“Lo
nuevo no puede ser copia de lo viejo.
Tiene que ser otra cosa”
Simón Rodríguez
“El
que controla el pasado controla el futuro;
y el
que controla el presente controla el pasado”.
George Orwell,
1984
RESUMEN
En el sistema-mundo capitalista en permanente construcción y
reproducción, los seres humanos y sus relaciones aparecen invertidos y, por
ende, las ideas de la clase y élites dominantes son las ideas hegemónicas en
cada época. La clase que ejerce el poder material en la sociedad lo hace también en el plano
subjetivo a través del saber-poder. La clase que tiene a su disposición los
medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los instrumentos
para la producción espiritual. Esta ha sido la lógica impuesta en el
sistema-mundo capitalista desde el siglo XVI hasta la actualidad, en una
combinación complementada en el proceso entre el pensamiento iluminista, las
tesis liberales, la filosofía positivista y el Estado liberal, que en conjunto,
naturalizaron el capitalismo liberal como la única forma de vida posible y
construyeron una sociedad liberal competitiva, elitista, racista, jerárquica y
excluyente. Para ello utilizaron, entre otros instrumentos, la academia, la ciencia y, particularmente,
las ciencias sociales y la Historia.
PALABRAS CLAVES:
Sistema-mundo,
liberalismo, ciencia, ciencias sociales, historia
INTRODUCCIÓN
El presente artículo contiene un conjunto de reflexiones en torno
al papel que han jugado las Ciencias
Sociales y la Historia hegemónica en la dominación capitalista sobre los
sectores subalternizados y la necesidad
de construir un nuevo paradigma científico que contribuya a la emancipación
de los pueblos. Esto lo decimos porque
las construcciones políticas, económicas, sociales, culturales, estéticas y
lúdicas nuevas, deben hacerse con ideas nuevas; de lo contrario estaríamos
reproduciendo inconscientemente el modelo de dominación existente a nombre de
la emancipación. “Descolonizar la memoria” y “descolonizar el pensamiento”
supone, entre otras cosas, develar las
ideologías, los supuestos filosóficos, las formas de producir conocimientos,
los métodos, el cuerpo teórico, categorial y metodológico subyacente en la
ciencia Hegemónica, que formaron parte de la colonización epistemológica de la
cual fuimos objeto desde los primeros momentos en que se produjo la invasión
europea a nuestra américa y el caribe. Se trata de deconstruir el discurso de
las Ciencias Sociales y la Historia
Hegemónica eurocéntrica y colonizadora, para construir, a través de la investigación, la
visibilización de los procesos libertarios de nuestros pueblos y el debate
franco y desprejuiciado, una concepción de las Ciencias Sociales y la Historia
que contribuya a la emancipación de los pueblos Nuestro americanos y caribeños.
I.- CONTEXTO
SOCIO-HISTÓRICO EN QUE SE CONSTRUYÓ Y EXPANDIÓ POR EL MUNDO LA COSMOVISIÓN OCCIDENTAL
Si bien la construcción del sistema-mundo viene desde la antigüedad
y el capital ya existía en los regímenes feudales en Europa, el sistema-mundo
capitalista tiene sus inicios aproximadamente en el siglo XVI, montado en el
impulso que recibió de la acumulación originaria de capital, su expansión por
Europa y varios continentes, la industrialización, el triunfo de la burguesía,
el desarrollo de la industria de la información y el conocimiento hacia las dos
últimas décadas del siglo XX y las tesis filosóficas y políticas; la cultura y
el andamiaje jurídico-político que le han servido de base y lo han justificado. Veamos cómo fue el
devenir de este proceso y sus implicaciones en las ciencias sociales y la
Historia, expuesto a grandes trazos.
1.1.- Configuración del sistema-mundo capitalista, liberalismo y
Positivismo: Construcción de la episteme occidental, siglo XIX
A
finales del siglo XV y principios del XVI en Europa, se empezó a
configurar el sistema-mundo
capitalista, sustentado en la razón moderna, con su máxima expresión en la ciencia,
que concibió una concepción lineal de la historia y dio lugar a la idea de
progreso según la cual las sociedades devendrían de estadios inferiores a
estadios superiores, los seres humanos
alcanzarían el bienestar social a través de la aplicación de los conocimientos
alcanzados por la ciencia, la praxis de un “hombre moral”, la industrialización
de los países y un crecimiento económico sin límites para lograr el desarrollo.
Todo ello guiado por el pensamiento iluminista y las tesis liberales, tanto en
lo económico como en lo político, del siglo XVIII, que facilitaron las llamadas
revoluciones democrático-burguesas de
finales de ese siglo y el XIX.
En
efecto, las tesis liberales se complementaron
con el pensamiento positivista del siglo XIX, con antecedentes en el empirismo
inglés del siglo XVII y XVIII; que
concibió el conocimiento científico, guiado por un método, demostrable y
verificable, como el único conocimiento válido. La producción de conocimiento
quedó reservada a una élite vinculada al poder del capital. Esta corriente que nace y tuvo su aplicabilidad en las ciencias
físico-naturales (Química, Física, mecánica, Biología, entre otras), fue
trasladada con sus teorías, leyes y
cuerpo categorial, conceptual y metodológico a las ciencias sociales.
Mientras esto sucedía en las ciencias sociales, en la
disciplina de la Historia, el positivismo hizo primar, fundamentalmente, las
pruebas, la objetividad, la neutralidad axiológica y el documento, desvalorando
las interpretaciones desde otras perspectivas filosóficas. Con esta impronta, la expansión del capital y de las revoluciones
democrático –burguesas; el fortalecimiento del Estado
liberal-burgués-iluminista y los procesos de industrialización en el siglo XIX, se fueron
imponiendo unas ciencias sociales que, al hacerse hegemónicas desde el poder,
se asumieron portadoras exclusivas de la verdad sobre la realidad
histórico-social; esto es, cumplieron, el mismo papel que jugó la teología
cristiana en la legitimación del dominio colonial, y mediante la naturalización
y cientifización de la cosmovisión liberal individualista y posesiva, incluida
la concepción de una naturaleza humana ahistórica y universal, asumieron la
sociedad de mercado como el único orden social posible.
Cuando
se señala que se impuso un modelo de ciencia, es porque ésta es un producto
social e histórico y es expresión de los intereses de la clase social dominante
en un tiempo histórico determinado. Ello explica que el pensamiento teológico
dominante en los regímenes feudales en Europa, fue suplantado por un
conocimiento basado en la razón (racionalismo) moderna, a partir del siglo XVI
con la sistematización de la investigación y la aplicación del método, pero con
hegemonía de la burguesía como clase social dominante.
En la ciencia empezó a predominar el
cientificismo positivista y su método hipotético-deductivo. A partir de este
momento y sobre esas bases inicialmente, las ciencias sociales, atendiendo a las
necesidades históricas de la acumulación de capital, desempeñaron un papel activo
en la conformación del modelo de sociedad de mercado por la vía de la academia
y las políticas que se derivaban de sus proposiciones normativas. Ello condujo,
en el tiempo, a que se construyera una conciencia social enmarcada
en una lógica ceremonial, operando dentro del marco de referencia recibido, un
aparato de regulación prescrito que protege el privilegio de los dueños del
capital.
Como
parte de ello, la censura metodológica triunfó a nombre del rigor académico y la
neutralidad axiológica. Los cambios y la disidencia fueron aceptados dentro de los límites de ese modelo. Esto
llevó a una naturalización del capitalismo liberal como la única forma de vida
posible en la que, a lo sumo, se admiten
reformas pero sin alteraciones
sustantivas del modelo; y en la academia por las ciencias sociales. El
Funcionalismo, o sociología del orden, es el mejor ejemplo de lo que
sostenemos. De aquí se fue construyendo una sociedad orientada por los
preceptos, tesis, valores y principios del capitalismo liberal y del
positivismo como filosofía de construcción de conocimiento. Esta última, junto
a la cultura que se fue derivando de las relaciones sociales
histórico-concretas en el tiempo y el andamiaje jurídico-político que regula el
orden social, justifica y legitima la sociedad de mercado.
En
este marco y orientada con la hegemónica filosofía positivista, la disciplina
de la historia quedó para describir hechos desvinculados entre sí; para estudiar
Estados, batallas, héroes, instituciones y no procesos sociales en
movimiento e integrados en los que se producen continuidades y
discontinuidades; en negación-contradicción y complementariedad; y a lo sumo, comprender, los acontecimientos
que se dieron al interior de la conformación del sistema-mundo capitalista
liberal, en el ámbito universal en diversas épocas de su
construcción. De esta manera, se universalizó una Historia Universal hegemónica,
a través de los procesos de invasión y colonización a los continentes como
necesidad de expansión del capital: la producida en Europa; caracterizada por
ser una historia cronológica, objetiva,
axiológicamente pura y apolítica. Las historias particulares debían estar
determinadas por esa Historia Universal, como expresión local de ella. Las
historias de los países periféricos, invadidos y sometidos por las fuerzas del
capital, fueron subalternizadas e ignoradas. La razón europea fue impuesta a
los países invadidos y colonizados a través del Estado liberal que se fue
perfilando, su sistema jurídico-político que le dio legalidad y la cultura
derivada de las complejas y diversas relaciones sociales que se fueron
experimentando en el proceso.
1.2- La invasión europea a América: traslado e imposición de la
episteme occidental al continente, 1492
Esta
episteme, se le impuso a Nuestra América y, particularmente, a Venezuela, a
través de los procesos de invasión y colonización y fue extensiva al ser, el poder y el saber. Hubo
una colonización epistemológica. Esa impronta fue reforzada, a partir del
momento en que Nuestra América se articuló al mercado mundial a mediados del
siglo XIX en el marco de un nuevo orden mundial y una División Internacional
del Trabajo, de donde surgieron nuevas formas de sujeción a los dictados del
capital y de las creaciones intelectuales de Europa. De allí que, a lo largo
del siglo XX y parte del XXI, el conocimiento histórico producido en Venezuela,
se ha caracterizado, mayormente, por ser: fragmentado, cronológico, epopéyico,
anecdótico, aséptico, comprensivo pero no explicativo y ha servido para
justificar la colonización, el reino del capital, a la sociedad liberal y sus
líderes.
Se puede decir que el proyecto
colonizador de las Américas, se caracterizó, en los primeros 150 años, entre
otras cosas, por grandes éxitos económicos para Europa y, en particular, para España,
la Corona española y la minoría que participó directamente en el proceso de
invasión y conquista, por la destrucción de buena parte de la población nativa
(Galeano 2000), por el empeoramiento de las condiciones de vida de la población
que logró sobrevivir al proceso invasor; y por la vinculación de significativas
regiones a polos económicos dinámicos productor de excedente bajo la forma de
metales preciosos el cual era transferido a España y tuvo como clase dominante a los hombres
ligados directamente a este país, al aparato del Estado y el control que
ejercían sobre el sistema de producción. Los capitales ingleses, franceses y
portugueses también participaron de la expoliación de las riquezas de Nuestra América.
A lo largo de este proceso, la sujeción del
continente a los grandes centros de poder europeos cada día fue mayor. “Hasta el siglo XIX Europa centralizó en su
propio espacio las relaciones entre capital y trabajo asalariado, y en torno de
ellas se articularon las demás formas de trabajo en el resto del mundo y, en
consecuencia, las relaciones entre Europa y los demás pueblos del planeta”
(Quijano: 2000, 21). A la profundización
de la subalternización de los países del continente a Europa, le correspondió
un avance en la dependencia política, cultural y militar de los mismos que se
extendió en el campo epistemológico. En este proceso se fue configurando en el
continente americano el denominado “sueño europeo” que pervivió aproximadamente hasta después de la
segunda guerra mundial. La dificultad de despojarse de una ideología orientada
por la idea-fuerza de “ser como Europa”, se matizó, hacia la segunda década del
siglo XX, por el “sueño americano” con
la que aún persiste con la fuerza de los templos en muchos cientistas sociales,
instituciones, sectores sociales y mandatarios en el continente.
Como es notable, la
expansión de Europa hacia Nuestra
América y Venezuela, permitió la acentuación de patrones culturales y de un lenguaje producido
desde la razón moderna que alcanzó su máxima expresión en un modelo de ciencia
hegemónico, como la forma aceptada para producir conocimientos. Europa se hizo
también el eje de la elaboración intelectual de la experiencia colonial
/moderna del conjunto del sistema-mundo capitalista. El resultado de todo ello
fue el eurocentrismo, una perspectiva de conocimiento tributaria por igual de
las necesidades capitalistas de desmitificación del pensamiento sobre el
universo, y de las necesidades del “blanco” propietario, como parte
constitutiva del capital, de legitimar y perpetuar su dominación-explotación
sobre las demás “razas” como superioridad natural. La élite que logró la
hegemonía política y económica también impuso su episteme. En ese orden de
ideas, se negó “(…) la coexistencia en el
tiempo y el espacio de diferentes formas de producir conocimientos y crea un
doble mecanismo ideológico. En primer lugar, al no compartir el mismo tiempo
histórico y vivir en diferentes espacios geográficos, el destino de cada región
es concebido como no relacionado con ningún otro. En segundo lugar, Europa/
Euro-norteamérica son pensadas como viviendo una etapa de desarrollo
(cognitivo, tecnológico y social) más ‘avanzada’ que el resto del mundo, con lo
cual surge la idea de superioridad de la forma de vida occidental sobre todas
las demás. Así, Europa es el modelo a imitar y la meta desarrollistera (y sigue
siendo) ‘alcanzarlos’. (Grosfoguel,
2005: 15)
Hacia el siglo XX, Nuestra América se articuló a los Estados Unidos con la
implantación del modelo de sustitución
de importaciones, después de la II Guerra Mundial y al Modelo neo-liberal
inaugurado por el gran capital transnacional a partir de los años 80’ del siglo
XX y la configuración de un gobierno planetario con hegemonía hoy en el mundo.
1.3.- Conformación
del gobierno planetario, dos últimas décadas del siglo XX: profundización de la
episteme occidental a través de la recolonización o la colonialidad global.
Con la internacionalización,
concentración y centralización del capital, más visible hacia los años ochenta
del siglo XX, se fue conformando un gobierno planetario dirigido por las élites
de poder del mundo: “(…) la división
internacional del trabajo entre centros y periferias, así como la
jerarquización étnico-racial de las poblaciones, formada durante varios siglos
de expansión colonial europea, no se transformó significativamente con el fin
del colonialismo y la formación de los Estados-nación en la periferia.
Asistimos, más bien, a una transición del colonialismo moderno a la
colonialidad global, proceso que ciertamente ha transformado las formas de
dominación desplegadas por la modernidad, pero no la estructura de las
relaciones centro-periferia a escala mundial. Las nuevas instituciones del
capital global, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial (BM), así como organizaciones militares como la OTAN, las agencias de
inteligencia y el Pentágono, la ONU y la UNESCO, todas conformadas después de
la Segunda Guerra Mundial y del supuesto fin del colonialismo, mantienen a la
periferia en una posición subordinada. El fin de la guerra fría terminó con el
colonialismo de la modernidad, pero dio inicio al proceso de la colonialidad
global. (Grosfoguel, 2005: 13). A lo que hoy llamamos recolonización hacia los años ’80 se viabilizó a través de un gobierno
planetario dirigido por unas élites de poder mundial entre las que destaca el
Club Bilderberg, que se viene constituyendo desde 1954 y agrupa a
aproximadamente 150 magnates del mundo y se plantea dentro de sus planes hasta
el 2050, políticas separatistas (dividir
países), Fraccionar fuerzas políticas, sociales y culturales, controlar
territorios, extender la dominación y la explotación de los pueblos de todos
los continentes, y lograr los siguientes objetivos entre 1989 y 2050:
a)
Establecer un solo gobierno planetario (ONU) con un único mercado
globalizado, un solo ejército (OTAN) y una única moneda regulada por un Banco
Mundial, (BM); en proceso avanzado.
b)
Imponer una Iglesia Universal (la iglesia protestante) que
canalizará a la gente hacia los deseos del N.O.M (Nuevo Orden Mundial); el
resto de las religiones serán destruidas.
c)
Implantar servicios internacionales que destruyan la identidad
nacional y la diversidad cultural. Aquí las transnacionales de la información
juegan un papel determinante.
d)
Imponer los valores universales por encima de los regionales
(locales y nacionales).
e)
Crear medios de manipulación mental (tecnotrónica). Dictadura
mediática.
f)
Desaparecer la “clase media”,
proyectando solo sirvientes y gobernantes.
g)
Implantar planes genocidas para despoblar al mundo (guerras,
hambrunas y enfermedades).
h)
Provocar crisis artificiales para mantener a la población humana en
continuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional.
i)
Desmoralizar y confundir a las personas para evitar que tomen
decisiones sobre su propio destino, con excesivas posibilidades de elección
generando apatía masiva.
j)
Destruir la educación controlando a los niños y jóvenes para que
ignoren por completo la historia, el significando de la libertad, para así
garantizar dominar a los individuos sin principios éticos y valores, sin
pensamiento crítico.
k)
Expandir la Corte Internacional con un único sistema legal. ( Estulin;
2005)
Estas políticas se ejecutan a través de las instituciones ya
mencionadas. Desde aquí los dueños del capital emanan las directrices
políticas, económicas, sociales, jurídicas, culturales; patrones de consumo,
entre otros, universalizadas por dichas instituciones a través de las grandes
corporaciones transnacionales de medios, películas, novelas, comedias, entre
otras. Hollywood, como siempre, juega un papel fundamental con sus obras en las
que convierte verdades en mentiras
(guerra de Vietnam) y a la inversa.
Cabe destacar que en el proceso
de implantación de la episteme
occidental, expuesta a grandes trazos, las clases dominantes en el capitalismo,
la naturalizaron como “lo moderno”; y con este eufemismo lingüístico, se le
impuso al resto del mundo.
1.3.1.- La misión de la UNESCO, como parte del gobierno planetario en la
educación, 1945
La UNESCO se fundó el 16 de noviembre de 1945 con el objetivo de contribuir
a la paz y a la seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la
cultura y las comunicaciones. Su constitución entró en vigor el
4 de noviembre de 1946, con el apoyo de veinte países. Cuenta con 193 Estados
miembros y 7 Miembros asociados. Se creó con la misión de contribuir a la paz, la
erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo
intercultural, a través de la educación
como uno de los medios primordiales de alcanzarlos. “Los otros ámbitos de
actuación de la Organización son las ciencias exactas y naturales, las ciencias
sociales y humanas, la cultura, la comunicación y la información”(UNESCO, 2005).
Como se ha señalado, la UNESCO a
partir de su creación, se fue perfilando como ese Ministerio de Educación
grande del gobierno planetario, para expandir la cultura del Nuevo Orden
Mundial. Desde esa posición establece los patrones culturales y educativos,
pensados en los grandes centros de poder por los dueños del capital, a seguir
por los países en el resto del mundo. A pesar de este papel, el discurso se presenta
como neutral, aséptico políticamente, que responde a los intereses de todos y no
al del gran capital.
En este primer Informe Mundial,
la UNESCO, sostiene: “las sociedades emergentes no pueden contentarse con
ser meros componentes de una sociedad mundial de la información y tendrán que
ser sociedades en las que se comparta el conocimiento, a fin de que sigan
siendo propicias al desarrollo del ser humano y de la vida” (UNESCO, 2005: 5). (Koichiro Matsuura Director General de la
UNESCO, 2005 pág. 6). Esta aparente benevolencia con las “sociedades
emergentes” a compartir el conocimiento, es la manera de incorporarlas a
desarrollar las “orientaciones” (léase políticas) de la UNESCO para alcanzar el
“desarrollo del ser humano y de la vida”; meta imposible alcanzar dentro de las
fronteras del capitalismo por el carácter inhumano en que está sustentado: la
producción social pero la apropiación privada del producto del trabajo social.
1.3.2.- Orientaciones de la UNESCO
sobre la educación universitaria
En su condición de bien público y de imperativo estratégico para todos
los niveles de la enseñanza, y por ser fundamento de la investigación, la
innovación y la creatividad, la educación superior debe ser
responsabilidad de todos los gobiernos y recibir su apoyo económico. Como se
destaca en la Declaración Universal de Derechos Humanos, “el acceso a los
estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos
respectivos” (UNESCO, 2009; pág. 2,
Artículo 26, párrafo 1). No es extraño que la UNESCO ponga el énfasis en la
“educación superior”. Se trata de poner todo el potencial investigativo de las
universidades a investigar los problemas que le interesan al capital para
seguir sobreviviendo; lo que no coincide necesariamente con las necesidades de
las sociedades o de los pueblos y sus países.
Hoy el gran capital a través de la UNESCO plantea
el desarrollo sostenible como la nueva panacea para resolver los
problemas de la humanidad. Hoy como ayer, el problema no radica en ponerle
apellido al desarrollo. El epicentro de la reflexión y el debate está en buscar
cómo superamos las lógicas implícitas del desarrollo que existen naturalizadas
como ideología (falsa conciencia, Marx) en la sociedad; esto es: progreso, crecimiento
económico, uso indiscriminado de la naturaleza como recurso, expropiación del
trabajo ajeno, entre otras. Para
sostener lo que decimos, solo basta ver estos datos: Las 200 personas más ricas
del planeta duplicaron su riqueza total entre 1994 y 1998, a más de 1 billón de
dólares. Los bienes de las tres personas más ricas del mundo son mayores que el
producto territorial bruto de todos los países menos desarrollados y de sus 600
millones de habitantes”(...)(Lander;2000:51)
1.3.3. La
responsabilidad social de la educación universitaria, según la UNESCO.
En el documento antes citado, la UNESCO plantea la responsabilidad que
tienen los Estados e instituciones educativas sobre la educación superior, en
los siguientes términos:
1.
La educación superior, en tanto que bien público, es responsabilidad de
todas las partes interesadas, en particular de los gobiernos.
2.
Ante la complejidad de los desafíos mundiales, presentes y futuros, la
educación superior tiene la responsabilidad social de hacer avanzar nuestra
comprensión de problemas polifacéticos con dimensiones sociales, económicas,
científicas y culturales, así como nuestra capacidad de hacerles frente.
3.
La educación superior debería asumir el liderazgo social en materia de
creación de conocimientos de alcance mundial para abordar retos
mundiales, entre los que figuran la seguridad alimentaria, el cambio climático,
la gestión del agua, el diálogo intercultural, las energías renovables y la
salud pública.
4.
Los centros de educación superior, en el desempeño de sus funciones primordiales
(investigación, enseñanza y servicio a la comunidad) en un contexto de
autonomía institucional y libertad académica, deberían centrarse aún más en los
aspectos interdisciplinarios y promover el pensamiento crítico y la ciudadanía
activa, contribuyendo así al desarrollo sostenible, la paz y el
bienestar, así como a hacer realidad los derechos humanos, entre ellos la
igualdad entre los sexos.
5.
La educación superior debe no sólo proporcionar competencias sólidas
para el mundo de hoy y de mañana, sino contribuir además a la formación de
ciudadanos dotados de principios éticos, comprometidos con la construcción de
la paz, la defensa de los derechos humanos y los valores de la democracia.
6.
La autonomía es un requisito indispensable para que los establecimientos de
enseñanza los puedan cumplir con su cometido gracias a la calidad, la
pertinencia, la eficacia, la transparencia y la responsabilidad social.
Basta con analizar cualquiera de estos ítems, planteados
eufemísticamente, como problemas de todos, para develar el papel que juega la
UNESCO al servicio del gran capital transnacional.
1.3.4. UNESCO: Acceso a la educación superior, equidad y calidad
Habida cuenta de la necesidad que muchos países tienen de disponer de
más financiamiento para la investigación y el desarrollo, los establecimientos
deberían buscar nuevas formas de aumentar la investigación y la innovación
mediante iniciativas conjuntas de múltiples copartícipes entre el
sector público y el privado, que abarquen a las pequeñas y medianas
empresas. ( Ibíd., Pág. 5). ¿No tendrá que ver esto con la privatización de la
educación que hoy predomina en el mundo y, en particular, en nuestro continente?.
Así se resume el papel de la UNESCO en el gobierno planetario: en
otros ámbitos de actuación, tutorea: “las
ciencias exactas y naturales, las ciencias sociales y humanas, la cultura, la
comunicación y la información. En la actualidad, mantiene su compromiso en el
mundo entero (…); de movilizar el conocimiento científico y las
políticas relativas a la ciencia con miras al desarrollo sostenible. Para
ello utiliza la transmisión educativa y
nuevas formas de conocimiento en el marco de las sociedades del conocimiento. Porque
las sociedades emergentes no pueden contentarse con ser meros componentes de una
sociedad mundial; la educación debe
generar competencias sólidas para el mundo de hoy y de mañana; por lo
que es necesario emprender iniciativas conjuntas de múltiples
copartícipes entre el sector público y el privado, que abarquen a
las pequeñas y medianas empresas. Paro ello, la autonomía es un
requisito indispensable para que los establecimientos de enseñanza los puedan
cumplir con su cometido gracias a la calidad, la pertinencia, la eficacia, la
transparencia y la responsabilidad social.
Toda esta fraseología desplegada sutilmente nos habla, en el fondo, de las tesis neoliberales como metalenguaje y
su imposición vía ciencia, conocimiento y educación superior, de una sociedad
mundial liberal para el desarrollo sostenible. Es decir, orientar la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la
cultura, de acuerdo a las necesidades del capital, y particularmente del
capital financiero, en su reordenamiento
mundial en la actual coyuntura histórica para su sobreviviencia.
1.4.- Origen de
la Historia como disciplina en el marco de la cosmovisión occidental.
La Ilustración vio una revolución con la entonces denominada "filosofía natural", con la cual se modificó el marco básico por el cual se entendía lo
que era "científico". En algunos sectores, el avance creciente de los
estudios matemáticos presumía una realidad independiente del observador y
funcionaba por sus propias normas. Las ciencias sociales provienen de la filosofía moral de la época y estuvieron influenciadas por
los procesos de Revolución industrial y la Revolución democrático burguesa en Francia. Se
desarrollaron a partir de las ciencias experimentales y aplicadas o el conocimiento de base sistemático o prácticas prescriptivas; y
relaciones con el “progreso social” de un grupo de entidades interactuantes. Por ello, la ciencia moderna, como máxima expresión de la razón, nació con la
modernidad y la sistematización de los
procesos de búsqueda que desembocó en la aplicación del método en el siglo XVI.
Sin embargo, el avance de las
ciencias sociales como tales se registran en el siglo XVIII, reflejados en la Enciclopedia de Diderot y en otras enciclopedias
especializadas, con artículos de Rousseau y otros enciclopedistas.
Igualmente, en el siglo XIX, fueron
influenciadas por el positivismo, centrado en el conocimiento basado en la experiencia real en sentido
positivo (orden y progreso) y evitando lo negativo (conflictos y revoluciones);
la especulación metafísica fue eliminada. Auguste Comte (1798 - París, 1857) usó el
término "ciencia social" para describir el campo, tomado de las ideas
de Charles Fourier. También se refirió a ellas como la
"física social". Es después de la clasificación sobre las ciencias
que hace Comte entre “exactas” y “sociales”, que el término "ciencias
sociales" comenzó a ser utilizado como un campo conceptual distinto, no
sin antes pasar por muchas peripecias y críticas en virtud de que, desde la
óptica del positivismo como filosofía dominante, eran consideradas inexactas,
indemostrables e inverificables. Otros las consideraron y denominaron “ciencias
del espíritu”; especulativas y metafísicas. No se reparaba todavía que eran
disciplinas que, por abordar objetos de estudio (la sociedad) distintos a las
ciencias “exactas” (objetos, fenómenos físicos, otros), respondían a enfoques
teóricos-filosóficos, métodos y cuerpo categorial y metodológico distintos.
Sin embargo, Augusto Comte fue uno
de los más notables opositores a reconocer como ciencias a las Ciencias
Sociales. Comte pretendió unificar a todas las ciencias trasladando el cuerpo
teórico-metodológico y el método de las ciencias “exactas”, a las ciencias sociales, tratando de que el conocimiento
producido por ellas, fuese objetivo, demostrable y verificable, como se hacía
en los laboratorios de las ciencias “exactas”.
Por su parte, la Historia, como
disciplina y que tuvo como procesos previos los relatos escribanos y las crónicas,
pasó por un proceso difícil en el que inicialmente fue negada como ciencia por
las corrientes empiristas y positivistas en tanto que no podía ser comprobable,
como las llamadas ciencias “exactas”. Si bien algunos pensadores del siglo
XVIII se referían a la historia, es en el siglo XIX que tiene origen la
Historia, con sus vicisitudes, y a lo largo del XX que se consolida como una disciplina científica.
Lo confirma el hecho que: aplica métodos
a su búsqueda, cuenta con una filosofía y ha producido teoría; tiene una
comunidad de cientistas que la desarrollan, objeto de estudio claro y un amplio
campo de acción que se pierde de vista. Leopold von Ranke (positivista) jugó un
papel importante en esta primera parte.
A partir de este momento, se empieza
a reconocer la Historia como disciplina científica, no exenta de sus
críticos, a raíz del
establecimiento en algunas universidades, pero desde un nuevo punto de
vista, ahora la Historia se empieza a tratar también como una ciencia más.
Así se enseña y estudia.
Leopold von Ranke
es considerado el creador, o representante del historicismo clásico en la
Historia, su visión científica se basa en una investigación objetiva que rehúsa
todo juicio de valor y especulación, su método es muy crítico y sus
afirmaciones se basan en el análisis crítico de testimonios o documentos
siempre fiables. Así, Ranke se separa de la historia o filosofía hegeliana rechazando la idea de un desarrollo
causado por el progreso. El positivismo fue opuesto a la revolución. Creyeron en el papel de los
adelantos científicos y técnicos. La Historia para ser ciencia debía imitar a
las ciencias de la naturaleza, ser precisa, debía experimentar, verificar y
hacer una confirmación estricta de los hechos históricos (Santana, 2005).
Igualmente, los Annales en Francia se
convirtieron en una Escuela científica más o menos institucionalizada
basado en buscar nuevos métodos y enfoques de investigación. En Francia era una
disciplina que situaba el espacio geográfico en un marco histórico-cultural,
que vino a añadir el enfoque sociológico de Emile Durkheim, el cual fue
transmitido a los historiadores de los Annales a través del economista
Simiarnd. Los fundamentos de los Annales fueron establecidos por Bloch y Febvre
antes de la fundación de la revista.
En los últimos 20 años, la nueva
historiografía significa una ampliación de la racionalidad científica y no una
renuncia a ella. Desde Alemania gran parte de la investigación que se movía en
nuevas direcciones metodológicas y conceptuales, se dedicaba a la época
industrial.
Igualmente, la Historia se ha
ampliado. Hoy han surgido otras concepciones entre las que destacan: la
microhistoria o historia de la vida cotidiana, la Historia migajas, Historia
Inmediata, Historia Regional y Local, entre otras. Estas corrientes de la Historia
se han distanciado de las categorías macrohistóricas "mercado" y
"Estado", las cuales eran de importancia decisiva para el marxismo y
para las diversas formas de ciencia social histórica; pero reconocen que el poder y la desigualdad social constituyen
factores fundamentales de la historia.
1.5.- Origen de la Historia en Venezuela,
siglo XIX: reproducción de la cosmovisión europea
Durante la Colonia el Estado monárquico español hizo muy
pocos esfuerzos por promover la educación en las colonias y en particular en
aquellas en las que tenía menos interés comercial, como en Venezuela. El país
recién tuvo su primera universidad unos doscientos años después de México,
Colombia o Perú.
El 22 de diciembre de 1721 se crea la Universidad Real de
Caracas. En un principio se impartían clases de teología, medicina, filosofía y
derecho exclusivamente en el idioma latín. Fue denominada "Real y
Pontificia" por estar bajo la tutela y protección del Monarca español y
del Sumo Pontífice. Esta universidad fue la antecesora de la Universidad
Central de Venezuela. Para 1810 la universidad cuenta con unos 400 alumnos.
Se
puede señalar que la historia en Venezuela tiene sus inicios en las dos últimas
décadas del siglo XIX; es así como la Academia Nacional de la Historia, una de las instituciones culturales más
antiguas de Venezuela, fue creada por Decreto Orgánico del Presidente Juan
Pablo Rojas Paúl el 28 de octubre de 1888. Asumió como tarea fundamental: el
estudio de los diversos períodos de la historia americana y en particular la historia
directamente vinculada con Venezuela. Entre sus finalidades está la promoción de
la investigación y la orientación de la enseñanza de la Historia, la formación
de una biblioteca de carácter histórico y la reunión de documentos originales
que sirvan de fundamento y apoyo para la investigación. Además la Academia se
ocupa de la edición de obras directamente relacionadas con la Historia
venezolana y americana. A ella han pertenecido, como Individuos de Número y
Miembros Correspondientes, desde su fundación,
historiadores notables del país y la Institución ha mantenido siempre en
más de un siglo de existencia una intensa actividad sin interrupción. La Academia ha editado
hasta el presente más de un millar de libros.
Sin embargo, es en el siglo XX que la Historia se establece como
disciplina científica en Venezuela.
Los que pudiéramos considerar como los primeros
historiadores venezolanos estuvieron influenciados por la corriente
positivista, dominante en el ámbito internacional. Resaltan, entre otros:
Rufino Blanco Fombona, Laureano Vallenilla Lanz, Guillermo Morón, Manuel
Caballero, Germán Carrera Damas, José Gil Fortoul, Manuel Vicente Magallanes,
Mario Briceño Iragorri, La academia Nacional de la Historia tiene una gran
responsabilidad en la concepción que manejamos de nuestra historia y de su
enseñanza en todas las instituciones educativas del país. El modelo se ha
reproducido geométricamente y hoy en día presenta serias limitaciones para
producir conocimiento histórico porque su crisis tocó fondo y reclama una nueva
alternativa paradigmática.
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