, se traduce en la destructuración de la familia, la disolución
del vínculo social y el descrédito de las sociedades tradicionales. Aun así, la
teoría del progreso sigue estando ampliamente presente en su versión
productivista. Se alimenta la idea de que un crecimiento económico indefinido
es, a la vez, normal y deseable, y un mejor futuro pasa necesariamente por el
aumento constante del volumen de bienes producidos y por la universalización de
los intercambios. En suma, la teoría del desarrollo quedó como una creencia en
el imaginario social. Mientras no se abandone esta creencia, no se habrá
terminado con la ideología del progreso.
Fundamentos
filosóficos en que se apoya la cultura Occidental
La
episteme Occidental como construcción intelectual histórica, si bien es el
resultado complejo de una diversidad de aportes que vienen desde los griegos,
pasando por el renacentismo hasta la modernidad, es con el movimiento
intelectual del denominado iluminismo
que nació y se desplegó durante los
siglos XVI, XVII y XVIII, fundamentalmente, que se hizo dominante esa concepción del
mundo, y que se proyectó hasta nuestros días; siendo hoy objeto de crítica
desde otros referentes teóricos-filosóficos, a propósito del análisis que se
hace sobre la crisis del Modo de producción capitalista.
Reconociendo
que esta episteme ha sido el producto de diversas corrientes filosóficas en
diversas épocas, tuvo un peso fundamental los aportes hechos por René Descartes
(1596-1650), con la visión
mecanicista del universo al cual entendía como una suerte de gran reloj
contentivo de piezas que con el tiempo se dañaban y bastaba con cambiarlas para
garantizar su funcionamiento. Así mismo, concibió la existencia de las
cosas de manera fragmentaria; una suerte
de sumatoria de islas separadas.
Esta
concepción del mundo condujo a priorizar lo funcional de la materia por encima
de la subjetividad humana y los fenómenos intangibles; lo cual sirvió de
soporte teórico y filosófico a la
racionalidad técnico-instrumental; pero también contribuyó a modelar una visión
fragmentaria de la vida que se expresa en los paradigmas científicos que
estudian los objetos de investigación como separaciones estancos en la que una
cosa no tiene inter-relación con la (s) otra(s); y, de la misma manera, se expresa en la vida cotidiana cuando la
gente tiende a explicar los procesos socio-históricos a partir de una lectura
de la calle y sus actores.
Por
su parte, Francis Bacón (1561-1626), con
una concepción antropocéntrica del ser humano en el sentido que éste era algo
distinto y superior a la naturaleza y trazando una frontera separable entre
ambos, llegó a plantear que el ser humano tenía que dominar a la naturaleza, estrujarla, someterla y hacer
uso de ella y de lo que en su interior se encontrara. Esto condujo a que los
seres humanos, entendiéndose como algo distinto y superior a la
naturaleza, hicieran uso irracional de
los recursos de la misma, hoy en rápido proceso de agotamiento.
Ha
sido el Modo de producción capitalista que ha hecho uso extremo e irracional de
la naturaleza; pero es justo reconocer que todos los Modos de Producción
fundados en el productivismo, el desarrollismo, la industrialización -modernización, como partes de la ideología del progreso, han
estado preñados de esta impronta destructiva del planeta tierra, incluyendo al
“socialismo realmente existente”.
Igualmente,
Isaac Newton(1642-1727), privilegiando el estudio de la materia a partir del descubrimiento de la
caída de los cuerpos por efecto de la fuerza de gravedad; derivó
tres leyes de existencia de la materia (todo cuerpo en situación de
reposo tiende a mantenerse en reposo, todo cuerpo en movimiento tiende a
mantenerse en movimiento y la ley de
acción y reacción; esto es, todo cuerpo al que se le aplique una fuerza tiende
a alcanzar una aceleración en correspondencia con la magnitud de la fuerza
aplicada, que se resumen en la relación causa - efecto).
A
partir de la relación causa - efecto de los cuerpos, se introyectó en el campo
de la ciencia una visión unicausal y
determinista de los “hechos dados”, que vino a ser un fuerte ingrediente para
la construcción del paradigma positivista en el siglo XIX, de fuerte raigambre –aún hoy- en muchas
universidades del mundo incluyendo a las venezolanas. Desde esta visión
se empezó a producir conocimiento priorizando el estudio cuantitativo de la
materia, desde donde se logran producir medias verdades. Este modelo fue
abandonado por sus creadores en 1969 en Nebraska, y muchos de sus miembros
migraron a otros modelos; sin embargo, en la mayoría de nuestras universidades
se sigue enseñando esta manera de investigar y producir conocimiento.
Del
mismo modo, David Hume (1711-1776), buscando una explicación ontológica de
las necesidades del ser, sostuvo que los
humanos por naturaleza están animados por necesidades insaciables.
Esta caracterización del ser, se
hizo dominante en el proceso de conformación del sistema-mundo capitalista
pero, particularmente, justificó el proceso de auge y acumulación insaciable de capital con la
llamada Revolución Industrial en Inglaterra en el período 1750-1760. Por ello
esta premisa ha servido para la
acumulación incesante de capital, con diferencias de forma, desde aquellos tiempos hasta nuestros días
(Wallerstein, 1992; Mészáros, 2013).
De
la misma manera, Charles Darwin (1809-1882), en su estudio sobre el Origen de
las Especies, en el que concluye que los animales compiten entre ellos, generando una supremacía de los más aptos
sobre el resto de las especies, hizo un traslado mecánico de este descubrimiento a la sociedad, para derivar que la existencia
de los seres humanos es una atmósfera de competencia en la que los más capaces
y aptos son los que acumulan las riquezas mientras los demás sucumben por
carencia de esa capacidad. Esto es lo que
se ha llamado el “darwinismo social”. En esta teoría se apoyó Adam Smith
para sostener que la competencia económica es la razón de ser de las sociedades
humanas. Esta teoría es la que sostiene el liberalismo económico clásico hoy
remozado como neo-liberalismo, que son las tesis que predominan en el plano
económico y político en el mundo actual.
Sobre
las teorías que explican el mundo como procesos mecánicos, de priorizar la materia
por sobre otras dimensiones de la vida; sobre las explicaciones unicausales,
deterministas y unilaterales de la existencia de la materia, sobre la separación ser humano-naturaleza y
el dominio del primero sobre la
segunda; y sobre la competencia como
forma de existencia única de los seres humanos, está montado la episteme Occidental hoy
dominante; la cual tiene expresiones concretas en la forma de entender y
explicar el mundo, en la ciencia y en la existencia del dominio del capital
sobre el trabajo y del ser humano sobre la naturaleza. Esta amalgama de
teorías, como modelo para conocer, se impuso al mundo a través de los procesos
de colonización de Europa a otras regiones
del mundo; pero también modeló una concepción de la ciencia que se hizo
dominante desde el poder (Foucault, 1985), se reprodujo en la Academia y en la
educación de todos los países sometidos a esta episteme. Pero también, dicha
episteme modeló el discurso ideológico dominante que justifica la existencia naturalizada del capital con toda su carga
enajenante y depredadora.
Apoyada
en estas concepciones -muchas heredadas de otros continentes y pueblos- ,
Europa elaboró constructos teóricos expresado en diversos paradigmas, la
mayoría estructurados para estudiar la materia y, en general, construyó una
producción intelectual que impuso a otros continentes incluyendo a América.
Estos paradigmas sirvieron de elemento de reflexión –en algunos casos con
remozamientos y acoples- para orientar
los estudios de las realidades latinoamericanas. Por ello, no debe sorprender los resultados obtenidos
con la aplicación de los proyectos políticos-civilizador-modernizador
y las políticas públicas en nuestro continente desde 1492 hasta la actualidad.
De allí los resultados del capitalismo; o los proyectos elaborados y aplicados
en claves modernas en nuestro continente.
El
sistema-mundo capitalista, América Latina y crisis civilizatoria
En
efecto, valdría la pena hacer un balance histórico de la construcción del
sistema-mundo capitalista desde el inicio de su construcción en el siglo XVI
hasta hoy, aproximadamente 515 años de existencia y 227 años que duró para
imponerse y expandirse como sistema mundial a partir de 1789; balance para
poner de relieve lo que se sostiene,
pero ello des-centraría el eje vertebral en torno al cual gira el
presente trabajo. No obstante, se intenta en un apretado resumen, exponer en
grandes trazos, algunas de las expresiones que muestran la decadencia de un
sistema en apuros que lleva en su interior una contradicción estructural como es la producción social, aprovechando irracionalmente los recursos de
la naturaleza, y la apropiación privada del producto de ese trabajo humano;
contradicción que es la madre de todas las desigualdades y la depredación de la naturaleza, que en la medida de su
agudización, marca una tendencia -no espontánea- hacia el fin del capitalismo
como modo de producción histórico. No se
puede olvidar que la promesa del capitalismo, en su forma de modernización
liberal, a la humanidad fue la de construir un mundo de felicidad a partir de
las iniciativas individuales, el gobierno de personajes ilustrados, el respeto
a la propiedad y la formación de un hombre moral, pero hoy nos encontramos con
un cuadro general en el cual la humanidad vive todo lo contrario a la promesa ofrecida. En esta sucinta exposición
si bien se abordan algunos resultados que expresan buena parte de la situación
general de la humanidad, se hace énfasis
en América Latina. En ese orden de ideas
se expone lo siguiente:
El
hecho mayor de nuestro tiempo es que, según la ONU, cuatro de cada cinco seres humanos están
excluidos de una vida que sea realmente humana. En América Latina esta
inquietante realidad es algo menor: dos de cada cuatro se quedan fuera del
juego. Durante la década de los 90,
y a finales del siglo XX y del milenio,
la mayoría de los latinoamericanos vivieron momentos difíciles y no ven claro
el horizonte de mañana. Una economía deshumanizada que empuja a la sobrevivencia
y a la corrupción[3]
y una cultura de masas que promueve el consumo ha enraizado en nuestros países una visión
cortoplacista. Los cambios que requiere el continente necesitan de una mirada estratégica y a largo plazo y una perspectiva
ética-política a corto plazo.
Según
María López Vigil (1994), el capitalismo
vive una profunda reorganización en todo el mundo por causa de una acelerada
convergencia tecnológica que no ha
tocado fondo. Esta situación encuentra a América Latina con muchos problemas
por resolver. Están pendientes aún en nuestros países la reforma agraria, la
desmilitarización de algunos países, la justicia fiscal, la alfabetización, la
erradicación de decenas de enfermedades
curables. América latina mantiene todavía relaciones de subordinación con los
países poderosos y con intereses
transnacionales que hoy dominan el mundo.
Los
procesos de integración entre algunos de nuestros países están muy teñidos de
esta subordinación y muy influidos por
los intereses de la economía en crisis de EEUU. Así, con la inserción en la
economía mundializada sólo ganan los que ya estaban situados más altos en la
cúspide. América Latina es la zona del planeta tierra donde son más abismales
las diferencias en la distribución de la riqueza, y donde está más concentrada la propiedad de la
tierra en pocas manos.
El
trago es amargo, pero necesario. <<Estamos mal, pero vamos bien>>:
con variantes, ésta es la consigna estereotipada que repiten insistentemente
desde hace unos años, algunos
gobernantes latinoamericanos. No pueden dejar de reconocer que las recetas
neoliberales que vienen aplicando por imposición del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional han provocado que las mayorías de cada uno de nuestros
países «estén mal».
En
los años 80, uno de cada cuatro latinoamericanos vivían, según estadísticas
de la ONU, en estado de «pobreza
crítica». En los años 90 ya son dos de cada cuatro. La tendencia va claramente
en esta dirección. Cada día hay más cantidad de latinoamericanos pobres. Y cada
día esos pobres están cualitativamente más empobrecidos: las tasas de desempleo
crecen y son ya parte de una situación «fatal», los escasos salarios se van en
comer y alguien de la familia, en algunos países, emigran para sostener al resto con remesas
familiares. Los sectores medios han bajado su status de vida. Los campesinos se
empobrecen y migran a las ciudades, donde terminan como mendigos; mientras, no
todos los ricos -sólo algunos- se hacen millonarios. América Latina es la zona
del planeta que ha producido más multimillonarios en estos últimos diez años
López (1994). El abismo entre nuestros
sistemas educativos y los avanzados medios tecnológicos de las
sociedades informatizadas en buena parte de los países de Europa, ahondarán a largo
plazo todas las brechas existentes.
No
«estamos bien». Tampoco «vamos bien». Para sustentar que el modelo económico
neoliberal es el correcto, la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos
esgrimen cifras macroeconómicas. Fundamentalmente, hablan del control de la
inflación y del crecimiento del PIB con el aumento de las exportaciones. El
truco se oculta. La inflación se está controlando con base a reducir el crédito a pequeños y medianos
propietarios, y de recortar la demanda (menos empleos, menos salarios, menos
poder de compra, menos de todo). Por otra parte, el crecimiento del PIB o el de
las exportaciones no significan necesariamente crecimiento nacional. Crecen
sólo algunos sectores de la nación, y en estos tiempos crecen especialmente
quienes controlan capitales nacionales subordinados a las grandes corporaciones
transnacionales. No se puede olvidar que de acuerdo a la lógica del capital, la
sociedad se empobrece en casi la misma proporción en que se enriquecen los dueños
del capital (Marx, 1980).
«Estamos
mal». Todos los indicadores sociales -salud, empleo, educación, vivienda,
mortalidad infantil y materna, nutrición, entre otros, han caído en todos los países. Pero también
«vamos mal». El modelo económico vigente está diseñado para que sigamos pagando
volúmenes exorbitantes de una impagable deuda externa, concentra la riqueza en
cada vez menos manos, está «feminizando» la pobreza a grados extremos, arruinando la seguridad alimentaria de
nuestros países, está causando devastaciones aceleradas en nuestra Madre Tierra
y poniendo en riesgo -por falta de pan
para el cuerpo y para la mente- a las próximas generaciones de latinoamericanos.
El esquema económico en el que nos movemos
encuentra una de sus más importantes válvulas de escape en la emigración,
especialmente a EEUU. En varios de nuestros países la entrada de dólares a
través de las remesas familiares es la más importante fuente de ingreso de
divisas, por encima del café, de los bananos o del azúcar. El modelo económico
que padecemos -«vendido» con éxito por la hegemónica cultura estadounidense- no
sólo empobrece sino que desnacionaliza a los seres humanos.
Otra
válvula de escape en este cerrado esquema económico está en la droga. Dinero
rápido y futuro arriesgado, pero futuro. Prácticamente en todo el Continente,
en unos países más que en otros, el
narcotráfico ha ido creando «otro» Estado dentro de cada Estado, y alterando en todas partes economías y
conciencias. Y ha contribuido a crear una peligrosa crisis ética-política en
nuestros países. El negocio del narcotráfico va aparejado al paramilitarismo,
suerte de ejército de mercenarios que ayudan a sostener el negocio, pero también es mercancía de exportación a
los continentes en los cuales las grandes potencias necesitan derrocar a gobiernos no adeptos a sus intereses estratégicos,
se apropia de sus recursos naturales y reservas internacionales. Estamos en
presencia de un capitalismo delincuencial[4]
que ha tomado la forma de imperialismo colectivo (Wallerstein, 1992)
La
crisis de tantas caras, del agro, la
producción nacional, alimentaria, en la
balanza externa, crisis política, ética, entre otras, hace extremadamente difícil que se consoliden
los procesos de democracia que se han
venido sucediendo en gran parte del Continente, después de guerras civiles o de
dictaduras militares. En estas «democracias» crece la ingobernabilidad; no ya
por «conspiraciones subversivas» o por «insurrecciones» sino por la
descomposición social. La democracia representativa se reduce a las votaciones
en los procesos electorales, muy amañadas y mercantilizadas a través de los
medios de comunicación.
Una
de las fuertes contradicciones de América Latina en esta hora, se da entre democracias políticas nacionales
que quieren madurar y una dictadura económica internacional que las debilita. Los
signos de estos tiempos indican que, tarde o temprano, a las fuerzas políticas
de avanzadas y a los sectores honestos de las sociedades de nuestros países, les tocará enfrentar con sabiduría y tesón al
BM y al FMI, las dos poderosas expresiones de esta dictadura económica, que es
también una dictadura ideológica y mediática (Ramonet) que busca no sólo
destruir cualquier alternativa, sino hasta
impedir que la pensemos.
Desde
1994, Chiapas y la lucha zapatista han encendido importantes destellos de dignidad
y de rebeldía en un cielo que parecía ya cerrado. Chiapas exige no sólo
solidaridad sino reflexión. Es una experiencia que ha puesto de primeros a los
últimos: los herederos de quienes sobreviven al genocidio de hace 504 años.
Cuba
y Venezuela, que siguen aún siendo
referentes en América Latina, especialmente
en este último año. Cuba se propone hoy construir una economía con el máximo de
eficiencia y de equidad social. La
revolución emprende este reto con dos ventajas: su arraigado nacionalismo y su
enorme capital humano. Si Cuba y Venezuela
lo logran, toda América Latina
ganará. Particularmente Venezuela, hoy está asediada por el gran capital
transnacional con miras a derrocar la Revolución Bolivariana, apropiarse de su
petróleo y los 15 minerales estratégicos que tiene el país de los 17 que ellos
necesitan para sus exploraciones espaciales, lo cual le resolverían al
imperialismo colectivo[5]
explorar otros planetas en búsqueda de vida para tenerlo como alternativa ante
la destrucción de la tierra por nuestra propia civilización. Hacia allá
pereciera avanzamos.
Este panorama de América Latina está asociado y,
en gran medida, forma parte de la expansión planetaria de la economía-mundo
capitalista que lleva aparejado una mayor privatización de la propiedad y los recursos de la tierra; una mayor concentración y
centralización de la propiedad en posesión de las grandes corporaciones
transnacionales, con todas sus secuelas,
las cuales han acumulado más poder que las mayorías que viven en los
países del llamado Tercer Mundo. Veamos los siguientes datos:
“1) La relación entre el
ingreso per cápita del 20 % de la población que vivía en los países más ricos y
el 20 % que vivía en los países más pobres, era de 30 a 1 en el año 1960, se
incrementó a una relación de 60 a 1 en el año 1990, y a una relación de 74 a 1
en el año de 1997; 2)La quinta parte de la población que vive en los países más
ricos cuenta con 86 % del producto territorial bruto del planeta, mientras el
20 % que vive en los países más pobres cuenta con el 1 % del producto; 3) Más
de 80 países tienen en la actualidad ingresos per cápita menores, que los que
tenían hace una década o más; 4) Las 200 personas más ricas del planeta
duplicaron su riqueza total entre 1994 y 1998, a más de 1 billón de dólares.
Los bienes de las tres personas más ricas del mundo son mayores que el producto
territorial bruto de todos los países menos desarrollados y de sus 600 millones
de habitantes” (...) (Lander; 2000:51).
Este es parte del resultado en cuanto a la
distribución de la riqueza se refiere, del sistema-mundo capitalista desde sus
inicios en el siglo XVI.
Esta
situación se ve empeorada con la nueva industria que se monta a partir de las
Tecnologías de Información Comunicación (TIC), se juntan dos poderes que antes
operaban separados: el poder económico y el poder de los medios de comunicación
de masas (¿sociedad de la comunicación?, Vattimo), funcionando como verdaderas
maquinarias monopólicas en el ámbito planetario y modelando la industria simbólica.
Ya la información, empieza a responder más a la racionalidad mercantil de la
reproducción del capital que como servicio social, no es sólo una mercancía sino que, más
bien, modela discursos,
actitudes y gustos que empiezan a reconfigurar, de manera desigual, una nueva cultura. ¿Dictadura mass mediática?. La difusión de
estos discursos por los medios de comunicación, esto es, los contenidos
mensajísticos, construidos por la industria de la publicidad, han contribuido a
la formación de un ser humano, junto a los antivalores del capitalismo,
des-humanizado, altamente individualista y enajenado. Nos acercamos a la
formación del “soldado-masa” con la guerra de IV y V Generación el cual vendría
a ser una especie de zombi social que sólo consumiría y obedecería las órdenes
dictadas desde un centro de operación y que circularían por las redes sociales;
órdenes que irían al hemisferio reptil del cerebro para que reaccione con
violencia sobre quienes se les ha indicado son sus enemigos (guarimbas, en Venezuela).
Estas
prácticas sociales individualistas potencian el individualismo que dimana
de la competencia propia de la dinámica
del capitalismo; el cual se ve sobredimensionado por las tesis neoliberales que
no sólo sirven de soporte ideológico y justificadoras de la apropiación de la propiedad y los recursos
del planeta por parte de las corporaciones transnacionales, sino que propugna
la libertad individual, lo privado, el
hedonismo, una vida de placer, vivir el hoy y aquí sin importarle ni el pasado
ni el futuro y la competencia, suerte de darwinismo social en la que “sobrevive
el más apto”, como forma de ascender
socialmente; tesis neoliberales que difunden el desprecio por la vida
mayormente en las nuevas generaciones, y han permeado sobremanera la academia y
a muchos intelectuales, reproducidas por éstos y difundidos por las
instituciones políticas y financieras
internacionales como un nuevo paradigma
de vida, expresado a través de la democracia liberal-iluminista en su forma
concreta de democracia representativa.
Este
proceso de individualización de los seres humanos[6]
(Lipovesky) ha llevado a prácticas
individualistas y grupales que, por un lado, dificultan la cristalización de proyectos
colectivos y, por el otro, a una
fragmentación de la sociedad en base a grupos unidos por identidades parciales,
por intereses grupales e inmediatos.
De
lo señalado se deriva que la nueva situación de la cultura, denominada ”estado
de la cultura” o nueva sensibilidad en la cultura por Lyotard[7],
desde la cual éste desprende la “condición posmoderna” que vendría a ser el
estado de la cultura después de las transformaciones que afectaron las reglas
de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XX, se deriva el discurso sobre la condición del
saber y los juegos de lenguaje a propósito de su crítica al saber los cuales
eran legitimados por los grandes relatos de la modernidad “que se han revelado
fábulas e incumplieron sus promesas de emancipación” (Lyotard). Esta afirmación
viene a ser un nuevo relato ideológico
construido desde Europa y que se ha revestido con el ropaje de post-modernidad,
copiado en el continente latinoamericano, con algunos matices en unos países
más que en otros; pero que por sus debilidades teóricas, según Michel
Maffesoli, no tienen estatuto epistemológico.
Pero
la decadencia del sistema-mundo
capitalista no sólo se remite a lo económico, político y lo social. También –y
quizás es lo peor- es extensivo al uso indiscriminado del ambiente, la contaminación
y los efectos invernaderos que hacen más difícil la situación en tanto pone en peligro
la vida en el planeta.
En
efecto, para nadie es un secreto el daño
hecho a la naturaleza por la producción irracional del capitalismo en el uso de
los recursos naturales para la acumulación privada de riqueza. Tal como lo
plantea Tudela (1990):
“Muchos de los problemas
ambientales hicieron su aparición antes de que la población manifestara la
nueva dinámica expansiva. Entre 1965 y 1990, la magnitud de la población rural
regional [América Latina] parece haberse estabilizado en 120-130 millones; los
problemas ambientales del espacio rural regional se han agravado
considerablemente en el mismo periodo.
Es te agravamiento no puede pues atribuirse a la simple ”presión poblacional”
(57)
Asimismo,
sostiene Tudela, (1990) refiriéndose a la deforestación en los últimos treinta años, se han
deforestado unos dos millones de kilómetros cuadrados, superficie equivalente a
la de México. La deforestación regional de bosques cerrados representa el 60%
de la destrucción mundial de esos recursos forestales. Aunque la atención
mundial se centra en la Amazonia, el problema de pérdida de cobertura forestal
es mayor en otras subregiones, como la centroamericana.
Prosigue
Tudela señalando que para 1990 y como consecuencia en parte de la
deforestación, la pobreza afectaba a 200 millones de pobladores de la Región.
Más de un tercio de este contingente de pobres vive en condiciones de
indigencia. Sí la cifra global es impresionante, lo es más la tendencia que
refleja: en el primer lustro de la década de la crisis (1980-1985) el número
absoluto de pobres creció un 25% en América Latina y el Caribe[8].
Esta
lógica productivista –que no está orientada a resolver necesidades humanas sino
a depredar para reproducir capital-, forma parte de la idea del progreso
como la resultante de una concepción
lineal de la historia según la cual las sociedades marchan de estadios
inferiores a superiores siempre en la búsqueda de “algo mejor”. La idea de progreso tomó la forma de desarrollo
y éste, a su vez, la de
industrialización y crecimiento económico ilimitado, como se ha señalado
anteriormente. Sobre la idea del progreso es necesario resaltar que en la sociedad
contemporánea el progreso es la idea-fuerza
más potente que existe y es esgrimida como discurso tanto por la derecha como
por la izquierda; pero es evidente su inviabilidad a corto plazo. Sobre el
particular, Lander (1995) señala que:
“(…) La destrucción de la capa de
ozono, el efecto invernadero, la devastación de bosques, el empobrecimiento de
los suelos fértiles, la creciente escasez de agua tanto para la agricultura
como para el consumo humano, la acelerada reducción de la diversidad genética,
la contaminación del aire y del agua, son las principales señales de alarma que
nos indican que la humanidad está llegando a sus límites (¿o ya los habrá
soprepasado?) de una degradación de los sistemas ecológicos más allá de los
cuales podría llegarse a alteraciones irreversibles que harían imposible la
vida” (8)
Si
bien Lander habla de los límites de la
era industrial que nos pone en una suerte de disyuntiva: o se toma conciencia
que nos dirigimos a un despeñadero y rectificamos, o corremos el riesgo de
fenecer como civilización. Hace falta una conciencia ecológica que detenga esta carrera suicida del
desarrollismo. Precisamente refiriéndose a las diversas teorías existentes en
el continente sobre el desarrollo y su concepción economicista que deja de lado
el problema ecológico, Becker (1999) señala que:
“(…) la vieja contemplación
economicista de los problemas del desarrollo tuvo una doble limitación: por una
parte, dejaba de lado los sistemas de importancia cultural y, por otra, el
contexto ecológico. Por esa razón, los problemas del desarrollo aparecían como
anomalías en la organización institucional. Sólo en un marco cultural y
ecológico, conceptualmente ampliado, pueden ser reelaborados y redefinidos”
(283).
Este desarrollismo que ha sido vendido al
mundo como la posibilidad de resolver los problemas de la humanidad, ha
provocado daños irreparables al ambiente. En el régimen del capital pareciera
se ha disipado el sentido de humanidad porque “(…) la sociedad ha perdido
contacto con lo que tal vez sea la sensibilidad singular decisiva para nuestra
supervivencia como especie (…)”[9]
(Goleman, 2009:50). Especialmente con los dueños de las grandes corporaciones
transnacionales del capital que lo que le interesa es acumular riqueza sin
reparar los daños causados al ambiente y a los seres humanos. Esos daños
parecieran ir en aumento en lo que queda de la era industrial:
“La concentración de dióxido de carbono en la
atmósfera ha venido subiendo a lo largo de la era industrial; el nivel actual
es 30 % más alto que el de 1850. Este nivel sigue subiendo rápidamente debido a
que la cantidad de dióxido de carbono emitida por combustibles fósiles en
nuestras plantas eléctricas, edificios, automóviles, camiones, aviones y
fábricas cada año –equivalente a 8000 millones de toneladas anuales de carbón
en todo el mundo- es más del doble de lo que puede ser removida de la atmósfera
y absorbida por la biomasa natural (árboles, plantas y plankton marítimo) y
disuelta en los océanos” (Senge, 2009:
30)
La
falta de una teoría integradora que contenga lo ecológico y dé cuenta de la realidad socio-cultural-cósmica, no ha
permitido el abordaje de la grave situación descrita. Pero esta teoría no debe
ser para ponerle apellido al desarrollo; sino para superar la ideología del
desarrollo como parte de la ideología del progreso. Esta carencia plantea la
necesidad de una segunda crítica a la economía política de estos tiempos a los
fines de producir una teoría ecosocial. Desde algunos referentes filosóficos y
metódicos en Marx, no de todos, y superando el economicismo productivista, esa
teoría es posible. Se trata de crear una economía política del ambiente. Para
ello el marxismo debe reelaborar categorías como naturaleza y cultura
situándolas en el centro del proceso productivo. En otras palabras, se trata de
construir una nueva teoría de la producción que incorpore el ambiente como
potencial al proceso productivo y la dimensión cósmica. Esto daría cuerpo a una
teoría eco-marxista-cósmica. Sobre la teoría ecomarxista, Leff (1998) sostiene que:
“(…) Una teoría ecomarxista daría una nueva
orientación y fundamentos al desarrollo de las fuerzas que integren los
procesos ecológicos, tecnológicos y culturales en procesos productivos
equitativos, sustentables y sostenibles. Así, el ecomarxismo se plantea como un
campo de articulación de la economía ecológica y de la ecología política, capaz
de integrar las condiciones ecológicas de la producción, el potencial ambiental
del desarrollo sustentable y el poder político del movimiento ecologista, para
construir una racionalidad ambiental” (335)
Lo
planteado por Leff permite darle direccionalidad y viabilidad política a la
propuesta ecologista, en términos inmediatos y mediatos; pero no toma en cuenta
que formamos parte de una dimensión más amplia a la de la tierra, como lo es el
cosmos; Leff no considera la posibilidad de producir nuevas formas de conocer.
Es necesario, por tanto, dejar claro que
mientras no se resuelva la contradicción existente entre el desarrollismo y el
uso irracional de la naturaleza como
recurso finito, así como también no se amplíe la mirada más allá de la
tierra, seguiremos atados a la lógica
del desarrollo, del industrialismo, de la fragmentación, del mecanicismo y su
ideología del progreso. Hay que someter a crítica al capitalismo para superarlo
como modo de vida histórico y transitorio. Igualmente, si no se rompe con las
formas tradicionales de conocer, seguiremos anclados a la episteme occidental.
En consecuencia, hay que atreverse a construir unos nuevos referentes teórico-filosóficos
que apunten a la construcción de una nueva episteme.
La herencia
productivista del socialismo, la ideología del progreso y los límites
históricos de la teoría de Marx
El
pensamiento de Carlos Marx no escapó a la idea del progreso pensado desde la modernidad
que se convirtió en desarrollo; y éste asumió la forma de crecimiento económico
ilimitado. Sobre estas bases está soportado el capitalismo. Ello ha encontrado
insuperables limitaciones en su capacidad de crítica a la sociedad capitalista,
no solo como forma de organización de la propiedad o de ejercicio del poder,
sino como modelo civilizatorio. A pesar de su profundidad y radicalidad, la
crítica marxista al mundo del capital, no fue capaz de romper totalmente con la
cosmovisión representada por Occidente y por el capitalismo. Asumió a la
sociedad capitalista como una inevitabilidad histórica y como un paso histórico
progresista en la dirección de la liberación y la felicidad humana. Esta
ausencia de ruptura crítica en relación a dimensiones y a aspectos
constitutivos básicos de la sociedad capitalista, llevó al “marxismo realmente
existente” a la imposibilidad de pensar otro mundo alterno a la sociedad
tecnológica altamente centralizada y unidimensionalmente productivista,
desarrollada históricamente por el régimen del capital. A la lógica reductora
del capital, se opone la lógica igualmente reductora de la revolución para
industrializar[10];
y la racionalización progresista y universalizante de todas las dimensiones de
la vida que está identificada como los valores proletarios.
Pareciera
que las promesas de la ciencia, el
progreso, el desarrollo de las fuerzas productivas, el bienestar material, la
expansión del Estado para satisfacer necesidades, son insuficientes para
garantizar la felicidad humana. Los otros valores de la tradición marxista como la libertad,
igualdad, desarrollo multifacético de las potencialidades del hombre, no son
compatibles con las ideas y posturas que han llegado a ser dominantes en el “marxismo
realmente existente”.
Por
ello, el marxismo, de origen eurocéntrico, si bien tiene un componente
libertario, no superó el cientificismo
de la ilustración ni la carga positivizante implícita. La corriente positivista
como parte de la razón moderna junto con el pensamiento liberal-burgués-iluminista,
sirvió de soporte teórico-filosófico del capitalismo y contribuyeron para la
construcción de una sociedad liberal. El marxismo se fundamentó en el
pensamiento que Marx y Engels conceptualizaron de la sociedad industrial; en la
que puso el acento en la producción de valores de cambio por los trabajadores,
apropiado por los burgueses y con las cuales acumulaban riquezas y reproducían el capital. Marx construyó una teoría
fundamentada en un sobre-dimensionamiento de lo económico que lo
convirtió en un determinante
indeterminado. Esta sobredeterminación de lo económico deja de lado lo socio-cultural-cósmico[11] .
Además, Marx no integró en su teoría a
la naturaleza y los procesos socio-ambientales en las condiciones
generales de la producción, a pesar de que ya en su tiempo la depredación de la
naturaleza estaba en su apogeo. En efecto, cuando Marx escribió los
Manuscritos económico-filosóficos de
1844, tenía una visión naturalista del hombre. No se percibe un discurso que considerara al hombre y a la
naturaleza como una sola unidad
inseparable. Veamos lo que dice: "(…) la vida (…) del hombre está
(…) ligada a la naturaleza no significa otra cosa que la naturaleza está ligada
indisolublemente a ella misma, porque el hombre es parte de la naturaleza”. Decir
que el hombre “(…) es parte de la naturaleza (…)” no es igual a decir que el
hombre es naturaleza. Predomina igualmente un antropocentrismo en esa visión.
Para
1876, este mismo naturalismo siguió
presente, esta vez, en Engels: "No debemos presumir demasiado nuestras
victorias humanas sobre la naturaleza. (…)” . Si se habla de victorias sobre la
naturaleza, se supone que luchas contra ella ¿para subordinarla?. Se mantiene
la concepción baconiana de someter a la naturaleza hasta dominarla.
Más
adelante señala que “La gente que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor (…),
destruyeron los bosques para conseguir tierras cultivables, nunca imaginó que
(…) acababan con los centros de colección y depósitos de humedad
(…).Refiriéndose a la naturaleza añade: “(…)
nosotros pertenecemos a ella (…) y todo nuestro dominio en ella reside
en la ventaja que tenemos sobre el conjunto de las otras criaturas de conocer
sus leyes y poder servirnos de ellas juiciosamente." La preocupación está centrada en los beneficios
que perdían destruyendo los bosques, no en el daño que se acumulaba sobre la
naturaleza como recurso finito. Además, se ratifica la idea de dominio sobre la
naturaleza. En consecuencia, no se percibe en la obra de Marx y Engels un discurso ecológico. He aquí el límite de esta teoría.
Refiriéndose
a los límites del marxismo, Enrique Leff (1998) sostiene que:
“ (…) la deslegitimación de la
teoría marxista de la historia y de la economía política no tan solo se debe al
triunfo del neoliberalismo, sino al <vacío ecológico> del materialismo
histórico de una teoría que si bien ha producido un análisis crítico sobre las
causas de destrucción de la base de recursos naturales y la degradación
ambiental generadas por las crisis inherentes a la acumulación ampliada del
capital, no ha integrado a la naturaleza (los procesos ecológicos y
socioambientales) en las condiciones generales de la producción” (62) .
Más
adelante el mismo autor afirma que: “El marxismo no ha elaborado una teoría de
la producción que incorpore las bases ecológicas y el potencial ambiental en el
desarrollo de las fuerzas productivas y que las articule con relaciones
sociales de producción fundadas en los principios de una gestión participativa
de los recursos naturales (…) (ibídem).
Es evidente la gran debilidad que en materia de ambientalismo tiene la teoría
de Marx. Sin embargo, la teoría de Marx, por ser un sistema abierto y en
constante reconstrucción y recreación, aporta una epistemología para actualizar
su teoría, que encuentra un terreno abonado en el ecomarxismo como posibilidad
real para construir el ecosocialismo.
Por
ello el marxismo, como corriente histórica, para ser una alternativa real al
agotado sistema capitalista, tiene la
tarea de actualizar la teoría sobre la forma histórico-concreta que éste asume
hoy y los daños que le ha causado a la naturaleza. En esto Meszaros ha hecho un esfuerzo interesante pero sin
hacer hincapié en el ambiente como parte
inseparable del ser humano. Por eso la actualización de la teoría marxista
tiene que superar el discurso de la sociedad industrial y alimentarlo con las
conceptualizaciones que deriven de la sociedad del capital financiero, del
ambiente, la comunicación y la industria simbólica. Pareciera que hay que hacer
“una segunda crítica a la economía ecológica”, como señala Fernando Mires. En
Marx existe el método y el enfoque filosófico; lo que complementado con las
cosmovisiones de nuestros ancestros en un proceso de síntesis y
superación, y considerando propuestas como
la de la ECOSVIDA se pueda construir una
nueva teoría. La nueva teoría que surja,
debe servir de base para construir otra sociedad que supere al capitalismo pero
también los límites también productivistas del socialismo “Realmente Existente”;
debe tomar en cuenta los daños que nuestra civilización le ha hecho al
ambiente, que integre armoniosamente la relación ser humano-naturaleza-cosmos.
Ese es parte del reto.
La
Ecosvida como alternativa
Por
ECOSVIDA se entiende a una forma de vivir fundada en una cosmovisión y una
cosmogonía que concibe a los seres humanos, la naturaleza y el cosmos, y todo
lo que está dentro de ello, como una sola cosa; como un todo orgánico inseparable, complementario
y en movimiento, con existencia en
equilibrio relativo.
La
ECOSVIDA plantea la convivencia de
colectivos humanos de esta civilización y las que vienen, construyendo
vida, respetándose unos a otros, a
partir de respetar la tierra y, en general, la naturaleza porque somos lo mismo
y no tres (3) cosas diferentes. Construir la vida significa romper las
divisiones actuales hechas sobre modelos,
ideologías, partidos políticos,
colores; en nacionalidades y Estados; en superar las diferencias de género y las diferencias étnicas, entre otras.
El
paradigma cartesiano dominante
proveniente de la cosmovisión Occidental, a partir de la fragmentación
del ser humano en cuerpo y alma[12], modeló una forma muy particular de producir
conocimiento: cuando se estudia el alma (cualitativismo) no se estudia el
cuerpo y cuando se estudia el cuerpo, la materia (cuantitativismo), no se
estudia el alma. Este último ha sido el paradigma hegemónico que se ha limitado
a estudiar la materia a través de aquello que se puede pesar, medir o contar.
Ello contribuyó a exacerbar el sentido de la vista pero a atrofiar los demás
sentidos. Modeló una forma fragmentaria de ver el mundo y de construir la vida
cotidiana donde tendemos a ser uno en la casa, otro en el trabajo y otro
distinto cuando estamos con los amigos (fragmentación personal), que lleva a
veces a una existencia esquizofrénica; mirada
que mediatizó la capacidad perceptiva del sujeto. Toda esta híper-fragmentación
condujo a una crisis de percepción de la que hoy vivimos sus consecuencias. Por
ello, se trata de recomponer la visión
del mundo fragmentado en el que vivimos y producir un nuevo constructo
teórico que facilite integrarlo en uno solo; en un todo inter-relacionado.
Como
consecuencia de esta cosmovisión, el sistema-mundo capitalista actual, desde
los inicios de su construcción hasta hoy,
ha estado atravesado por una contradicción fundamental expresada en el
desarrollismo, soportado en la filosofía
iluminista, el liberalismo de nuevo cuño (neo-liberalismo) y la razón moderna,
dirigido por los magnates del capital muchos de ellos organizados en el Club
Bilderberg[13]
y las grandes élites que le sirven; que tensiona con la depredación del
planeta con sus empresas transnacionales que no sólo han
hecho uso irracional del ambiente, sino también se han apropiado
de los bienes de la tierra. Esta contradicción ha dividido al mundo en dos: los
que depredan y usan a los seres humanos y a la naturaleza como recurso, que son
una minoría pero con una gran
concentración de poder; y quienes
sufrimos los embates de esa depredación con el efecto invernadero, el
recalentamiento del planeta, que ha llevado a
los deshielos de los polos, las grandes inundaciones, que somos mayorías
y tenemos un poder en potencia pero que lo hemos mediatizado por la sobre-ideologización
de los seres humanos (Lipovetsky,1992) y la simulación que los mismos hacen en
la vida cotidiana (Baudrillart, 1998).
A
las mayorías de esta civilización nos
une un elemento común: la destrucción de la base en la que estamos parados
todos y todas: la tierra. Si no se hace
nada, estamos condenados a fenecer como civilización, el avance de la destrucción tiene que
llevarnos a un hacer consciente para
detenerla. Esta es una tarea de los seres humanos, a pesar que cualquier país,
bloque de países, continente, personalidad, otro, puede tomar la iniciativa. La alarma debe ser
mundial para, en consecuencia, constituir un movimiento humano mundial contra
esta catástrofe en incubación.
La
ECOSVIDA, por tanto, no es sólo una
nueva forma de producir, nuevas expresiones culturales, diversidad de formas
políticas, nuevas organizaciones sociales. No, no es sólo eso, pero las
contiene. La ECOSVIDA plantea una superación tanto de la diversidad de modelos en que se expresa
el sistema-mundo capitalista hoy, como de los diversos modelos en que se han
manifestado las experiencias del denominado Socialismo Real. Ambos modelos son
desarrollistas. El primero, está fundado en el economicismo y la
industrialización y el segundo se soporta en “el desarrollo de las fuerzas
productivas” (Marx) que conduce, por diversas vías también al desarrollismo en
tanto aboga por la industrialización. Dicho
de otra manera, no tenemos por qué vivir en una permanente dicotomía nacida en
1917 en adelante, entre capitalismo y Socialismo. El capitalismo porque lleva
en su seno el germen de la depredación de los seres humanos y la naturaleza; y
el socialismo conocido, porque tiene muchos elementos coincidentes con el
capitalismo; por ejemplo, el “desarrollo de las fuerzas productivas” de la que
hablaba Marx, que supone entrar en una carrera inusitada por sofisticar el
aparato productivo a través de revolucionar la técnica y el uso de nuevas
tecnologías que plantea utilizar los recursos finitos de la naturaleza como la
fuente de la materia prima que, llegado un momento, se agotarían; y usar al ser humano como
productor de las mercancías para la relación compra-venta en el mercado, a los
fines de alcanzar la máxima ganancia, como fin último del capital. Si algún sistema
ha desarrollado las fuerzas productivas ha sido el capitalismo con la obtención de los resultados que se han registrado, de manera sucinta, en este trabajo. Si algo tiene lo social es
que es impredecible y, por ello, los seres humanos no tenemos por qué
condenarnos a vivir en esta dicotomía señalada.
No
se han agotado totalmente los límites de lo social. Lo que está agotado es la
mirada, es el constructo teórico con el cual hemos percibido al mundo en que
vivimos. Otro mundo es posible, como dice la consigna del Foro de Sao Pablo, pero
mirando más allá de la filosofía iluminista. O inventamos o erramos, como
sostenía Simón Rodríguez. ¡Debemos atrevernos!. Por ello se debe apostar a
crear (inventar) nuevas formas de vida que sean la anti-tesis de los modos de
producción señalados y vividos por nosotros, sometiéndonos a esta tragedia en
la que vivimos. En este reto las culturas ancestrales tienen mucho que decir.
Fundamentos
en que se soporta la ECOSVIDA
Las
construcciones epistémicas refieren a cosmovisiones y cosmogonías; a culturas complejas e históricamente
determinadas y a formas de producir la vida material y espiritual de los seres
humanos. Sugieren, además,
diversidad de relacionamiento de
los seres humanos consigo mismo y con la naturaleza y; a formas de hacer y
construir la vida, a entramados sociales y organizaciones humanas diversas
cambiantes en el tiempo y en los territorios
de experiencias[14].
En
cada uno de esos territorios de experiencias los seres humanos viven con expectaciones[15] a
las que tienden a buscar como parte de su realización. Por ello, superar una
episteme no basta con concebirla. Requiere de un hacer consciente[16]
teórico-práctico en un proceso más o menos largo, que guie la acción con
sentido en la dirección referenciada[17].
Para ello es necesario situarse al
margen de dicha episteme y asumir la nueva como transición a través de un
proceso de síntesis y superación en el que
se toman elementos de los viejos paradigmas y enfoques
teórico-filosóficos con vigencia y se
integran en una nueva unidad con las nuevas
categorizaciones, conceptualizaciones y
teorías que contribuyan a explicar lo
real[18]
existente. Esta nueva síntesis, deja de lado las teorías y categorizaciones,
algunas caducas y otras insuficientes para explicar lo real actual, para hacer
una nueva construcción teórica que supera a la pre-existente. Es decir, una
episteme no se supera ni por decreto, ni con cambios de formas –aunque las
contiene- ni con voluntarismos de ningún
signo.
Esto
es así en tanto y en cuanto el imaginario colectivo construido en las prácticas
sociales cotidianas e históricas de la episteme Occidental a superar, siguen
persistiendo con la fuerza de las costumbres, por un tiempo relativamente
largo, en el proceso de construcción de la nueva forma de vida[19].
Cabe destacar que en el hoy están presentes construcciones materiales,
culturales e institucionales del ayer que se niegan a morir y que le ofrecen
resistencia a las nuevas construcciones humanas, por aquello de la cultura
occidental en la que los seres humanos buscan siempre vivir en procesos de
certidumbre; mientras que las incertidumbres lo de-centran y le generan temor,
miedo y hasta, algunas veces, terror, elementos estos muy bien trabajados y
manipulados por la religión en cualquiera de sus formas. Además, en el proceso de cosmocer[20]
para producir cosmocimiento[21]
al servicio de los seres humanos y no para reproducir incesantemente capital
bajo la lógica de la máxima ganancia, ni para las élites que se han apropiado
de los bienes de la tierra, no se llega
inmediatamente sino a través de aproximaciones, búsquedas, intuiciones y reflexiones sucesivas en un proceso siempre
abierto y harto complejo. Este proceso debe ser abordado desde una cosmociencia[22].
Este
razonamiento planteado, guiará el atrevimiento que busca hacer una ruptura epistémica o, por lo menos,
golpear hasta donde sea posible, a la episteme Occidental y la filosofía iluminista que la soporta con la cual se construyó la modernidad, el
progreso, el desarrollismo en sus expresiones como industrialización, modernización y el crecimiento económico
fundado en el producto Interno Bruto (PIB), utilizando ilimitadamente al ambiente y al ser humano como
recursos, lo que ha generado acumular los males que hoy vive la
humanidad que amenazan con hacer desaparecer la actual civilización no por el
advenimiento de un mesías sino por nuestras propias creaciones que van en
contra de nosotros mismos. Cuando se asume esta posición, se está claro que
“(…) ser un revolucionario en la ciencia actual es coquetear con el suicidio
profesional (…)” (Mctaggart, 2007: 43), por cuanto nos enfrentamos al poder que
existe detrás de la ciencia el cual pugna por mantener el statu quo: unos por intereses de élites y otros –quizás la mayoría-
por ignorancia en la materia; porque después de alcanzar sus títulos
universitarios, no estudiaron más ni menos se autoformaron; entonces quedan
reproduciendo un mundo naturalizado. Por tanto, quien atente contra este poder,
desafía los intereses del gran capital y de sus reproductores. De ello estamos
conscientes; pero en la vida hay que asumir riesgos.
Dicho
esto, veamos entonces cuáles son los
fundamentos de lo que hemos llamado ECOSVIDA.
Fundamentos
ontológicos
Somos
parte de una formación socio-cultural-cósmica[23]
que trasciende la visión biopsico-social del ser y se proyecta hacia el cosmos
el cual mantiene una influencia con sus ondas y campos magnéticos en todos los seres vivos y no vivos que
pueblan la tierra. Ejemplo de ello es la
influencia que tiene el campo magnético de la luna sobre las mareas de los océanos; la intensidad con que circula la sangre
por nuestras venas al alcanzar la luna determinadas posiciones con respecto a la tierra; sobre la sabia que
circula por el tallo de las plantas,
como lo sostuviera el Cacique Seattle cuando contestaba una oferta del
presidente de EE.UU., Franklin Pierce, en 1854, de comprarle a la etnia
suwamish los territorios del noroeste (los que hoy forman el estado de
Washington). A cambio, prometía crearles una "reserva”, lo que hoy es ”bantustán”.
Sostuvo, además, el Cacique Seattle en
esa comunicación, lo siguiente:
“Cada pedazo de esta tierra es
sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de
las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los
insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre
el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja. Los muertos
del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las
estrellas. Nuestros muertos jamás se alejan de esta bella tierra, pues ella es
la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de
nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo,
el gran águila, nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las
campiñas, el cuerpo sudoroso del potro y el hombre, todos pertenecemos a la
misma familia”[24].
Esto
que describe el Cacique Seattle hay que retomarlo como parte de una nueva
concepción del mundo no occidental, no eurocéntrico. Una concepción del mundo
por construir por nosotros a partir de nuestra cultura y la herencia ancestral.
Es cierto que los campos magnéticos señalados
no se ven pero existen como la fuerza de gravedad. De manera que, producir cosmocimiento
supone construir nuevas formas de cosmocer
que tomen en cuenta esta relación que tenemos con el cosmos y la visión del
mundo y de educar para la vida de
nuestros pueblos ancestrales, rota y
tapizada por la alfombra de la historia por la invasión y colonización europea
por más de 300 años a partir de 1492. Supone, además, el rescate de la
concepción de comunidad practicada por nuestros pueblos originarios.
Los
campos magnéticos, al tener un impacto sobre la gente, las aguas de los mares y
ríos y las plantas, tiene una
importancia capital para los estudios en las áreas de medicina, Psicología, la
Geología, las ciencias del agro y del mar y en la Biología, entre otras.
Igualmente, si los campos magnéticos o procesos energéticos tienen
incidencia en la psique humana, entonces ello tiene una afectación en las relaciones y los conflictos sociales, explicados éstos
desde una visión de totalidad-ampliada[25].
Hasta el momento, la fragmentación que tiene la estructura del constructo
teórico hegemónico en la ciencia
Occidental, con el que modela lo real, no contempla la dimensión de lo cósmico
para producir cosmocimiento. A lo
sumo, se estudia lo cósmico como otra
dimensión separada y, en el peor de los casos, una visión de este tipo, es descalificada o calificada con epítetos
peyorativos como expediente esgrimido para su rechazo; entre otras, es
calificada de metafísica para desentenderse de manera olímpica de un problema
tan complejo como el que se está tratando.
·
La formación socio-cultural-cósmica así como todas
las cosas del universo, existen en
movimiento permanente en el cual “hasta lo sólido se desvanece” (Marx).
Este movimiento no es progresivo siguiendo un proceso lineal de ir de menos a
más; de estadios inferiores a superiores
en el caso de las sociedades, de procesos de decrecimiento a crecimiento. Es
sencillamente un proceso contradictorio y complementario a la vez en una
trayectoria parecida a la de un espiral
que inicia en un punto el cual es, a la vez,
la culminación de otro algo anterior. En este trayecto hay procesos que
parecieran se repiten pero tienen naturalezas distintas en términos de sujetos,
factores intervinientes, tiempos y espacios distintos. En este proceso, se producen avances, retrocesos,
estancamientos, procesos combinados y en donde todo punto de culminación es un
nuevo comienzo. El movimiento en espiral le da una naturaleza expansiva al
mismo de tipo multidireccional; es hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo,
pero también hacia los lados, en un proceso interminable.
·
En esa formación socio-cultural-cósmica todo tiene que
ver con todo en un movimiento -no lineal sino en espiral-complejo- de orden, desorden y reordenamiento en un
proceso contradictorio pero al mismo tiempo complementario que es y no es casi
al mismo tiempo. Es decir, hay que generar la posibilidad y la capacidad de
buscar las relaciones, las articulaciones, los ordenamientos y reordenamientos;
los puntos de ruptura y de continuidad de lo socio-cultural y político no sólo
de lo que se ve sino también, y fundamentalmente, lo que existe oculto a la mirada y al constructo
teórico. Hay que identificar dónde hay cambios;
transformaciones; dónde hay puntos regresivos o de estancamiento. Hay
que relacionar – y no fragmentar- en el hacer
consciente, la producción del cosmocimiento
desde la relación materia-subjetividad-cosmos.
·
Los seres humanos somos
seres sociales, que nos debemos a los otros y nos reconocemos en el otro;
desechando de esta manera la supuesta naturaleza individual de los humanos. Se
entiende que el conocimiento es una construcción social en el marco de la
episteme Occidental y el Modo de Producción capitalista hegemónico en el que
vivimos. Como seres humanos sociales construimos sociedades diversas y
edificamos la vida de manera diferenciada. De esta manera, todos aprendemos
porque disponemos de un aparato analítico diferente, una psique y un acervo
informacional por las prácticas sociales también diversas construidas a lo
largo del proceso histórico de vida. Por ello, podemos tener historias
particulares interdependientes.
·
En consecuencia, estamos en
capacidad de crear, producir nuestra vida material y espiritual y socializar. Por tanto, el cosmocimiento se puede construir, además
de lo ya dicho, con los aportes de
todos y transferir a otros dependiendo de las condiciones socio-históricas de
los sujetos de aprendizajes. De lo dicho se desprende que la historia es un
proceso de relaciones sociales, continuo, algunas veces, y discontinuo, otras
en el que se debe privilegiar el estudio de los colectivos y su territorio de experiencia en su totalidad-cósmica, dejando claro el
papel de la individualidad en la historia; los intereses y pasiones que mueven
a dichos colectivos, las organizaciones que construyen, las contradicciones y
complementariedades entre ellos, los juegos de poderes y relaciones de fuerzas,
proyectos políticos que asumen y su comportamiento en el tiempo. No se debe
competir; tenemos que complementarnos. En la competencia hay ganadores y
perdedores. Unos excluyen a otros. En la complementariedad y la cooperación
todos ganan y no hay perdedores ni excluidos.
Fundamentos
Epistemológicos
·
El cosmocimiento es una construcción social y se produce en un momento
histórico-concreto-cósmico. Ello no
niega el papel que juega el individuo en esa construcción a través del
conjunto de ideas e iniciativas que aporta al colectivo; quien la asume, la
modifica o la rechaza. Si estas ideas son asumidas el colectivo las multiplica,
potencia y proyecta más allá de su ámbito y se convierte
en las ideas de todos.
·
En la cultura Occidental se
padece una profunda crisis de percepción, expresada en los siguientes casos: 1)
sólo se ve lo aparente, lo que está ante nuestros ojos; 2) la percepción de lo
aparente la hacemos de manera fragmentaria en el sentido que vemos lo real como una sumatoria de uno; 3) producimos cosmocimiento y aprendemos
sólo desde la teoría, 4) tomamos como
realidad sólo aquello más cercano a nuestra mirada que percibimos con nuestros
sentidos, las pre-nociones, los valores y principios de vida y la información
que tenemos sobre el mundo y las cosas.
·
En el primero de los casos,
la percepción se queda sólo en lo
fenomenológico que sólo nos obliga a describir y no a explicar los
procesos sociales. Hay cosas que no se ven en un determinado proceso
socio-político pero existen con incidencia sobre dicho proceso que ayuda a
explicarlo. La cultura, las técnicas, épocas y la historia implícitas en algunos
procesos no se pueden captar fácilmente. Es sólo desde la reflexión teórica, la
crítica y el ejercicio práctico que se puede lograr un acercamiento a las interioridades de algunos procesos
socio-políticos.
·
En el segundo de los casos,
cuando fragmentamos lo real para explicarlo a partir de estudiar alguna de sus
partes desarticuladas del todo, a lo sumo se pueden producir medias verdades,
porque una parte aislada del todo socialmente hablando, da cuenta sólo de esa
parte la cual no puede ser extensiva al todo y, por tanto, no puede explicar el
todo articulado. Esto es fatal cuando se produce cosmocimiento para darle fundamento a las políticas públicas a
cualquier nivel de gobierno; porque se está partiendo de premisas cuasi-falsas
que conducirían a políticas públicas cuasi-equivocadas.
·
En el tercer caso, la
producción de cosmocimiento debe ser
un proceso teórico-práctico que se cristaliza en el “aprender - haciendo”
robinsoniano. El cosmocimiento sólo
producido desde la teoría puede llevar a hacer un asalto a lo real con la
teoría.
·
En el caso número 4, se confunde lo real con la realidad. Lo real
viene a ser el mundo y sus cosas, los
procesos socio-políticos que se experimentan al margen de nosotros con sus
subjetividades. Lo real existe aparentemente desordenado; mientras que la
realidad es aquella que construimos desde las nociones previas, los valores y
principios; es decir desde el constructo teórico que tenemos. Cuando se
investiga, lo que se hace es darle un determinado orden a lo real antes
aparentemente desordenado y, a partir de allí,
levantamos un cosmocimiento
del mismo, el cual va a ser distinto en correspondencia con el número de
investigadores, por la diversidad de
subjetividades que actúan. Por ello, cuando se realiza ejercicio político se
debe generar consensos entre los sujetos
intervinientes. Igualmente sucede cuando se construyen políticas públicas.
·
Cuando se investiga, hay que
ver el problema dentro del contexto
temporal-relativo y espacial–cósmico en el que se indaga. Si la vida es
movimiento, lo que cosmocemos es y no
es al mismo tiempo; por tanto,
capturamos su sustantividad solo en
un momento dependiendo de la intensidad en que se produce el cambio. Ya
para otro momento, su existencia ha variado o cambiado y, por ello, el problema
no es el mismo; es otro. Sólo desde el pensamiento y en el discurso, a través
del lenguaje, se le puede devolver al problema la sustantividad del momento en
que ésta fue capturada. La existencia del problema, se aprehende en sus
inter-relaciones y funciones de sus partes constitutivas, cambios y
transformaciones que se producen en su dinámica en un plano pluridimensional,
en el que los factores que intervienen en esas inter-relaciones, en sus
ordenamientos y reordenamientos, dan lugar a nuevas situaciones, relaciones y
funciones. Es decir, construyen una nueva trama de relaciones sociales
complejas. Se trata de analizar el problema en sus interconexiones más
significativas, como un sistema abierto, en movimiento y transformación
permanente. Las cosas por si solas tienen poco sentido. Una nota de cualquier
instrumento dice poco; ahora bien varias notas articuladas pueden producir una
melodía. Hay que buscar vivir en un mundo de certezas relativas y transitorias
y abrazar la duda como instrumento de búsqueda.
·
Para el estudio de nuestra
historia, hay que erradicar la errónea y perniciosa regla impuesta desde la
visión positivista, desde la cual se
descalifican los hallazgos arqueológicos (cerámica, vasija, utensilios,
esculturas. Jeroglíficos entre otros) como expresiones de la existencia y
convivencia organizada de nuestros antepasados borrados de un plumazo por la
historia eurocéntrica levantada desde la
mirada del supuesto vencedor. Para ello conviene saber que la riqueza de
nuestra historia se ubica en el manejo de otros tipos de fuentes no solo
documentales sino: Iconográficas, testimoniales, hemerográficas, electrónicas,
bibliográficas, antropológicas, arqueológicas, por solo mencionar algunas. Hay
que sumar los mitos, leyendas, cuentos,
fábulas, crónicas tratadas con la rigurosidad y la ética necesaria que no pueda
tergiversar el conocimiento histórico que se obtenga. En tal sentido, hay que
retomar los aprendizajes de José Carlos Mariátegui, quien supo conciliar el
enfoque materialista de Marx con la magia, el mito y la fábula de los nativos
ancestrales del Perú en los años veinte del siglo XX. Algo parecido habría que
hacer con las enseñanzas de Paulo Freire para superar la educación bancaria y
construir una educación liberadora, sacudiendo, además, la categorización
de “lo popular” de sus remanentes de
dominación en tanto componente del pensamiento liberal- burgués-iluminista.
·
No se puede dejar de lado,
las estrategias de enseñanzas de nuestros campesinos que viven, siembran y se
orientan con la posición de algunos astros y constelaciones; pero,
fundamentalmente, con la posición de la luna. Igualmente valorar e integrar lo
que se ha denominado en Venezuela El Maestro Pueblo[26]
para recuperar esos saberes que, en buena parte, son continuidad de los saberes
de nuestros nativos ancestrales.
Fundamentos
teleológicos
Esta
propuesta persigue contribuir a formar personas y comunidades con una
mentalidad abierta, que rompa los dogmas; con una mirada integral de la vida que
no se agote en la materia ni en el entorno más cercano, pero tampoco se limite
a lo meramente subjetivo; sino que vaya más lejos: que vea lo que no se ve; que
sienta lo que no se siente; que olfatee lo insípido; que descifre los campos
energéticos y que sienta y viva que somos una partícula diminuta llamada tierra
dentro de un campo más amplio llamado galaxias, las cuales forman el cosmos. Hay que pensarse de otra
manera. Seguir pensando como lo hacemos es reproducir las lógicas perversas de
nuestra civilización y por esa vía, a la larga, nos espera el precipicio. Se trata
de formar ciudadanos amantes de la paz, con un gran sentimiento de
amor por los demás y protector de los
recursos de la naturaleza y el respeto por la tierra. Todo ello debe verse en
una construcción como transición hasta lograr un ciudadano que proteja la
naturaleza, es decir, la prolongación suya.
Fundamentos
axiológicos
Desde
esta perspectiva, el nuevo ciudadano debe formarse con valores que eleven su
espíritu, entre los que destacan: la solidaridad, la cooperación, la identidad
nacional con nuestra historia, la dignidad, la cultura y el territorio social;
el respeto y reconocimiento del otro, la tolerancia, la paz, el amor y ser
profundamente crítico y problematizador. Muchos de estos valores fueron
practicados por nuestros pueblos originarios; pero se ha omitido más de 14.000 años de historia que tenían
nuestros pobladores nativos antes de la llegada del invasor europeo a nuestro territorio.
La omisión que ha hecho la historia hegemónica y conservadora en cuanto al
estudio de pueblos que hubo en el actual
territorio de Venezuela, se orienta,
entre otras cosas, a desconocer el carácter de rebeldía y valentía que tuvieron
nuestros primeros pobladores existentes antes de la invasión española de 1492.
La
puesta en práctica permanente de la solidaridad, equidad, dignidad, justicia, cooperación,
moral, ética nos da espacio para reflexionar acerca de la sobrevivencia con el
honor que tuvo la población nativa en su subsistencia colectivamente. Esto pasa
por entender que el capitalismo como sistema de vida ha sido naturalizado como
la única forma de vida válida y posible en el mundo. Hay que pensar la
posibilidad de vivir con otros modos o
formas de organización social que no atente contra la especie humana y/o
destruyan la naturaleza.
Fundamentos
pedagógicos
Hay
que formar a nuevos ciudadanos con pedagogías que se apoyen en un ejercicio
teórico-práctico permanente: el aprender-haciendo de Simón Rodríguez.
Recomponer el hecho educativo en el sentido que se estudia para construir la
vida y se hace vida estudiando. Hay que formar desde los procesos naturales de
vida. La Escuela debe ser una expresión de lo que hacen los participantes del
proceso educativo. Para ello conviene saber que la riqueza de nuestra historia
se ubica en el manejo de otros tipos de fuentes no solo documentales sino: Iconográficas,
testimoniales, hemerográficas, electrónicas, bibliográficas por mencionar
algunas sumando los mitos, leyendas, cuentos, fábulas, crónicas tratadas con la
rigurosidad y la ética necesaria que impida tergiversar el conocimiento
histórico que se obtenga.
Formas
de producir la vida material y espiritual en la ECOSVIDA
Antes
de entrar a exponer algunos criterios de cómo producir la vida material y
espiritual en la ECOSVIDA, es necesario develar algunas particularidades
implícitas -no visibles a simple vista- en la contradicción fundamental
del capitalismo; como es la producción social y la apropiación privada
del producto del trabajo humano, sin
abordar el origen de la materia prima
con la que se producen las mercancías, las cuales vienen de la naturaleza; y
los desperdicios del uso de combustibles como formas de energía que dañan al
ambiente y a la larga, han puesto en
peligro la vida en el planeta.
Como
se ha señalado, esta contradicción es la madre de todas las desigualdades
registradas en el sistema-mundo capitalista. Las críticas más severas a esta
contradicción y a las derivaciones que de ella se desprenden, se han hecho
desde Marx y buena parte de la corriente marxista, pero se han quedado, a lo
sumo, en develar la explotación del cual son objetos los seres humanos en este
Modo de Producción y la necesidad de su superación, proponiendo como
contraparte el socialismo; pero en lo concerniente a los daños causados al
ambiente el mismo Marx y Engels, se quedan en un enfoque naturalista (Michel
Lowi) de ver el problema.
Del
análisis de la contradicción: la producción social y la apropiación privada del
producto del trabajo humano, se infiere lo siguiente: la sociedad produce pero
la élite dueña de los medios de producción se apropia de las mercancías
producidas, las intercambia en el mercado por la mercancía- dinero a un valor
por encima del salario que le cancela al trabajador y se apropia del excedente
que queda entre el valor de venta y el salario. Con la acumulación de los
excedentes de todos los trabajadores, los patronos reúnen la plusvalía
colectiva y con la acumulación de esta apropiación en el tiempo, recuperan el
capital invertido en la empresa y acopian riquezas desmesuradamente. Con el
despojo al trabajador (a) del producto de su trabajo que no es otra cosa que la
capacidad manual e intelectual y su sudor, el trabajo se vuelve una carga
pesada para el trabajador y éste lo
empieza a ver no como una necesidad, sino como una obligación.
En
ese mismo orden de ideas, el trabajador ve en la mercancía que el mismo
produce, algo ajeno a su persona cuando la mira en las vidrieras o cualquier
otro sitio de exhibición y no la puede obtener porque ya no es suya ni su
salario le alcanza para obtenerla. Es muy
ilustrativo el caso de Juan Albañil en la canción de Rubén Blades que después
que fabricó una casa, no podía entrar en ella porque no le pertenecía. Aquí se
va produciendo una nueva enajenación del trabajador con respecto al producto de
su trabajo. Pero una nueva forma de enajenación también se expresa en el
trabajador a partir del momento en el que se da cuenta que mientras más
trabaja, más se empobrece y, en sentido contrario, el empresario más se
enriquece en la misma proporción en el que se empobrece el trabajador (Marx).
Si
se proyecta lo hasta ahora señalado a todos los trabajadores manuales e intelectuales que componen
una sociedad determinada, sucede algo
similar: mientras los empresarios o patronos se enriquecen en esa misma
proporción se empobrece la sociedad porque su salario le alcanza para
sobrevivir y no para llevar una vida digna. Este empobrecimiento o despojo de
su fuerza de trabajo, sangre, sudor y lágrimas en el aparato productivo, le va
imposibilitando en el tiempo tener acceso a los servicios públicos
fundamentales: salud, vivienda, educación, recreación, alimentación y, si lo hace, la tendencia en el tiempo, es a
que sea en condiciones de precariedad.
De esta manera, la sociedad se polariza entre empresarios y pobres o entre
poseedores y desposeídos. Los primeros se enriquecen con el trabajo de los
segundos. Sin embargo, entre estos dos extremos, se va a encontrar una franja
importante de la población que desde la sociología funcionalista y el
positivismo se le ha denominado clase media. Hay que señalar que no existe tal
clase media. Este sector social es muy fluctuante, inestable y no tiene una ideología propia;
además es muy diverso y heterogéneo para definirlo como una clase en tanto que,
dentro de ese sector, algunos pocos ascienden a ser prósperos o pequeños o
medianos propietarios, mientras que la mayoría la tendencia histórica dice que se mueven hacia el sector de los pobres.
Esto genera un grave problema de esquizofrenia social por el dualismo de vida
de estos sectores: simulan vivir como adinerados (Baudrillard) en tanto que
este es parte de su proyecto de vida; pero en realidad viven como pobres por la
desvalorización progresiva de su salario real. Esta posibilidad de sentirse
cerca de ser pobre los asusta y generan odio hacia los desposeídos de bienes
materiales.
Este
proceso se produce en el plano fundamentalmente de la base material de la sociedad en la que predomina
una lógica parecida a la de la
producción: competencia, individualismo, cortoplacismo, pragmatismo,
conservadurismo, entre otras cosas; que contribuyen a modelar unas determinadas
relaciones sociales, donde se
construyen formas y principios de vida,
hábitos, valores, costumbres, referencias éticas y morales, formas religiosas y
espiritualidades diversas que, en su
conjunto, van conformando una diversidad
cultural. Esta cultura es reforzada desde el plano de la educación y, en
general, desde la academia, la vida cotidiana y el Estado que, en forma de
teorías explicativas de lo social, refuerzan las relaciones sociales concretas de la sociedad históricamente
determinada, en una relación biunívoca entre ambas. Esta sociedad es regulada
con un sistema jurídico que al igual que la teoría, le da legalidad y legitima
el estado de cosas existentes. Llegado a este punto –como lo sostiene Gramsci-
los ciudadanos se apropian, repiten y defienden a través del sentido
común, el discurso hegemónico en la
sociedad.
Como
quiera que las relaciones sociales son diversas así como también son diversas
las teorías que explican a una sociedad determinada, la tendencia es que los
ciudadanos reproduzcan el discurso hegemónico dominante subyacente porque ha sido socializado como la
única forma de vida posible y a la que puedan acceder los seres humanos.
Obviamente,
pretender transformar una sociedad construida sobre estas bases y enarbolar un
proyecto emancipador, pasa
necesariamente por develar las claves ocultas de este tipo de sociedad; lo que
supone investigar esa sociedad y asumir un constructo teórico que contribuya a
develar dicha sociedad y no a producir medias verdades o verdades parciales
que, a lo sumo, se convierten en un esfuerzo estéril para la transformación y
construcción de una nueva sociedad. En estos términos se plantea una vieja
dicotomía en el debate filosófico llevado en adelante en Europa desde la
segunda mitad del siglo XIX entre materialistas e idealistas: o superamos el
modelo dominante o reproducimos el modelo a nombre de la revolución. Aquí no
hay espacios para puntos medios. En el continente no habrá cambios sustantivos
mientras no superemos la filosofía iluminista la cual ha servido
históricamente, y a través de diferentes medios, para la supremacía del
capitalismo como Modo de producción, sobre las demás formas de producir la vida
material y espiritual.
Develada
la lógica interna de la sociedad del capital,
señalado en los párrafos anteriores,
se afirma que la condición sine
qua non para superar el capitalismo
es resolver su contradicción
estructural: la producción social y la apropiación privada del producto del
trabajo humano. Si la producción es social la apropiación también debe ser
social; pero no quedarse sólo en la
distribución de la riqueza social como hasta ahora lo ha hecho el “socialismo
realmente existente”, hay que trabajar porque los seres humanos se
autodeterminen y se hagan
autosuficientes; se autoliberen ayudando
a liberar a los demás. No sustituirlo ni por el Estado ni por una élite
preclara, ni por un partido. Esto genera un paternalismo de nuevo tipo en el
cual el ser humano es mirado y se
asume como minusválido para realizar las
cosas y para hacerse dueño de su propia existencia, para lo cual tiene que
generar organización. Se debe evitar tutorarlo. Hay que tener la suficiente
confianza en el pueblo para que desarrolle todas sus potencialidades. Son los
pueblos quienes hacen las grandes
transformaciones sociales, no las élites en cualquier tipo y signos. Es
imposible que esto se logre en el marco del denominado desarrollo, aun cuando
se le ponga apellido al desarrollo. A
menos que en su contexto, sea utilizado como propuestas pedagógicas para
concienciar, acumular fuerzas, construir el poder popular y hacer praxis,
construir organizaciones sociales desde lo local, con el criterio de glocalidad[27],
para cambiar la correlación de fuerzas en el continente y el mundo. Ese es un
reto que aún está crudo. Hay que incorporar al debate, lo filosófico como única
posibilidad de aproximarnos a pensar y construir nuevas formas de vida en un mundo muy complejo como el que
vivimos.
Algunos
criterios para producir vida material y espiritual en la ECOSVIDA
Por
lo antes señalado, se proponen un conjunto de criterios para producir la vida
material y espiritual que a continuación se exponen:
§ El
concepto sobre el proceso productivo debe ampliarse de manera de incorporar a
la naturaleza y a las incidencias del cosmos en ese ciclo. De tal manera que el
ciclo productivo ampliado se puede resumir en lo siguiente: naturaleza-cosmos,
producción, distribución y consumo; considerando que el ciclo productivo
dominante estaba reducido a: producción, distribución y consumo. Ello debe ser
así porque hay que proteger la naturaleza en tanto que es ella la fuente de
toda nuestra existencia y de donde viene la mayoría de la materia prima
utilizada para producir las mercancías;
y el cosmos por la incidencia que este tiene sobre todo lo existente a través
de los campos magnéticos que se expresan a través de ondas energéticas
vibratorias a las cuales tenemos acceso
a través de la conciencia. Así es porque el universo está lleno de energía e
información, como lo sostiene el Dr.
Ángel García (2016) en entrevista:
“El universo está hecho de energía
y de información. Esa energía y esa
información contenida en el átomo, provienen de las partículas sub-atómicas que
tienen una doble propiedad, son partículas y, a su vez, son ondas y quien define su propiedad
densificada es la conciencia. Las ondas que están contenidas en el campo
cuántico, que no es otra cosa que el campo del todo y la nada; y digo el todo
porque es donde reposan todas las ondas. El universo es ondas por todos lados:
tu recibes una llamada, ves un
televisor, escuchas la radio, toda esa comunicación e información es a través
de ondas; luego ¿de dónde vienen esas ondas?. Vienen de un campo de donde ellas
habitan…Todo lo que emerge a la superficie densificada y material viene de
allí, de lo no- material. Quien define la densificación de esas ondas es la
conciencia que es la que tiene la posibilidad de colapsar esas ondas en
partículas; y las partículas son las que
justamente a través del átomo se hace moléculas, se hace tejido, se hace
materia, se hace onda, se hace órgano, se hace vida(…)”( p.1)[28].
Esa
energía contenida en el universo, aunque el ojo humano no está en capacidad de
percibirla porque vibra a la velocidad de la luz, existe e incide sobre todo
porque el universo es un sistema de inter-relación abierto y en movimiento
constante.
§ En
cuanto a la naturaleza-cosmo, como la primera parte del ciclo productivo,
tenemos que ser a fin a la naturaleza para guardar armonía con ella. Una
afinidad en la que nuestros actos se complementen con ella. En ese
sentido, hay que tomar en cuenta la
inter-relación cosmo-tierra, así como también los ciclos de la luna para los
efectos de la siembra. Según los saberes ancestrales heredados por nuestros
campesinos, buena parte de las plantas frutales y las productoras de alimentos,
deben sembrarse en menguante para que puedan producir; porque en creciente las
plantas crecen muy altas debido a que la influencia del campo magnético de la
luna sobre la sabia de las plantas es mayor y
tienden a no producir (Dan, 2016). Nuestros Agrónomos desconocen esta
relación porque las universidades desprecian este tipo de saber y lo califican
de “saber empírico”. Quizás poco válido para la academia medieval que todavía
pervive en nuestras universidades; pero muy útil para la vida porque con ello
es que la mayoría de la humanidad resuelve sus problemas de la vida cotidiana.
Hay que establecer un diálogo de saberes entre el nuevo saber científico construido desde una nueva
construcción epistemológica, tal como se ha señalado anteriormente y el saber
popular emancipador para resolver
problemas de la vida.
§ En
ese mismo orden de ideas, hay que reponer, de manera permanente, lo que se usa
de la naturaleza; porque la naturaleza es finita pero la ambición del ser
humano occidental es insaciable, como lo señala Hume. Asimismo, hay que
proteger las fuentes de agua de la avaricia de la élite que dirige el mundo.
§ Del
mismo modo, se debe hacer obligatoria la educación ambiental en todos los
niveles educativos. Diseñar programas especiales de manera permanente para los
niños, por ejemplo, un programa que se denomine: “Un Niño, un Árbol” para
educar en lo ambiental.
§ Hay
que concienciar sobre el respeto que se debe tener por la naturaleza, por la
tierra, los animales y multiplicar los bosques para garantizar condiciones
mínimas de vida a las generaciones venideras.
§ Debemos
educar en el sentido de hacer descansar
los bosques que sea necesario utilizar, tal como lo hacían nuestros
ancestros y hoy lo continúan parte de nuestros campesinos, con los sembradíos
en círculos. A ello debe sumarse la eliminación de pesticidas en las prácticas
agrícolas y utilizar insecticidas ecológicos como lo hacen en el pueblo de
Sanare, estado Lara.
§ En
cuanto a la producción, se debe propender a producir para resolver necesidades
humanas y no para competir. La competencia del capitalismo ha llevado a un uso
irracional de los recursos naturales con todos los males que de ello se
derivan. Y no hay competencia buena porque siempre hay un ganador y un
perdedor. El ganador alcanza la gloria y el perdedor lo alcanza la frustración.
La tendencia histórica debe ser producir más valores de uso[29]
que valores de cambio[30].
Por ello la producción debe priorizar resolver el consumo interno acompañado
con una política del ahorro y luego para cubrir las necesidades de otros
pueblos hermanos.
§ En
ese sentido, hay que priorizar la producción colectiva local a través de las cosmo-aldeas[31];
pero trabajando con la concepción de glocalidad[32],
es decir, tener una visión global desde lo local de manera que se puedan
identificar los elementos universales presentes en la localidad y los otros
elementos propios de la localidad. Ambos son válidos para conocer lo real de la
localidad. Esa producción local debe abordarse a través de los procesos de
encadenamientos socio-productivos.
§ La
producción con lo nacional y para intercambio con el exterior, debe realizarse
a través de la complementariedad; incentivar las relaciones de trueque, el
intercambio a través de monedas únicas para evitar depender del dólar y la
relación debe ser integral de manera que propenda a unir lazos culturales entre
países, a partir de identificar las historias comunes, entre otras cosas.
§ En
cuanto a la distribución, debe eliminarse los intermediarios entre el productor
y el consumidor, para evitar labores de usura,
especulación y encarecimiento del producto. Para tal fin se pueden
construir redes de productores para distribuir los alimentos y redes de
consumidores en cada estado; en sitios estratégicos de la ciudad en los
cuales los productos se pueden vender a un precio con un margen de ganancia
razonable por encima del costo de producción. Eso ayudaría mucho a abaratar el
costo de los alimentos y las medicinas y a mejorar el poder adquisitivo de los
trabajadores manuales e intelectuales y el resto de la población.
§ En
lo referente al consumo, hay que hacer un gran esfuerzo comunicacional,
educativo y práctico para cambiar los patrones de consumo que impone la
industria de la publicidad, las cuales responden a los intereses del
empresariado nacional y/o internacional que rompen los patrones culturales e
históricos de las poblaciones. Sobre el particular, hay que
sensibilizar-motivar a un consumo sano como parte de la promoción de la salud y
la vida. En ese orden, se debe educar en una dieta que contenga los cuatro
tipos de alimentos para tener una alimentación balanceada. Todo ello pasa por
diseñar asignaturas obligatorias a todos los niveles de la educación que tenga
como objetivo formar a la gente a tener una alimentación sana. Esto debe estar
acompañado a una formación para el uso en la vida cotidiana de las bondades de
las plantas medicinales, a los fines de disminuir el consumo, a veces
exagerado, de fármacos y otros medicamentos nocivos para la salud.
Asistimos
a un cambio de época en el continente en el que se abren nuevos caminos
conducentes – con dificultades - hacia la emancipación de nuestros pueblos. Hay
que aportar esfuerzos materiales, investigativos, de construcción teórica y de
un nuevo hacer consciente, de todos y
con todos y todas, todos los días para que un nuevo sol brille en nuestros
cielos. De eso estamos seguros.
NOTAS:
[1] La palabra progreso viene del nombre latino progressus ‘avance´ ,
sacado del verbo progredior, progressus, ‘ avanzar, ir adelante’; verbo formado
con el prefijo pro-(hacia adelante) y el verbo gradior, gressus, ‘ ir a
marchar’. La raíz es gradus ‘paso, peldaño’ y también ‘grado, grada’. La
palabra progreso se registro desde el siglo XV con el significado de ‘avance,
continuación’. Sería en el siglo XVII, en el marco del llamado siglo de las
luces y de la razón, cuando la palabra progreso cobra el significado actual de
avance permanente de la ciencia y de la técnica, por una parte; y, por la otra,
llevando la palabra progreso al plano humano. A partir de ese momento llega a
adquirir el sentido de “desarrollo continuo y general de la civilización y la
cultura”. Diccionario CLAVE. Disponible en: http://etimologias.dechile.net/?progreso2
[2] La palabra desarrollo está compuesta por el prefijo des-(inversión
de una acción) y arrollo, de envolver o enrollar. Desarrollo viene a ser una
derivación de desenrollar. Ampliar en:
http://etimologias.dechile.net/?desarrollo Según la Real Academia Española
(RAE), el desarrollo está vinculado a la acción de desarrollar o a las
consecuencias de este accionar. Desarrollar: se trata de incrementar, agrandar,
extender, ampliar o aumentar alguna característica de algo físico (concreto) o
intelectual(abstracto). El desarrollo económico es entendido como un proceso
donde las condiciones de bienes y servicios se encuentran en estado creciente y
al alcance de todos los grupos sociales que conforman la comunidad. Una
sociedad donde existe un buen desarrollo económico presenta características de
integración económica y social y tendría menos personas viviendo en condiciones
depauperadas. Ver más en :http://definicion.de/desarrollo/#ixzz45g29zvpL
[3] Esto ha quedado al descubierto con la develación de los llamados
“papeles de Panamá” (#panamapapers) en donde la firma consultora
Mossack-Fonseca, con sede en Panamá y con sucursales en distintos países del
mundo, ha filtrado 11,5 millones de registros, que muestran cómo la compañía ha
ayudado a poderosos clientes a lavar dinero, eludir sanciones y evadir
impuestos en sus países. A una economía global le corresponde una corrupción
global. Para ampliar sobre el tema ver: rebelión.org/noticias.php?id=21
[4] Se hace referencia a
capitalismo delincuencial para dar cuenta de un nuevo proceder de los
imperialismos, en el sentido de que si bien antes lograban imponer sus
intereses con la mediación del diálogo (sin descartar las presiones), hoy a
perder esta capacidad con el resto del mundo, recurre a la intervención militar
abierta sin que exista organización internacional alguna de las nacidas después
de la II guerra mundial, que se lo impida.
[5] Se entiende por imperialismo colectivo, al grupo de países con
avanzados procesos tecnológicos organizados en la OTAN, los cuales vienen
actuando al unísono en varias partes del mundo, sobre todo, en el medio
oriente, en donde después de invadirlos, se apropian de su petróleo, reservas
financieras internacionales y minerales estratégicos y se lo reparten como
botín de guerra, a los fines de alargar su dominio como imperialismos.
[6] En algunos casos como los de
aquellas personas que dedican buena parte de su tiempo al chateo o al envío de
e’ mail y uso indiscriminado de la redes sociales, logran conocer virtualmente
a muchas personas, en todo el mundo inclusive, pero desconocen a su vecino,
produce un alejamiento del hombre real, y ello conlleva a la soledad del ser.
[7] En algunos casos como los de aquellas personas que dedican buena
parte de su tiempo al chateo o al envío de e’ mail y uso indiscriminado de la
redes sociales, logran conocer virtualmente a muchas personas, en todo el mundo
inclusive, pero desconocen a su vecino, produce un alejamiento del hombre real,
y ello conlleva a la soledad del ser.
[8] Para ampliar sobre el tema, ver: LYOTARD Jean Francois. La
Condición Posmoderna, Ediciones Cátedra, Madrid, 2000.
[9] GOLEMAN, Daniel (2009).
Inteligencia Ecológica, Vergara Grupo Zeta, México D.F., 271págs.
[10] Para mayor información sobre este tema, leer las teorías de la
CEPAL como ente rectora del desarrollo de América Latina en, Velásquez Ángel.
El desarrollo en América latina. Fundamentos, crisis y propuesta para la ALBA,
Tesis de grado para optar al título de Doctor, Universidad Bolivariana de
Venezuela, Barquisimeto, Lara.
[11] Los seres humanos debemos superar el enfoque unidimensional del ser
fundado absolutamente en el paradigma
materialista que hasta el momento ha logrado que veamos solo la materia
expresada en lo que se puede medir, pesar o contar, despreciando las cualidades del ser; todo
ello percibido con una mirada que se agota en lo visual y se limita a lo
social. Si bien somos seres vivos que venimos de una célula que está formada
por moléculas que, a su vez, están
constituidos por átomos, estas células
forman los órganos, los cuales pasan a constituir los seres vivos. Las especies vivientes forman el
hábitat, éstas constituyen la población. La población y su entorno pueblan la
tierra y este planeta forma parte de un espectro más amplio que es el cosmos.
De tal manera que, lo que construimos en nuestros territorios de experiencias en la búsqueda de las expectaciones,
estamos influidos energéticamente por los campos magnéticos del cosmos los
cuales inciden en todos los seres vivos y no vivos en la tierra.
[12] Un referente cercano sobre lo que se señala, es observado en las universidades
venezolanas en las que las investigaciones se dividen en investigaciones
cuantitativas e investigaciones cualitativas. Quien ose cruzar datos cualitativos
con cuantitativos es fuertemente criticado desde el poder, Foucault, no desde el conocimiento. Esta
fragmentación de la investigación nos retrotrae al debate entre materialistas e
idealistas. Es una franca fragmentación cartesiana del ser en cuerpo y alma.
[13] Para ampliar el cosmocimiento sobre el tema ver: La verdadera
Historia del Club Bilderbert de Daniel Estulin, Editorial Planeta, mejicana.
[14] Por territorios de
experiencias se entiende en este trabajo a los espacios en los cuales los
seres humanos diversos y en convivencia, a través de procesos contradictorios
y/o complementarios, construyen su vida
o parte de ella, construyen saberes que
pasan a formar parte de su acervo
cultural y cósmico. Pueden ser espacios micros, medianos o macros dependiendo
de su movilidad.
[15] Expectaciones viene a ser la esperanza que se hacen los seres humanos en sus territorios de experiencias en arreglo a
su cosmovisión.
[16] Se entiende por hacer
consciente a toda acción fundamentada en una teoría construida en el marco
de una cosmovisión. El hacer consciente
contiene en sí mismo o va acompañado de la intuición.
[17] Dirección referente viene a ser el referencial de búsqueda que puede ser inmediato,
mediato o a largo plazo.
[18] Diferenciamos lo real de la
realidad. Entendemos que lo real vienen a ser todas las expresiones materiales
y espirituales existentes que tienen un
determinado orden de existencia. La realidad vendría a ser el orden que el
pensamiento le dá a lo real, percibiéndolo desde un determinado aparato
analítico. A partir de aquí, la realidad será una construcción social e
histórico del sujeto porque ordena desde el pensamiento lo aparentemente
desordenado.
[20] Se asume la noción de cosmocer en vez de conocer, toda vez que
la posibilidad de apropiarse de lo real pasa necesariamente por considerar que
somos parte del cosmo ( el cual tiene una incidencia sobre todos los seres
vivos existentes en la tierra ) en una relación vinculante y de mutua
determinación. Dicho de otra manera, nada existe aislado del todo como
totalidad finita. Esta noción establece un punto de ruptura con la visión materializante - cuantitativista del
paradigma positivista y los enfoques subjetivistas cualitativos de la ciencia moderna que
fragmenta la investigación en cuantitativa y cualitativa; que viene a ser, a su
vez, una escisión del ser en cuerpo y alma, en materia y espíritu que reedita,
por un lado, la concepción
descarteana y, por otro, la visión
neo-kantiana de Max Weber sobre el ser. Esta visión de la ciencia nos retrotrae
al debate filosófico del siglo XIX entre materialistas e idealistas. Se trata
de reivindicar una visión de totalidad-integralidad dinámica y cambiante.
[21] Esta categoría de cosmocimiento la tomo prestada del Dr. Reinaldo
Velasco utilizada en su Tesis Doctoral titulada: “La visibilización de la racionalidad originaria indígena y la
revitalización de sus ciencias ancestrales”, para sustituir a conocimiento. Cosmocimiento
supone cosmocer tomando en cuenta las incidencias que tiene el cosmos en el hacer
consciente colectivo en nuestros territorios de experiencias.
[22] La cosmociencia sustituiría
a la ciencia pero pudiera contener elementos de ésta y sería una nueva forma de
producir cosmocimiento que tiene como base una relación más amplia fundada en el ser-naturaleza-cosmos.
[23] Los seres humanos debemos
superar el enfoque unidimensional del ser fundado absolutamente en el paradigma materialista que hasta el momento
ha logrado que veamos solo la materia expresada en lo que se puede medir, pesar
o contar, despreciando las cualidades
del ser; todo ello percibido con una mirada que se agota en lo visual y se
limita a lo social. Si bien somos seres vivos que venimos de una célula que
está formada por moléculas que, a su
vez, están constituidos por átomos,
estas células forman los órganos, los cuales pasan a constituir los seres vivos. Las especies vivientes forman el
hábitat, éstas constituyen la población. La población y su entorno pueblan la
tierra y este planeta forma parte de un espectro más amplio que es el cosmos.
De tal manera que, lo que construimos en nuestros territorios de experiencias en la búsqueda de las expectaciones,
estamos influidos energéticamente por los campos magnéticos del cosmos los
cuales inciden en todos los seres vivos y no vivos en la tierra.
[24] Carta completa del Cacique Seattle al Presidente de los Estados
Unidos, Franklin Pierce, en 1854, se
puede encontrar en: http://www.ciudadseva.com/textos/otros/carta_del_jefe_seattle_al_presidente_de_los_estados_unidos.htm
[25] Se entiende en este trabajo por totalidad-ampliada
a la construcción de una visión u objeto de estudio que rebasa el ámbito de la
concepción biopsicosocial y la tierra; y se extiende hasta alcanzar dimensiones
del cosmos. Es una contrucción teórica para su estudio que no es indeterminada
ni tampoco busca estudiar el todo.
[26] Sempiternamente subestimado,
negado y excluido por razones ideológicas, políticas y racistas dentro de los recintos
formales de aprendizajes, por parte de la opresión burguesa-imperialista; que ratifica sus saberes ancestrales a través
de su sistema de valores, cosmovisiones, formas organizativas, tecnológicas,
patrimonio cultural y sabiduría de las más diversas índoles. Un pueblo que,
según su propia confesión, “sabe la o por lo redondo”. Este pueblo es un
maestro inagotable e inigualable en eso de ubicar, domesticar animales,
producir, conservar y sazonar alimentos, conocimientos, aprendizajes, arte y
cultura (p. 60). Ver más en el texto: El
Maestro Pueblo de Juan J. Escalona Betancourt y Juan R. Escalona Betancourt
(Los morochos), editorial Luces para América, Caracas, 2013.
[27] Se utiliza el término glocalidad para significar que se trata de
una mirada global desde lo local; para evitar el aislamiento y no perder de
vista las expresiones de lo universal en la localidad.
[28] El Dr. Ángel García Montero es un médico falconiano graduado en la
medicina alopática, pero su formación y desempeño profesional ha sido en
medicina de la conciencia la cual es una síntesis de medicina cuántica,
elementos de la neurociencia, Psicoanálisis Jungiano, medicina ancestral
indígena y medicina asiática. Actualmente dirige una Fundación en la ciudad de
Coro-Venezuela, denominada Creando Esperanzas. Presta servicios a una
organización creada por él de pacientes para curar el cáncer y tiene muchos
testimonios sobre cómo la gente se puede autocurar controlando su conciencia,
sin consumir fármacos de ninguna naturaleza. En los últimos tiempos, la
eficiencia de su trabajo ha sido conocido en Europa, los Estados Unidos y en
América Latina. Hoy es un conferencista internacional llevando su punto de
vista sobre la sanación por varios países latinoamericanos y europeos. Para una
mayor información sobre este científico, visitar su página Web:
angelcuantico.com
[29]Son todos aquellos productos elaborados para el disfrute de quien lo
elabora o produce y no está sujeto a la relación oferta-demanda y/o la relación
compra-venta y, por ello, no es una mercancía que se intercambia por el
equivalente universal de todas las mercancías como lo es el dinero. La única
relación que se pudiera establecer es la del trueque sin intermediación del
dinero.
[30]Son todos aquellos productos elaborados para la venta; es decir que se intercambian en el mercado por el
dinero, como mercancía.
[31] La cosmo-aldea se puede entender el territorio social local donde
se emprenden proyectos colectivos bajo la concepción de la ECOSVIDA, tendiente
a garantizar la autosuficiencia local con visión integral, pero actuando en
forma de Red con otras cosmo-aldeas, complementándose y construyendo de manera
colectiva. Estas Red o Redes de cosmo-aldeas deben obedecer a un proyecto
nacional, garantizando la participación protagónica de los sujetos en todos los
puntos del proceso: desde la concepción, pasando por la planificación,
ejecución, evaluación y control, la sistematización y la teorización de esas
experiencias.
[32] Refiere a tener una mirada
global desde lo local, sin perder lo universal ni las particularidades de lo
local.
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